¿Qué es lo que el Señor
quiere que construyamos hoy en la vida? ¿Sobre qué
cimientos quiere que construyamos nuestras vidas? Quisiera responder a estas
preguntas proponiendo tres bases estables sobre las que edificar y reconstruir
incansablemente la vida cristiana.
1.-Memoria
La gracia que tenemos que
pedir al Señor es la de saber recuperar la memoria, la memoria de lo que el
Señor ha hecho en nosotros y por nosotros: recordar que, en el Evangelio se nos
dice qu Él no nos ha olvidado, que se acuerda de nosotros: es más, nos ha
elegido, amado, llamado y perdonado.
Hay también otra memoria
que se ha de custodiar: la memoria de cada pueblo, al que Dios no ha dejado
solos. Incluso en medio de tremendas dificultades, podríamos decir con el
Evangelio que el Señor ha visitado a su pueblo: se ha
acordado de vuestra fidelidad al Evangelio, de las primicias de vuestra fe, de
todos los que han dado testimonio, aun a costa de su sangre, ya que el amor a
Dios vale más que la vida.
2.-Fe
La fe es la esperanza
para vuestro futuro, la luz en el camino de la vida. Existe siempre un peligro
que puede ensombrecer la luz de la fe: es la tentación de considerarla como
algo del pasado, como algo importante, pero perteneciente a otra época, como si
la fe fuera un libro miniado para conservar en un museo.
Sin embargo, si se la
relega a los anales de la historia, la fe pierde su fuerza transformadora, su
intensa belleza, su apertura positiva a todos. La fe, en cambio, nace y renace
en el encuentro vivificante con Jesús, en la experiencia de su misericordia que
ilumina todas las situaciones de la vida. Es bueno que revivamos todos los días
este encuentro vivo con el Señor.
A los jóvenes les pido
que si Jesús os llama para seguirlo más de cerca, para entregar la vida por él
y por los hermanos, no tengáis miedo, dadle vuestro sí.
Él nos conoce, nos ama de
verdad, y desea liberar nuestro corazón del peso del miedo y del orgullo.
Dejándole entrar, seremos capaces de irradiar amor. De esta manera, podréis dar
continuación a vuestra gran historia de evangelización, que la Iglesia y
el mundo necesitan en esta época difícil, pero que es también tiempo de
misericordia.
3.-Amor misericordioso
La vida del discípulo de
Jesús se basa en esta roca, la roca del amor recibido de Dios y ofrecido al
prójimo. Por eso, el rostro de la Iglesia se rejuvenece y se vuelve atractivo
viviendo la caridad.
El amor concreto es la
tarjeta de visita del cristiano: otras formas de presentarse son engañosas e incluso
inútiles, porque todos conocerán que somos sus discípulos si nos amamos unos a
otros.
Os aseguro que estamos
llamados ante todo a construir y reconstruir, sin desfallecer, caminos de
comunión, a construir puentes de unión y superar las barreras que separan. Que
los creyentes den siempre ejemplo, colaborando entre ellos con respeto mutuo y
con diálogo, a sabiendas de que la única competición posible entre los
discípulos del Señor es buscar quién es capaz de ofrecer el amor más grande.
Por otro lado, os
recuerdo que se necesitan cristianos que no se dejen abatir por el cansancio y
no se desanimen ante la adversidad, sino que estén disponibles y abiertos,
dispuestos a servir.
También se necesitan
hombres de buena voluntad, que con hechos y no sólo con palabras ayuden a los
hermanos y hermanas en dificultad; se necesitan sociedades más justas, en las
que cada uno tenga una vida digna y un trabajo justamente retribuido.
Que la Virgen María,
nuestra Madre, os acompañe siempre y guíe los pasos de todos, en el camino de
la fraternidad y de la paz. Que así sea.
Fernando