domingo, 31 de julio de 2016

Desenmascarar la insensatez

El protagonista de la pequeña parábola del «rico insensato» es un terrateniente como aquellos que conoció Jesús en Galilea. Hombres poderosos que explotaban sin piedad a los campesinos, pensando solo en aumentar su bienestar. La gente los temía y envidiaba: sin duda eran los más afortunados. Para Jesús, son los más insensatos.
Sorprendido por una cosecha que desborda sus expectativas, el rico propietario se ve obligado a reflexionar: «¿Qué haré?». Habla consigo mismo. En su horizonte no aparece nadie más. No parece tener esposa, hijos, amigos ni vecinos. No piensa en los campesinos que trabajan sus tierras. Solo le preocupa su bienestar y su riqueza: mi cosecha, mis graneros, mis bienes, mi vida...
El rico no se da cuenta de que vive encerrado en sí mismo, prisionero de una lógica que lo deshumaniza vaciándolo de toda dignidad. Solo vive para acumular, almacenar y aumentar su bienestar material: «Construiré graneros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come y date buena vida».
De pronto, de manera inesperada, Jesús le hace intervenir al mismo Dios. Su grito interrumpe los sueños e ilusiones del rico: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?». Esta es la sentencia de Dios: la vida de este rico es un fracaso y una insensatez.
Agranda sus graneros, pero no sabe ensanchar el horizonte de su vida. Acrecienta su riqueza, pero empequeñece y empobrece su vida. Acumula bienes, pero no conoce la amistad, el amor generoso, la alegría ni la solidaridad. No sabe dar ni compartir, solo acaparar. ¿Qué hay de humano en esta vida?
La crisis económica que estamos sufriendo es una «crisis de ambición»: los países ricos, los grandes bancos, los poderosos de la tierra... hemos querido vivir por encima de nuestras posibilidades, soñando con acumular bienestar sin límite alguno y olvidando cada vez más a los que se hunden en la pobreza y el hambre. Pero, de pronto nuestra seguridad se ha venido abajo.
Esta crisis no es una más. Es un «signo de los tiempos» que hemos de leer a la luz del evangelio. No es difícil escuchar la voz de Dios en el fondo de nuestras conciencias: «Basta ya de tanta insensatez y tanta insolidaridad cruel». Nunca superaremos nuestras crisis económicas sin luchar por un cambio profundo de nuestro estilo de vida: hemos de vivir de manera más austera; hemos de compartir más nuestro bienestar.
José Antonio Pagola
18 Tiempo ordinario - C
(Lucas 11,13-21)
31 de julio 2016

viernes, 29 de julio de 2016

Confianza plena

La confianza es un estado de bienestar con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.
Cuando confiamos de verdad y desde dentro podemos enfrentar cualquier situación de la vida porque esa confianza se transforma en fuerza invencible y renovadora que asienta nuestra vida en lo verdaderamente importante.
Dejarnos caer en manos amigas con la certeza de que nos agarrarán es apostar por la seguridad, por afrontar los riesgos, por compartir subidas y bajadas.
Cuando somos conscientes de que el valor de la vida es creer en aquello que somos y realizarnos en lo que anhelamos es cuando Dios se hace presente de múltiples maneras.
A veces Dios se disfraza de niño pequeño que nos saluda sonriente al cruzarse con nosotros, otras veces se disfraza de compañero de camino, de transeúnte desconocido, de padre, madre, hermano, amigo... todos esos disfraces de Dios son los que nos sostienen de verdad, sobre todo, en la adversidad.

Encar_AM
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miércoles, 27 de julio de 2016

Abre mis ojos

Señor, abre mis ojos
para que yo vea la necesidad de los otros,
abre mis oídos para que yo oiga su llanto,
abre mi corazón para que ellos no queden sin socorro.

No permitas que tema defender al débil
a causa de la ira del fuerte,
ni que tema defender al pobre,
a causa de la ira del rico.

Muéstrame dónde se necesitan amor, esperanza y fe,
y utilízame para llevarlas allí.

Abre mis ojos y mis oídos para que yo pueda, en este día,
ser capaz de hacer alguna obra de paz por Ti.

(Anónimo, shona prayer, Zimbabwe)

martes, 26 de julio de 2016

EL PASADO

De una manera u otra, todos hemos tenido experiencias difíciles en la vida. Esto forma parte de nuestro viaje por esta tierra, y aunque a menudo pensamos que "las cosas hubieran podido ser diferentes", el hecho es que no podemos cambiar nuestro pasado.

Por otra parte, es una falacia que todo lo que nos sucede tenga su lado bueno; existen cosas que dejan marcas muy difíciles de superar, heridas que sangran mucho.

¿Cómo librarnos, entonces, de nuestras experiencias amargas? Sólo existe una manera: viviendo el presente. Entendiendo que, aunque no podamos cambiar el pasado, sí podemos cambiar la próxima hora, lo que sucederá durante la tarde, las decisiones que tomaremos antes de dormir.

Como dice el viejo proverbio hippie: "Hoy es el primer día del resto de mi vida".

Paulo Coelho

lunes, 25 de julio de 2016

Papa Francisco y la Familia: Misericordia y, acogida a personas sin techo


        
Deseo de que este Año Santo de la Misericordia nos enseñe el valor de la acogida a las personas sin techo, y que imprima, en nuestra mente y en nuestros corazones, que la misericordia es la primera y verdadera medicina para el hombre, de la que cada uno tiene urgente necesidad.
        Pido que todos los países del mundo sean lugares de redes solidarias, auténticamente humanos, capaces de alegrarse con el amor de Dios y de la comunión mutua.
        Esto es precisamente lo que nos recuerdan las Puertas Santas, que permanecen abiertas en todas las diócesis del mundo: que quien las cruce con amor, encontrará perdón y consolación, y estará impulsado a donar y donarse con mayor generosidad, por su propia salvación y por la de los hermanos.
        Dejémonos transformar en el momento en que pasamos esta puerta espiritual, de forma que marque interiormente nuestra vida. Dejémonos involucrar por el Jubileo de la Misericordia –todos tenemos necesidad de un poco de misericordia– de forma que podamos renovar el tejido de nuestra sociedad, haciéndola más justa y solidaria. Amén. Gracias

                                                                           Fernando

domingo, 24 de julio de 2016

Reaprender la confianza

Lucas y Mateo han recogido en sus respectivos evangelios unas palabras de Jesús que, sin duda, quedaron muy grabadas en sus seguidores más cercanos. Es fácil que las haya pronunciado mientras se movía con sus discípulos por las aldeas de Galilea, pidiendo algo de comer, buscando acogida o llamando a la puerta de los vecinos.
Probablemente, no siempre reciben la respuesta deseada, pero Jesús no se desalienta. Su confianza en el Padre es absoluta. Sus seguidores han de aprender a confiar como él: «Os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá». Jesús sabe lo que está diciendo pues su experiencia es esta: «quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre».
Si algo hemos de reaprender de Jesús en estos tiempos de crisis y desconcierto en su Iglesia es la confianza. No como una actitud ingenua de quienes se tranquilizan esperando tiempos mejores. Menos aún como una postura pasiva e irresponsable, sino como el comportamiento más evangélico y profético de seguir hoy a Jesús, el Cristo. De hecho, aunque sus tres invitaciones apuntan hacia la misma actitud básica de confianza en Dios, su lenguaje sugiere diversos matices.
«Pedir» es la actitud propia del pobre que necesita recibir de otro lo que no puede conseguir con su propio esfuerzo. Así imaginaba Jesús a sus seguidores: como hombres y mujeres pobres, conscientes de su fragilidad e indigencia, sin rastro alguno de orgullo o autosuficiencia. No es una desgracia vivir en una Iglesia pobre, débil y privada de poder. Lo deplorable es pretender seguir hoy a Jesús pidiendo al mundo una protección que solo nos puede venir del Padre.
«Buscar» no es solo pedir. Es, además, moverse, dar pasos para alcanzar algo que se nos oculta porque está encubierto o escondido. Así ve Jesús a sus seguidores: como «buscadores del reino de Dios y su justicia». Es normal vivir hoy en una Iglesia desconcertada ante un futuro incierto. Lo extraño es no movilizarnos para buscar juntos caminos nuevos para sembrar el Evangelio en la cultura moderna.
«Llamar» es gritar a alguien al que no sentimos cerca, pero creemos que nos puede escuchar y atender. Así gritaba Jesús al Padre en la soledad de la cruz. Es explicable que se oscurezca hoy la fe de no pocos cristianos que aprendieron a decirla, celebrarla y vivirla en una cultura premoderna. Lo lamentable es que no nos esforcemos más por aprender a seguir hoy a Jesús gritando a Dios desde las contradicciones, conflictos e interrogantes del mundo actual.
José Antonio Pagola
17 Tiempo ordinario - C
(Lucas 11,1-13)
24 de julio 2016

sábado, 23 de julio de 2016

SILENCIO...

¡Qué difícil resulta a veces guardar silencio!
Tenemos una gran necesidad de comunicación, de expresar lo que sentimos y vivimos.
Dicen que cuando uno calla "otorga", pero realmente... cuando uno calla es porque no quiere hablar.
Las razones pueden ser varias, el miedo, el respeto, la privacidad, el salvaguardarse, la prudencia, el no darse a conocer, el mantener las apariencias o el no tener, realmente, nada que decir.
Cuando callamos, normalmente sabemos porqué lo hacemos aunque... los demás pueden interpretar nuestro silencio de muy diferentes maneras.
Que Dios sea una ayuda para que nuestra boca calle antes de hacer daño, de herir, criticar o manipular a los demás.... pero que también lo sea para abrir nuestra boca ante la injusticia, la insolidaridad, la falta de respeto y la reivindicación de los derechos elementales de las personas.
No es mejor el que calla que el que habla... tampoco es mejor el que habla haciendo daño. Encontrar el equilibrio es la virtud.

Encar_AM

jueves, 21 de julio de 2016

Yo no dejaría que educara a mis hijos

Lo dicho por el profesor valenciano Vicent Belenguer Santos, tras la cornada mortal al torero Víctor Barrio este pasado fin de semana en la plaza de toros de Teruel, incita a la reflexión.
Tras el fatal desenlace, el docente Vicent Belenguer Santos afirmó que se alegraba "mucho" del fallecimiento del joven matador.
Dijo, también, que lamentaba que de esa misma cornada "no hayan muerto los hijos de puta que le engendraron y toda su parentela".
El mensaje acaba con una congratulación: "hoy es un día alegre para la humanidad. Bailaremos sobre tu tumba y nos mearemos en las coronas de flores que te pongan ¡¡cabrón!!".
El asunto no es toros sí o toros no. El asunto es que eso no se puede decir. Y que no se puede consentir que, apelando a la libertad de expresión, todo esté permitido.
Alejandro Córdoba

martes, 19 de julio de 2016

Consejos para ser un poco más feliz cada día

Se trata de unos sencillos consejos de cara a hacer de la vida, algo más llevadero y gratificante.

1- Pensar solo en el día de hoy
Las agendas constituyen parte de la barrera emocional que nos impide ser felices. La predisposición a dejar para mañana lo que podemos hacer hoy y a organizar escrupulosamente cada minuto de nuestra vida impide que disfrutemos del presente. Debemos pensar: Hoy es el día más feliz de nuestra vida. “Lo único razonable que podemos hacer es pasar el día de la mejor manera posible”, explica el autor.

2- No compararnos con los demás.
 “El reto de ser uno mismo requiere que salgamos de las emociones y opiniones estereotipadas y reclamemos nuestro lugar en el mundo”. Cada uno tiene que actuar en su ámbito. “Hace 3000 años que nos dedicamos a buscar la felicidad. Es un concepto muy amplio y muy variable”. La felicidad es subjetiva, dependerá de nuestras necesidades, entorno y tiempo. “Quien esté arruinado, será feliz cuando se libre de sus deudas, depende de la experiencia personal de cada uno”, ejemplifica Miralles. No obstante, matiza que la felicidad empieza por tener cubiertas nuestras necesidades más básicas.

3- No criticar
Concentrar nuestras energías en descalificar a los demás juega en detrimento de nuestro beneficio. “En lugar de prestarnos a posibles amenazas externas, si impulsamos nuestro propio viaje al futuro viviremos de forma mucho más productiva y sosegada”. El camino hacia la felicidad empieza en priorizar nuestros intereses.

4- Centrarse en el lado soleado de la vida
A menudo nos convertimos en buscadores infatigables de la felicidad cuando puede estar en el lugar y momento menos predecibles. Sorprenderse es la condición sine qua non para dar con el elixir de la felicidad. “La felicidad inesperada es la mejor. Observar el paisaje desde el tren, oler algo que te recuerda a tu niñez… son pequeñas cosas que nos inundan de bienestar”, reconoce el autor. Enfocar los aspectos positivos ayuda a multiplicar su poder.

5- Rodearse de gente positiva
La vida impone determinadas barreras que no podemos sortear. La elección de nuestros amigos es propia. Debemos aprovecharnos. Nuestro entorno es el espejo en el que se refleja nuestra personalidad, experiencias, inquietudes. Constituye una memoria viva de quienes somos, de dónde venimos, dónde estamos y dónde queremos dirigir nuestro futuro. “La calidad de nuestros amigos determina la calidad de nuestra propia vida”. Como explica Miralles “es muy importante elegir a personas positivas que nos hagan reír, sentirnos bien, que nos den apoyo…”.

6- Afrontar los problemas con humor
Todos hemos dicho alguna vez: me río por no llorar. Asumir las adversidades de la mejor manera posible contribuye a nuestro bienestar, a crearnos una especie de coraza muy necesaria para no desmoronarnos y afrontar las pruebas que nos pone la vida con fuerza. No podemos elegir lo que pasa, pero sí nuestra actitud. “Dentro de las circunstancias que nos toque vivir hay que hacerlo con la mejor cara posible. Es aconsejable sacar algo positivo de todo”. Incluso de las malas experiencias. “Si no hubiera momentos malos no sabríamos valorar los buenos”, sentencia.

7- Aprender algo nuevo cada día
Miralles insiste en desmentir el tópico de que la ignorancia da la felicidad. “Ser ignorante no hace feliz, no te permite comprender muchos aspectos y contribuye a la falta de empatía con los demás”. La cultura contribuye, por tanto, a ampliar el abanico de amistades y a nutrirnos de sus experiencias, involucrarnos en sus sentimientos y, en definitiva, a ser mejor personas.

8- Mostrar los sentimientos a la gente que quieres
Muchas veces no somos conscientes de lo que tenemos hasta que lo perdemos. Entonces nos arrepentimos de no haber pasado más tiempo con nuestros seres queridos o haberles demostrado nuestro cariño y afecto. “Cogerles la mano, darles las gracias, un beso, una sonrisa, un mensaje de ánimo… son acciones que nos hacen sentir felicidad a nosotros mismos y a los que las reciben”, explica el autor. No dar pie a entrar en discusiones relajará nuestro estado. “Si todos sumáramos buenos actos y no nos enfadáramos en nuestro entorno más inmediato, la suma final sería más positiva que negativa. Al final lo que buscamos es sentirnos útiles para los demás”.

9- No temer a la vida
La vida, en ocasiones, se presenta difícil. Forma parte de las reglas del juego. Determinadas decisiones nos superan, nos sentimos incapaces de asumirlas y dudamos qué hacer. La rabia de no poder con todo solo se soluciona con un replanteamiento de nuestras prioridades más inmediatas. “El miedo impide que desarrollemos nuestros objetivos”, opina el autor.

10- Leer antes de acostarse
El ritmo frenético de nuestra sociedad nos impide, muy a menudo, evadirnos y disfrutar de la tranquilidad. Dedicar unos minutos a la lectura antes de conciliar el sueño contribuirá a desconectar  y  a evadirse de los problemas.

Tratemos de ser felices, con estos o con otros consejos. Importa el fin, no tanto los medios.

lunes, 18 de julio de 2016

Papa Francisco y la Familia en el Año de la Misericordia: Alegrarnos siempre , y, … la Puerta Santa.





Lalegría está unida a palabras que infunden esperanza, y permiten mirar el futuro con serenidad. Por eso el Señor ha condenado toda condena y ha decidido vivir en medio de nosotros. Así que no podemos dejarnos vencer por el cansancio, no está consentida ninguna forma de tristeza, ni tampoco tenemos motivo por tantas preocupaciones ante las múltiples formas de violencia que hieren nuestra humanidad. Porque el Señor está junto a nosotros y esto debe llenar nuestro corazón de alegría.

En un contexto histórico como el nuestro de grandes abusos y violencias, obra sobre todo de hombres de poder, Dios hace saber que Él mismo reinará sobre su pueblo, que no lo dejará a merced de la arrogancia de sus gobernantes, y que lo liberará de toda angustia. Por ello debemos alegrarnos siempre, y con nuestra afabilidad dar a todos testimonio de la cercanía y del cuidado que Dios tiene por cada persona.

La Puerta Santa también implica un signo y una invitación de la alegría, puesto que nos recuerda que estamos en el  tiempo del gran perdón.

Es, por tanto,  el momento de redescubrir la presencia de Dios y su ternura de padre. Es el momento para descubrir la presencia de Dios, y, la ternura del Padre. Dios no ama la rigidez. Él es Padre, es tierno, todo lo hace con ternura de Padre.

Delante de la Puerta Santa que estamos llamados a cruzar, se nos pide ser instrumentos de misericordia, conscientes de que seremos juzgados sobre esto.

Quien ha sido bautizado sabe que tiene un compromiso mayor. La fe en Cristo provoca un camino que dura toda la vida: el de ser misericordiosos como el Padre.

                                                                                                                                                             Fernando

domingo, 17 de julio de 2016

Necesario y urgente

Mientras el grupo de discípulos sigue su camino, Jesús entra solo en una aldea y se dirige a una casa donde encuentra a dos hermanas a las que quiere mucho. La presencia de su amigo Jesús va a provocar en las mujeres dos reacciones muy diferentes.
María, seguramente la hermana más joven, lo deja todo y se queda «sentada a los pies del Señor». Su única preocupación es escucharle. El evangelista la describe con los rasgos que caracterizan al verdadero discípulo: a los pies del Maestro, atenta a su voz, acogiendo su Palabra y alimentándose de su enseñanza.
La reacción de Marta es diferente. Desde que ha llegado Jesús, no hace sino desvivirse por acogerlo y atenderlo debidamente. Lucas la describe agobiada por múltiples ocupaciones. Desbordada por la situación y dolida con su hermana, expone su queja a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano».
Jesús no pierde la paz. Responde a Marta con un cariño grande, repitiendo despacio su nombre; luego, le hace ver que también a él le preocupa su agobio, pero ha de saber que escucharle a él es tan esencial y necesario que a ningún discípulo se le ha de dejar sin su Palabra «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; solo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán».
Jesús no critica el servicio de Marta. ¿Cómo lo va a hacer si él mismo está enseñando a todos con su ejemplo a vivir acogiendo, sirviendo y ayudando a los demás? Lo que critica es su modo de trabajar de manera nerviosa, bajo la presión de demasiadas ocupaciones.
Jesús no contrapone la vida activa y la contemplativa, ni la escucha fiel de su Palabra y el compromiso de vivir prácticamente su estilo de entrega a los demás. Alerta más bien del peligro de vivir absorbidos por un exceso de actividad, en agitación interior permanente, apagando en nosotros el Espíritu, contagiando nerviosismo y agobio más que paz y amor.
Apremiados por la disminución de fuerzas, nos estamos habituando a pedir a los cristianos más generosos toda clase de compromisos dentro y fuera de la Iglesia. Si, al mismo tiempo, no les ofrecemos espacios y momentos para conocer a Jesús, escuchar su Palabra y alimentarse de su Evangelio, corremos el riesgo de hacer crecer en la Iglesia la agitación y el nerviosismo, pero no su Espíritu y su paz. Nos podemos encontrar con unas comunidades animadas por funcionarios agobiados, pero no por testigos que irradian el aliento y vida de su Maestro.
José Antonio Pagola
16 Tiempo ordinario - C
(Lucas 10,38-42)
17 de julio 2016

sábado, 16 de julio de 2016

Tú nos miras a todos por igual

PADRE, que miras por igual a todos tus hijos a quienes ves enfrentados.
NUESTRO, de todos ,de los 5000 millones de personas que  poblamos la tierra, sea cual sea nuestra edad, color...  
QUE ESTAS EN LOS CIELOS y en la tierra,en cada hombre, en loshumildes y en los que sufren.
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE, pero no con el estruendo de las  armas,sino con el susurro del corazón.
VENGA A NOSOTROS TU REINO, el de la paz, el del amor.
HAGASE TU VOLUNTAD, siempre,en todas partes, que tus deseos nosean obstaculizados por los hijos del poder.
DANOS EL PAN DE CADA DIA que está amasado con paz, justicia yamor.
DANOSLE HOY porque mañana puede ser tarde,los misiles estánapuntando y quizás algún loco quisiera disparar.
PERDONANOS, no como nosotros perdonamos,sino como tú perdonas, sin lugar al odio y al rencor.
NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACION de almacenar lo que no nos diste ,de acumular lo que otros necesitan, de mirar con receloal de enfrente.
LIBRANOS DEL MAL que nos amenaza, de las metralletas, de los misiles, de las millones de toneladas de armas, porque somos muchos, Padre, los que queremos VIVIR EN PAZ.

jueves, 14 de julio de 2016

Personas puente

Que bueno es que en la vida encontremos "personas puente" que nos ayuden a cruzar de un lugar a otro.
Cuando se construye un puente lo hacemos con la intención de pasar un lugar de difícil tránsito, un camino cortado o un lugar peligroso.
Las "personas puente" son aquellas que se brindan a facilitarnos ese camino, las que se exponen al riesgo que genera la aventura de acompañar y ayudar en el tránsito hacia un lugar que queremos conquistar.
Las "personas puente" nos ofrecen un suelo que pisar, algo a lo que agarrarnos, una construcción en la que poder hacer el camino que nosotros mismos hemos elegido.
Las "personas puente" son aquellas que están a nuestro lado recorriendo el trayecto elegido y apostando por el éxito de nuestro peregrinar.
Es genial que encontremos esas personas puente porque, al fin y al cabo, ellas manifiestan con su presencia el amor que Dios nos tiene y nos ofrece cada día.
Gracias por todas las "personas puente" que hay en mi vida.

Encar_AM
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lunes, 11 de julio de 2016

Papa Francisco y la Familia, en el año de la Misericordia hay dos caminos ¿cuál es el tuyo?


En este Año de la Misericordia, podemos encontrarnos con dos caminos:

1.-Quien tiene esperanza en la misericordia de Dios y sabe que Dios es Padre; Dios perdona siempre, pero todo; más allá del desierto está el abrazo del Padre, el perdón.

2.-Y también están aquellos que se refugian en su propia esclavitud, en su propia rigidez, y no saben nada de la misericordia de Dios. Esto les pasó a los doctores de la Ley, habían estudiado, pero su ciencia no los había salvado.

La esperanza es esta virtud cristiana que nosotros tenemos como un gran don del Señor y que nos hace ver lejos, más allá de los problemas, los dolores, las dificultades, más allá de nuestros pecados,  que nos hace ver la belleza de Dios.
Cuando yo me encuentro con una persona que tiene esta virtud de la esperanza y se encuentra en un momento feo de su vida –ya sea una enfermedad, una preocupación por un hijo o una hija, o por alguien de la familia, que padece algo– pero que tiene esta virtud, en medio del dolor, tiene el ojo penetrante, tiene la libertad de ver más allá, siempre más allá. Y ésta es la esperanza.
Y ésta es la profecía que nos ofrece la Iglesia: nos quiere mujeres y hombres de esperanza, incluso en medio de los problemas. La esperanza abre horizontes, la esperanza es libre, no es esclava, siempre encuentra un lugar para resolver una situación.

En el Evangelio se nos habla de los jefes de los sacerdotes que preguntan a Jesús con qué autoridad actuaba: no tienen horizontes. Son hombres cerrados en sus cálculos, esclavos de las propias rigideces. Y los cálculos humanos cierran el corazón, cierran la libertad, mientras la esperanza nos vuelve ligeros.

¡Qué hermosa es la libertad, la magnanimidad, la esperanza de un hombre y una mujer de Iglesia! En cambio ¡qué fea y cuánto mal hace la rigidez de una mujer y de un hombre de Iglesia, la rigidez clerical, que no tiene esperanza!

En la lectura de Números de la Sagrada Escritura se nos habla de Balaán, un profeta contratado por un rey para maldecir a Israel. Balaam tenía sus defectos, e incluso sus pecados, porque todos tenemos pecados, todos. Todos somos pecadores. Pero no se asusten. Dios es más grande que todos nuestros pecados.
En su camino, Balaam encuentra al ángel del Señor y cambia su corazón. No cambia de partido, sino que cambia del error a la verdad, y cuenta lo que ve: el Pueblo de Dios vive en las tiendas, en medio del desierto, y él, además del desierto ve la fecundidad, la belleza, la victoria. Abrió su corazón, se convirtió,  y vio lejos, vio la verdad, porque con buena voluntad siempre se ve la verdad. Es una verdad que da esperanza.

                                                                                                                                             Fernando

domingo, 10 de julio de 2016

Haz tú lo mismo

Para no salir malparado de una conversación con Jesús, un maestro de la ley termina preguntándole: «Y ¿quién es mi prójimo?». Es la pregunta de quien solo se preocupa de cumplir la ley. Le interesa saber a quién debe amar y a quién puede excluir de su amor. No piensa en los sufrimientos de la gente.
Jesús, que vive aliviando el sufrimiento de quienes encuentra en su camino, rompiendo si hace falta la ley del sábado o las normas de pureza, le responde con un relato que denuncia de manera provocativa todo legalismo religioso que ignore el amor al necesitado.
En el camino que baja de Jerusalén a Jericó, un hombre ha sido asaltado por unos bandidos. Agredido y despojado de todo, queda en la cuneta medio muerto, abandonado a su suerte. No sabemos quién es, solo que es un «hombre». Podría ser cualquiera de nosotros. Cualquier ser humano abatido por la violencia, la enfermedad, la desgracia o la desesperanza.
«Por casualidad» aparece por el camino un sacerdote. El texto indica que es por azar, como si nada tuviera que ver allí un hombre dedicado al culto. Lo suyo no es bajar hasta los heridos que están en las cunetas. Su lugar es el templo. Su ocupación, las celebraciones sagradas. Cuando llega a la altura del herido, «lo ve, da un rodeo y pasa de largo».
Su falta de compasión no es solo una reacción personal, pues también un levita del templo que pasa junto al herido «hace lo mismo». Es más bien una actitud y un peligro que acecha a quienes se dedican al mundo de lo sagrado: vivir lejos del mundo real donde la gente lucha, trabaja y sufre.
Cuando la religión no está centrada en un Dios, Amigo de la vida y Padre de los que sufren, el culto sagrado puede convertirse en una experiencia que distancia de la vida profana, preserva del contacto directo con el sufrimiento de las gentes y nos hace caminar sin reaccionar ante los heridos que vemos en las cunetas. Según Jesús, no son los hombres del culto los que mejor nos pueden indicar cómo hemos de tratar a los que sufren, sino las personas que tienen corazón.
Por el camino llega un samaritano. No viene del templo. No pertenece siquiera al pueblo elegido de Israel. Vive dedicado a algo tan poco sagrado como su pequeño negocio de comerciante. Pero, cuando ve al herido, no se pregunta si es prójimo o no. Se conmueve y hace por él todo lo que puede. Es a este a quien hemos de imitar. Así dice Jesús al legista: «Vete y haz tú lo mismo». ¿A quién imitaremos al encontrarnos en nuestro camino con las víctimas más golpeadas por la crisis económica de nuestros días?
José Antonio Pagola
15 Tiempo ordinario - C
(Lucas 10,25-37)
10 de julio 2016
José Antonio Pagola

sábado, 9 de julio de 2016

Marta y María



Marta tenía razón
y la tenía María.
María, la mejor parte
y la menos buena -prisa,
humillación, tempestades
de alma que duda y trajina-
la menos buena, sí, Marta,
pero su parte tenía.

El corazón no se parte
como la mente o la vida,
como la rueda de oficios
en el pozo o la cocina.
El corazón se da entero.
Entero lo da María.
Entero lo dará Marta,
pero en su afán distraída
tardará un poco en la entrega,
ella, la puntual limpísima.
Activa en la tierra Marta,
María contemplativa
en unos ojos que el cielo
nos remueven cuando miran.

Gerardo Diego

viernes, 8 de julio de 2016

El amor está en lo que tendemos...




El amor está en lo que tendemos
(puentes, palabras).

El amor está en todo lo que izamos
(risas, banderas).

Y en lo que combatimos
(noche, vacío)
por verdadero amor.
El amor está en cuanto levantamos
(torres, promesas).

En cuanto recogemos y sembramos
(hijos, futuro).

Y en las ruinas de lo que abatimos
(desposesión, mentira)
por verdadero amor.

José Ángel Valente

lunes, 4 de julio de 2016

Papa Francisco y la Familia, Año de la Misericordia: Razones de su convocatoria



¿Por qué un Jubileo de la Misericordia? ¿Qué significa esto? –se preguntó-.
La Iglesia tiene necesidad de este momento extraordinario. ¡No digo que es bueno, no!, digo: la Iglesia tiene necesidad de este momento extraordinario.
En nuestra época de profundos cambios, la Iglesia está llamada a ofrecer su particular contribución, haciendo visibles los signos de la presencia y de la cercanía de Dios. Y el Jubileo es un tiempo favorable para todos nosotros, porque contemplando la Divina Misericordia, que supera todo límite humano y resplandece sobre la oscuridad del pecado, podemos ser testigos y dar testimonio, más convencidos y eficaces.
Así que dirigir la mirada a Dios, Padre misericordioso, y a los hermanos necesitados de misericordia, significa poner la atención sobre el contenido esencial del Evangelio: Jesucristo, la Misericordia hecha carne, que hace visible a nuestros ojos el gran misterio del Amor trinitario de Dios.

Celebrar el Jubileo de la Misericordia equivale a poner de nuevo, en el centro de nuestra vida personal y de nuestras comunidades, lo específico de la esperanza cristiana. El  Año Santo es ofrecido para experimentar en nuestra vida el toque dulce y suave del perdón de Dios, su presencia junto a nosotros y su cercanía, sobre todo, en los momentos de mayor necesidad.
A Dios le gusta, sobre todo, perdonar a sus hijos, tener misericordia con ellos, para que también puedan, al mismo tiempo, perdonar a los hermanos, resplandeciendo, como antorchas de la misericordia de Dios, en el mundo.

San Ambrosio, en un libro de teología, toma la historia de la creación del mundo, y dice, que Dios, cada día, después de haber hecho una cosa, … la luna, el sol o los animales… la Biblia dice: ‘y Dios vio que esto era bueno’; pero cuando hizo el hombre y la mujer, la Biblia dice: ‘Dios vio que esto era muy bueno’. San Ambrosio se pregunta: ‘¿por qué dice muy bueno?... ¿por qué Dios está tan contento después del hombre y la mujer?’. ‘Porque, al final, tenía a alguien a quien perdonar’. La alegría de Dios es perdonar. El ser de Dios es misericordia, por eso este año debemos abrir el corazón, para que este amor, esta alegría de Dios nos llene a todos nosotros de esta misericordia.

También, la necesaria obra de la renovación de las instituciones y de las estructuras de la Iglesia, pues son un medio que debe conducirnos a tener la experiencia viva y vivificante de la misericordia de Dios, que, sola, puede garantizar a la Iglesia ser esa ciudad puesta sobre un monte que no puede permanecer escondida. No podemos olvidar, ni por un momento, que la misericordia es “aquello que a Dios le gusta más”,  y, que, al contrario, cada esfuerzo nuestro sería en vano, porque nos convertiríamos en esclavos de nuestras instituciones y de nuestras estructuras.

        El objetivo de la Iglesia en este Año Santo es sentir fuerte en nosotros la alegría de haber sido reencontrados por Jesús, que como Buen Pastor ha venido a buscarnos porque estábamos perdidos.  Así reforzaremos en nosotros la certeza de que la misericordia puede contribuir realmente a la edificación de un mundo más humano, especialmente en nuestro tiempo, en el que el perdón es un invitado raro en los ambientes de la vida humana.

La Iglesia tiene mucho que hacer en este tiempo, y yo no me canso de recordarlo:  se necesita darse cuenta de que, en la raíz del olvido de la misericordia, está siempre el amor propio.
En el mundo, esto toma la forma de la búsqueda exclusiva de los propios intereses, de placeres y de honores unidos a querer acumular riquezas, mientras que, en la vida de los cristianos, a menudo, esta búsqueda se viste de hipocresía y de mundanidad.
Los movimientos del amor proprio, que hacen extranjera la misericordia en el mundo, son tan numerosas que a menudo no podemos ni siquiera reconocerlos como límites y como pecado. Esto explica por qué es necesario reconocerse pecadores, para reforzar en nosotros la certeza de la misericordia divina, y diciéndole todos los días:  “Señor, soy un pecador, Señor soy una pecadora, ven con tu misericordia”… y esta es una oración bellísima, es fácil, … para decirla todos los días.

¿Es ingenuo creer que esto puede cambiar el mundo?. Sí, humanamente hablando, es de locos, pero…  “la locura de Dios es más sabia que los hombres, .. y, la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres”. (1 Cor1, 25)
Gracias. 

                                                                                                                                             Fernando

domingo, 3 de julio de 2016

Portadores del Evangelio

Lucas recoge en su evangelio un importante discurso de Jesús, dirigido no a los Doce sino a otro grupo numeroso de discípulos a los que envía para que colaboren con él en su proyecto del reino de Dios. Las palabras de Jesús constituyen una especie de carta fundacional donde sus seguidores han de alimentar su tarea evangelizadora. Subrayo algunas líneas maestras.
«Poneos en camino»
Aunque lo olvidamos una y otra vez, la Iglesia está marcada por el envío de Jesús. Por eso es peligroso concebirla como una institución fundada para cuidar y desarrollar su propia religión. Responde mejor al deseo original de Jesús la imagen de un movimiento profético que camina por la historia según la lógica del envío: saliendo de sí misma, pensando en los demás, sirviendo al mundo la Buena Noticia de Dios. «La Iglesia no está ahí para ella misma, sino para la humanidad» (Benedicto XVI).
Por eso es hoy tan peligrosa la tentación de replegarnos sobre nuestros propios intereses, nuestro pasado, nuestras adquisiciones doctrinales, nuestras prácticas y costumbres. Más todavía, si lo hacemos endureciendo nuestra relación con el mundo. ¿Qué es una Iglesia rígida, anquilosada, encerrada en sí misma, sin profetas de Jesús ni portadores del Evangelio?
«Cuando entréis en un pueblo... curad a los enfermos y decid: está cerca de vosotros el reino de Dios»
Esta es la gran noticia: Dios está cerca de nosotros animándonos a hacer más humana la vida. Pero no basta afirmar una verdad para que sea atractiva y deseable. Es necesario revisar nuestra actuación: ¿qué es lo que puede llevar hoy a las personas hacia el Evangelio?, ¿cómo pueden captar a Dios como algo nuevo y bueno?
Seguramente, nos falta amor al mundo actual y no sabemos llegar al corazón del hombre y la mujer de hoy. No basta predicar sermones desde el altar. Hemos de aprender a escuchar más, acoger, curar la vida de los que sufren... solo así encontraremos palabras humildes y buenas que acerquen a ese Jesús cuya ternura insondable nos pone en contacto con Dios, el Padre Bueno de todos.
«Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa»
La Buena Noticia de Jesús se comunica con respeto total, desde una actitud amistosa y fraterna, contagiando paz. Es un error pretender imponerla desde la superioridad, la amenaza o el resentimiento. Es antievangélico tratar sin amor a las personas solo porque no aceptan nuestro mensaje. Pero ¿cómo lo aceptarán si no se sienten comprendidos por quienes nos presentamos en nombre de Jesús?
José Antonio Pagola
14 Tiempo ordinario - C
Lucas 10,1 - 12.17-20)
03 de julio 2016