jueves, 29 de septiembre de 2016

Paz interior

Señor, toma mi vida y permíteme vivir serenamente este día.
Abre mi mente a pensamientos positivos.
Saca de mí todo mal sentir hacia los demás.
Libérame del rencor y de mis temores.
Haz posible que yo pueda sentir gozo, amor, compasión,
y permíteme sentirme vivo otra vez.
Ayúdame a aceptar las cosas como son,
a refrenar mi lengua,
a cumplir con mis tareas diarias,
a dar libertad con amor.
Llévate mis preocupaciones por el futuro.
Que yo pueda darme cuenta de que en Tus manos
todo se me provee,
que no tengo control sobre nada sino sobre mí,
y que puedo levantar confiado mi vista hacia el futuro.
Que pueda redescubrir el momento presente,
que es precioso y pasa muy pronto.
Infúndeme ¡Señor! Tu Santo Espíritu de paz y de luz.
Gracias por aceptar mi carga y por hacerla más liviana.
Amén.

martes, 27 de septiembre de 2016

APERTURA DEL CURSO ENS EN EL ESCORIAL



Este fin de semana los ENS  hemos celebrado en El Escorial la Apertura de curso ENS  2016-2017 con el lema “Construyendo puentes de amor”.
Entre los trescientos equipistas han participado  todos los sectores de la Región Noroeste. Nuestro Sector de Palencia-Salamanca  estrenaba responsables de Sector, Heliodoro y Puri y  coordinadores EDIP, Pedro Pablo y M.ª Ángeles.
El joven equipo superregional entusiasmó a los participantes con una perfecta organización, elegante acogida, bella puesta en escena, tecnologías punta, nivel de liderazgo y entusiasmo de creyentes comprometidos con la alegría del evangelio que tiende puentes de amor hacia los compañeros de la misión.

Inolvidable experiencia motivadora de una total entrega.

Pedro Pablo y Mª Ángeles



lunes, 26 de septiembre de 2016

Papa Francisco y la Familia: Misericordia, acróstico y doce consejos


Francisco explicó que el acróstico de Misericordia compone un catálogo no exhaustivo de las virtudes necesarias para todos aquellos que quieren hacer fértil su consagración o su servicio a la Iglesia.
La letra “m”, de “misionariedad y pastoralidad”. La misionariedad es lo que hace y muestra a la Iglesia fértil y fecunda; es prueba de la eficacia, la capacidad y la autenticidad de nuestro obrar. La pastoralidad sana, es una virtud indispensable, de modo especial para cada sacerdote, y es la búsqueda cotidiana de seguir al Buen Pastor, que cuida de sus ovejas y da su vida para salvar la vida de los demás.
               La “i”, de “idoneidad y sagacidad”. La idoneidad, unida a aquel esfuerzo personal para realizar las propias tareas y actividades, con la inteligencia y la intuición. La idoneidad es contraria a las recomendaciones y los sobornos. La sagacidad es la prontitud de nuestra mente para comprender y afrontar las situaciones, con sabiduría y creatividad.
               La “s” de  “spiritualità e umanità” (Espiritualidad y humanidad). La espiritualidad es la columna vertebral de cualquier servicio en la Iglesia y en la vida cristiana. Ésta alimenta todo nuestro obrar, lo corrige y lo protege de la fragilidad humana y de las tentaciones cotidianas. La humanidad es aquello que encarna la autenticidad de nuestra fe. Quien renuncia a su humanidad, renuncia a todo. La humanidad nos hace diferentes de las máquinas y los robots, que no sienten y no se conmueven. Cuando nos resulta difícil llorar seriamente o reír apasionadamente —son dos signos—, entonces se ha iniciado nuestro deterioro y nuestro proceso de transformación de ‘hombres’ a algo diferente.
                La “e” de “ejemplaridad y fidelidad”. La ejemplaridad sirve para evitar los escándalos que hieren las almas y amenazan la credibilidad de nuestro testimonio; mientras que la fidelidad va unida a nuestra consagración, a nuestra vocación, recordando siempre las palabras de Cristo: ‘Él que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto’.
La “r” de “racionalidad y amabilidad”. La racionalidad sirve para evitar los excesos emotivos, y la amabilidad para evitar los excesos de la burocracia, las programaciones y las planificaciones. Todo exceso es indicio de algún desequilibrio, tanto el exceso de racionalidad, como el exceso de amabilidad.
La “i” de “inocuidad y determinación”. La inocuidad nos hace cautos en el juicio, capaces de abstenernos de acciones impulsivas y apresuradas, es la capacidad de sacar lo mejor de nosotros mismos, de los demás y de las situaciones, actuando con atención y comprensión. La determinación es la capacidad de actuar con voluntad decidida, visión clara y obediencia a Dios, y solo por la suprema ley de la “salus animarum” (salud del alma).
La “c” de  “caridad y verdad”. Son dos virtudes inseparables de la existencia cristiana: ´realizar la verdad en la caridad y vivir la caridad en la verdad’. Hasta el punto en que la caridad sin la verdad se convierte en la ideología del bonachón destructivo, y la verdad sin la caridad, en el afán ciego de judicializarlo todo.
La “o” de “onestà e maturità” (“honestidad y madurez”). La honestidad es la rectitud, la coherencia y el actuar con sinceridad absoluta con nosotros mismos y con Dios, mientras que la madurez es el esfuerzo para alcanzar una armonía entre nuestras capacidades físicas, psíquicas y espirituales.
La segunda “r” del acróstico de Francisco corresponde a “respetuosidad y humildad”. La respetuosidad es una cualidad de las almas nobles y delicadas, y es propia de las personas que tratan siempre de demostrar respeto auténtico a los demás, al propio cometido, a los superiores y a los subordinados, a los legajos, a los documentos, al secreto y a la discreción; es la capacidad de saber escuchar atentamente y hablar educadamente. La humildad, en cambio, es la virtud de los santos y de las personas llenas de Dios, que cuanto más crecen en importancia, más aumenta en ellas la conciencia de su nulidad y de no poder hacer nada sin la gracia de Dios.
La “d” de “dadivosidad”: seremos mucho más dadivosos de alma y más generosos en dar, cuanta más confianza tengamos en Dios y en su providencia, conscientes de que cuanto más damos, más recibimos. Sería inútil abrir todas las puertas santas de todas las basílicas del mundo si la puerta de nuestro corazón permanece cerrada al amor, si nuestras manos no son capaces de dar, si nuestras casas se cierran a la hospitalidad y nuestras iglesias a la acogida.
                La “i” de “impavidez y prontitud”. La impavidez  o ser impávido significa no dejarse intimidar por las dificultades, como Daniel en el foso de los leones o David frente a Goliat; significa actuar con audacia y determinación; sin tibieza, ‘como un buen soldado’. La prontitud, en cambio, consiste en saber actuar con libertad y agilidad, sin apegarse a las efímeras cosas materiales, ya que estar listos quiere decir estar siempre en marcha, sin sobrecargarse acumulando cosas inútiles y encerrándose en los propios proyectos, y sin dejarse dominar por la ambición.
                La  “a”, de “atendibilidad y sobriedad”. El atendible es quien sabe mantener los compromisos con seriedad y fiabilidad cuando se cumplen, pero sobre todo cuando se encuentra solo; es aquel que irradia a su alrededor una sensación de tranquilidad, porque nunca traiciona la confianza que se ha puesto en él. La sobriedad —la última virtud de esta lista, aunque no por importancia— es la capacidad de renunciar a lo superfluo y resistir a la lógica consumista dominante. Además, la sobriedad es prudencia, sencillez, esencialidad, equilibrio y moderación. La sobriedad es mirar el mundo con los ojos de Dios y con la mirada de los pobres y desde la parte de los pobres. Quien es sobrio es una persona coherente y esencial en todo, porque sabe reducir, recuperar, reciclar, reparar y vivir con un sentido de la proporción.
                También os propongo profundizar, enriquecer y completar la lista propuesta, y que sea nuestra guía y nuestro faro, porque la misericordia no es un sentimiento pasajero, sino la síntesis de la Buena Noticia; es la opción de los que quieren tener los sentimientos del Corazón de Jesús, de quien quiere seriamente seguir al Señor.
               Que sea la misericordia, la que guíe nuestros pasos, la que inspire nuestras reformas, la que ilumine nuestras decisiones.

Amén.                                                                                                                                                                Fernando

domingo, 25 de septiembre de 2016

No ignorar al que sufre

El contraste entre los dos protagonistas de la parábola es trágico. El rico se viste de púrpura y de lino. Toda su vida es lujo y ostentación. Solo piensa en «banquetear espléndidamente cada día». Este rico no tiene nombre pues no tiene identidad. No es nadie. Su vida vacía de compasión es un fracaso. No se puede vivir solo para banquetear.
Echado en el portal de su mansión yace un mendigo hambriento, cubierto de llagas. Nadie le ayuda. Solo unos perros se le acercan a lamer sus heridas. No posee nada, pero tiene un nombre portador de esperanza. Se llama «Lázaro» o «Eliezer», que significa «Mi Dios es ayuda».
Su suerte cambia radicalmente en el momento de la muerte. El rico es enterrado, seguramente con toda solemnidad, pero es llevado al «Hades» o «reino de los muertos». También muere Lázaro. Nada se dice de rito funerario alguno, pero «los ángeles lo llevan al seno de Abrahán». Con imágenes populares de su tiempo, Jesús recuerda que Dios tiene la última palabra sobre ricos y pobres.
Al rico no se le juzga por explotador. No se dice que es un impío alejado de la Alianza. Simplemente, ha disfrutado de su riqueza ignorando al pobre. Lo tenía allí mismo, pero no lo ha visto. Estaba en el portal de su mansión, pero no se ha acercado a él. Lo ha excluido de su vida. Su pecado es la indiferencia.
Según los observadores, está creciendo en nuestra sociedad la apatía o falta de sensibilidad ante el sufrimiento ajeno. Evitamos de mil formas el contacto directo con las personas que sufren. Poco a poco, nos vamos haciendo cada vez más incapaces para percibir su aflicción.
La presencia de un niño mendigo en nuestro camino nos molesta. El encuentro con un amigo, enfermo terminal, nos turba. No sabemos qué hacer ni qué decir. Es mejor tomar distancia. Volver cuanto antes a nuestras ocupaciones. No dejarnos afectar.
Si el sufrimiento se produce lejos es más fácil. Hemos aprendido a reducir el hambre, la miseria o la enfermedad a datos, números y estadísticas que nos informan de la realidad sin apenas tocar nuestro corazón. También sabemos contemplar sufrimientos horribles en el televisor, pero, a través de la pantalla, el sufrimiento siempre es más irreal y menos terrible. Cuando el sufrimiento afecta a alguien más próximo a nosotros, no esforzamos de mil maneras por anestesiar nuestro corazón.
Quien sigue a Jesús se va haciendo más sensible al sufrimiento de quienes encuentra en su camino. Se acerca al necesitado y, si está en sus manos, trata de aliviar su situación.
- José Antonio Pagola
26 Tiempo ordinario - C
(Lucas 16,19-31)
25 de septiembre 2016

sábado, 24 de septiembre de 2016

Aprender a bailar bajo la lluvia

Decía Vivian Greene que la vida no es esperar a que pase la tormenta, sino aprender a bailar bajo la lluvia. Convencido de ello te propongo y me propongo que aun en los momentos más difíciles busques una sonrisa.
Te lo pido y me lo pido a través de la canción ‘Busco sonrisas’ de El Sueño de Morfeo,
La letra dice así:
Busco sonrisas que no lleven prisa, 

que sean de verdad
con credibilidad, 

que salgan de dentro. 

Busco ese gesto, 

en peligro de extinción. 

Busco en las caras de todos esa gran sonrisa, 

ojos que brillen llenos de emoción. 


Busco sonrisas para enamorarnos, 

para sentirnos vivos, 

para ilusionarnos. 

Busco sonrisas, 

dame una sonrisa. 


Busco sonrisas que no sean postizas, 

busco afinidad, 

esa complicidad
busco ese momento. 

Busco ese gesto lleno de satisfacción, 

yo quiero sonrisas
que salgan del corazón. 


Busco en las caras de todos esa gran sonrisa, 

ojos que brillen llenos de emoción. 


Busco sonrisas para enamorarnos, 

para sentirnos vivos, 

para ilusionarnos. 

Sonrisa, sonrisa, sonrisa 


Regálame una sonrisa,
sólo quiero sonrisas, 

busco sonrisas.

Alejandro Córdoba

jueves, 22 de septiembre de 2016

¿Hasta cuando diré mañana?

Fíjate en el segundero de la foto de este post... camina veloz, pasa deprisa, no tiene cansancio, no vuelve atrás...
Mientras has leído estas lineas ha pasado una parte de tu vida, diminuta pero parte importante que ya no volverá nunca.
Por eso es fundamental vivir el presente, mirar hacia el futuro con ojos esperanzadores, creer que los proyectos imposibles pueden hacerse realidad.
No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy porque el "hoy" ya no vuelve, porque la vida es una oportunidad que nunca pasa dos veces, porque necesitamos que tu tiempo sea para dar amor a los demás.
¿Hasta cuando diremos "mañana, mañana"? ¿Por qué no hoy? por qué no poner fin a aquello que nos ata para ser capaces de abrir nuestros brazos a la amistad, la ternura, el esfuerzo y la oración que nos engrandece?
Jesús vivió el presente dándolo todo a cada momento y legándonos un mensaje que perdura en el tiempo. Hoy es hoy, y mañana ¿seguiremos mirando el segundero o caminaremos por el sendero del presente?

Encar_AM

martes, 20 de septiembre de 2016

Soportar con paciencia a las personas molestas (II)

Todos conocemos a personas que nos resultan difíciles. Los motivos pueden ser de lo más dispares: que habla demasiado, que casi no habla, que sus ideas son irracionales, que es un frívolo, un maleducado o un pesado...incluso puede haber cosas totalmente subjetivas que hacen que cojamos manía a gente que no ha hecho nada malo. Parece que está en la naturaleza humana que haya personas con las que sintamos más afinidad que con otras. 
Una palabra que arroja luz a esta aparentemente difícil obra de misericordia es sobrellevar. El diccionario de la RAE la define como llevar a cuestas una carga para aliviar a otra persona. Sobrellevarse mutuamente, que dice San Pablo, no significa ser amigo de todo el mundo, ni mucho menos. Lo que sí significa es asumir que todos llevamos cargas, algunos más pesadas que otros, que en algún momento necesitamos que alguien comparta con nosotros y nos ayude a seguir el camino. 
Dicen que era Platón el que invitaba a ser amable con todo el mundo, porque todos estamos librando una gran batalla en nuestro interior. De esa batalla, surgen los defectos y las posibles molestias a los demás. Identificar en nosotros esa batalla nos hace ver a los demás con otros ojos, pues muchas veces, esas batallas no son culpa de nadie sino consecuencia de las circunstancias, más o menos duras, por las que ha pasado una persona. 
Y siempre debe hacerse con paciencia. La paciencia, como decía Santa Teresa, todo lo alcanza. En el caso de los defectos de los demás, nos ayuda a descubrir que, muchas veces, la persona no va a cambiar eso que tanto nos molesta. La caridad cristiana nos anima a no desesperar, y a ver los defectos de esa persona con los mismos ojos con los que los ve Dios. 

lunes, 19 de septiembre de 2016

Año de la Misericordia: Papa Francisco y la Familia: Ante el enfermo nos invita a imitar el servicio de María y su confianza en Jesús



                La enfermedad, especialmente aquella grave, pone siempre en crisis la existencia humana y trae consigo interrogantes que excavan en lo íntimo. El primer momento a veces puede ser de rebelión: ¿Por qué me ha sucedido justo a mí? Se puede entrar en desesperación, pensar que todo está perdido y que ya nada tiene sentido.
                En estas situaciones, por un lado, la fe en Dios es puesta a prueba, pero al mismo tiempo revela toda su potencialidad positiva. No porque la fe haga desaparecer la enfermedad, el dolor, o los interrogantes que derivan de ello; sino porque ofrece una clave con la cual podemos descubrir el sentido más profundo de lo que estamos viviendo; una clave que nos ayuda a ver de qué modo la enfermedad puede ser el camino para llegar a una cercanía más estrecha con Jesús, que camina a nuestro lado, cargando la Cruz. Y esta clave nos la proporciona su Madre, María, experta de este camino.

                El banquete de bodas de Caná es un icono de la Iglesia: en el centro está Jesús misericordioso que realiza la señal; a su alrededor están los discípulos, las primicias de la nueva comunidad; y cerca está María, Madre previdente y orante. María participa en el gozo de la gente común y contribuye a aumentarla; intercede ante su Hijo por el bien de los esposos y de todos los invitados. Y Jesús no rechazó la petición de su Madre.
                ¡Cuánta esperanza en este acontecimiento para todos nosotros! Tenemos una Madre que tiene sus ojos atentos y buenos, como su Hijo; su corazón materno está lleno de misericordia, como Él; las manos que quieren ayudar, como las manos de Jesús que partían el pan para quien estaba con hambre, que tocaban a los enfermos y les curaba. Esto nos llena de confianza y hace que nos abramos a la gracia y a la misericordia de Cristo.
                La petición de María, durante el banquete nupcial, sugerida por el Espíritu Santo a su corazón materno, hizo surgir no sólo el poder mesiánico de Jesús, sino también su misericordia.
             En la solicitud de María se refleja la ternura de Dios, y esa misma ternura se hace presente en la vida de muchas personas que se encuentran al lado de los enfermos y saben captar sus necesidades, aún las más imperceptibles, porque miran con ojos llenos de amor.

                ¡Cuántas veces vemos a una madre a la cabecera de su hijo enfermo, o, a un hijo que se ocupa de su padre anciano, o, a un nieto que está cerca del abuelo o de la abuela,… y, ponen su invocación en las manos de la Virgen! Pidamos a Jesús misericordioso, a través de la intercesión de María, Madre suya y nuestra, que nos conceda a todos nosotros esta disponibilidad al servicio de los necesitados, y concretamente, de nuestros hermanos y de nuestras hermanas enfermas.
                A veces este servicio puede resultar fatigoso, pesado, pero estamos seguros que el Señor no dejará de transformar nuestro esfuerzo humano en algo divino. También nosotros podemos ser manos, brazos, corazones que ayudan a Dios a realizar sus prodigios, con frecuencia escondidos.

                Deseo que, en el marco de este Año de la Misericordia, cada hospital o cada estructura de sanación sea signo visible, y, lugar para promover la cultura del encuentro y de la paz, donde la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento, así como también la ayuda profesional y fraterna, contribuyan a superar todo límite y toda división.

                Confiemos a la intercesión de la Virgen las ansias y las tribulaciones, junto con los gozos y las consolaciones, y dirijamos a ella nuestra oración, a fin de que vuelva a nosotros sus ojos misericordiosos, especialmente en los momentos de dolor, y nos haga dignos de contemplar, hoy y por siempre, el Rostro de la misericordia, a su Hijo Jesús. Muchas gracias.
                                                                                                                                             Fernando 

domingo, 18 de septiembre de 2016

Dinero

La sociedad que conoció Jesús era muy diferente a la nuestra. Solo las familias poderosas de Jerusalén y los grandes terratenientes de Tiberíades podían acumular monedas de oro y plata. Los campesinos apenas podían hacerse con alguna moneda de bronce o cobre, de escaso valor. Muchos vivían sin dinero, intercambiándose productos en un régimen de pura subsistencia.
En esta sociedad, Jesús habla del dinero con una frecuencia sorprendente. Sin tierras ni trabajo fijo, su vida itinerante de profeta dedicado a la causa de Dios le permite hablar con total libertad. Por otra parte, su amor a los pobres y su pasión por la justicia de Dios lo urgen a defender siempre a los más excluidos.
Habla del dinero con un lenguaje muy personal. Lo llama espontáneamente «dinero injusto» o «riquezas injustas». Al parecer, no conoce «dinero limpio». La riqueza de aquellos poderosos es injusta porque ha sido amasada de manera injusta y porque la disfrutan sin compartirla con los pobres y hambrientos.
¿Qué pueden hacer quienes poseen estas riquezas injustas? Lucas ha conservado unas palabras curiosas de Jesús. Aunque la frase puede resultar algo oscura por su concisión, su contenido no ha de caer en el olvido. «Yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas».
Jesús viene a decir así a los ricos: «Emplead vuestra riqueza injusta en ayudar a los pobres; ganaos su amistad compartiendo con ellos vuestros bienes. Ellos serán vuestros amigos y, cuando en la hora de la muerte el dinero no os sirva ya de nada, ellos os acogerán en la casa del Padre». Dicho con otras palabras: la mejor forma de «blanquear» el dinero injusto ante Dios es compartirlo con sus hijos más pobres.
Sus palabras no fueron bien acogidas. Lucas nos dice que «estaban oyendo estas cosas unos fariseos, amantes de las riquezas, y se burlaban de él». No entienden el mensaje de Jesús. No les interesa oírle hablar de dinero. A ellos solo les preocupa conocer y cumplir fielmente la ley. La riqueza la consideran como un signo de que Dios bendice su vida.
Aunque venga reforzada por una larga tradición bíblica, esta visión de la riqueza como signo de bendición no es evangélica. Hay que decirlo en voz alta porque hay personas ricas que de manera casi espontánea piensan que su éxito económico y su prosperidad es el mejor signo de que Dios aprueba su vida.
Un seguidor de Jesús no puede hacer cualquier cosa con el dinero: hay un modo de ganar dinero, de gastarlo y de disfrutarlo que es injusto pues olvida a los más pobres.
José Antonio Pagola
25 Tiempo ordinario - C
(Lucas 16,1-13)
18 de septiembre 2016

sábado, 17 de septiembre de 2016

El éxito sale de dentro

La falta de compromiso en tu vida y la mala gestión de tu energía personal son hábitos poco saludables y enemigos peligrosos.
¿Soluciones? Marcarte metas, planificar objetivos y focalizar esfuerzos te aportará energía mental. Comer bien, hacer ejercicio y dormir adecuadamente te aportará energía física. Abrazar, besar, reír, te aportará energía emocional. Meditar y/o rezar te aportará energía espiritual.
La incapacidad para decir que no es un hábito nada saludable.
Puedes decir que no con respeto, puedes decir que no de inmediato, puedes decir que no y proponer a alguien que podría decir que sí. Pero decir que sí solo porque no puedes soportar el dolor que a corto plazo supone decir que no nunca va a ayudarte con lo que tengas que hacer” (Seth Godin).
- El miedo al caos te llevará al caos
Cualquier cosa que construyas a gran escala o con pasión invita al caos” (Francis Ford Coppola). Acostúmbrate a ello y supéralo.
- Hay entornos poco propicios para lograr tus metas
No vivimos aislados sino que nos influyen las personas que nos rodean.
Los moribundos se lamentan de “no haberse permitido ser más felices, haberse mantenido más en contacto con sus amigos, haber expresado más sus sentimientos, no haber trabajado tanto y, sobre todo, haber sido más fiel a sí mismos, no viviendo la vida que otros esperaban que viviera” (Bronnie Ware).
“Rodéate solo de gente que vaya a impulsarte hacia arriba” (Oprah Winfrey).
“La carretera del éxito está siempre en obras” (Lilly Tomlin).
Pavimenta el trayecto con las personas adecuadas.
Sé consciente de que el éxito sale de dentro.
Alejandro Córdoba

viernes, 16 de septiembre de 2016

Soportar con paciencia a las personas molestas

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.. o a los brasas de turno.
Es la típica persona a la que rehuyes cuando la ves de lejos. A veces es alguien que te cansa porque habla y habla y habla, sin dejar que nadie meta baza. También pasa que, aunque no tengas nada en su contra, solamente su presencia te pone nervioso y no puedes soportarla… Cuando nada más te la cruzas de vez en cuando, es relativamente fácil aguantarla. El problema viene cuando te toca compartir un espacio diariamente con ella, sea en el trabajo, en los estudios, en un rato de ocio (donde en vez de desconectar te pones más nervioso todavía…). El caso es que las personas molestas están por todos lados. Además parece que estuvieran dispuestas a fastidiarte la vida en cualquier ocasión o lugar.
Ante esta realidad, la reacción que tenemos todos es casi siempre la misma. Imaginamos que nuestra clase sería perfecta si Fulanito no estuviera en ella, o que la oficina funcionaría mucho mejor si echaran a Menganito, que no hace más que tener líos con todo el mundo y tiene harto al personal. Pero este pensamiento tiene dos trampas muy grandes. La primera es que normalmente no es cierto, puesto que al desaparecer la persona molesta del grupo, siempre hay alguien que con el paso del tiempo ocupa su papel. No sabemos qué pasa, pero las personas molestas tienden a reaparecer, como si en todo grupo humano hubiera la necesidad de un “punching ball” que focalice los cabreos de la mayoría. Y la segunda trampa es que con este pensamiento siempre ponemos el foco del problema fuera de nosotros. Pensamos que el problema lo tiene la otra persona (que para eso es molesta), sin que ni siquiera nos pase por la cabeza la idea de que a lo mejor nosotros también somos molestos para otros, y quizá algunos piensen que todo iría mucho mejor si no estuviéramos en el grupo.

Si a todo esto le añadimos el factor cristiano, la cosa se complica. Porque ya no se trata solo de convivir pacíficamente, sino de saber ver que el pesado de turno es mi hermano (cosa que a veces parece mucho más difícil que amar a los enemigos…). Pero creo que como cristianos nos jugamos mucho precisamente en las pequeñas luchas del día a día, como la de soportar con paciencia a los pesados. La cosa está en cómo hacerlo, y a mí personalmente me ayuda (que no quiere decir que me solucione el tema), pensar que si Jesús ocupó el último lugar en todo, también ocupó el del pesado. Sí, es mucho más fácil imaginar a Jesús como un pobre mendigo al que no conocemos que como esa persona que nos saca de quicio todos los días, pero es cierto que Él está también en el que nos da la paliza cada día. Y pensarlo de vez en cuando, cuando tratamos con ella y nos pone nerviosos, rezar por ella en algún momento, puede hacernos más fácil la relación e incluso puede ayudarnos a quererla un poco más. 

jueves, 15 de septiembre de 2016

Parábola del estudiante

En aquel tiempo, Jesús se acercó a un grupo de estudiantes y les dijo:
-Venid conmigo. Os necesito para llevar el Evangelio a todos los pueblos.
Los jóvenes se quedaron sorprendidos. Uno de ellos se atrevió a decir en nombre de todos:
-Señor, estamos convencidos de que nuestra vida tiene sentido desde la llamada que nos haces, pero en mala fecha nos la propones, porque estamos en Junio y ya sabes que empiezan los exámenes.
Jesús se entristeció. Después de un breve silencio les contó una parábola:
-" En una pequeña aldea de leñadores había un árbol recio, grande y fuerte. Todo el mundo decía que la calidad de su madera era inmejorable. Lo habían preparado durante años para que alcanzara una cierta envergadura. Pronto sacarían de él gran cantidad de madera, que exportarían a otros lugares durante largo tiempo. Este árbol de excelente calidad iba a ser la fuente de la prosperidad de la aldea durante años.
Un día de tormenta un rayo alcanzó al recio árbol, partiéndolo en dos. El impacto hizo saltar una chispa y la madera comenzó rápidamente a arder, consumiéndose en un instante. Sin embargo, el viejo árbol que había al lado, al cual el pueblo estaba dejando morir -pues la madera no era de calidad- resistió a las llamas sin dificultad"
-¿Cuál creéis que era el árbol de mejor calidad?- pregunto Jesús.
Los estudiantes contestaron inmediatamente:
- El que no se quemó.
Jesús añadió:
- En verdad, en verdad os digo que se sabe de qué madera está hecho uno cuando el fuego está cerca.- y prosiguió su camino.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Trabajar en común... como las hormigas

El trabajo de las hormigas y sus ocupaciones son muy parecidas a las de las personas. Siempre se han caracterizado por su laboriosidad. Realizan todo tipo de trabajos, vamos a ver algunos. 

Hay hormigas carpinteras que se introducen en las madera y la dejan hueca por dentro. Existen también hormigas recolectoras que viven de las semillas y de las hojas que reúnen y almacenan para alimentarse durante el invierno. Éstas son las más previsoras. Hay hormigas guerreras que son las que defienden los hormigueros de las agresiones externas. La hormiga albañil se encarga de hacer los enormes hormigueros. También esta la hormiga reina, cuya misión es poner huevos y hacer que nazcan nuevas hormigas...

En una cosa coinciden todas las hormigas: en el trabajo, la laboriosidad y el sentido de grupo. Estos pequeños y diminutos animales nos dan ejemplo de trabajo bien hecho y de constancia al trabajar unidos. Las hormigas poseen 

Una distribución social muy interesante. Cada una realiza el trabajo que le ha sido encomendado para beneficio del grupo. Lo más importante no es lo que hace cada una sino lo que son capaces de hacer juntas. Así cuando llega el frío invierno todas las hormigas tienen alimentos y enormes hormigueros donde descansar.

martes, 13 de septiembre de 2016

Oración al Dios de la Misericordia

Y dice Dios:
Yo no amo a los buenos (aunque también).
Yo amo a los malos (sobre todo).
Los buenos ya tienen bastante con su bondad.

Los buenos tienen virtudes, méritos, valores.
Un historial de compromiso,
escrito en el libro de oro de los reconocimientos
¿Para qué me quieren a mí?

Yo, el Dios del amor y de la misericordia,
les ofrezco el desierto,
una tienda, un oasis,
un poco de agua, varias puestas de sol,
el silencio, (nunca el reproche), mi amor y mi compañía.

Es todo lo que tengo.
Les doy todo lo mío.
Para los buenos no sé si me alcanzará,
pero voy a intentarlo también.

Y le dije a Jesús que se subiera a un árbol,
y desde allí, en medio de la plaza mayor, gritase:
Las prostitutas irán por delante de vosotros en el reino.
Venid los cansados y agobiados.
Yo soy el camino, y la verdad y la vida.
Vuestro Padre que ve en lo escondido...

Y nosotros le diremos:
Gracias, Señor, pero aumenta nuestra fe...
Estamos tan confundidos y ofuscados
por otros intereses, por otras componendas,
que se nos olvida lo que es fundamental
para poder disfrutar de Ti y de tu presencia..

Estamos tan seguros de que lo que hacemos, pactamos
y firmamos va a ser lo mejor para tu reino,
que nos vamos llenos de razones contundentes
dejando a tantos corazones sin esa migaja de escucha,
de atenta compresión de su dolor y su esperanza.

Poco remedio tenemos, Señor,
Pero Tú sabes que sin ser buenos del todo,
Tampoco somos tan malos como piensan.
Confiamos en que Tú,
-que sabes sacar la “media”-
nos sostengas, acompañes y nos ames,
olvidando las miserias.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Año de la Misericordia: Papa Francisco y la Familia: sobre la comunicación



       
Una tarea de todo cristiano es comunicar con misericordia, lo que provoca “proximidad” con la otra persona y ayuda a crear comunión. Por eso, lo que decimos y cómo lo decimos, cada palabra y cada gesto, debería expresar la compasión, la ternura y el perdón de Dios para con todos. 
        En un mundo dividido, fragmentado, polarizado, comunicar con misericordia significa contribuir a la buena, libre y solidaria cercanía entre los hijos de Dios y los hermanos en humanidad. También la Iglesia, unida a Cristo, encarnación viva de Dios Misericordioso, está llamada a vivir la misericordia como rasgo distintivo de todo su ser y actuar.
       El amor, por su naturaleza, es comunicación, lleva a la apertura, no al aislamiento. Y si nuestro corazón y nuestros gestos están animados por la caridad, por el amor divino, nuestra comunicación será portadora de la fuerza de Dios.
      Los bautizados están llamados a comunicar con todos, sin exclusión. Para ello, la Iglesia utiliza la misericordia, con la que puede tocar el corazón de las personas y sostenerlas en el camino hacia la plenitud de la vida.
      En definitiva, se trata de acoger en nosotros y de difundir a nuestro alrededor el calor de la Iglesia Madre, de modo que Jesús sea conocido y amado, ese calor que da contenido a las palabras de la fe y que enciende, en la predicación y en el testimonio, la ‘chispa’ que los hace vivos.

      La comunicación tiene el poder de crear puentes, de favorecer el encuentro y la inclusión, enriqueciendo de este modo la sociedad, tanto en el mundo físico como en el digital. Así que, las palabras y las acciones han de ser apropiadas para ayudarnos a salir de los círculos viciosos de las condenas y las venganzas, que siguen enmarañando a individuos y naciones, y que llevan a expresarse con mensajes de odio.
      El cristiano, con su palabra, se propone hacer crecer la comunión, incluso cuando debe condenar con firmeza el mal, ya que trata de no romper nunca la relación y la comunicación.

       Invito a todos a descubrir, en la comunicación, el poder de la misericordia de sanar las relaciones dañadas y de volver a llevar paz y armonía a las familias y a las comunidades. Todos sabemos en qué modo las viejas heridas y los resentimientos que arrastramos pueden atrapar a las personas e impedirles comunicarse y reconciliarse, al igual que sucede en las relaciones entre los pueblos.
      En todos estos casos, la misericordia es capaz de activar un nuevo modo de hablar y dialogar, como tan elocuentemente expresó Shakespeare: La misericordia no es obligatoria, cae como la dulce lluvia del cielo sobre la tierra que está bajo ella. Es una doble bendición: bendice al que la concede y al que la recibe.
      También el lenguaje de la política y la diplomacia ha de inspirar misericordia. Hago un llamamiento, sobre todo, a cuantos tienen responsabilidades institucionales, políticas y de formar la opinión pública, a que estén siempre atentos al modo de expresase cuando se refieren a quien piensa o actúa de forma distinta, o a quienes han cometido errores.

      Se necesita, sin embargo, valentía para orientar a las personas hacia procesos de reconciliación. ¡Cómo desearía que nuestro modo de comunicar, y también nuestro servicio de pastores de la Iglesia, nunca expresara el orgullo soberbio del triunfo sobre el enemigo, ni humillara a quienes la mentalidad del mundo considera perdedores y material de desecho. Nosotros podemos y debemos juzgar situaciones de pecado –violencia, corrupción, explotación, etc.–, pero no podemos juzgar a las personas, porque sólo Dios puede leer en profundidad sus corazones. Nuestra tarea es amonestar a quien se equivoca, denunciando la maldad y la injusticia de ciertos comportamientos, con el fin de liberar a las víctimas y de levantar al caído. Las palabras de Jesucristo en el Evangelio de San Juan “La verdad os hará libres”, son dulce misericordia y el modelo para nuestro modo de anunciar la verdad y condenar la injusticia.
       Nuestra primordial tarea es afirmar la verdad con amor, puesto que sólo palabras pronunciadas con amor y  acompañadas de mansedumbre y misericordia, tocan los corazones de quienes somos pecadores. Y, al contrario, palabras y gestos duros, y moralistas, corren el riesgo de hundir más a quienes querríamos conducir a la conversión y a la libertad, reforzando su sentido de negación y de defensa.

       Es fundamental escuchar. Comunicar significa compartir, y para compartir se necesita escuchar, acoger. Escuchar es mucho más que oír. Oír hace referencia al ámbito de la información; escuchar, sin embargo, evoca la comunicación, y necesita cercanía. Aunque reconozcamos que escuchar nunca es fácil. A veces, es más cómodo fingir ser sordos.
        Escuchar significa prestar atención, tener deseo de comprender, de valorar, respetar, custodiar la palabra del otro, y, al hacerlo, se origina una especie de martirio, un sacrificio de sí mismo en el que se renueva el gesto realizado por Moisés ante la zarza ardiente: quitarse las sandalias en el ‘terreno sagrado’ del encuentro con el otro que me habla.

        Estemos atentos a las nuevas formas de comunicación como son los correos electrónicos, los mensajes de texto, las redes sociales, los foros.  Pensemos que no es la tecnología la que determina si la comunicación es auténtica o no, sino el corazón del hombre y su capacidad para usar bien los medios a su disposición. Las redes sociales son capaces de favorecer las relaciones y de promover el bien de la sociedad, pero también pueden conducir a una ulterior polarización y división entre las personas y los grupos.
         El entorno digital es como una plaza, un lugar de encuentro, donde se puede acariciar o herir, tener una provechosa discusión o un linchamiento moral. El acceso a las redes digitales lleva consigo una responsabilidad por el otro, que no vemos, pero que es real; tiene una dignidad que debe ser respetada. La red puede ser bien utilizada para hacer crecer una sociedad sana y abierta a la puesta en común.
        La proximidad que se produce en el encuentro entre comunicación y misericordia genera el … que se hace cargo, consuela, cura, acompaña y celebra.

                                                                                     Fernando