miércoles, 27 de abril de 2016

CONVIVENCIA 2016: POR “LA RIOJA”


Un grupo no muy numeroso de Matrimonios ENS, y algunos amigos más, hemos pasado los días 22, 23 y 24 de abril, muy felizmente, conociendo algunos lugares muy significativos de La Rioja, siguiendo la propuesta que nos presentó el matrimonio Pedro Pablo y Mª Ángeles, que se desarrolló tal cual, que valoramos como muy acertada, y mejor desarrollada. Así que el último acto, ya en el autocar de regreso, fue el rezo del Santo Rosario a María, como acción de gracias, por haber pasado unos días tan completos.

Vayamos al inicio. La primera parada, fue la primera sorpresa: Casalarreina, donde nos deleitamos visitando el Monasterio de las dominicas contemplativas de Nuestra Señora de la Piedad, gracias en buena parte, a la guía muy animosa y entusiasta de lo que nos hacía ver y contemplar. El Monasterio, data de inicios del siglo XVI, estilo renacimiento italiano, cuyas obras de construcción duraron diez años tan solo. Conocimos el significado simbólico de los algunos números, presentes por ejemplo en el número de peldaños, … la importancia de la luz en las estaciones de primavera y otoño, … la vivencia del silencio, … la armonía de los espacios, … y finalmente la portada de entrada, con tallas y representaciones muy singulares… Buen inicio, que consumió un tiempo, pero que todos dimos por bueno, dada la importancia de  lo que estábamos admirando, contemplando, …viviendo. Así que cuando llegamos a Viana, la mesa nos esperaba con ricos manjares regados con caldos de la Rioja Navarra, o sea, buena mesa y compañía. El paseo por la antigua capital del Principado de Viana, por sus edificios, fachadas, y monumentalidad, nos recordó su trayectoria histórica, con sus frecuentes guerras con sus poderosos vecinos de Castilla,… las guerras carlistas, etc, etc. Pero, pronto partimos para nuestro alojamiento, el antiguo Seminario de Logroño.

Ya en la capital, Logroño,  fuimos acompañados por guía local, quien también se animó en sus explicaciones, historia y anécdotas sobre las murallas, calles, edificios y lugares más importantes, su vinculación al camino de Santiago...y al vino: presente en el singular y moderno edificio “Centro de la Cultura de la Rioja”, … Espartero, ... las calles de los bares con buenos pinchos, … Complacidos, regresamos al Seminario para, después de cenar, descansar… en un silencioso lugar, propicio para el más grato reposo.

Empezamos el 23 de abril, fiesta de nuestra Comunidad, camino de San Millán de la Cogolla: visitando primero el más antiguo Monasterio de Suso (de “sursum” arriba), donde San Millán vivió como ermitaño, otros se unieron a él y formaron una primera comunidad, que luego seguiría la regla de San Benito. En el Siglo XVI, construyó el conocido por “Yuso” que viene del latín “deorsum”, habitado por los benedictinos hasta la nefasta desamortización de Mendizábal; siguieron unos años de abandono, para de nuevo ser abierto en 1868 y ocupado desde entonces por los agustinos recoletos, con ocho
frailes (dos tienen más de 80 año), hoy, realizan su acción pastoral en los pueblos cercanos. De la visita, destacaríamos primeramente su Iglesia de dimensiones catedralicias con un retablo mayor extraordinario, su San Millán presentado como “matamoros”, por las muchas leyendas relacionadas con su ayuda en las guerras contra los moros invasores. Sigue la “vidriera” , los rayos solares a la llegada de la primavera y el otoño, … la “sacristía” que nunca ha sido restaurada… con el cuadro que te sigue en tu desplazamiento… el claustro,… los “cantorales”, … los “relicarios” de San Millán, el Cristo de Benvenuto Cellini ( discípulo de Miguel Ángel),y las famosas “glosas”: casi mil aclaraciones en castellano, del año 964…

Y era hora de reponer fuerzas: lo hicimos en el Asador de San Millán, frente al monasterio.

Siguió otra extraordinaria visita: la abadía cisterciense de Cañas, con singular guía, un “joven” de ochenta años, capellán agustino recoleto durante unos cincuenta años, cargado de anécdotas y muy buen conocedor de lo que nos mostraba. Digamos una anécdota: este monasterio fue el único en no ser saqueado por los franceses de la guerra de la independencia, debido, nos decía su capellán, a que, se enteraron de que se conserva el cuerpo incorrupto de la hija de los fundadores, la beata  Doña Urraca López de Haro, que vistió los hábitos desde muy joven llegando a ser la cuarta abadesa de la comunidad, y cuyos restos se encuentran en la sala capitular, en un bello sepulcro de estilo gótico de comienzos del siglo XIV. Le llaman el monasterio de la luz, y con razón.

Salimos bajo la lluvia y llegamos a Nájera: Monasterio de Santa Mª la Real. Estamos ante el origen del reino de Navarra, como se ve por su Capilla de los sepulcros de Reyes o Panteón Real  y otras tumbas de caballeros.

Fue ocupado por los benedictinos hasta 1825 que sufrió la desamortización, seguida de sesenta años de abandono, de expolio y de uso para todo. Antes, la francesada utilizó las estatuas del claustro como objeto de tiro, quedando decapitadas, menos la de Santa Lucía que parece ser era la patrona del pueblo de uno de aquellos desalmados, y otras tres más. Observando el altar mayor aparecen tres elementos unidos a la leyenda de la ubicación y construcción del monasterio, y son: las azucenas, la lámpara y la campana. En su hornacina central vemos la hermosa Virgen románica del s. XI de Santa Mª la Real de Nájera, sin perder de vista las imágenes de San Benito y Santa María Escolástica. Mencionamos la “cueva” , las próximas tumbas regias… La Virgen de la Rosa, cuya flor es una alcachofa, del S. XIV, …

Volvimos a Logroño para dar un paseo por su calle de los Portales, entrada en su concatedral (¡qué altura!), y Paseo del Espolón, para encontrarnos la estatua ecuestre de famoso Espartero. Era hora de probar los pinchos … de champiñón, y fuimos a la calle los bares.

Después de cenar tuvimos nuestra velada de humor y degustación, como es costumbre, y que no se pierda.

El domingo nos recibió soleado. La Eucaristía la celebramos en la Residencia Sacerdotal, al lado del Seminario: ¡qué estupenda residencia tienen los sacerdotes jubilados! Uno, en la década de los ochenta nos la celebró.

Luego, la gran sorpresa: Visita al Museo de la cultura del vino de la dinastía “Vivanco” en Briones. Un guía de la casa nos acogió y acompañó con sus muy amenas y completísimas
explicaciones, por las seis salas de diversos contenidos. Cada sala una sorpresa: una rápida visión, con los medios didácticos y audiovisuales más avanzados… con la contemplación de objetos, elementos históricos, adquisiciones todas originales y curiosísimas, hasta toda una exposición de cuadros de los más afamados y cotizados autores… ¡admirable!... Y el obsequio final: una degustación magistral en la explicación y muy sensorial … con una copa de vino que lo redondeó… ¡sublime!  

Comida final en el restaurante “Los Nietos”, atendidos por jóvenes y muy serviciales dueños, y, ricos platos.

Así que era obligado el paseo por el pueblo de Briones,… subiendo al mirador, … visitando su Iglesia de Nuestra Sra de la Asunción, con su alta torre, siendo además un museo histórico artístico muy llamativo, que tenía una fácil iluminación y música ambiental… ,   sus palacios, casonas, … calles  a veces empinadas, .. y sobre todo, hay que insistir,  su perímetro panorámico…

A las ocho de la tarde, llegaba Palencia y la despedida. Faltan muchos detalles, por supuesto, pero nos queda el regusto de una bonita, familiar y acogedora convivencia. Así que damos muchas gracias a Dios por tanta belleza y bondad.

                                                                                                                      Fernando

martes, 26 de abril de 2016

TWEETS DEL PAPA FRANCISCO Y LA FAMILIA

Saber perdonar y sentirse perdonados es una experiencia fundamental en
la vida familiar. (11-4-2016)

La fidelidad tiene que ver con la paciencia. Sus sacrificios y gozos
van floreciendo con el tiempo. ( 11-4-2016)

Los hijos son un maravilloso don de Dios, una alegría para los padres.
( 11-4-216)

La familia es el primer lugar donde se aprende a escuchar, a
compartir, a soportar, a respetar, a ayudar.  ( 11-4-216)

El hogar debe ser el lugar donde se enseña a apreciar la hermosura de
la fe, a rezar y a servir al prójimo. ( 12-4-216)

Es fundamental que los hijos vean que para sus padres la oración es
realmente importante. ( 12-4-216)

Comprender, perdonar, acompañar, esperar, integrar. Esa es la lógica
que debe predominar en la Iglesia. ( 12-4-2016)

La Iglesia hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale al
encuentro de todos, sin excluir a nadie.  ( 12-4-2016)

El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre, es
difundir la misericordia de Dios a quienes la piden sinceramente.(
12-4-2016)

La presencia del Señor habita en las familias, con todos sus
problemas, luchas y alegrías cotidianos.  13-4-2016)

El amor es en el fondo la única luz que ilumina constantemente a un
mundo oscuro. (14-4-2016)
En las horas más oscuras de la familia, la unión con Jesús puede
evitar una ruptura ( 15-4-2016)

lunes, 25 de abril de 2016

La familia es “IGLESIA DOMÉSTICA” : P. Mata (II)




5.- La familia , comunidad  y Eucaristía:
El acontecimiento del nacimiento de todo estado, en su histórico inicio, es el gran regalo que la pareja matrimonial puede ofrecer a la historia.
La familia se constituye en torno a la vida que nace, como medio ambiente, como biosfera humana en la que se desarrolla las más insospechadas semillas. Todo esto tiene mucho de misterioso, que prolonga el misterio de la Navidad. Cuando se vive en profundidad el misterio de la pareja y de la familia, toda la casa queda bautizada, consagrada, ungida por el espíritu de amor. Todo en ella se hace sacramental, se hace eclesial. Entonces, celebrar la Eucaristía en las casas es algo más que la celebración eucarística: todas las casas, todos los hogares están llamados a celebrar cada día la eucaristía, la fracción del pan, la entrega del cuerpo y de la sangre por la vida del mundo. ¡A ver!... celebrar la eucaristía no quiere decir que tengamos que tener “misa” dentro de la casa, pues es mucho más, la eucaristía empieza ANTES de ir a “misa”. La eucaristía empieza cuando creamos comunidad, y empezamos por crearla en nuestra casa; si no, la eucaristía es mentira, porque no hay eucaristía si no hay comunidad desde dentro. Y esto empieza en casa: empieza cuando somos una comunidad generadora de vida, como dijimos antes.
Cuando vivimos esto, todo es sacramental, y todas las casas, todos los hogares, celebran la eucaristía, la fracción del pan, la entrega del cuerpo y la sangre por la vida del mundo. La fecundidad de esta eucaristía doméstica explica que ese matrimonio es acción de fecundidad de Dios que es Padre y Madre (que conviene recordar de vez en cuando: eso, que Dios es Padre y Madre).
La casa de la pareja y de la familia no es un mero edificio, es un lugar, espacio de convivencia, y, si la comunidad familiar es una Iglesia doméstica, también la casa adquiere un carácter sagrado: no es justo aplicar a los edificios donde habitan las personas consagradas, monjes, monjas, religiosos… el título de edificio sagrado, o de casa religiosa, si después no lo hacemos también con las casas en donde habita una pareja, una familia, una Iglesia doméstica: son igualmente sagrados.
Allí donde hay fuego divino del amor de Dios derramado en los corazones, allí tenemos un espacio sagrado: “donde dos o tres están reunidos en nombre de Dios, allí está Dios, en medio de ellos”. Por eso, la casa familiar bien puede considerarse un templo, un espacio sacramental.
La casa familiar es un santuario pero con distintas estancias: la sala de estar, el comedor, el dormitorio, … Se da la realidad más natural, y al mismo tiempo más transcendente; en ella descubrimos la peculiaridad de lo sagrado; la grandeza de esto es que lo sagrado se hace cotidiano, se hace connatural a nosotros, se rompe la barrera, esa que tradicionalmente hemos establecido entre lo sagrado, como hacer determinadas cosas, lo cotidiano como algo que se aleja: no, eso es una falsa espiritualidad.
La espiritualidad es vivir el Evangelio en la vida cotidiana: eso es espiritualidad: no es una actividad extra, es decir, lo que estamos haciendo por ejemplo, en este Retiro de estos dos días, … es tan espiritual, como cuando estáis fregando los platos o trabajando, o barriendo el pasillo.
El problema no es el “qué”, sino el “por qué”, que es lo  fundamental: que es el amor. Las comidas y cenas, los encuentros en la sala de estar, el amor y el descanso en el dormitorio, el aseo y la purificación en el cuarto de baño, nos indican que hay una sacramentalidad doméstica, que se puede experimentar en toda su fuerza. Por eso, no es extraño que la tierra de nuestro hogar sea para nosotros  algo así como “tierra sagrada”, como sacramento familiar. Por tanto, la praxis de todo lo que decíamos antes es el vivir esto, pero intentando tomar conciencia de que lo hacemos por una razón, y esa razón es porque amamos… a nuestro marido, a nuestra mujer, porque amamos a los que tenemos en casa. Y hacemos lo que hacemos, … aunque nos cueste un riñón.

6.-Intereclesialidad y ecumenismo en la Iglesia doméstica: que también se vive en la Iglesia doméstica.
La Iglesia doméstica, en tiempos de pluralismo como el presente que nos toca vivir hoy, en tiempos de superación de diferencia de género, y de superación del matriarcalismo, es un espacio especial. Un espacio complejo, pero también privilegiado para que emerja un modelo mejor de diálogo de género, de diálogo ecuménico, de diálogo interreligioso. Es ahí donde  más duras se vuelven las diferencias de la fe, y donde más se añora la comunión. En la Iglesia doméstica, tanto el padre como la madre son los sacerdotes del hogar. Tanto el padre como la madre son los predicadores primeros de la fe, y son educadores de la fe. Y también los hijos son los participantes del sacerdocio común como bautizados, confirmados, partícipes de la consagración eucarística, y también evangelizadores de sus padres.
Es interesante resaltar que el ideal de Lucas de comunidad eclesial con un solo corazón, una sola alma y todo en común, eso que se describe en los Hechos de los Apóstoles, puede hacerse realidad más fácilmente en la comunidad matrimonial y familiar. Es verdad que el patriarcalismo y el machismo son un pésimo presupuesto, difícil de erradicar, y sutilmente presente en la estructura familiar. Ambos impiden formar una comunidad en la que reine igualdad antropológica, o la igual equidad, la fundamental fraternidad y la sororidad, (por ser la razón femenina de la fraternidad). En la Iglesia doméstica se hace posible aquello de que todos en Cristo somos uno: no hay hombre ni mujer, no hay ni esclavo ni libre, no hay judío ni gentil: todo eso tiene vigencia especial en  la familia, en la Iglesia doméstica.
No toda comunidad cristiana sigue siendo Iglesia doméstica de la misma forma: los límites familiares no siempre coinciden con los límites eclesiales, pero la comunidad de amor sí que crea una especie de Iglesia doméstica extendida, donde se acoge al diferente, y veremos que esto es una de las dimensiones principales del matrimonio, donde hay hospitalidad confesional y religiosa, y donde el diálogo de vida se torna presupuesto de tolerancia, mutuo aprecio y crecimiento conjunto, en primer lugar dentro, porque si no, cómo vamos a ser tolerantes  con los de fuera: si yo no acepto o no tolero que mi hijo me haya salido… no-creyente… ¿qué espíritu de comunión y de ecumenismo voy a tener fuera, si no lo tengo dentro? Mal asunto.

7.- Iglesia doméstica: Abierta, Una, Santa
De este modo se expresa en la Iglesia doméstica de un modo del todo especial, la innata catolicidad de toda la Iglesia. Ser católico no es ser sectario, sino estar abierto al todo. Las familias en las cuales hay miembros de diferentes Iglesias o familias intereclesiales, siempre viven en sí mismas, diariamente, la división entre las Iglesias; descubren en sí mismas que la Iglesia UNA está dividida, y así lo experimentan en la vida y en la oración. Es especialmente agudo este problema cuando la familia intereclesial se reúne para la eucaristía de cada domingo. Allí hay siempre un sentimiento de que algo  se ha perdido, allí hay una unidad que es objeto de oración y de esperanza, pero todavía no se realiza. Estas familias piensan en la oración de Jesús por la unidad, e íntimamente se relaciona con el  tema de la Eucaristía, que nos invita a que todos seamos UNO como Tú Padre estás en Mí  y yo en Ti, que sean UNO en nosotros para que el mundo crea que Tú me enviaste.
Esta necesidad consciente de la Eucaristía para llegar a ser un signo de unidad entre los cristianos es algo que nos afecta a todos: las parejas intereclesiales, donde uno cree y otro no cree, o donde son de confesiones distintas, sienten la división de la Iglesia mucho más agudamente que otros, pero al mismo tiempo experimentan la esperanza y la posibilidad de la unidad. Representan el modelo de un mundo que ha de venir, una oración que ha de ser escuchada, una realidad no concretada todavía, pero hacia la que caminamos. Pablo experimentó el amor de Cristo por él, y ese amor le llevó a devolvérselo, en una vida dedicada y en la entrega generosa.
El Amor se nutre de la Palabra de Dios y del amor a Cristo: la vida de Pablo fue siempre con Cristo y de Cristo. Dice Pablo: “Para mí vivir es Cristo”. Pues bien, nuestra tarea modesta es imitar el ejemplo de Pablo: nuestra oración es que podamos compartir la mesa del Señor; nuestra esperanza es que algún día, incluso los miembros de la familia que no creen o creen de un modo distinto, compartan también el banquete eterno del cielo, una fiesta para un Rey, una fiesta para quienes siguen al Cordero, una fiesta de bodas, a la que todos están invitados.
La única condición para ser admitidos es que todos estemos vestidos con Cristo, que estemos unidos a Él, cada uno desde su experiencia y su perspectiva, …con vestidura de bodas. Que así sea.

                                                                                              Fernando


domingo, 24 de abril de 2016

No perder la identidad

Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Dentro de muy poco, ya no lo tendrán con ellos. Jesús les habla con ternura especial: «Hijitos míos, me queda poco de estar con vosotros». La comunidad es pequeña y frágil. Acaba de nacer. Los discípulos son como niños pequeños. ¿Qué será de ellos si se quedan sin el Maestro?
Jesús les hace un regalo: «Os doy un mandato nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado». Si se quieren mutuamente con el amor con que Jesús los ha querido, no dejarán de sentirlo vivo en medio de ellos. El amor que han recibido de Jesús seguirá difundiéndose entre los suyos.
Por eso, Jesús añade: «La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros». Lo que permitirá descubrir que una comunidad que se dice cristiana es realmente de Jesús, no será la confesión de una doctrina, ni la observancia de unos ritos, ni el cumplimiento de una disciplina, sino el amor vivido con el espíritu de Jesús. En ese amor está su identidad.
Vivimos en una sociedad donde se ha ido imponiendo la «cultura del intercambio». Las personas se intercambian objetos, servicios y prestaciones. Con frecuencia, se intercambian además sentimientos, cuerpos y hasta amistad. Eric Fromm llegó a decir que «el amor es un fenómeno marginal en la sociedad contemporánea». La gente capaz de amar es una excepción.
Probablemente sea un análisis excesivamente pesimista, pero lo cierto es que, para vivir hoy el amor cristiano, es necesario resistirse a la atmósfera que envuelve a la sociedad actual. No es posible vivir un amor inspirado por Jesús sin distanciarse del estilo de relaciones e intercambios interesados que predomina con frecuencia entre nosotros.
Si la Iglesia «se está diluyendo» en medio de la sociedad contemporánea no es solo por la crisis profunda de las instituciones religiosas. En el caso del cristianismo es, también, porque muchas veces no es fácil ver en nuestras comunidades discípulos y discípulas de Jesús que se distingan por su capacidad de amar como amaba él. Nos falta el distintivo cristiano.
Los cristianos hemos hablado mucho del amor. Sin embargo, no siempre hemos acertado o nos hemos atrevido a darle su verdadero contenido a partir del espíritu y de las actitudes concretas de Jesús. Nos falta aprender que él vivió el amor como un comportamiento activo y creador que lo llevaba a una actitud de servicio y de lucha contra todo lo que deshumaniza y hace sufrir el ser humano.

sábado, 23 de abril de 2016

Razones para vivir

En la sociedad actual sobran argumentos tanto para los catastrofistas como para los sembradores de esperanza. Casi todo el mundo tiene razones para pensar que la botella está medio llena y razones para creer que está medio vacía.
¿Cómo la quieres ver tú?
Decide con qué actitud quieres acercarte a tu realidad, analizarla y posicionarte ante ella.
Permanentemente podemos adoptar dos actitudes contrapuestas:
• Una actitud es la representada por una frase célebre de Quevedo: “El que quiere en esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos en la vida”
• La otra posible actitud a adoptar es la que trasmite Teresa de Calcuta cuando dice: “Lo que realizamos es menos que una gota en el océano. Pero si faltase la gota, el océano carecería de algo"
La actitud que decidas adoptar tiene mucho que ver con el hecho de que no te conformes con vivir, sino que comprendas que necesitas razones para vivir.
¿Qué razones?
¡Las que quieras!.
Lo importante es tenerlas. Porque, como dice Martín Velasco, la vida humana es un sustantivo exigente; siempre a la expectativa de adjetivos que hagan que valga la pena: buena, digna, valiosa…...
Alejandro Córdoba

viernes, 22 de abril de 2016

Pequeñas resurrecciones - La vida vence

Pese a todo, no hay que desesperar. Porque hemos sido creados para la vida. Con minúscula y con mayúscula. Todas esas pequeñas muertes están abocadas a la Vida. Si dejas que lo mejor que hay en ti emerja, pujante. Si dejas que la tristeza se diluya en un mar lleno de historias, como si fuera un terrón de sal. Si te niegas a sucumbir a la congoja, por muy complicadas que sean las circunstancias, y eliges luchar, desde tu humanidad, tu fe, y sabiendo que no estás nunca solo. Si conviertes al tiempo en tu aliado, sin dejar que el presente te encierre en su prisión. Si, en la noche oscura, alzas al cielo una plegaria silenciosa y confiada. Si, humilde, sabes pedir ayuda. Entonces la vida vence.

jueves, 21 de abril de 2016

Pequeñas resurrecciones - Las pequeñas muertes cotidianas

Cada vez que cedemos a lo conveniente, sacrificando lo justo. Cada vez que el amor se apaga. Cada vez que un adiós es para siempre. Cada vez que decimos palabras hirientes que no tienen vuelta atrás. Cada vez que, buscando a Dios, encontramos un silencio despoblado. Cada vez que sepultamos la verdad tras la fachada de lo útil. Cada vez que es el odio o el despecho lo que guía nuestras acciones. Cada crítica innecesaria, que solo aporta dureza al mundo. Cada vez que pasamos de largo, sin mirar a la cara del hermano herido, acaso por llegar temprano al templo. Todas esas veces, tú vendrás a buscarnos.

miércoles, 20 de abril de 2016

Pequeñas resurrecciones

La vida anticipa la eternidad. Hay muchas pequeñas muertes cotidianas. Una decepción. Un amor que no ha logrado sobrevivir. El orgullo que se cae de su pedestal. Un fracaso. Un suspenso que parece irreparable. La ruptura de una amistad, la crisis radical de fe… Pero no desesperemos, que la muerte no tiene la última palabra. Hay también, aunque no siempre nos demos cuenta, pequeñas resurrecciones. Hay instantes de lucidez en que vuelve la alegría profunda, más libre después de la tormenta. El amor vuelve a encender las cenizas que parecían solo despojos de uno mismo. Los vínculos vuelven a estrecharse en la vida, devolviéndonos el encuentro y los motivos. La chispa de Dios nunca se apaga en nosotros.

martes, 19 de abril de 2016

En esta Pascua el Papa Francisco nos está regalando sus mejores reflexiones:


La Exhortación AMORIS LAETITIA, una joya para los matrimonios.

Y un montón de tweets:

La alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia. (8-4-2016)

La familia es el lugar donde los padres se convierten en los primeros maestros de la fe para sus hijos.(8-4-2016)

La Palabra de Dios es una fuente de consuelo para las familias que están en crisis o en medio de algún dolor. (8-4-2016)

El bien de la familia es decisivo para el futuro del mundo. (8-4-2016)

La familia es un bien del cual la sociedad no puede prescindir, y necesita ser protegida. (8-4-2016)

Las personas con discapacidad son para la familia un don y una oportunidad para crecer en el amor, en la ayuda recíproca y en la unidad. (9-4-2016)

Nadie puede pensar que debilitar a la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio es algo que favorece a la sociedad. (9-4—2016)

La fuerza de la familia reside esencialmente en su capacidad de amar y enseñar a amar.(9-4-2016)

Nuestra enseñanza sobre el matrimonio y la familia no puede dejar de inspirarse en un mensaje de amor y de ternura.(9-4-2016)

Cada familia, a pesar de su debilidad, puede llegar a ser una luz en la oscuridad del mundo.(9-4-2016)

En la familia hay que aprender el lenguaje amable de Jesús.10-4-2016)

El amor abre los ojos y permite ver, más allá de todo, cuánto vale un ser humano.

Cada nueva vida nos permite descubrir la dimensión gratuita del amor.

Es importante que el niño se sienta querido: no es un complemento o una solución para una inquietud personal.

Las familias abiertas y solidarias hacen espacio a los pobres.

Las personas divorciadas que viven en nueva unión son parte de la Iglesia, no están excomulgadas.


lunes, 18 de abril de 2016

La familia es “IGLESIA DOMÉSTICA” : P. Mata (I)



La familia cristiana fue descrita, desde los primeros tiempos de la Iglesia, como “Iglesia doméstica”. San Juan Crisóstomo exhortó, en una ocasión, a su gente, con estas sencillas pero profundas palabras: “Hacer de vuestra casa, una Iglesia”. Y aquel sermón de S. Juan Crisóstomo fue tan inspirador y tan entusiásticamente acogido por los cristianos, que al día siguiente, él mismo dijo: “Cuando os dije ayer que hicierais de vuestra casa una Iglesia, y prorrumpisteis en aclamaciones de júbilo, expresasteis elocuentemente qué alegría había en vuestros corazones, al escuchar estas palabras”.

1.- Ser Iglesia doméstica:
Esta enseñanza antigua, hoy ha sido recuperada por la Iglesia. El Concilio Vaticano II en la “Lumen Gentium”, nº 11, nos dice: “Recuperar el sentido de ser Iglesia doméstica”, y así llama a los matrimonios, a las familias: “Iglesias domésticas”.  
En una Iglesia clericalizada, al recuperar el sentido de Iglesia doméstica, se nos recuerda también que… “todos sois sacerdotes (¡esto ya lo sabíais!) desde el día de vuestro bautismo”.
¿Qué implica esto? El sacerdote es el “pontífice”, es decir, el puente entre Dios y los hombres. Y como tales, somos constituidos el día de nuestro bautismo. El Papa decimos que es el Sumo Pontífice”, pero “Sumo” quiere decir, que es el más representativo; pero “pontífices” los somos todos. Si uno no es “puente” entre el mundo de Dios y el mundo de los hombres, algo ahí no funciona.
Llama incluso a la Iglesia: “comunidad sacerdotal”, que eso es: “sacerdocio ministerial” al servicio del “sacerdocio común”. Y fijaros en lo que digo: de poco vale que un sacerdote celebre sacramentos, si no hay un sacerdocio común que participa y permite que se celebren esos sacramentos: si no fuera así, el sacerdote hace magia, no celebra un sacramento. Hay que destacar esto: el consagrar no es patrimonio de unos pocos. No: yo, sacerdote, puedo consagrar, porque hay un pueblo sacerdotal que celebra conmigo la Eucaristía, si no, -insisto- lo que hago es magia. (Es como si yo fuera a una panadería, y hago así, y consagro toda la panadería: ¡no, no, mire Ud!)

2.-El sacerdocio de los cónyuges cristianos:
Después de analizar uno por uno todos los sacramentos como expresión y ejercicio de ese sacerdocio común, el Vaticano II, en segundo lugar, se refiere al ejercicio de ese sacerdocio en los cónyuges cristianos. Dice: “Manifiestan el misterio de la unidad y el fecundo amor entre Cristo y la Iglesia, y, participan de él. Se ayudan mutuamente al santificarse en la vida conyugal, y , en la educación de los hijos, tienen, en su condición y estado de vida, su propia gracia en el pueblo de Dios”.
De la unión conyugal además, nacen los nuevos ciudadanos de la sociedad humana, y éstos, por la gracia del Espíritu Santo por el Bautismo, quedan constituidos como hijos de Dios, sacerdotes, profetas y reyes, para perpetuar el Pueblo de Dios en el correr de los tiempos.
Después de afirmar todo esto, el Concilio dice que la comunidad matrimonial y familiar, bien puede ser descrita como Iglesia doméstica. Y esta eclesialidad se expresa además, en la misión de los padres para con los hijos: ser los primeros predicadores de la fe tanto con su palabra como con su ejemplo; ser  fomentadores de la vocación propia de cada uno de ellos.

3.- La Iglesia como familia de Dios
El Catecismo de la Iglesia Católica parte de este punto de la descripción de la Iglesia como familia de Dios, y recuerda cómo el núcleo de la Iglesia estaba, a menudo, constituido, según los Hechos de los Apóstoles, por los que, con toda su casa, habían llegado a ser creyentes. Quienes se convertían, deseaban también que se salvase toda su casa, y dice además, que estas familias convertidas eran islotes de vida cristiana en un mundo no-creyente.
En la Iglesia doméstica se ejercita de forma privilegiada el sacerdocio bautismal del padre de familia, de la madre, de los hijos y de todos los miembros de la familia. Lo hacen en cuanto participan de los sacramentos, en canto oran y dan gracias, cuando ejercitan la misión del testimonio del anuncio del evangelio.
El hogar en este sentido es llamado también “primera escuela de paciencia y del gozo del trabajo, del amor fraterno e incluso del perdón generoso y reiterado, y sobre todo, del culto divino por medio de la oración y la ofrenda de la propia vida” ( Catecismo de la Iglesia Católica en su nº 1658).
 Es más, la familia de la Iglesia doméstica es el laboratorio de la ternura, donde aprendemos lo que tenemos que ejercitar después, más allá de la iglesia doméstica. Lo que vivimos fuera, tiene que ser aprendido y puesto en práctica, en primer lugar, en ese laboratorio que es la propia familia, que es la Iglesia doméstica.
Y si no lo vivimos dentro, lo que vivamos fuera será pues, una pantomima.  Incluso el Papa Juan Pablo I, en su brevísimo pontificado, habló sobre la Iglesia doméstica en la única “visita ad limina” que pudo realizar a los obispos de Estados Unidos de la región Doce. Y el Papa Juan Pablo II en Evangelium Vitae resaltó la importancia de la Iglesia doméstica como “santuario de la vida”. En la “Familiaris consortio” desarrolla también la teología de la familia considerada como Iglesia Doméstica.: la primera afirmación es que la familia está llamada a hacer experiencia de una nueva y original comunión. El Espíritu Santo, infundido en los sacramentos  es el creador de esta unidad y comunión.
Si hacemos una pequeña reflexión teológica sobre la Iglesia doméstica, podemos decir que la familia es, como la Iglesia, cuerpo de Cristo en el hogar: ese es un gran misterio que cada familia, a veces de forma inconsciente, encierra. El amor del esposo y la esposa es un misterio, no porque sea algo desconocido, o que no entendemos, sino como algo que tiene una profundidad enorme. El misterio como profundidad, no como algo que se esconde, es algo que todavía no está claro.
Es un gran misterio que cada familia vive, aunque, a  veces , inconscientemente. El misterio, es decir, signo sagrado y profundo que revela el amor de Cristo Jesús por su esposa  la Iglesia. Hubo un tiempo, en que la Iglesia estaba fundamentalmente formada por Iglesias domésticas, y de hecho, sabéis que en la primera Iglesia, los cristianos se reunían en las casas-hogares de muchos miembros de la comunidad. Hay en ella, un importante mensaje para la Iglesia de hoy, que nos habla de “intimidad”, de “convivencia”, de la “alegría de compartir”. La hospitalidad y el amor de los cristianos en sus atenciones mutuas debían configurar incluso, nuestras más solemnes liturgias, que hoy están tremendamente despersonalizadas.

4.- Situaciones de esta Iglesia Doméstica:
La familia es Iglesia con límites a veces, poco definidos, a pesar de ser una pequeña e incluso pequeñísima comunidad. En ella puede ocurrir, de hecho así es, que uno de los cónyuges sea creyente y el otro no, que uno pertenezca a una religión, y el otro a otra, a una confesión cristiana y el otro a otra. Lo mismo sucede en los miembros de la familia: se trata de hijos o parientes, y seguro que más de uno os habéis lamentado …¡es que mis hijos, todo esto no…! Esto no quita que seáis Iglesia Doméstica.
En la iglesia doméstica se experimentan las diferencias, pero sin que las diferencias rompan los lazos de amor y de intimidad. El problema no es si un hijo es creyente o no-creyente: el problema es si queréis al hijo o no lo queréis: esto es lo que hace posible que seáis Iglesia Doméstica.
Puede acontecer que quienes forman un solo cuerpo pertenezcan a Iglesias o confesiones cristianas, e incluso, de diferentes religiones o creencias. Y sin embargo, ahí sigue actuando el sacramento de la creación, y el sacramento de la nueva alianza. Resulta especialmente pertinente aquí, aquel texto, en el que  el Señor hace unas recomendaciones al respecto, y dice: “Si un hermano tiene una mujer no creyente, y ella consiente en vivir con él, no la despida. Y si una mujer tiene un marido no-creyente, y él consiente en vivir con ella, no le despida, pues el  marido no-creyente queda santificado por la mujer; y la mujer no-creyente queda santificada por el marido creyente. De otro modo, vuestros hijos, serían impuros; mas ahora son santos; pero si la parte no-creyente quiere separarse, que se separe. En ese caso, el hermano o la hermana no están ligados para vivir un pacto de amor en el Señor”: es lo que se llama la “excepción paulina”: que es cuando uno, no puede vivir la fe, que era -y aun hoy es- una causa de nulidad matrimonial: esto es, si uno no permite al otro vivir la fe. Pero, cuando la viven, uno forzosamente y el otro no la tiene, se están santificando mutuamente, pues lo importante es esa primera parte: el pacto de amor en el Señor.
                                                               (continuará)

                                                               Fernando

domingo, 17 de abril de 2016

Escuchar su voz y seguir sus pasos

La escena es tensa y conflictiva. Jesús está paseando dentro del recinto del templo. De pronto, un grupo de judíos lo rodea acosándolo con aire amenazador. Jesús no se intimida, sino que les reprocha abiertamente su falta de fe: «Vosotros no creéis porque no sois ovejas mías». El evangelista dice que, al terminar de hablar, los judíos tomaron piedras para apedrearlo.
Para probar que no son ovejas suyas, Jesús se atreve a explicarles qué significa ser de los suyos. Solo subraya dos rasgos, los más esenciales e imprescindibles: «Mis ovejas escuchan mi voz... y me siguen». Después de veinte siglos, los cristianos necesitamos recordar de nuevo que lo esencial para ser la Iglesia de Jesús es escuchar su voz y seguir sus pasos.
Lo primero es despertar la capacidad de escuchar a Jesús. Desarrollar mucho más en nuestras comunidades esa sensibilidad, que está viva en muchos cristianos sencillos que saben captar la Palabra que viene de Jesús en toda su frescura y sintonizar con su Buena Noticia de Dios. Juan XXIII dijo en una ocasión que «la Iglesia es como una vieja fuente de pueblo de cuyo grifo ha de correr siempre agua fresca». En esta Iglesia vieja de veinte siglos hemos de hacer correr el agua fresca de Jesús.
Si no queremos que nuestra fe se vaya diluyendo progresivamente en formas decadentes de religiosidad superficial, en medio de una sociedad que invade nuestras conciencias con mensajes, consignas, imágenes, comunicados y reclamos de todo género, hemos de aprender a poner en el centro de nuestras comunidades la Palabra viva, concreta e inconfundible de Jesús, nuestro único Señor.
Pero no basta escuchar su voz. Es necesario seguir a Jesús. Ha llegado el momento de decidirnos entre contentarnos con una «religión burguesa» que tranquiliza las conciencias pero ahoga nuestra alegría, o aprender a vivir la fe cristiana como una aventura apasionante de seguir a Jesús.
La aventura consiste en creer lo que él creyó, dar importancia a lo que él dio, defender la causa del ser humano como él la defendió, acercarnos a los indefensos y desvalidos como él se acercó, ser libres para hacer el bien como él, confiar en el Padre como él confió y enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con que él se enfrentó.
Si quienes viven perdidos, solos o desorientados pueden encontrar en la comunidad cristiana un lugar donde se aprende a vivir juntos de manera más digna, solidaria y liberada siguiendo a Jesús, la Iglesia estará ofreciendo a la sociedad uno de sus mejores servicios.
4 Pascua - C
(Juan 10,27-30)

José Antonio Pagola

sábado, 16 de abril de 2016

El palentino Luis Argüello, natural de Meneses, nombrado obispo auxiliar de Valladolid

El hasta ahora vicario general de Valladolid, Luis Argüello, ha sido nombrado obispo auxiliar de la Archidiócesis, según hizo público ayer la Santa Sede. La ceremonia de ordenación tendrá lugar el  3 de junio, día del Sagrado Corazón de Jesús, por la tarde, en la Catedral de la ciudad. Luis Argüello recibirá el nombramiento de obispo titular de Ipagro, una antigua diócesis española ubicada en lo que hoy es la localidad de Aguilar de la Frontera, Epagren(sis), que tenía como metropolitana a Sevilla.
El palentino Luis Javier Argüello García (Meneses de Campos, 1953), que estaba al frente de la Vicaría General de Valladolid desde 2011, será el tercer obispo auxiliar de la diócesis a lo largo de su historia. El primero fue Mariano Cidad, que ayudó en el servicio episcopal al cardenal Cascajares en 1897, y el segundo fue Pedro Segura, quien fue nombrado hace un siglo, en el año 1916, con el cardenal Cos y Macho.

El arzobispo y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez, aseguró que Argüello será vicario general en su condición de obispo auxiliar y señaló que más adelante decidirán si es necesario contar con otra persona para este cargo.

 Argüello avanzó que el lema que elegirá como obispo auxiliar es Veni lumen cordium (Ven luz del corazón), las palabras con las que finalizó su saludo a la Diócesis vallisoletana, tras recibir la llamada del Papa Francisco. Agradeció la «confianza» que supone la responsabilidad de obispo auxiliar y aseguró que seguirá el «ejemplo» del Santo Padre. «Sé que voy a encontrar en don Ricardo la cercanía y orientación que como obispo novel preciso», dijo.


El reverendo confió en «alentar» la vocación y servir a la comunión de todos y expresó su respeto a las autoridades de Castilla y León, la provincia y la ciudad de Valladolid. «La amistad civil es imprescindible para la consecución del bien común», expresó y apostó por trabajar por una sociedad en la que el «bien común», la «justicia» y la «dignidad» resplandezcan.

viernes, 15 de abril de 2016

El valor de la institución familiar


La colaboradora del periódico La Vanguardia Ima Sanchís pre­guntó al periodista, escritor y antropólogo británico Giles Tremlett, corresponsal de The Guardian en España, qué le sor­prendía más de nuestro país. La respuesta fue esta: «A los in­gleses nos sorprende mucho que, en las encuestas, a la pre­gunta de qué es lo más importante en su vida, los adolescentes españoles contesten que su familia».
La familia en España, gracias a Dios, continúa siendo un valor social fundamental. Lo considero enormemente posi­tivo.

La familia, con mucho, es la más importante institución social que existe, tanto si la estudiamos desde la sociología, desde la psicología social, desde la antropología o desde la ética cristiana. Los valores de dicha institución son básicos para centrar y hacer madurar al ser humano. La familia, bien cohesionada y que de verdad resulta grata y gratificante para sus miembros, es un valioso grupo primario libremente elegido (padres) o libremente asumido (hijos) que ofrece a sus componentes decisivas pautas de actuación que les ayu­dan a una adecuada socialización.

jueves, 14 de abril de 2016

Necesitamos pensar


«Quien no quiere pensar es un fanático; quien no osa pensar es un cobarde» (Francis Bacon).
El fanatismo rehúsa el pensamiento. Se refugia en su torre fortificada y canoniza su absolutismo. El fanático no quiere entrar en razón y cree poseer toda la verdad sin los otros. Para él no es necesario pensar. Lo tiene todo claro. Y cree que todos los demás están equivocados. El fanático es un mono­lito contra el cual se estrellan todos y todo. Con él, un diá­logo es imposible porque no necesita aprender nada de na­die. Él impone su ley sin pensar y quien piensa va contra su ley. Así de rotundo y de ridículo es el fanático.
El otro extremo es el cobarde, que no osa pensar. Son mu­chos los que tienen miedo y no se atreven a razonar. El pen­sar les complica la vida, les compromete y evitan este ejerci­cio mental tan básico. La cobardía les lleva a la comodidad de no pensar, y esta comodidad protege su cobardía.

La posición adecuada es pensar para orientar el futuro y abrir para él nuevas metas. Si no pensamos nos quedamos bloqueados y corremos el peligro real de caer en el fanatismo o en la cobardía: dos extremos nocivos para la persona.

miércoles, 13 de abril de 2016

Opinamos mucho y pensamos poco





Luis Landero ha escrito: «En España se opina mucho y piensa poco». Creo que es cierta la sentencia; siempre, claro está, con honrosas excepciones.
Por norma general, en nuestro país pensamos poco. Opinamos de todo y sobre todo y de todos y sobre todos, pero el pensamiento profundo y sereno es escaso, y así nos luce.
Necesitamos pensar para no caer en la banalidad y vivir de la rutina.
No abrimos nuevos horizontes con solo opinar de las cosas; necesitamos pensarlas.
La opinión no es mala, pero es insuficiente. La opinión suele ser el juicio rápido, derivado de un pensamiento rápido.
Si solo opinamos y no pensamos sobre los acontecimientos, las personas y las cosas, nos movemos en la superficialidad, y esta lo trivializa todo.
Acostumbrémonos a pensar antes de opinar; o, mejor dicho, dediquemos más tiempo a pensar que a opinar. Si así lo hacemos, nos equivocaremos menos y nuestro juicio será más razonable y justo.
Ahora bien, el pensar exige silencio y reflexión. Sin estos dos requisitos solo opinamos precipitadamente y, con frecuencia, nos equivocamos.