miércoles, 30 de noviembre de 2016

Desde el Corazón... estamos vigilantes

VIGILA y cuida los dones que Dios te ha dado. No es bueno dejar que muera o no sirva para nada, lo mejor que existe en nosotros.

VIGILA tu vida interior. ¿Por qué tanto empeño en la eficacia, en lo que se ve y, tan poco, en el equilibrio de uno mismo?

VIGILA tu vida exterior. No te dejes llevar por las sensaciones. Llena, todo lo que haces y eres, con contenido y verdad.

VIGILA aquello que te produce vértigo o temor. No dejes que, nada ni nadie, perturbe tu derecho a estar y a vivir en paz.

VIGILA las tareas que tienes encomendadas. Dales un cierto sabor cristiano. ¿Que no te atreves? ¿Que es difícil? Dios también lo tuvo complicado para hacerse presente en medio de los hombres

VIGILA tu reloj. No vivas sin sentido. Que no pasen las horas sin un pensamiento para Dios por lo mucho que ama y se acerca hasta la humanidad.

VIGILA tu fe. No es lo mismo ser bueno que ser creyente. No es suficiente ser bueno y dejar de lado a Dios. ¿Dónde está la fuente y la cumbre del bien si no es en Dios?

VIGILA tu compromiso con la Iglesia. Si nos alejamos del calor, podemos coger un resfriado. Si nos alejamos de la Iglesia, podemos contaminarnos con una poderosa neumonía espiritual.

VIGILA tu caridad. Sal al encuentro de algo o de alguien. Prepara el camino al Señor en tu casa, con tu familia, con tus amigos.

VIGILA tu testimonio. ¡Habla de Dios! Comienza a pensar en dónde y cómo instalar el belén, la estrella, un signo cristiano.

Javier Leoz

martes, 29 de noviembre de 2016

Adviento, tiempo de abrir puertas

Señor, si no estás aquí, ¿dónde te buscaré estando ausente?
Si estás por doquier, ¿cómo nos descubro tu presencia?
Cierto es que habitas en una claridad inaccesible.
Pero ¿dónde se halla esa inaccesible claridad?
¿Quién me conducirá hasta allí para verte en ella?
Y luego, ¿con qué señales, bajo qué rasgos te buscaré?
Nunca jamás te vi, Señor, Dios mío; no conozco tu rostro...
Enséñame a buscarte
y muéstrate a quien te busca,
porque no puedo ir en tu busca, a menos que Tú me enseñes,
y no puedo encontrarte si Tú no te manifiestas.
Deseando te buscaré,
te desearé buscando,
amando te hallaré,
y encontrándote te amaré.

San Anselmo

lunes, 28 de noviembre de 2016

Año de la Misericordia: Papa Francisco y un santuario mariano


Un santuario mariano es un lugar de fiesta, de encuentro, de familia. Acudimos a presentar nuestras necesidades, venimos a agradecer, a pedir perdón y a volver a empezar. ¡Cuántos bautismos, cuántas vocaciones sacerdotales y religiosas, cuántos noviazgos y matrimonios nacieron a los pies de nuestra Madre!. ¡Cuántas lágrimas y despedidas!. Venimos siempre con nuestra vida, porque aquí se está en casa y lo mejor es saber que alguien nos espera. Y venimos porque queremos renovar nuestras ganas de vivir la alegría del Evangelio.
¡Cómo no reconocer que el santuario mariano es parte vital del pueblo cristiano…!. Así lo sienten, así lo rezan, así lo cantan. Acudimos como Pueblo de Dios, a los pies de nuestra Madre, a darle nuestro amor y fe.
En el Evangelio del anuncio del Ángel a María leemos: «Alégrate, llena de gracia. El Señor está contigo». Alégrate, María, alégrate. Frente a este saludo, ella, quedó desconcertada y se preguntaba qué quería decir. No entendía mucho lo que estaba sucediendo. Pero supo que venía de Dios y dijo «sí». María es la madre del «sí». Sí, al sueño de Dios, sí al proyecto de Dios, sí a la voluntad de Dios. Un «sí» que, como sabemos, no fue nada fácil de vivir. Un «sí» que no la llenó de privilegios o diferencias, sino que, como le dirá Simeón en su profecía: «A ti una espada te va a atravesar el corazón» (Lc 2,35). Y ¡vaya que se lo atravesó! Por eso la queremos tanto y encontramos en ella una verdadera Madre que nos ayuda a mantener viva la fe y la esperanza en medio de situaciones complicadas. Siguiendo la profecía de Simeón nos hará bien repasar brevemente tres momentos difíciles en la vida de María.
1. El nacimiento de Jesús. «No había un lugar para ellos» (Lc 2,7). No tenían una casa, una habitación para recibir a su hijo. No había espacio para que pudiera dar a luz. Tampoco familia cercana, estaban solos. El único lugar disponible era una cueva de animales. Y en su memoria seguramente resonaban las palabras del Ángel: »Alégrate María, el Señor está contigo». Y Ella podía haberse preguntado: ¿Dónde está ahora?
2. La huida a Egipto. Tuvieron que irse, exiliarse. Allí no solo no tenían un espacio, ni familia, sino que incluso sus vidas corrían peligro. Tuvieron que marcharse a tierra extranjera. Fueron migrantes perseguidos por la codicia y la avaricia del emperador. Y allí podría haberse preguntado: ¿Y dónde está lo que me dijo el Ángel?
3. La muerte en la cruz. No debe existir situación más difícil para una madre que acompañar la muerte de su hijo. Son momentos desgarradores. Ahí vemos a María, al pie de la cruz, como toda madre, firme, sin abandonar, acompañando a su Hijo hasta el extremo de la muerte y muerte de cruz. Y allí también podría haberse preguntado ¿dónde está lo que me dijo el ángel? Y luego la vemos conteniendo y sosteniendo a los discípulos.
Vemos su vida, y nos sentimos comprendidos, entendidos. Podemos sentarnos a rezar y usar un lenguaje común frente a un sinfín de situaciones que vivimos a diario. Nos podemos identificar en muchas situaciones de su vida. Contarle de nuestras realidades porque ella las comprende.
Ella es la mujer de fe, es la Madre de la Iglesia, ella creyó. Su vida, es testimonio de que Dios no defrauda, que Dios no abandona a su Pueblo, aunque existan momentos o situaciones que parecen que Él no está. Ella fue la primera discípula que acompañó a su Hijo y sostuvo la esperanza de los apóstoles en los momentos difíciles. Estaban cerrados con no sé cuántas llaves de miedo en el cenáculo.  Fue la mujer que estuvo atenta y supo decir –cuando parecía que la fiesta y la alegría se terminaba–: «no tienen vino» (Jn 2,3). Fue la mujer que supo ir y estar con su prima Isabel «unos tres meses» (Lc 1,56) para que no estuviera sola en su parto. Esa es nuestra madre así de buena, así de generosa, así de acompañadora en nuestra vida.
Todo esto lo sabemos por el Evangelio, pero también sabemos que, en este santuario, es la Madre que ha estado a nuestro lado en tantas situaciones difíciles. Este Santuario, guarda, atesora, la memoria de un pueblo que sabe que María es Madre y que ha estado y está al lado de sus hijos.
Ha estado y está en nuestros hospitales, en nuestras escuelas, en nuestras casas. Ha estado y está en nuestros trabajos y en nuestros caminos. Ha estado y está en las mesas de cada hogar. Ha estado y está en la formación de la Patria, haciéndonos Nación. Siempre con una presencia discreta y silenciosa. En la mirada de una imagen, una estampita o una medalla. Bajo el signo del rosario, sabemos que no vamos solos, que Ella nos acompaña.
Y ¿Por qué? Porque María quiso estar en medio de su Pueblo, con sus hijos, con su familia. Siguiendo siempre a Jesús, desde la muchedumbre. Como buena madre no abandonó a los suyos, sino por el contrario, siempre se metió en donde un hijo pudiera estar necesitando de ella. Tan solo, porque es Madre.
Una Madre que aprendió a escuchar y a vivir en medio de tantas dificultades de aquel: «No temas, el Señor está contigo» (cf. Lc 1,30). Una madre que continúa diciéndonos: «Hagan lo que Él les diga» (Jn 2,5). Es su invitación constante y continua: «Hagan lo que Él les diga». No tiene un programa propio, no viene a decirnos nada nuevo, más bien le gusta estar callada, tan solo su fe acompaña nuestra fe.
Y ustedes lo saben, han hecho experiencia de esto que estamos compartiendo. Todos ustedes,   tienen la memoria viva de un Pueblo que ha hecho carne estas palabras del Evangelio.
Quisiera referirme de modo especial a ustedes mujeres y madres, que tienen la memoria y la genética de aquellas que reconstruyeron la vida, la fe, la dignidad de su Pueblo. Junto a María, han vivido situaciones muy difíciles, que desde una lógica común sería contraria a toda fe. Ustedes al contrario, impulsadas y sostenidas por la Virgen, siguieron creyentes, inclusive «esperando contra toda esperanza» (Rm 4,18).
Cuando todo parecía derrumbarse, junto a María se decían: No temamos, el Señor está con nosotras, está con nuestro Pueblo, con nuestras familias, hagamos lo que Él nos diga. Y allí encontraron ayer y encuentran hoy la fuerza para no dejar que esta tierra se desmadre. Dios bendiga ese tesón, Dios bendiga y aliente su fe, Dios bendiga siempre a la mujer.
Como Pueblo, hemos venido a esta nuestra casa, a escuchar una vez más, esas palabras que tanto bien nos hacen: «Alégrate, el Señor está contigo». Es una llamada a no perder la memoria, a no perder las raíces, como pueblo creyente. Una fe que se ha hecho vida, una vida que se ha hecho esperanza y una esperanza que las lleva a primerear en la caridad.
Sí, al igual que Jesús, sigan primereando en el amor. Sean ustedes los portadores de esta fe, de esta vida, de esta esperanza, como forjadores de este hoy y mañana.
          Volviendo a mirar la imagen de María los invito a decir juntos: «es tu pueblo, Virgen pura, que te da su amor y fe». 
          Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de nuestro Señor Jesucristo. Amén.                       

                                                                                                                                  Fernando

domingo, 27 de noviembre de 2016

Con los ojos abiertos

Las primeras comunidades cristianas vivieron años muy difíciles. Perdidos en el vasto Imperio de Roma, en medio de conflictos y persecuciones, aquellos cristianos buscaban fuerza y aliento esperando la pronta venida de Jesús y recordando sus palabras: «Vigilad. Vivid despiertos. Tened los ojos abiertos. Estad alerta».
¿Significan todavía algo para nosotros estas llamadas de Jesús a vivir despiertos?
¿Qué es hoy para los cristianos poner nuestra esperanza en Dios viviendo con los ojos abiertos?
¿Dejaremos que se agote definitivamente en nuestro mundo secular la esperanza en una última justicia de Dios para esa inmensa mayoría de víctimas inocentes que sufren sin culpa alguna?
Precisamente, la manera más fácil de falsear la esperanza cristiana es esperar de Dios nuestra propia salvación eterna mientras damos la espalda al sufrimiento que hay ahora mismo en el mundo. Un día tendremos que reconocer nuestra ceguera ante Cristo Juez: ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, extranjero o desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te asistimos? Este será nuestro diálogo final con él si vivimos con los ojos cerrados.
Hemos de despertar y abrir bien los ojos. Vivir vigilantes para mirar más allá de nuestros pequeños intereses y preocupaciones. La esperanza del cristiano no es una actitud ciega, pues no olvida a los que sufren. La espiritualidad cristiana no consiste solo en una mirada hacia el interior, pues su corazón está atento a quienes viven abandonados a su suerte.
En las comunidades cristianas hemos de cuidar cada vez más que nuestro modo de vivir la esperanza no nos lleve a la indiferencia y el olvido de los pobres. No podemos aislarnos en la religión para no oír el clamor de los que mueren diariamente de hambre. No nos está permitido alimentar nuestra ilusión de inocencia para defender nuestra tranquilidad.
Una esperanza en Dios que se olvida de los que viven en esta tierra sin poder esperar nada, ¿no puede ser considerada como una versión religiosa de un optimismo a toda costa, vivido sin lucidez ni responsabilidad? Una búsqueda de la propia salvación eterna de espaldas a los que sufren, ¿no puede ser acusada de ser un sutil «egoísmo alargado hacia el más allá»?
Probablemente, la poca sensibilidad al sufrimiento inmenso que hay en el mundo sea uno de los síntomas más graves del envejecimiento del cristianismo actual. Cuando el Papa Francisco reclama «una Iglesia más pobre y de los pobres», nos está gritando su mensaje más importante e interpelador a los cristianos de los países del bienestar.
1 Adviento - A
(Mateo 24,37-44)
27 de noviembre 2016

sábado, 26 de noviembre de 2016

Los seres más vulnerables

Nadie duda de que las niñas y niños del mundo son los seres humanos más vulnerables, más indefensos y que más necesitan de nuestra protección y nuestra ayuda. 
Si eso es así el trabajo realizado por una organización como Aldeas Infantiles genera unos sentimientos de emoción y gratitud muy profundos.
Esta ONG, fundada hace 60 años, atiende a niños y jóvenes que se encuentran en situación de vulnerabilidad.
Busca impulsar su desarrollo y autonomia, mediante la prevención, el acogimiento en entornos familiares protectores y el fortalecimiento de sus redes familiares y sociales.
En la actualidad cuenta con 546 Aldeas en 134 países que atienden a más de 450.000 niños y jóvenes. Son datos que hablan por sí solos y generan una gran admiración y respeto.
Aldeas Infantiles ha sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia de 2016.
El premio supone el reconocimiento de que proteger, atender y educar a la infancia es una prioridad en la construcción del camino hacia nuestra dignidad como seres humanos.
Alejandro Córdoba

viernes, 25 de noviembre de 2016

Las tres «C» de la vida cristiana

Las tres «C» de la vida cristiana: coraje, contemplación, co­munidad. Coraje contra el miedo, para ser capaces de vivir nuestros valores cuando todos los atacan y tratan de echarlas abajo; contemplación, para ver las cosas por dentro y no quedarse en la superficie; comunidad, para vencer el indi­vidualismo feroz, con sentido de cuerpo y responsabilidad. Pero todos los días vemos en el pedestal al violento, al su­perficial, al individualista...

jueves, 24 de noviembre de 2016

JORNADAS DE FORMACIÓN DE RESPONSABLES DE SECTOR


               En la casa de ejercicios del Cristo del Pardo, en El Pardo (Madrid) se reunieron, durante los días 18, 19 y 20 de noviembre, todos los matrimonios de la Super-Región de España que este año asumieron la responsabilidad de Sector.


            Nuestros responsables Puri y Heliodoro participaron en estas jornadas donde reflexionaron, oraron trabajaron y profundizaron en torno a: “las actitudes evangélicas en el servicio”, “la responsabilidad, colegialidad y acompañamiento”, “el carisma, mística y pedagogía del amor conyugal” “conocimiento del Padre Caffarel” y “el servicio como fuente de sanación”.

            Sus ponentes un verdadero lujo al contar con la presencia del matrimonio Alvaro y Mercedes Gómez-Ferrer junto con los Responsables de la Super-Región, Alberto y Mercedes, por cierto esta última hija de los citados anteriormente.

            Sus conocimientos, experiencias, calidad, humor, alegría y amor por el Movimiento propiciaron el entusiasmo de los asistentes ilusionándoles en el servicio de la nueva responsabilidad asumida.


            Una vez más, los asistentes dieron gracias por la oportunidad que les brindó el Movimiento, reconociendo que estas “vivencias” satisfacen, favorecen y hacen ser más serviciales, a la vez que engrandecen al Movimiento E.N.S.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

RETIRO DE NOVIEMBRE DE 2016 - EUCARISTÍA POR LOS DIFUNTOS

El pasado sábado día 19, como es tradicional en este Sector, un nutrido grupo de matrimonios equipistas y ex equipistas, nos reunimos en la Capilla de María Inmaculada para celebrar la Eucaristía por nuestros difuntos.

En una muy intensa y emotiva celebración oficiada por el Consiliario del Equipo 19, D. Jesús Manuel Herreros Recio, oramos intensamente por todos nuestros difuntos y para finalizar con el consiguiente responso por todos lo que nos han precedido.

Para finalizar Nati y José María dieron lectura a un emotivo texto que por su interés os transcribimos a continuación. 

Javier y Cristina 
Equipo 16

DESCANSAD
Descansad; descansad en las manos que, por ser tan grandes sólo pueden ser las manos de Dios
Vivid; vivid en aquella ciudad que -sin penas ni tristezas- sólo puede ser la Ciudad de Dios
Esperad; esperad el último día, pues por estar ya dormidos para vosotros será un pronto despertad
Orad; orad por los que aquí quedamos, pues bien sabemos que, nuestra hora, es hora incierta, nuestro mañana, un tanto inseguro y nuestra fragilidad brota por los cuatro costados
Descansad; hermanos, descansad; vivisteis y, Dios, os guio con mano providente
Sufristeis:   pero ¿quién sabe si ahora no estaréis
descubriendo la otra cara de esa sufrida moneda?
Llorasteis; pero hoy con el pañuelo amoroso del Padre os sentís reconfortados y consolados
Amasteis; y como un gran capital que nunca decrece, presentáis las buenas acciones de vuestro ser, los detalles de tanta delicadeza repartida, la suavidad de las palabras que no quisieron herir, la prudencia de los silencios que fueron vuestro baluarte.
Sí, hermanos, descansad en las manos de Dios. Porque, en el camino que Cristo os enseñó, intentasteis llevar una vida sencilla y honesta.
Sí, hermanos, padres, amigos, compañeros, sacerdotes, y tantos que estáis ya al otro lado:
Descansad y pedid por nosotros ya que un día junto a vosotros también estaremos en espera de la resurrección final.

martes, 22 de noviembre de 2016

JORNADA NACIONAL DE FORMADORES


28-30 de octubre en Cristo de El Pardo, Madrid


Invitados por el Equipo de Sector, el pasado fin de semana del 28 al 30 de octubre, asistimos a un Encuentro de Formadores que se celebró en la casa de ejercicios que los Padres Capuchinos tienen en El Pardo (Madrid).

Ha sido un fin de semana intenso en oración y experiencias, donde pudimos comprobar junto con otros treinta matrimonios (todos los sectores regionales estaban representados) y guiados por Alberto y Mercedes (Responsables de nuestra Super-Región), cómo estamos y hacia dónde quiere caminar el Movimiento en el futuro, y más en concreto en los aspectos de formación.
Reuniones mixtas, dinámicas de Oración, estudio de los documentos de “Formación”, una velada muy animada y alegre e intercambio de opiniones y vivencias han llenado estos días.

Pudimos comprobar como desde la Super-Región hay una gran inquietud por formar e informar a todos los equipistas para que caminemos con los nuevos tiempos que estamos viviendo. Los equipistas de ahora tenemos que ser, como todos los cristianos, personas formadas de acuerdo a las nuevas corrientes que circulan en la Iglesia. No es bueno quedarnos solamente en nuestras celebraciones, cultos y oraciones. Necesitamos formarnos en aquello que creemos para poder transmitir mejor y con claridad las bases de nuestra Fe. Esta es la gran apuesta de la Super-Región en la que esperamos que todos los equipistas, jóvenes y menos jóvenes nos impliquemos, porque en ella va el futuro de nuestro querido Movimiento.

Nos traemos un sentimiento de esperanza y optimismo del caminar del Movimiento, observando también cómo lo que están haciendo en otras regiones. Esperamos poder llevarlo adelante con la ayuda de nuestra Madre y poderos transmitir estas vivencias tan enriquecedoras a todos vosotros.


Luis y Clara. E16

lunes, 21 de noviembre de 2016

Año de la Misericordia: El Papa Francisco y el rezo de vísperas


El Papa Francisco presidió el rezo de las vísperas, la oración que reza la Iglesia al caer la tarde, y pronunció la siguiente meditación:

¡Qué lindo es rezar todos juntos las vísperas!. ¡Cómo no soñar con una Iglesia que refleje y repita la armonía de las voces y del canto en la vida cotidiana! Y lo hacemos hoy en la Catedral, que es signo de la Iglesia y de cada uno de nosotros.
La oración litúrgica, su estructura y modo pausado, quiere expresar a la Iglesia toda, esposa de Cristo, que intenta configurarse con su Señor. Cada uno de nosotros en nuestra oración queremos ir pareciéndonos más a Jesús.
La oración hace emerger aquello que vamos viviendo o deberíamos vivir en la vida cotidiana, al menos con la oración que no quiere ser alienante o sólo preciosista.  La oración nos da impulso para ponernos en acción, o, para revisarnos en aquello que rezamos en los salmos: somos las manos del Dios «que alza de la basura al pobre» (Sal 112,7) y somos  los que trabajamos para que la tristeza de la esterilidad se convierta en campo fértil.
Nosotros que cantamos que «vale mucho a los ojos del Señor la vida de los fieles», somos los que luchamos, peleamos, defendemos la valía de toda vida humana, desde la concepción hasta que los años sean muchos y las fuerzas pocas.
La oración es reflejo del amor que sentimos por Dios, por los otros, por el mundo creado; el mandamiento del amor es la mejor configuración del discípulo misionero con Jesús.
Estar apegados a Jesús da profundidad a la vocación cristiana, que interesada en el «hacer» de Jesús –que es mucho más que actividades– busca asemejarse a Él en todo lo realizado. La belleza de la comunidad eclesial nace de la adhesión de cada uno de sus miembros a la persona de Jesús, formando un «conjunto vocacional» en la riqueza de la diversidad armónica.
Las antífonas de los cánticos evangélicos de este fin de semana nos recuerdan el envío de Jesús a los doce. Siempre es bueno crecer en esa conciencia de trabajo apostólico en comunión. Es hermoso verlos colaborando pastoralmente, siempre desde la naturaleza y función eclesial de cada una de las vocaciones y carismas.
            Quiero exhortarlos a todos ustedes, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y seminaristas a comprometerse en esta colaboración eclesial, especialmente en torno a los planes de pastoral de las diócesis y de su misión, cooperando con toda su disponibilidad al bien común.
Si la división entre nosotros provoca esterilidad (cf. Evangelii gaudium 98-101), no cabe duda de que de la comunión y la armonía nace la fecundidad, porque son profundamente consonantes con el Espíritu Santo.
Todos tenemos limitaciones. Ninguno puede reproducir en su totalidad a Jesucristo, y si bien cada vocación se configura principalmente con algunos rasgos de la vida y la obra de Jesús, hay algunos comunes e irrenunciables. Recién hemos alabado al Señor porque «no hizo alarde de su categoría de Dios» (Flp 2,6) y esa es una característica de toda vocación cristiana: no hizo alarde de su categoría. El llamado por Dios no se pavonea, no anda tras reconocimientos ni aplausos pasajeros, no siente que subió de categoría ni trata a los demás como si estuviera en un peldaño más alto.
La supremacía de Cristo es claramente descrita en la liturgia de la Carta a los Hebreos; nosotros acabamos de leer casi el final de esa carta: «Hacernos perfectos como el gran pastor de las ovejas» (Hb 13,20), y esto supone asumir que todo consagrado se configura con Aquel que en su vida terrena, «entre ruegos y súplicas, con poderoso clamor y lágrimas» alcanzó la perfección cuando aprendió, sufriendo, qué significaba obedecer; y eso también es parte de la llamada, es parte de su vocación.
Terminemos de rezar nuestras vísperas; el sonido de las campanas antecede y acompaña en muchas oportunidades nuestra oración litúrgica: hechos de nuevo por Dios cada vez que rezamosfirmes como un campanariogozosos de repicar las maravillas de Dios, compartamos el Magnificat y dejemos al Señor hacer, que Él haga, a través de nuestra vida consagrada, grandes cosas en nuestra acción pastoral.                               

Fernando  

domingo, 20 de noviembre de 2016

Cargar con la cruz

El relato de la crucifixión, proclamado en la fiesta de Cristo Rey, nos recuerda a los seguidores de Jesús que su reino no es un reino de gloria y de poder, sino de servicio, amor y entrega total para rescatar al ser humano del mal, el pecado y la muerte.
Habituados a proclamar la «victoria de la Cruz», corremos el riesgo de olvidar que el Crucificado nada tiene que ver con un falso triunfalismo que vacía de contenido el gesto más sublime de servicio humilde de Dios hacia sus criaturas. La Cruz no es una especie de trofeo que mostramos a otros con orgullo, sino el símbolo del amor crucificado de Dios que nos invita a seguir su ejemplo.
Cantamos, adoramos y besamos la Cruz de Cristo porque en lo más hondo de nuestro ser sentimos la necesidad de dar gracias a Dios por su amor insondable, pero sin olvidar que lo primero que nos pide Jesús de manera insistente no es besar la Cruz sino cargar con ella. Y esto consiste sencillamente en seguir sus pasos de manera responsable y comprometida, sabiendo que ese camino nos llevará tarde o temprano a compartir su destino doloroso.
No nos está permitido acercarnos al misterio de la Cruz de manera pasiva, sin intención alguna de cargar con ella. Por eso, hemos de cuidar mucho ciertas celebraciones que pueden crear en torno a la Cruz una atmósfera atractiva pero peligrosa, si nos distraen del seguimiento fiel al Crucificado haciéndonos vivir la ilusión de un cristianismo sin Cruz. Es precisamente al besar la Cruz cuando hemos de escuchar la llamada de Jesús: «Si alguno viene detrás de mí... que cargue con su cruz y me siga».
Para los seguidores de Jesús, reivindicar la Cruz es acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde solo hay indiferencia ante los que sufren. Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento. Será nuestra manera humilde de cargar con la Cruz de Cristo.
El teólogo católico Johann Baptist Metz viene insistiendo en el peligro de que la imagen del Crucificado nos esté ocultando el rostro de quienes viven hoy crucificados. En el cristianismo de los países del bienestar está ocurriendo, según él, un fenómeno muy grave: «La Cruz ya no intranquiliza a nadie, no tiene ningún aguijón; ha perdido la tensión del seguimiento a Jesús, no llama a ninguna responsabilidad, sino que descarga de ella».
¿No hemos de revisar todos cuál es nuestra verdadera actitud ante el Crucificado?¿No hemos de acercarnos a él de manera más responsable y comprometida?
Solemnidad de Cristo Rey - C
(Lucas 23,35-43)
20 de noviembre 2016

sábado, 19 de noviembre de 2016

Carta de un padre negro a su hija ante la victoria de Trump

Ante la victoria de Donald Trump el jugador de beisbol Martellus Bennett, ha hecho pública una carta a su hija Jett, en la que le explica cómo debe actuar ahora que su país tiene como presidente a un señor que quiere echar de Estados Unidos a la gente de raza negra. Dice así:
«Papá, ¿cómo afectará esto a mi futuro?. Jett, mi amor, no estoy seguro del todo. Dentro de cuatro años habrás cumplido los siete y estarás en Segundo Grado. Tu madre y yo tenemos mucho trabajo que hacer. Continuaremos enseñándote cómo amar, a aceptar a los demás tal y como son, a pensar por ti misma, a ayudar a quienes lo necesitan, y a conseguir lo que el mundo considera imposible. Está bien que no te pongas límites. Continuaré animando también a los otros niños, porque ellos dibujarán tu futuro de manera directa. El mundo será algún día completamente tuyo, no hay tiempo que perder y hay que prepararse ahora. Así que abre tus brazos y trata de alcanzar las estrellas porque si alguien puede tocarlas, esa eres tú. No temas el mañana, aprovecha al máximo el hoy. Hay que prepararse ahora. Así que levántate, ¡eres un GIGANTE! Mereces un mundo lleno de color, maravillas y sueños. Coloreemos el mundo juntos, tus sueños son mis sueños. Juntos podemos ser el cambio que nos gustaría ver en este universo. Tenemos mucho trabajo por delante, pero creo que tendremos ayuda. ¡Estoy muy orgulloso de tí! Sé que es un peso enorme sobre tus hombros pero no te preocupes porque siempre estaré aquí para apoyarte. Hay que prepararse ahora. Te quiero. Ahora, ¡vamos!»

Alejandro Córdoba

viernes, 18 de noviembre de 2016

Miedo

El miedo es verdad que paraliza. El miedo recorta la libertad, a más miedo, menos libertad...y menos posibilidad de ejercer todas nuestras capacidades y potencialidades de modo eficaz. Lo contrario al miedo es la valentía, o el arrojo... es verdad, pero quien lo posea para unas cosas le puede faltar para otras...o puede tener arrojo para cosas no importantes, y sí para las importantes. De todas todas necesitamos cierta valentía, para que la vida (no los negocios) no nos coma.

Hay un antídoto que se ha despreciado durante estas últimas décadas, y que, poco a poco se va viendo lo importante y necesario que era, y me refiero a la esperanza que otorgaba la fe. La esperanza es la convicción de que no pasa nada nunca,...aunque pase!! pues Dios está con nosotros.

Hemos ido quitando poco a poco a Dios de nuestras vidas y, cada día más, se va apoderando el miedo de la gente...creo que no exagero.

Hay miedo a la vida, miedo a las consecuencias de la fidelidad, hay miedo a la enfermedad y a la muerte...hay miedo al sufrimiento....y todo esto hace que la calidad de vida sea mala, baja.

La oración, la fe en Cristo, sin darnos cuenta, nos hacía vivir todas estas realidades de un modo absolutamente distinto...con más sosiego. Hoy no. La gente sufre por sólo pensar que va ha sufrir...

Una pena. El Señor había pensado todo cuando nos regalaba la fe...pero nosotros hemos pensado que lo podíamos mejorar... Cmo no puede ser de otro modo es un grandísimo error intentar corregir al Creador.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Quiero estar en vela, Señor

Preparado para que, cuando Tú llames, yo te abra
Despierto para que, cuando Tú te acerques, te deje entrar
Alegre para que, cuando Tú te presentes, veas mi alegría

QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR
Que, el tiempo en el que vivo, no me impida ver el futuro
Que, mis sueños humanos, no eclipsen los divinos
Que, las cosas efímeras, no se antepongan sobre las definitivas

QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR
Y que, cuando nazcas, yo pueda velarte
Para que, cuando vengas, salga a recibirte
Y que, cuando llores, yo te pueda arrullar

QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR
Para que, la violencia, de lugar a la paz
Para que los enemigos se den la mano
Para que la oscuridad sea vencida por la luz
Para que el cielo se abra sobre la tierra

QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR
Porque el mundo necesita ánimo y levantar su cabeza
Porque el mundo, sin Ti, está cada vez más frío
Porque el mundo, sin Ti, es un caos sin esperanza
Porque el mundo, sin Ti, vive y camina desorientado

QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR
Prepara mi vida personal: que sea la tierra donde crezcas
Trabaja mi corazón: que sea la cuna donde nazcas
Ilumina mis caminos: para que pueda ir por ellos y encontrarte
Dame fuerza: para que pueda ofrecer al mundo lo que tu me das

Quiero estar, en vela, Señor
Entre otras cosas porque, tu Nacimiento,
será la mejor noticia de la Noche Santa
que se hará madrugada de amor inmenso en Belén.
¡VEN, SEÑOR!