viernes, 31 de julio de 2015

"Risto"

Imagínate que la vida fuera el escenario de un concurso donde tuvieras que demostrar al jurado y al público que tienes suficiente talento como para seguir adelante, que tú realmente sí que vales. Un foco se ilumina sobre ti, solo en medio del escenario; un teatro entero, que ya ha hecho un juicio sobre tu aspecto, contemplándote, en silencio, esperando tu actuación; y la mirada de un jurado que puede interrumpir en seco tu representación si esta no le gusta... Si aun así consigues llegar hasta el final, todavía te queda aguantar los comentarios críticos del jurado, que no ha perdido ojo sobre ti... ¿pasarás adelante o no?

No son pocos los que viven la vida de esta manera: bajo los focos de una sociedad que exige la mejor versión de ellos mismos para ser tenidos en cuenta, bajo la atenta mirada de un Dios que les exigirá responsabilidades por todos los talentos y expectativas que se pusieron en ellos al venir a este mundo. Si la vida fuera como este talent show y Dios fuera su jurado, cuesta poco imaginarle con el gesto de Risto Mejide: impasible, escondido detrás de unas gafas oscuras que tapan una mirada dura, dispuesto siempre a caer encima de quien no llega a la altura, sin dejar pasar a nadie que no lo merezca... ¿Y quién podría presentarse delante de la mirada de un Dios así?


Por fortuna, como dice el poeta Casaldáliga, al final del camino nos preguntarán si hemos vivido, si hemos amado. Y nosotros, sin decir nada, descubriremos nuestro corazón, ojalá que lleno de nombres. Así, si la vida es un concurso ganarían aquellos que más sirven y quienes más se entregan, aquellos que más aman a los que nadie más ama, aquellos que se ponen al servicio de los más pequeños y viven la vida desde esa intensidad, la de saber responder desde el agradecimiento. No hacen falta heroismos ni intentar convencer a nadie. Vayamos por la vida sin temor porque nuestro Juez nos ha amado primero y nos mira con los ojos de quien todo lo acoge en su amor.

jueves, 30 de julio de 2015

De teléfonos, batamantas y creencias

Siempre me han impresionado esos teleoperadores que llaman a tu casa (normalmente a la hora de la siesta), para ofrecerte un cambio de línea de teléfono. O los anuncios de la Teletienda, en los que terminas creyendo que necesitas esa batamanta o la manguera que se estira hasta el último rincón del jardín. Los teleoperadores son gente insistente, que parecen creer en su producto y que venderían a su propia madre para hacerte ver que esto es así (por mucho que intentes colgarles diciéndoles que no te interesa). Y los anuncios están hechos de tal manera que llegan a hacerte pensar cómo has podido vivir tanto tiempo sin un cacharro como ese.

Al lado de estas dos realidades, me encuentro con que los cristianos (esos que decimos que con Jesús hemos encontrado un tesoro en el campo...), hacemos un anuncio y una propaganda tremendamente pobre de la que es la razón de nuestra vida. Muchas veces por respeto a la libertad de la otra persona (que es necesario, no digo que no), otras veces por vergüenza o prudencia… Lo cierto es que en ocasiones parece que empezamos pidiendo perdón por lo que vamos a decir o aquello a lo que vamos a invitar. Y eso por no hablar de nuestros anuncios, carteles y demás…

Y yo me pegunto ¿por qué el teleoperador y la Teletienda son capaces de todo con tal de acaparar nuestra atención y nosotros sin embargo parece que a veces quisiéramos justo lo contrario? La respuesta es sencilla: al teleoperador o a la empresa que hace los anuncios, le va la vida en ello. Crean o no en su producto, lo cierto es que si no venden pueden perder el trabajo o arruinarse, y ahí se termina tanto su modo de vida como el de su familia. Y los cristianos, la mayoría de las veces, nos hemos acostumbrado a que nos digan que nuestro “producto” no les interesa y puede que nos hayamos convertido en vendedores poco afectados por su oficio. 

Entonces ¿de qué se trata? ¿De ser pesados hasta la saciedad y no dejar que se nos escape ni uno sin venir a la catequesis o a la convivencia? ¿De hacer grandes campañas publicitarias para llenar nuestras iglesias e instituciones de gente? Pues sinceramente creo que no. Se trata de creernos que nuestro “producto” merece la pena, que tenemos de verdad una Buena Noticia que compartir con los demás, y no que conducir un barco del que todo el mundo parece estar saltando. De pensar que Jesús tiene algo que decir a la gente hoy, en su realidad concreta y también a nosotros mismos en la nuestra. 


Creo que así, si que podríamos tener el entusiasmo del vendedor, pero de una manera mucho más auténtica y coherente. De hecho, al volver la vista atrás y recordar a las personas que me “vendieron” de verdad este “producto”, no recuerdo palabras, sino este entusiasmo y esta Buena Noticia que compartir de la que hablo.

miércoles, 29 de julio de 2015

Aprender a escuchar

Escuchar es uno de los artes más difíciles que conozco. Aprender a escuchar bien exige paciencia y práctica; es como leer y escribir: no se improvisa, se aprende a lo largo del tiempo. Es un hábito que se cuida y desarrolla, una técnica que se pule y perfecciona. Escuchar requiere liberar tiempos y crear hábitos: tiempos para desentrañar significados y desmontar prejuicios; hábitos para hacer silencio y reflexionar sobre lo escuchado.

En una ocasión le escuché decir a un educador: “lo más difícil no es aprender algo nuevo, sino desaprender algo antiguo.” Al escuchar le sucede algo similar: lo difícil no es oír, sino vaciarse lo suficiente para que la palabra escuchada entre, resuene y permanezca. Escuchar es un arte que implica todos los sentidos, no sólo los oídos: pide atención a palabras, gestos, reacciones, omisiones y silencios. Pide saber interpretar y leer entre líneas; pide meditar y digerir lo visto y oído. 


Si muchas de nuestras conversaciones (y de nuestros debates parlamentarios) nos suenan vacías y, a menudo, no conducen a ninguna parte, ¿no será porque no nos ejercitamos para ser oyentes? Si los niños tardan varios años para poder balbucir, torpes, sus primeras palabras, ¿por qué los adultos –charlatanes y prepotentes–olvidamos tan pronto nuestros humildes orígenes de oyentes, para lanzarnos a hablar sin escuchar?

martes, 28 de julio de 2015

Un cuadro que une aquello que durante siglos fue segregación

Te hablo de la crucifixión blanca de Chagall. Pintado en 1938, meses antes del inicio del exterminio de la población judeo-europea.
Chagall, artista judío, pinta a Jesús de Nazaret con una compasión que conmueve y lo reconoce, ante todo y por sobre todo, como hijo de la nación hebrea.
La escena representada por Chagall muestra una Europa en tinieblas, mientras que la luz que desciende sobre Jesús es única en todo el cuadro. El título de la obra de Chagall tiene su origen precisamente en esa luz de esperanza.
A ambos lados de la cruz, pueden verse las figuras preocupadas de algunos judíos de la Europa oriental. Sobre la izquierda del cuadro irrumpen los revolucionarios comunistas con sus banderas rojas. Mientras que el fuego consume las casas la comunidad hebrea intenta alejarse del Viejo Continente en un sobrecargado botecito.
En el lado derecho de la obra la situación tampoco es mejor: un nazi profana y destruye una sinagoga, y también ella arde en llamas.
Entre las figuras representadas en la Crucifixión Blanca se encuentra un hombre judío que parece haber logrado rescatar la Torá y quien a su vez con tristeza avanza pero sin quitar la vista ni de Jesús en la cruz ni de la sinagoga en llamas.
Jesús aparece marcado por el texto INRI. Análogamente el hombre en azul porta un cartel escrito en alemán e identificándolo como judío. Históricamente, ambos rótulos fueron concebidos con el propósito de humillar a las víctimas.
En la pintura de Chagall dichos rótulos dejan al descubierto el sinsentido y la banalidad del mal. Hijo del pueblo de la memoria, Chagall no pudo sino registrar todo esto para recordárselo al espectador una y otra vez.
El hombre con una bolsa que figura en la Crucifixión Blanca es usual en la imaginería de Chagall. Podría ser una triste alusión al otrora muy popular mito europeo del Judío Errante, aunque en este caso probablemente simbolice los permanentes traslados de la comunidad hebrea en ese duro período.
En una sola pintura Chagall ha logrado unir aquello que por siglos comunidades enteras concibieron sólo en términos de segregación y antagonismo.
Alejandro Córdoba

lunes, 27 de julio de 2015

Mi lugar en el mundo



¿Cuál es mi sitio? ¿Qué tengo que hacer? ¿Hacia dónde encaminar los pasos? Preguntas de joven, y al tiempo de adulto, pues siempre terminamos volviendo a mirar más arriba y más adentro, con inquietud, con interés y con deseo, queriendo saber: «¿Qué pinto yo aquí?» ¿Cuál es mi forma, única, diferente, exclusiva, de construir, de amar, de acariciar de una forma que nadie más puede repetir?

domingo, 26 de julio de 2015

EL EVANGELIO DE HOY

Nuestro gran pecado


El episodio de la multiplicación de los panes gozó de gran popularidad entre los seguidores de Jesús. Todos los evangelistas lo recuerdan. Seguramente, les conmovía pensar que aquel hombre de Dios se había preocupado de alimentar a una muchedumbre que se había quedado sin lo necesario para comer.
Según la versión de Juan, el primero que piensa en el hambre de aquel gentío que ha acudido a escucharlo es Jesús. Esta gente necesita comer; hay que hacer algo por ellos.Así era Jesús. Vivía pensando en las necesidades básicas del ser humano.
Felipe le hace ver que no tienen dinero. Entre los discípulos, todos son pobres: no pueden comprar pan para tantos. Jesús lo sabe. Los que tienen dinero no resolverán nunca el problema del hambre en el mundo. Se necesita algo más que dinero.
Jesús les va a ayudar a vislumbrar un camino diferente. Antes que nada, es necesario que nadie acapare lo suyo para sí mismo si hay otros que pasan hambre. Sus discípulos tendrán que aprender a poner a disposición de los hambrientos lo que tengan, aunque solo sea «cinco panes de cebada y un par de peces».
La actitud de Jesús es la más sencilla y humana que podemos imaginar. Pero, ¿quién nos va enseñar a nosotros a compartir, si solo sabemos comprar? ¿Quién nos va a liberar de nuestra indiferencia ante los que mueren de hambre? ¿Hay algo que nos pueda hacer más humanos? ¿Se producirá algún día ese «milagro» de la solidaridad real entre todos?
Jesús piensa en Dios. No es posible creer en él como Padre de todos, y vivir dejando que sus hijos e hijas mueran de hambre. Por eso, toma los alimentos que han recogido en el grupo, «levanta los ojos al cielo y dice la acción de gracias». La Tierra y todo lo que nos alimenta lo hemos recibido de Dios. Es regalo del Padre destinado a todos sus hijos e hijas. Si vivimos privando a otros de lo que necesitan para vivir es que lo hemos olvidado. Es nuestro gran pecado aunque casi nunca lo confesemos.
Al compartir el pan de la eucaristía, los primeros cristianos se sentían alimentados por Cristo resucitado, pero, al mismo tiempo, recordaban el gesto de Jesús y compartían sus bienes con los más necesitados. Se sentían hermanos. No habían olvidado todavía el Espíritu de Jesús.
José Antonio Pagola
17 Tiempo Ordinario - B
(Juan 6,1-15)
26 de julio 2015

sábado, 25 de julio de 2015

Viajan los hombres para admirar las alturas

Ve repasando mentalmente con el mayor orden posible todo lo que  te has traído…Reflexiona un momento…Todas estas cosas que has traído son útiles, todas imprescindibles, pero…Pregúntate…¿Cuál es mi equipaje para ir detrás del Señor junto con mis compañeros de camino? 
Desde ahora empieza a comprender aquella recomendación que Jesús hacía a sus discípulos: “Les encargó que no llevaran más que un bastón, ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja, que calzasen sandalias pero que no llevasen dos túnicas” (Mc 6, 7-9).

ORACIÓN:
“Viajan los hombres para admirar las alturas de los montes y las ingentes olas del mar y las anchuras corrientes de los ríos y la inmensidad del océano y el giro de los astros y se olvidan así mismos”.

“Regresa a tu corazón. ¿Por qué  huyes y te pierdes lejos de ti? ¿Por qué andas por caminos solitarios? ¿Por qué vagabundeas?
¡Vuélvete! ¿Adónde? Al Señor. Él esta a la espera”. 
SAN AGUSTÍN

viernes, 24 de julio de 2015

BUENOS DÍAS

Si la nota dijese: una nota no hace melodía,  ... no habría sinfonía.
Si la palabra dijese: una palabra no puede hacer una página... no habría libro
Si la piedra dijese: una piedra no puede levantar una pared... no habría casa.
Si la gota de agua dijese: una gota no hace río... no habría océanos.
Si el grano de trigo dijese : un grano no siembra un campo... no habría trigal.
Si el hombre dijese: un gesto de amor no puede salvar a la Humanidad... jamás habría justicia y paz, dignidad y felicidad, en la Tierra de los hombres.

Como la sinfonía necesita de cada nota
Como el libro necesita cada palabra,
Como la casa necesita cada piedra,
Como el océano necesita cada gota de agua,
Como el trigal necesita cada grano .

Así la humanidad entera necesita de ti, allí donde estés, Único, y por tanto  insustituible.

jueves, 23 de julio de 2015

Si yo cambio

En lugar de alfombrar todo el mundo para no tropezar, es más fácil que te calces unas zapatillas. Así dice un sabio adagio popular.
Te conviene cambiar tu modo de pensar y ver las cosas, en lugar de pretender que todo se adapte a ti.

Se sufre y se hace sufrir por no cambiar la "programación" que tenemos en la mente. Hay realidades que podemos cambiar, pero ante otras lo más sabio es crecer en adaptación y realismo. Algunos(as) se quejan de que la vida es complicada, cuando los complicados son ellos(as) con sus errores. Cuántos enfados por insistir en que todo funcione segun su deseo; ¡por no respetar a los demás!.

Cambia tú para que cambien los demás. Acéptate para poder aceptar a los otros. No digas: "Me hicieron rabiar" o "esto me saca de quicio". Di mejor: "elegí airarme por esto o aquello".

¡Deja de culpar a otros!
Sé sincero(a) y honesto(a) al reconocer que eres el resultado de ti mismo(a).

miércoles, 22 de julio de 2015

Nadie ni nada

Nadie estuvo más solo que tus manos
perdidas entre el hierro y la madera;
mas cuando el Pan se convirtió en hoguera
nadie estuvo más lleno que tus manos.

Nadie estuvo más muerto que tus manos
cuando, llorando, las besó María;
mas cuando el Vino ensangrentado ardía
nada estuvo más vivo que tus manos.

Nada estuvo más ciego que mis ojos
cuando creí mi corazón perdido
en un ancho desierto sin hermanos.

Nadie estaba más ciego que mis ojos.
Grité, Señor, porque te habías ido
y Tú estabas latiendo entre mis manos.

José Luis Martín Descalzo

martes, 21 de julio de 2015

Que nadie desvíe tu mirada.

Que nadie desvíe tu mirada. Sé dueño de ti mismo.
Mira la vida desde tus propios ojos, no desde los ojos ni el querer de los demás.
Hay momentos en la vida en los que podemos sentirnos más vulnerables y con más posibilidades de ser manipulados por algunas personas.
Esos momentos pasan, quedan atrás, y... delante de nosotros tenemos un extenso espacio que contemplar, admirar y valorar desde nosotros mismos.
Hay otros momentos en que algunas personas nos ayudan a centrar nuestra mirada en lo verdaderamente importante, en aquello que merece la pena y... es para nosotros limpieza de lagrimales que nos ayuda a centrar nuestra mirada con objetividad y ternura.
La mirada difusa o desviada no lleva a buen puerto nunca. 
La mirada sencilla, fiel a si misma, y sobre todo, real con aquello que vemos... es la mejor forma de caminar por la vida desde la coherencia.
Da gracias por tu mirada, por ser capaz de ver por ti mismo sin dejar que nada ni nadie desvíe tu punto de atención.

Encar_AM

lunes, 20 de julio de 2015

Un nuevo maestro

Un joven que buscaba un Maestro capaz de encauzarle por el camino de la santidad llegó a un <
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La fe del joven discípulo era tan grande que hizo exactamente lo que se le pedía: se dirigió al río y se introdujo en él gritando:
- <>
Y, ante el asombro de éste, el joven cruzó a nado hasta la otra orilla y regresó del mismo modo, sin sufrir el más mínimo daño.
Aquello convenció al guru de que era aún más santo de lo que había imaginado, de modo que decidió hacer a todos sus discípulos una demostración de su poder que acrecentara su fama de santidad. Se metió en el río gritando: «iAlabado sea yo! ¡Alabado sea yo!», y al instante llegaron los cocodrilos y lo devoraron.

domingo, 19 de julio de 2015

EL EVANGELIO DE HOY

Los discípulos, enviados por Jesús para anunciar su Evangelio, vuelven entusiasmados. Les falta tiempo para contar a su Maestro todo lo que han hecho y enseñado. Al parecer, Jesús quiere escucharlos con calma y los invita a retirarse «ellos solos a un sitio tranquilo a descansar un poco».
La gente les estropea todo su plan. De todas las aldeas corren a buscarlos. Ya no es posible aquella reunión tranquila que había proyectado Jesús a solas con sus discípulos más cercanos. Para cuando llegan al lugar, la muchedumbre lo ha invadido todo. ¿Cómo reaccionará Jesús?
El evangelista describe con detalle su actitud. A Jesús nunca le estorba la gente. Fija su mirada en la multitud. Sabe mirar, no solo a las personas concretas y cercanas, sino también a esa masa de gente formada por hombres y mujeres sin voz, sin rostro y sin importancia especial. Enseguida se despierta en él la compasión. No lo puede evitar. «Le dio lástima de ellos». Los lleva a todos muy dentro de su corazón.
Nunca los abandonará. Los «ve como ovejas sin pastor»: gentes sin guías para descubrir el camino, sin profetas para escuchar la voz de Dios. Por eso, «se puso a enseñarles con calma», dedicándoles tiempo y atención para alimentarlos con su Palabra curadora.
Un día tendremos que revisar ante Jesús, nuestro único Señor, cómo miramos y tratamos a esas muchedumbres que se nos están marchando poco a poco de la Iglesia, tal vez porque no escuchan entre nosotros su Evangelio y porque ya no les dicen nada nuestros discursos, comunicados y declaraciones.
Personas sencillas y buenas a las que estamos decepcionando porque no ven en nosotros la compasión de Jesús. Creyentes que no saben a quién acudir ni qué caminos seguir para encontrarse con un Dios más humano que el que perciben entre nosotros. Cristianos que se callan porque saben que su palabra no será tenida en cuenta por nadie importante en la Iglesia.
Un día el rostro de esta Iglesia cambiará. Aprenderá a actuar con más compasión; se olvidará de sus propios discursos y se pondrá a escuchar el sufrimiento de la gente. Jesús tiene fuerza para transformar nuestros corazones y renovar nuestras comunidades.
José Antonio Pagola

sábado, 18 de julio de 2015

Hazme digno de servir a mis hermanos

Señor,
Cuando tenga hambre,
dame alguien que necesite comida;
Cuando tenga sed,
mándame alguien que necesite una bebida;
Cuando tenga frío,
mándame alguien que necesite calor;
Cuando tenga un disgusto,
 preséntame alguien que necesite consuelo;
Cuando mi cruz se haga pesada,
hace que comparta la cruz de otro;
Cuando esté pobre,
ponme cerca de alguien necesitado;
Cuando me falte tiempo,
dame alguien que necesite unos minutos míos;
Cuando sufra una humillación,
dame la ocasión de alabar a alguien;
Cuando esté desanimado,
mándame alguien a quien tenga que dar ánimo;
Cuando sienta necesidad de la comprensión de los demás,
mándame alguien que necesite la mía;
Cuando sienta necesidad de que me cuiden,
mándame alguien a quien tenga que cuidar;
Cuando piense en mí mismo,
atrae mi atención hacia otra persona.

Hazme digno, Señor,
de servir a mis hermanos,
que viven y mueren pobres y hambrientos
en este mundo de hoy.
Dales, a través de mis manos,
el pan de cada día; y dales paz y alegría,
gracias a mi amor comprensivo.

Madre Teresa de Calcuta

El valor de la vida espiritual

A un maestro en oración le preguntaron por qué se necesitaba orar. 
El maestro respondió: para poder apreciar las cosas que sólo se ven con los ojos del corazón. Las estrellas no se ven durante el día, pero eso no significa que no existan.
En la leche hay mantequilla, pero ¿cómo adivinarlo sólo con verla?
Para obtener mantequilla hay que batir la leche en un lugar fresco. Así, para llegar a la visión de Dios, hay que practicar las disciplinas mentales; para poder verle no basta con desearlo. A Dios sólo se llega cuando le preparamos el camino para que Él se manifieste.
La realidad transparenta al Señor pero hay que estar despiertos y preparados para contemplar su presencia.

(Inspirado en E. Pilkington)

viernes, 17 de julio de 2015

Fortaleza mía

La fortaleza que tenemos en nuestros momentos de debilidad, cuando el mundo se nos viene encima, cuando ya estamos cansados de vivir la vida, cuando creemos que estamos perdidos, cuando perdemos a alguien a quien tanto amamos y nos sentimos solos, cuando las cosas no salen como queriamos... esa fortaleza que nos da aliento a seguir adelante en la vida viene propiamente de Dios, quien nos ampara en nuestros momentos más difíciles.

Cuando pedimos a Él fortaleza nos contesta de diferentes maneras, a veces de las más extrañas, el secreto es pedir con amor y teniendo la fe y la certeza de que las cosas pasan por una causa ya planeada por nuestro Dios. Teniendo la fe de que Dios nos da las cosas en "Su tiempo" y no en el que nosotros las queremos, que nos da dolor para aprender y sentir más amor por las personas y los detalles de la vida, que cuando perdemos a alguien es un ciclo de vida y que no es una pérdida eterna sino temporal.

Creer en Dios es a veces cerrar tus ojos y sentir Su presencia en tu vida, sentir Su aliento para que cuando estes cansado(a) puedas seguir por el sendero que Dios nos ha planeado, es sentir Sus manos apoyadas en tu cabeza diciéndote que todo va a estar bien cuando nos sentimos perdidos, es creer que cuando nos sentimos solos y desconsolados Él nos abraza, que cuando las cosas no salen como queríamos no es por que Dios sea malo, o porque no nos quiera, sino porque muchas veces lo que pedimos no nos conviene y Dios nunca nos  daría algo que eventualmente nos lastimara, o nos hiciera perdernos en esta vida.

La fortaleza de Dios es como andar en un hermoso corcel, y nosotros somos los jinetes, cuando estamos cansados nuestro corcel nos levanta y nos lleva en su lomo. Dios es nuestro escudo en nuestras batallas, es quien nos protege de todo mal, es nuestra espada con la cual debemos pelear la batalla diaria que nos lleve más a Su presencia, alejándonos de las cosas vanas y materiales.

Recuerda que cuando crees que eres débil, entonces eres más fuerte porque en nuestra debilidad se manifiesta la grandeza de Dios.

jueves, 16 de julio de 2015

La felicidad no está en la otra orilla

¿Por qué miras siempre hacia el otro lado?
¿Por qué piensas siempre que los otros, Amigos, conocidos y vecinos son más dichosos?, y dices con ligereza:
"A los otros les va mucho mejor, y yo doy
lo mejor de mi y no llego a nada".

La otra orilla siempre es más bella.
Yace muy lejos.
Como petrificado, miras fijamente
hacia la bella claridad.
Jamás tuviste en cuenta que también los de la otra orilla te observan y piensan que posees mucha más felicidad, pues ellos sólo ven tu parte agradable.

Tus pequeñas y grandes preocupaciones no las conocen.
Vivir feliz es un arte, para ello conviene sentirse satisfecho...

"La felicidad no está en la otra orilla,  está en ti".

miércoles, 15 de julio de 2015

Ojos que no quieren ver

Cuentan que un hombre se perdió en el desierto.

Y mas tarde, refiriendo de su experiencia a sus amigos, les contó cómo, absolutamente desesperado, se había puesto de rodillas y había implorado la ayuda de Dios.

“¿Y respondió Dios a tus plegarias?”, le preguntaron.

“Oh, no. Antes de que El pudiera hacerlo apareció un explorador y me indicó el camino”.

Cuento de Anthony de Mello

martes, 14 de julio de 2015

Espíritu de... humor

Si lo pruebas te cambia la vida. El lugar donde seguro habita Dios. El mejor regalo. Produce contagio y atracción. El síntoma evidente de una vida sanada. Lo que tiñe de confianza y seguridad a todo el que está alrededor. La opción para que los demás respiren, descansen. Abre brechas que acercan a Jesucristo. Requisito imprescindible es que ensanche horizontes, que sea compartido con otros y que, en ocasiones, te lo apliques a ti mismo. Acompaña a toda persona abierta que afronta el futuro con espaldas anchas donde caben otros. El termómetro del tiempo entregado, de un precio que se paga consciente, de una cruz bien llevada y que puede liberar a muchos. El lenguaje de la novedad, la oferta irrenunciable y, quizás, el desafío más necesario: recordar al mundo que Padre se dice sonriendo, que Hijo se pronuncia riendo y que es el rastro indiscutible de un Espíritu que sólo puede ser Santo.

domingo, 12 de julio de 2015

EL EVANGELIO DE HOY

Para un examen colectivo


Jesús no envía a sus discípulos de cualquier manera. Para colaborar en su proyecto del reino de Dios y prolongar su misión es necesario cuidar un estilo de vida. Si no es así, podrán hacer muchas cosas, pero no introducirán en el mundo su espíritu. Marcos nos recuerda algunas recomendaciones de Jesús. Destacamos algunas.
En primer lugar, ¿quiénes son ellos para actuar en nombre de Jesús? ¿Cuál es su autoridad? Según Marcos, al enviarlos, Jesús «les da autoridad sobre los espíritus inmundos». No les da poder sobre las personas que irán encontrando en su camino. Tampoco él ha utilizado su poder para gobernar sino para curar.
Como siempre, Jesús está pensando en un mundo más sano, liberado de las fuerzas malignas que esclavizan y deshumanizan al ser humano. Sus discípulos introducirán entre las gentes su fuerza sanadora. Se abrirán paso en la sociedad, no utilizando un poder sobres las personas, sino humanizando la vida, aliviando el sufrimiento de las gentes, haciendo crecer la libertad y la fraternidad.
Llevarán solo «bastón» y «sandalias». Jesús los imagina como caminantes. Nunca instalados. Siempre de camino. No atados a nada ni a nadie. Solo con lo imprescindible. Con esa agilidad que tenía Jesús para hacerse presente allí donde alguien lo necesitaba. El báculo de Jesús no es para mandar, sino para caminar.
No llevarán «ni pan, ni alforja, ni dinero». No han de vivir obsesionados por su propia seguridad. Llevan consigo algo más importante: el Espíritu de Jesús, su Palabra y su Autoridad para humanizar la vida de las gentes. Curiosamente, Jesús no está pensando en lo que han de llevar para ser eficaces, sino en lo que no han de llevar. No sea que un día se olviden de los pobres y vivan encerrados en su propio bienestar.
Tampoco llevarán «túnica de repuesto». Vestirán con la sencillez de los pobres. No llevarán vestiduras sagradas como los sacerdotes del Templo. Tampoco vestirán como el Bautista en la soledad del desierto. Serán profetas en medio de la gente. Su vida será signo de la cercanía de Dios a todos, sobre todo, a los más necesitados.
¿Nos atreveremos algún día a hacer en el seno de la Iglesia un examen colectivo para dejarnos iluminar por Jesús y ver cómo nos hemos ido alejando sin darnos casi cuenta de su espíritu?
15 Tiempo Ordinario - B
(Marcos 6,7-13)

José Antonio Pagola

sábado, 11 de julio de 2015

El mar

Muchas veces me hubiera gustado conocer, tener una imagen de un Dios más concreto, algo así como la imagen de Dios como tienda de campaña, en donde puedes refugiarte, donde puedes encontrarte a gusto, resguardarte, o de un Dios Mp3, al cual puedes escuchar con solo darle al play, y podría seguir poniendo ejemplos, el Dios flexo que ilumina tu día a día, el Dios tóner que escribe en la hoja de tu vida...Pero el Dios con el que yo me encuentro es muy distinto.

Hace unos meses uno de mis amigos hizo que me leyera "Relato de un náufrago" de Gabriel García Márquez, en ese naufragio espiritual que puede ser el estudio de la filosofía, la lectura provocó que comenzara a nombrar el Dios con el que ahora me encuentro.

Un Dios como ese mar donde se nos  pierde la vista,  un Dios que nunca esta estático, que viene y se va dejando huella en la tierra. Momentos de calma de una paz intensa que parece  durar toda la vida, momentos que comienzan siendo descanso y terminan en hastío, y tiempos de tempestad profunda que lo revuelve todo, siendo capaz de romper las seguridades de los buques mejor diseñados, que provocan profundo miedo pero que ponen en marcha el bote.

Un mar cuyo susurro es constante, lo que hace que  corramos el peligro de que nos  acostumbremos y lo dejemos de escuchar.

Un Mar cuyas profundidades temes y en donde nunca llevas  las riendas. Donde en ocasiones remas incansablemente y sin sentido  para  alcanzarlo y no te das cuenta que estas navegando sobre Él.

Un agua que no podemos agarrar, que aunque salada, endulza nuestra vida formando parte de nuestro ser.