jueves, 31 de agosto de 2017

Señor, por amor de tu amor hago lo que hago (Conf. 2, 11,1).

Señor, tú que nos diste el que te encontráramos
y el ánimo para seguir buscándote,
no nos abandones al cansancio ni a la desesperanza.
Haznos buscarte siempre, y cada vez con más ardor.
Y danos fuerzas para adelantar en tu búsqueda.

Ante ti ponemos nuestra fortaleza. Y con ella nuestra
debilidad. Acreciéntanos la primera y cúranos la segunda.

Ante ti ponemos nuestra ciencia. Y con ella nuestra
ignorancia. Allí donde nos abriste, recíbenos,
pues estamos entrando. Allí donde nos cerraste,
ábrenos, pues estamos llamando.

Que nos acordemos de ti. Que te comprendamos.
Que te amemos. Aumenta en nosotros tus favores
hasta que totalmente nos reformemos en ti.

lunes, 28 de agosto de 2017

El Papa Francisco y la Familia: la importancia de rezar el Padre Nuestro



Al rezarlo, hemos de tener presente, siempre,  que somos hijos de Dios y que perdonamos a aquellos que nos han ofendido.
Cuando Jesús enseña la oración del Padre Nuestro a sus discípulos, es porque Jesús se dirige siempre al Padre en los momentos fuertes de su vida, porque conoce que es un Padre que sabe qué necesitamos antes de que nosotros se lo pidamos. Se trata de alguien que nos escucha en lo escondido, en lo secreto, como Él, Jesús, aconseja orar: en lo secreto.
Más aún, este Padre nos da la identidad de hijos. Y cuando digo ‘Padre’ llego a las raíces de mi identidad: mi identidad cristiana es ser hijo y ésta es una gracia del Espíritu.
“Ninguno puede decir ‘Padre’ sin la gracia del Espíritu. ‘Padre’ que es la palabra que Jesús usaba en los momentos más fuertes: cuando estaba lleno de alegría, de emoción: ‘Padre, te doy gracias porque me has escuchado’; o después al final, en los momentos finales de su vida, al final”.
Por tanto, “Jesús habla con el Padre. Es el camino de la oración y por esto me permito decir que es el espacio de oración”. “Sin sentir que somos hijos, sin sentirnos hijo, sin decir Padre, nuestra oración es pagana, es una oración de solo palabras”.
El Papa también dijo que se puede rezar a la Virgen, a los ángeles y a los santos, pero “la piedra angular de la oración es Padre”.
“Es sentir la mirada del Padre en mí, sentir que esa palabra ‘Padre’ no está vacía como las palabras de la oración de los paganos: es una llamada a Aquél que me ha dado la identidad de hijo”.
“Y después –prosiguió- a todos los santos, a los ángeles, hacemos las procesiones, las peregrinaciones… todo hermoso, pero siempre comenzando con ‘Padre’ y con la conciencia de que somos hijos y de que tenemos un Padre que nos ama y conoce nuestras necesidades”.
Pero en esta oración también se encuentra la palabra “nuestro” porque “somos hermanos, somos familia”. Es importante “la capacidad de perdón, de olvidar, olvidar las ofensas, ese sano hábito de ‘dejémoslo, que el Señor lo haga Él’ y no ir al rencor, al resentimiento, querer venganza”.
Así pues el Pontífice invitó a “orar al Padre perdonando a todos, olvidando las ofensas” porque “es la mejor oración que se puede hacer”.
“Es bueno que a veces hagamos un examen de conciencia sobre esto. ¿Para mi Dios es Padre, lo siento como Padre? Y si no lo siento así, le pido al Espíritu Santo que me enseñe a sentirlo así. ¿Soy capaz de olvidar las ofensas, de perdonar, de dejarlo pasar y si no, pedir al Padre que nos ayude a perdonar?. Hagamos este examen de conciencia sobre nosotros y nos hará bien, bien, bien. ‘Padre’ y ‘nuestro’: nos da la identidad de hijos y nos da una familia para ir juntos en la vida”.

Fernando


domingo, 27 de agosto de 2017

¿Qué decimos nosotros?

También hoy nos dirige Jesús a los cristianos la misma pregunta que hizo un día a sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». No nos pregunta solo para que nos pronunciemos sobre su identidad misteriosa, sino también para que revisemos nuestra relación con él. ¿Qué le podemos responder desde nuestras comunidades?
¿Nos esforzamos por conocer cada vez mejor a Jesús o lo tenemos «encerrado en nuestros viejos esquemas aburridos» de siempre? ¿Somos comunidades vivas, interesadas en poner a Jesús en el centro de nuestra vida y de nuestras actividades o vivimos estancados en la rutina y la mediocridad?
¿Amamos a Jesús con pasión o se ha convertido para nosotros en un personaje gastado al que seguimos invocando mientras en nuestro corazón va creciendo la indiferencia y el olvido? Quienes se acercan a nuestras comunidades, ¿pueden sentir la fuerza y el atractivo que tiene para nosotros?
¿Nos sentimos discípulos de Jesús? ¿Estamos aprendiendo a vivir con su estilo de vida en medio de la sociedad actual o nos dejamos arrastrar por cualquier reclamo más apetecible para nuestros intereses? ¿Nos da igual vivir de cualquier manera o hemos hecho de nuestra comunidad una escuela para aprender a vivir como Jesús?
¿Estamos aprendiendo a mirar la vida como la miraba él?¿Miramos desde nuestras comunidades a los necesitados y excluidos con compasión y responsabilidad o nos encerramos en nuestras celebraciones, indiferentes al sufrimiento de los más desvalidos y olvidados: los que fueron siempre los predilectos de Jesús?
¿Seguimos a Jesús colaborando con él en el proyecto humanizador del Padre o seguimos pensando que lo más importante del cristianismo es preocuparnos de nuestra salvación? ¿Estamos convencidos de que el modo mejor de seguir a Jesús es vivir cada día haciendo la vida más humana y más dichosa para todos?
¿Vivimos el domingo cristiano celebrando la resurrección de Cristo? ¿Creemos en Jesús resucitado, que camina con nosotros lleno de vida? ¿Vivimos acogiendo en nuestras comunidades la paz que nos dejó en herencia a sus seguidores? ¿Creemos que Jesús nos ama con un amor que nunca acabará? ¿Creemos en su fuerza resucitadora? ¿Sabemos ser testigos del misterio de esperanza que llevamos dentro de nosotros?
José Antonio Pagola
21 Tiempo ordinario - A
(Mateo 16,13-20)

27 de agosto 2017

sábado, 26 de agosto de 2017

Si seguimos contentándonos con las cosas pequeñas nunca seremos capaces de realizar las grandes

Si seguimos contentándonos con las cosas pequeñas nunca seremos capaces de realizar las grandes. Lo escribe el cardenal Gianfranco Ravasi en ”La luz de la mañana”.
Sea cual sea nuestra edad, nuestra cultura, nuestra historia, o nuestras circunstancias todos los seres humanos tenemos en común un interrogante sobre el sentido de nuestra existencia; una necesidad de realización personal; una sed de vida en plenitud.
El corazón humano desborda de deseos y de aspiraciones. Estamos llamados a decidir las aspiraciones que ponemos en primer lugar. A nosotros nos toca discernir entre tantas voces interiores.

La vida no tiene que ser un lamento estático, una atroz resignación, una pesadilla a la que plegarse, sino una búsqueda, una carrera, un vuelo. Hay en nosotros extraordinarias posibilidades, una apertura natural hacia lo alto, la belleza, la gratuidad, el misterio, lo divino. Debemos tratar de evadirnos del perímetro de nuestra jaula, aunque sangremos. Si seguimos contentándonos con las cosas pequeñas nunca seremos capaces de realizar las grandes”.
Alejandro Córdoba

viernes, 25 de agosto de 2017

Venid a Mí los que estáis cansados

Escucha a Cristo que te dice: “Venid a Mí los que estáis cansados”. No acabarás con tu cansancio huyendo. ¿Prefieres acaso, huir de Él, en vez de refugiarte en Él?
Si decides lo primero, búscate antes un lugar donde huir, y después huye. Te conjuro, Oh Dios. Si por el contrario, no puedes huir de Él, porque está presente donde quiera que vayas, entonces, corre y refúgiate en Dios. Sí, refúgiate en Él.

San Agustín

miércoles, 23 de agosto de 2017

ORACION POR BARCELONA

Dios todopoderoso y eterno,

de infinita misericordia y bondad,

con el corazón apesadumbrado, acudimos a Ti.

Escucha nuestra oración, ten misericordia de nosotros,

atiende las súplicas de quienes te invocan

en esta hora de tribulación y de prueba.

Te pedimos, Dios de la vida,

por las víctimas mortales del ataque terrorista.

Son hijos tuyos; son hermanos nuestros.

Nunca debían haber muerto en estas circunstancias.

Padre nuestro, acógelos en tu seno.

Atiende nuestra oración, Dios de la salud,

por los heridos de esta masacre.

Sana sus heridas, fortalece sus corazones,

llénalos de tu gracia y de tu paz.

Visita, Dios consolador, a los familiares de las víctimas.

Reviste con tu manto de misericordia y de amor

las llagas de su corazón y de su alma.

Te pedimos por la conversión

de los que odian y utilizan la violencia.

Príncipe de la Paz, Señor Crucificado, Jesucristo Resucitado, compadécete de nosotros, intercede por nosotros.

Amén.

lunes, 21 de agosto de 2017

Papa Francisco y la Familia: Con Jesús siempre hay liberación



Un día Jesús, acercándose a la ciudad de Jericó, realizó el milagro de restituir la vista a un ciego que mendigaba a lo largo del camino (Lc 18,35-43)
El evangelista Lucas dice que aquel ciego estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. La figura de este ciego representa a tantas personas que, también hoy, se encuentran marginadas a causa de una discapacidad física o de otro tipo.
Está separado de la gente, ahí sentado mientras la gente pasa ocupada, en sus pensamientos y tantas cosas… Y el camino,   el camino es el lugar de la soledad. Tanta gente que pasa. Y él está solo.
Es triste la imagen de un marginado, sobre todo en el escenario de la ciudad de Jericó, la espléndida y próspera oasis en el desierto. Sabemos que justamente a Jericó llegó el pueblo de Israel al final del largo éxodo de Egipto: aquella ciudad representa la puerta de ingreso en la tierra prometida.
Mientras el ciego grita – tenia buena voz, ¿eh? – mientras el ciego grita invocando a Jesús, la gente le reprocha para hacerlo callar. No tienen compasión de él, es más, sienten fastidio por sus gritos. Eh… Cuántas veces nosotros, cuando vemos tanta gente en la calle – gente necesitada, enferma, que no tiene que comer – sentimos fastidio. Cuántas veces nosotros, cuando nos encontramos ante tantos prófugos y refugiados, sentimos fastidio. Es una tentación: nos pasa a todos nosotros.  La indiferencia y la hostilidad los hacen ciegos y sordos, impiden ver a los hermanos y no permiten reconocer en ellos al Señor. Indiferencia y hostilidad.
Y cuando esta indiferencia y hostilidad se hacen agresión y también insulto – “pero échenlos fuera a todos estos”, “llévenlos a otra parte” – esta agresión; es aquello que hacía la gente cuando el ciego gritaba: “pero tú vete, no hables, no grites”.
Notamos una característica interesante. El Evangelista dice que alguien de la multitud explicó al ciego el motivo de toda aquella gente: «Que pasaba Jesús de Nazaret» (v. 37). El paso de Jesús es indicado con el mismo verbo con el cual en el libro del Éxodo se habla del paso del ángel exterminador que salva a los Israelitas en las tierras de Egipto (Cfr. Ex 12,23).
Es el “paso” de la pascua, el inicio de la liberación: cuando pasa Jesús, siempre hay liberación, siempre hay salvación. Al ciego, pues, es como si fuera anunciada su pascua. Sin dejarse atemorizar, el ciego grita varias veces dirigiéndose a Jesús reconociéndolo como Hijo de David, el Mesías esperado que, según el profeta Isaías, habría abierto los ojos a los ciegos (Cfr. Is 35,5). A diferencia de la multitud, este ciego ve con los ojos de la fe.
De hecho, al oírlo, «Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran» (v. 40). Haciendo así Jesús quita al ciego del margen del camino y lo pone al centro de la atención de sus discípulos y de la gente. Pensemos también nosotros, cuando hemos estado en situaciones difíciles, también en situaciones de pecado, como ha estado ahí Jesús a tomarnos de la mano y a sacarnos del margen del camino a la salvación.
Se realiza así un doble pasaje:
Primero: la gente había anunciado la buena noticia al ciego, pero no quería tener nada que ver con él; ahora Jesús obliga a todos a tomar conciencia que el buen anuncio implica poner al centro del propio camino a aquel que estaba excluido.
Segundo: a su vez, el ciego no veía, pero su fe le abre el camino a la salvación, y él se encuentra en medio de cuantos habían bajado al camino para ver a Jesús. Hermanos y hermanas, el paso del Señor es un encuentro de misericordia que une a todos alrededor de Él para permitir reconocer quien tiene necesidad de ayuda y de consolación. También en nuestra vida Jesús pasa; y cuando pasa Jesús, y yo me doy cuenta, es una invitación a acercarme a Él, a ser  mejor cristiano, a seguir a Jesús.
Jesús se dirige al ciego y le pregunta: «¿Qué quieres que haga por ti?» (v. 41). Estas palabras de Jesús son impresionantes: el Hijo de Dios ahora está frente al ciego como un humilde siervo. Él, Jesús, Dios dice: “Pero, ¿Qué cosa quieres que haga por ti? ¿Cómo quieres que yo te sirva?” Dios se hace siervo del hombre pecador. Y el ciego responde a Jesús, llamándolo “Señor”, el título que la Iglesia desde los inicios aplica a Jesús Resucitado.
El ciego pide poder ver de nuevo y su deseo es escuchado: «¡Señor, que yo vea otra vez! Y Jesús le dijo: Recupera la vista, tu fe te ha salvado» (v. 42). Él ha mostrado su fe invocando a Jesús y queriendo absolutamente encontrarlo, y esto le ha traído el don de la salvación. Gracias a la fe, ahora puede ver y, sobre todo, se siente amado por Jesús.
Por esto la narración termina refiriendo que el ciego «recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios» (v. 43): se hace discípulo. De mendigo a discípulo, también este es nuestro camino: todos nosotros somos mendigos, todos.
Siempre todos tenemos necesidad de salvación. Y todos nosotros, todos los días, debemos hacer este paso: de mendigos a discípulos. Y así, el ciego se encamina detrás del Señor y entrando a formar parte de su comunidad. Aquel que querían hacer callar, ahora testimonia, con fuerte voz, su encuentro con Jesús de Nazaret, y  «todo el pueblo alababa a Dios» (v. 43).
Sucede un segundo milagro: lo que había sucedido al ciego hace que también la gente finalmente vea. La misma luz ilumina a todos uniéndolos en la oración de alabanza. Así Jesús infunde su misericordia sobre todos aquellos que encuentra: los llama, los hace venir a Él, los reúne, los sana y los ilumina, creando un nuevo pueblo que celebra las maravillas de su amor misericordioso.
Dejémonos también nosotros llamar por Jesús, dejémonos curar por Jesús, perdonar por Jesús, y vayamos detrás de Jesús alabando a Dios. ¡Así sea!                                                  Fernando


domingo, 20 de agosto de 2017

Jesús es de todos

Una mujer pagana toma la iniciativa de acudir a Jesús, aunque no pertenece al pueblo judío. Es una madre angustiada que vive sufriendo con una hija «maltratada por un demonio». Sale al encuentro de Jesús dando gritos: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David».
La primera reacción de Jesús es inesperada. Ni siquiera se detiene para escucharla. Todavía no ha llegado la hora de llevar la Buena Noticia de Dios a los paganos. Como la mujer insiste, Jesús justifica su actuación: «Dios me ha enviado solo a las ovejas perdidas del pueblo de Israel».
La mujer no se echa atrás. Superará todas las dificultades y resistencias. En un gesto audaz se postra ante Jesús, detiene su marcha y, de rodillas, con un corazón humilde, pero firme, le dirige un solo grito: «Señor, socórreme».
La respuesta de Jesús es insólita. Aunque en esa época los judíos llamaban con toda naturalidad «perros» a los paganos, sus palabras resultan ofensivas a nuestros oídos: «No está bien echar a los perrillos el pan de los hijos». Retomando su imagen de manera inteligente, la mujer se atreve desde el suelo a corregir a Jesús: «Eso es cierto, Señor, pero también los perrillos comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Su fe es admirable. Seguro que en la mesa del Padre se pueden alimentar todos: los hijos de Israel y también los «perros» paganos. Jesús parece pensar solo en las «ovejas perdidas» de Israel, pero también ella es una «oveja perdida». El Enviado de Dios no puede ser solo de los judíos. Ha de ser de todos y para todos.
Jesús se rinde ante la fe de la mujer. Su respuesta nos revela su humildad y su grandeza: «Mujer, ¡qué grande es tu fe!, que se cumpla como deseas». Esta mujer está descubriendo a Jesús que la misericordia de Dios no excluye a nadie. El Padre bueno está por encima de las barreras étnicas y religiosas que trazamos los humanos.
Jesús reconoce a la mujer como creyente, aunque vive en una religión pagana. Incluso encuentra en ella una «fe grande», no la fe pequeña de sus discípulos, a los que recrimina más de una vez como «hombres de poca fe». Cualquier ser humano puede acudir a Jesús con confianza. Él sabe reconocer su fe, aunque viva fuera de la Iglesia. Todos podrán encontrar en él un Amigo y un Maestro de vida.
Los cristianos hemos de alegrarnos de que Jesús siga atrayendo hoy a tantas personas que viven fuera de la Iglesia. Jesús es más grande que todas nuestras instituciones. Él sigue haciendo mucho bien, incluso a aquellos que se han alejado de nuestras comunidades cristianas.
José Antonio Pagola
20 Tiempo ordinario - A
(Mateo 15,21-28)

20 de agosto 2017

sábado, 19 de agosto de 2017

Quien prefieres ser

Cuenta Jorge Bucay que un mendigo llegó a una posada que tenia colgado un gran cartel con el nombre del lugar. Se llamaba “La posada de san Jorge y el dragón”. Está nevando y el mendigo tiene hambre y mucho frío pero no tiene dinero. Golpea la puerta de la posada. Se abre la puerta y aparece una señora con cara de muy pocos amigos, y le dice:
-¿Qué quiere?
El mendigo dice: Mire, yo tengo hambre y frío…
-¿Tiene dinero? –Le grita la mujer.
-No, dinero no tengo – y ¡plaf! La mujer le cierra la puerta en la cara.
El tipo se queda así desolado. Está por irse pero decide insistir y golpea otra vez.
-¿Y ahora qué quiere? –le dice la señora.
-Mire, le vengo a pedir por favor que me de…
-Aquí no estamos para hacer favores sino para hacer negocios. Esto es una posada, un negocio, ¿no sabe lo que es una posada? ¡Así que si no tiene dinero se va! ¡Y si no tiene para comer, muérase! ¡Plaf! Otra vez la puerta en la cara.
El tipo está por irse pero decide insistir. Una vez más golpea la puerta y dice: -Mire, señora, discúlpeme…
¡Discúlpeme, nada! Mire, si no se va, le voy a tirar un cubo de agua encima. ¡Fuera! Y ¡plaf! Vuelve a cerrar la puerta de un golpe.
El tipo baja la cabeza y retoma su camino. Se está yendo y al llegar a la esquina alza la vista y ve nuevamente el cartel que dice “La posada de san Jorge y el dragón”. Entonces decide volver. Por última vez golpea la puerta.
La señora le grita desde adentro: -¿Y ahora qué quiere?
El mendigo contesta: -Mire, en lugar de hablar con usted, ¿no puedo hablar con san Jorge?

Y tú, amigo lector, ¿Quién prefieres ser?
Alejandro Córdoba

jueves, 17 de agosto de 2017

Elogio de la lentitud, al menos en vacaciones

Las vacaciones pueden y deben ser tiempo para desconectar del mundo laboral y conectarte contigo mismo y los que te rodean.
Carl Honoré, impulsor del denominado movimiento slow, es autor del libro ‘Elogio de la lentitud’.
Resumo algunos de los consejos que da para reducir la marcha y que recomiendo aplicar en vacaciones:
- Toma nota durante una semana del tiempo que estás delante de una pantalla. Si te asustan los resultados haz que sirvan para concienciarte de la necesidad de recortar.
- Ten cada día apagados, durante algún tiempo, todos los artilugios que te rodean. Sin excepciones. Si las consecuencias de la desconexión te provocan ansiedad avisa a tus amigos de que no vas a estar disponible durante las 24 horas del día.
- Apaga tus notificaciones (Instagram, Whatsapp, etc.). De esa manera puedes decidir cuándo ver una actualización en lugar de que constantemente te distraigan esos sonidos.
- Realiza actividades libres de tecnología, algo como yoga, meditación, ecología, lectura, cocina,…lo que más te apetezca.
- Programa alguna actividad al aire libre todos los días. La naturaleza actúa como un bálsamo calmante.
- Sal de casa sin cargador del móvil. Te verás obligado a utilizar el teléfono con mayor moderación para evitar quedarte sin batería.
- Apaga cualquier pantalla media hora antes de acostarte y no la vuelvas a conectar hasta después de media hora de despertarte. Esto te dará el tiempo y el espacio para pasar a un ritmo más saludable.

- Al menos en vacaciones, mejor que nos lo tomemos con un poco de tranquilidad

miércoles, 16 de agosto de 2017

Hacer lo imposible


"Comienza haciendo lo que es necesario, 
después lo que es posible 
y de repente estarás haciendo lo imposible."

San Francisco

martes, 15 de agosto de 2017

Ver con el corazón



Las más bellas y mejores cosas de este mundo
no pueden ser vistas,
ni siquiera tocadas,
deben de ser sentidas con el corazón...

Ralph Waldo Emerson

lunes, 14 de agosto de 2017

Papa Francisco y la Familia: Todo cristiano debe amar a su enemigo y rezar por él


           
En el Evangelio de Mt 5, 43- 44 se lee : «Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan”.  Este es uno de los mensajes centrales de Jesús y de la Iglesia: amar al enemigo, y rezar por ellos.
Que el Señor nos dé la gracia, esta gracia: oren por los enemigos, por aquellos que nos desean mal, que no quieren el bien para nosotros. Orar por aquellos que nos hacen mal, que nos persiguen. Y cada uno de nosotros sabe el nombre y el apellido: oro por esto, por esto, por esto… Les aseguro que esta oración hará dos cosas: a él lo hará mejorar porque la oración es potente, y a nosotros nos hará más hijos del Padre. 
Cuando Jesús inicia su predicación, la explicación de la Ley entonces estaba en crisis. Era una explicación demasiado teórica, casuística, digamos que era una ley en la que no existía el corazón propio de la Ley, que es el amor de Dios que nos ha dado a nosotros.
Por esto el Señor repite lo que ya estaba en el Antiguo Testamento: ‘¿el mandamiento más grande cuál es?’. Amar a Dios con todo el corazón, con todas sus fuerzas, con todo el alma, y al prójimo como a ti mismo.
En la explicación de los doctores de la Ley esto no estaba tan en el centro. En el centro estaban los casos: ‘¿Pero se puede hacer esto?’, ‘¿Y si no se puede?’. La casuística característica de la Ley.  Y Jesús toma esto, y relanza el verdadero sentido de la Ley, para llevarlo a su plenitud.
Así, Jesús ofrece muchos ejemplos, en los que muestra cómo los mandamientos son buenos: “No matarás”, que también se refiere a insultar a un hermano.
La explicación que hace Jesús de los mandamientos, y que se puede ver sobre todo en el Evangelio de San Mateo, es un camino de sanación: un corazón herido por el pecado original -todos nosotros tenemos el corazón herido por el pecado, todos- debe ir por este camino de corazón y sanar, para asemejarnos al Padre, que es perfecto.
Amar al enemigo es el último escalón de este camino, es el más difícil. Pidámoslo al Padre.                                                                                              Fernando


domingo, 13 de agosto de 2017

En medio de la crisis

No es difícil ver en la barca de los discípulos de Jesús, sacudida por las olas y desbordada por el fuerte viento en contra, la figura de la Iglesia actual, amenazada desde fuera por toda clase de fuerzas adversas, y tentada desde dentro por el miedo y la mediocridad. ¿Cómo leer nosotros este relato evangélico desde una crisis en la que la Iglesia parece hoy naufragar?
Según el evangelista, «Jesús se acerca a la barca caminando sobre las aguas». Los discípulos no son capaces de reconocerlo en medio de la tormenta y la oscuridad de la noche. Les parece un «fantasma». El miedo los tiene aterrorizados. Lo único real para ellos es aquella fuerte tempestad.
Este es nuestro primer problema. Estamos viviendo la crisis de la Iglesia contagiándonos unos a otros desaliento, miedo y falta de fe. No somos capaces de ver que Jesús se nos está acercando precisamente desde el interior de esta fuerte crisis. Nos sentimos más solos e indefensos que nunca.
Jesús les dice las tres palabras que necesitan escuchar: «¡Ánimo! Soy yo. No temáis». Solo Jesús les puede hablar así. Pero sus oídos solo oyen el estruendo de las olas y la fuerza del viento. Este es también nuestro error. Si no escuchamos la invitación de Jesús a poner en él nuestra confianza incondicional, ¿a quién acudiremos?
Pedro siente un impulso interior y sostenido por la llamada de Jesús, salta de la barca y «se dirige hacia Jesús andando sobre las aguas». Así hemos de aprender hoy a caminar hacia Jesús en medio de las crisis: apoyándonos no en el poder, el prestigio y las seguridades del pasado, sino en el deseo de encontrarnos con Jesús en medio de la oscuridad y las incertidumbres de estos tiempos.
No es fácil. También nosotros podemos vacilar y hundirnos, como Pedro. Pero, lo mismo que él, podemos experimentar que Jesús extiende su mano y nos salva mientras nos dice: «Hombres de poca fe, ¿por qué dudáis?».
¿Por qué dudamos tanto? ¿Por qué no estamos aprendiendo apenas nada nuevo de la crisis? ¿Por qué seguimos buscando falsas seguridades para «sobrevivir» dentro de nuestras comunidades, sin aprender a caminar con fe renovada hacia Jesús en el interior mismo de la sociedad secularizada de nuestros días?
Esta crisis no es el final de la fe cristiana. Es la purificación que necesitamos para liberarnos de intereses mundanos, triunfalismos engañosos y deformaciones que nos han ido alejando de Jesús a lo largo de los siglos. Él está actuando en esta crisis. Él nos está conduciendo hacia una Iglesia más evangélica. Reavivemos nuestra confianza en Jesús. No tengamos miedo.
José Antonio Pagola
19 Tiempo ordinario - A
(Mateo 14,22-33)

13 de agosto 2017

sábado, 12 de agosto de 2017

Interpretación del icono de la Trinidad

El trabajo de Rublev sobre la Trinidad es el icono de los iconos. Son muchos los que han dicho que no existe nada parecido en cuanto a la pujanza de la síntesis teológica, a la riqueza del simbolismo y a la belleza artística. Dicen que ante él los cielos se abren y aparecen los esplendores de Dios.
Rublev recrea el ritmo de la vida trinitaria, su diversidad y el movimiento de amor que identifica a las 3 Personas sin confundirlas. Invita a elevar el espíritu y el pensamiento a la luz inmaterial y divina. Respira el aire de eternidad y se convierte en maravilloso cantor del Amor.
Los 3 ángeles están en reposo. Sus pies apenas tocan las gradas. El conjunto convertido en aéreo se eleva hacia lo alto. Es la paz suprema del ser en sí. Una paz embriagante; un auténtico éxtasis; la salida de uno mismo.
La perspectiva invertida elimina la distancia. La profundidad hace que todo desaparezca a lo lejos. Y, por efecto contrario, acerca las figuras, muestra que Dios está ahí y que está en todas partes.
El don de Dios está figurado en la copa. Los ángeles están agrupados en torno al alimento divino. Sus alas lo envuelven todo. Y los contornos interiores de sus alas, de un azul pálido, ponen de relieve la unidad y la visión de Dios que irradia la verdad trascendente del dogma. Un solo Dios y 3 personas perfectamente iguales es lo que expresan los 3 cetros idénticos, signos del poder real del que está dotado cada ángel.
El ángel de la derecha es el Espíritu Santo, que destaca sobre el fondo de las rocas en escaleras, representando la montaña, el tabor, la elevación, el éxtasis y las cumbres proféticas.
El ángel de la izquierda es el hijo. Y su cetro representa la casa, la iglesia, el cuerpo de Cristo.
En el centro el padre. Y detrás de él está el árbol de la vida, el origen. Él se revela eternamente, pero es la díada del Hijo y del Espíritu Santo quien lo revela.
El icono muestra esta comunión, cuyo centro vital es la copa. El Padre desprende una paz hierática e inmóvil a la vez que la ola creciente del movimiento del brazo derecho, y la inclinación del cuello expresan el principio dinámico. Lo inefable del misterio de Dios esta en esta síntesis entre la inmovilidad y el movimiento. Es el Dios viviente de la Biblia, nuestro Padre que está en los cielos.
Del árbol de la vida ha salido la madera de la cruz. Su figura es el eje invisible pero el más evidente de la composición. La aureola, el círculo luminoso alrededor de la cabeza del Padre, la copa y el signo de la tierra se encuentran en la misma línea vertical. Ésta parte el icono en dos y se cruza con la línea horizontal que une los círculos luminosos de los ángeles de los lados, formando la cruz.
La cruz está, por tanto, inscrita en el círculo sagrado de la vida divina. Es el eje viviente del amor trinitario.
El Padre es el amor que crucifica. El Hijo es el amor crucificado. El Espíritu Santo es la cruz del amor, su fuerza invencible.
El Hijo y el Espíritu son las dos manos del Padre. Si se unen los extremos de la mesa, en el punto que se encuentra sobre la cabeza del ángel del medio se ve que los ángeles se sitúan sobre un triángulo equilátero, que significa la unidad y la igualdad de la Trinidad cuya cumbre es el Padre. La línea trazada siguiendo los contornos exteriores de los 3 ángeles forma un círculo perfecto signo de la eternidad divina. Y su centro es la mano del Padre, el Pantokrator.
La visión es una anticipación del Reino de los cielos totalmente impregnada por una luz que no es de este mundo. Impregnada en un gozo puro, desinteresado, divino. El asombro brota del alma, que hace silencio. Por ello los místicos jamás hablan de la cumbre. Porque sólo el silencio la descubre.

Resumen de un trabajo más amplio de Mariano Sedano
Alejandro Córdoba

viernes, 11 de agosto de 2017

BUENOS DÍAS

Señor Jesús,
dijiste a tus discípulos:
"Id por todo el mundo
y  predicad la Buena Nueva
a todos los pueblos",
despierta en mí la vocación misionera.

Te doy gracias por haberme llamado a la Iglesia
Y te pido me ayudes
a compartir mi fe
con quienes aún no creen en Ti.

Te ruego envíes
obreros a recoger la mies.
Y haz que quienes trabajan
en los más lejanos lugares del mundo,
anunciando el Evangelio,
no desmayen en su misión. Amén.

jueves, 10 de agosto de 2017

Plan de vida

Camina alegre entre el ruido y la prisa, y piensa en la paz que se puede encontrar en el silencio.
En cuanto sea posible, y sin renunciar a tus convicciones, mantén buenas relaciones con todos.
Escucha con atención a los demás, aún al torpe e ignorante, que también ellos valen mucho.
Aléjate de las personas negativas, ruidosas y agresivas, porque te pueden contagiar su mal espíritu.
Si te comparas con los demás, adquieres orgullo y desánimo, porque siempre habrá quien te supere y quien tenga menos cualidades.
Disfruta de tus éxitos y agradéceselos a Dios.
Mantén el interés por tu profesión, porque ella es un verdadero tesoro. Allí están tus futuros triunfos.
Sé prudente en tus negocios. El mundo está lleno de engaños y peligros, pero tampoco andes dudando de todo y de todos. Hay más gente buena de la que tú crees.
Acepta con respeto el parecer de quienes tienen muchos años, consulta con interés también el parecer de la juventud. Lo viejo y lo nuevo dan sabiduría.
Cuidado con demasiada soledad, demasiada fatiga o demasiado afán. Muchas angustias y enfermedades nacen de estos tres excesos.
Procura estar en paz con Dios, vivir en paz con tu prójimo y conservar la paz de tu alma. Esto ayudará a ser plenamente feliz.
Que el Plan de vida que Dios ha diseñado para cada uno de nosotros lo sepamos descubrir y aplicar en cada uno de nuestros actos.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Depende del color del cristal

"Nada es verdad ni mentira, todo depende del color del cristal con que se mira".
Una misma realidad para unos puede ser un drama y para otros una gran alegría.
¿Por qué sucede esto?
Porque cada uno miramos la vida de una forma diferente.
Unos se ponen las gafas de la esperanza y el consuelo mientras otros tiñen sus cristales de negro dificultando la visión del colorido que existe a su alrededor.
Unos miran con odio a los demás mientras otros armonizan sus colores con mirada compasiva y misericordiosa.
Unos ven en 3 dimensiones problemas que no son de alto alcance mientras otros intentan tamizar los dolores de la vida marcando una estela de luz a su paso.
¿Qué gafas te pones a diario? ¿las que oscurecen la realidad mostrándote misterio y miedo en cada uno de tus pasos?... ¿o las que transparentan la luz del día en los rostros que a diario encuentras?
Las "gafas" de Jesús, eran claramente "gafas de amor" que miraban tras el cristal limpio y transparente del perdón y la amistad.
¡Esas son las gafas que quiero llevar porque, con seguridad, me ayudarán a ver más allá de lo que veo y a vivir más allá de lo que espero!
El dolor se convertirá en posibilidad de crecimiento y aceptación... y la alegría será oportunidad de ser cada día un poco mejor.