Hoy, 17 de Octubre de 2012, se celebra el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Instituido por la Asamblea General de las Naciones Unidas (resolución 47/196) en el año 1992, con el propósito de promover mayor conciencia sobre las necesidades para erradicar la pobreza y la indigencia en todos los países, en particular en los países en desarrollo.
La pobreza es la carencia de recursos necesarios para satisfacer las necesidades de una población o de un grupo de personas, sin la capacidad y oportunidad de producirlos por sí mismos. Esto se plasma en la falta de salud, de vivienda, de ingresos, de empleo, de agricultura estable, de nutrición, de tecnología, de educación y de viabilidad. El Banco Mundial entiende que existen diferentes tipos de pobreza: absoluta, relativa, educativa, moderados, de espacio habitacional, de servicios, de seguridad social, de salud, por ingresos, etc, todas conceptualizaciones de un problema no tan complejo como parece ser y cuyas consecuencias son menos abstractas (narcotráfico, muerte, prostitución, explotación infantil, etc). La pobreza es, en definitiva, un amplio abanico de circunstancias asociadas con la dificultad al acceso y carencia de recursos para satisfacer las necesidades básicas que inciden en un deterioro del nivel y calidad de vida de las personas.
El día internacional para la erradicación de la pobreza lleva ínsito su propio sentido; el día internacional para la erradicación de la pobreza pretende que la comunidad internacional tome conciencia y cartas en el asunto respecto del problema que aqueja a todos estos hombres, mujeres y niños que padecen el terrible acoso del hambre y las enfermedades; pretende que no sean solo estadísticas de una realidad que, porque lo es desde el inicio de los tiempos, debe seguir siendo aceptada. La Organización de las Naciones Unidas tiene el objetivo de reducir a la mitad el número de pobres en el mundo para el año 2015. No es una utopía ni mucho menos; solo depende de decisiones políticas, dado que terminar con la pobreza es mucho más económico y, a medio plazo, rentable que invertir en armamentos. Obviamente que sea posible puede resultar inconveniente para algunos países donde el poder se construye o se mantiene en la ausencia de libertad que padecen los pobres.
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