jueves, 28 de noviembre de 2013

Fijos los ojos en Jesús


“No te inquietes por las dificultades de la vida, por sus altibajos, por sus decepciones, por su porvenir más o menos sombrío. Quiere lo que Dios quiere. Ofrécele en medio de vicisitudes y dificultades el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo, acepta los designios de su Providencia. Poco importa que te consideres un frustrado, si Dios te considera plenamente realizado, a su gusto. Confía ciegamente en ese Dios que te quiere para sí, y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas. Piensa que estás en sus manos, tanto más fuertemente cogido cuanto más decaído y triste te encuentres. Vive feliz, te lo suplico, vive en paz, que nada te altere, que nada sea capaz de quitarte tu paz: ni la fatiga psíquica, ni tus fallos morales. Haz que brote y conserva siempre en tu rostro una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor continuamente te dirige. Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada, como fuente de energía y criterio de verdad, todo aquello que te llene de la paz de Dios. Recuerda: todo cuanto te reprima e inquiete es falso. Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida y de las promesas de Dios. Por eso, cuando te sientas apesadumbrado y triste, adora y confía.”

Teilhard de Chardin

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