miércoles, 31 de agosto de 2016

Cara a cara

Oh, Señor de mi vida,
estaré ante Ti
cara a cara.

Con las manos juntas,
oh, Señor de todas las palabras,
estaré ante Ti
cara a cara.

Bajo tu gran cielo,
en soledad y silencio,
con humilde corazón,
estaré ante Ti
cara a cara.

En este mundo laborioso,
de herramientas y luchas y multitudes con prisa,
¿estaré ante Ti
cara a cara?

Rabindranath Tagore

martes, 30 de agosto de 2016

Cuida y cultiva tu inteligencia emocional

Un alumno le dice a su Profesor: “lo que me alegra de haber terminado el curso es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de ver su cara aburrida”.
PROFESOR: “¿Cuándo alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes?
ALUMNO: Por supuesto que no
PROFESOR. No quiero aceptar tu regalo de emoción, rabia y rencor. Prefiero regalarme mi serenidad. Tu rabia no me interesa.
¿Moraleja?
Yo no puedo controlar lo que hay en tu corazón, pero de mí depende lo que yo cargo en el mío. La vida nos da la oportunidad de amargarnos o de ser felices.
Cuántas veces hemos aceptado la ofensa ajena y hemos respondido en su mismo idioma. Eres tú quién decide aceptar o no la crítica destructiva, la ofensa y la burla.
La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego.
Cada día tú puedes escoger qué emociones o sentimientos quieres poner dentro de ti. Porque tenemos la opción de amargarnos o de ser felices.
Si mantienes el control de tus emociones y no guardas amargura en tu corazón saldreis ganando tú y los que te rodean.
Todo lo anterior son recomendaciones que emanan de las investigaciones sobre la inteligencia emocional y su aplicación a las relaciones interpersonales. Tan sólo por eso tienes argumentos suficientes para aplicarlas. Si además eres creyente tienes una doble motivación para actuar sin rencor ni amargura y optar por el respeto, la comprensión, el perdón y el amor.
Serás más feliz y harás felices a cuantos te rodean.
Alejandro Córdoba

lunes, 29 de agosto de 2016

Papa Francisco y la Familia en el Año de la Misericordia: la misericordia de Dios en la Biblia, en el Antiguo Testamento.



Aprendamos sobre la misericordia, escuchando aquello que Dios mismo nos enseña con su Palabra.

-En el Antiguo Testamento se nos prepara y conduce a la revelación plena de Jesucristo, en quien se realiza la revelación de la misericordia del Padre.
El Señor es presentado como Dios misericordioso”. Este es su nombre,  a través del cual nos revela, por así decir, su rostro y su corazón. Él mismo, como narra el Libro del Éxodo, revelándose a Moisés  se autodefinió como: «El Señor, Dios misericordioso y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad» (34,6). También en otros textos encontramos esta fórmula, y siempre hay insistencia en la misericordia y en el amor de Dios que no se cansa nunca de perdonar .Veamos juntos, una por una, las palabras de la Sagrada Escritura que nos hablan de Dios:

*El Señor es “misericordioso”: esta palabra evoca una actitud de ternura como la de una madre con su hijo. De hecho, el término hebreo usado en la Biblia hace pensar a las vísceras o también en el vientre materno. Por eso, la imagen que sugiere es aquella de un Dios que se conmueve y se enternece por nosotros como una madre cuando toma en brazos a su niño, deseosa sólo de amar, proteger, ayudar, lista a donar todo, incluso a sí misma. Esa es la imagen que sugiere este término. Un amor, por lo tanto, que se puede definir en sentido bueno “visceral”.

*Después está escrito que el Señor es “bondadoso”, en el sentido que hace gracia, tiene compasión y, en su grandeza, se inclina sobre quien es débil y pobresiempre listo para acoger, comprender, perdonar. Es como el padre de la parábola del Evangelio de Luca (cfr Lc 15,11-32): un padre que no se cierra en el resentimiento por el abandono del hijo menor, sino al contrario continúa a esperarlo, lo ha generado, y después corre a su encuentro y lo abraza, no lo deja ni siquiera terminar su confesión, como si le cubriera la boca, qué grande es el amor y la alegría por haberlo reencontrado; y después va también a llamar al hijo mayor, que está indignado y no quiere hacer fiesta, el hijo que ha permanecido siempre en la casa, pero viviendo como un siervo más que como un hijo, y también sobre él el padre se inclina, lo invita a entrar, busca abrir su corazón al amor, para que ninguno quede excluso de la fiesta de la misericordia. La misericordia es una fiesta.

*De este Dios misericordioso se dice también que es “lento para enojarse”, literalmente, “largo de respiro”, es decir, con el respiro amplio de la paciencia y de la capacidad de soportar. Dios sabe esperar, sus tiempos no son aquellos impacientes de los hombres; Es como un sabio agricultor que sabe esperar, da tiempo a la buena semilla para que crezca, a pesar de la cizaña (cfr Mt 13,24-30).

*Y por último, el Señor se proclama “grande en el amor y en la fidelidad”. ¡Qué hermosa es esta definición de Dios! Aquí está todo. Porque Dios es grande y poderoso, pero esta grandeza y poder se despliegan en el amarnos, nosotros así pequeños, así incapaces. La palabra “amor”, aquí utilizada, indica el afecto, la gracia, la bondad. No es un amor de telenovela. Es el amor que da el primer paso, que no depende de los méritos humanos sino de una inmensa gratuidad. Es la solicitud divina que nada la puede detener, ni siquiera el pecado, porque sabe ir más allá del pecado, vencer el mal y perdonarlo.

*Una “fidelidad” sin límites: he aquí la última palabra de la revelación de Dios a Moisés. La fidelidad de Dios nunca falla, porque el Señor es el Custodio que, como dice el Salmo, no se adormenta sino que vigila continuamente sobre nosotros para llevarnos a la vida.
Y este Dios misericordioso es fiel en su misericordia. Y Pablo dice algo bello: si tú, delante a Él, no eres fiel, Él permanecerá fiel porque no puede renegarse a sí mismo, la fidelidad en la misericordia es el ser de Dios. Y por esto Dios es totalmente y siempre confiable. Una presencia sólida y estable. Es esta la certeza de nuestra fe. Y luego, en este Jubileo de la Misericordia, confiemos totalmente en Él, y experimentemos la alegría de ser amados por este “Dios misericordioso y bondadoso, lento para enojarse y grande en el amor y en la fidelidad”.

                                                                                                              Fernando 

domingo, 28 de agosto de 2016

SIN ESPERAR NADA A CAMBIO


Jesús está comiendo invitado por uno de los principales fariseos de la región. Lucas nos indica que los fariseos no dejan de espiarlo. Jesús, sin embargo, se siente libre para criticar a los invitados que buscan los primeros puestos e, incluso, para sugerir al que lo ha convidado a quiénes ha de invitar en adelante.
Es esta interpelación al anfitrión la que nos deja desconcertados. Con palabras claras y sencillas, Jesús le indica cómo ha de actuar: «No invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos». Pero, ¿hay algo más legítimo y natural que estrechar lazos con las personas que nos quieren bien? ¿No ha hecho Jesús lo mismo con Lázaro, Marta y María, sus amigos de Betania?
Al mismo tiempo, Jesús le señala en quiénes ha de pensar: «Invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos». Los pobres no tienen medios para corresponder a la invitación. De los lisiados, cojos y ciegos, nada se puede esperar. Por eso, no los invita nadie. ¿No es esto algo normal e inevitable?
Jesús no rechaza el amor familiar ni las relaciones amistosas. Lo que no acepta es que ellas sean siempre las relaciones prioritarias, privilegiadas y exclusivas. A los que entran en la dinámica del reino de Dios buscando un mundo más humano y fraterno, Jesús les recuerda que la acogida a los pobres y desamparados ha de ser anterior a las relaciones interesadas y los convencionalismos sociales.
¿Es posible vivir de manera desinteresada? ¿Se puede amar sin esperar nada a cambio? Estamos tan lejos del Espíritu de Jesús que, a veces, hasta la amistad y el amor familiar están mediatizados por el interés. No hemos de engañarnos. El camino de la gratuidad es casi siempre duro y difícil. Es necesario aprender cosas como estas: dar sin esperar mucho, perdonar sin apenas exigir, ser más pacientes con las personas poco agradables, ayudar pensando solo en el bien del otro.
Siempre es posible recortar un poco nuestros intereses, renunciar de vez en cuando a pequeñas ventajas, poner alegría en la vida del que vive necesitado, regalar algo de nuestro tiempo sin reservarlo siempre para nosotros, colaborar en pequeños servicios gratuitos.
Jesús se atreve a decir al fariseo que lo ha invitado: «Dichoso tú si no pueden pagarte». Esta bienaventuranza ha quedado tan olvidada que muchos cristianos no han oído hablar nunca de ella. Sin embargo, contiene un mensaje muy querido para Jesús:
«Dichosos los que viven para los demás sin recibir recompensa. El Padre del cielo los recompensará».

sábado, 27 de agosto de 2016

En marcha

La vida sobre ruedas o a caballo,
yendo y viniendo de misión cumplida,
árbol entre los árboles me callo
y oigo cómo se acerca Tu Venida.

Cuanto menos Te encuentro, más Te hallo,
libres los dos de nombre y de medida.
Dueño del miedo que Te doy vasallo,
vivo de la esperanza de Tu vida.

Al acecho del Reino diferente,
voy amando las cosas y la gente,
ciudadano de todo y extranjero.

Y me llama tu paz como un abismo
mientras cruzo las sombras, guerrillero
del Mundo, de la Iglesia y de mí mismo.

Pedro Casaldáliga

viernes, 26 de agosto de 2016

Nadie ni nada

Nadie estuvo más solo que tus manos
perdidas entre el hierro y la madera;
mas cuando el pan se convirtió en hoguera
nadie estuvo más lleno que tus manos.

Nadie estuvo más muerto que tus manos
cuando, llorando, las besó María;
mas cuando el vino ensangrentado ardía
nadie estuvo más vivo que tus manos.

Nadie estuvo más ciego que mis ojos
cuando creí mi corazón perdido
en un ancho desierto sin hermanos.

Nadie estaba más ciego que mis ojos.
Grité, Señor, porque te has ido.
Y Tú estabas latiendo entre mis manos.

José Luis Martín Descalzo

miércoles, 24 de agosto de 2016

Dame tu luz

Dónde está tu luz
Dame, Señor, tu mano guiadora.
Dime dónde la luz del sol se esconde.
Dónde la vida verdadera.
Dónde la verdadera muerte redentora.

Que estoy ciego, Señor, 
que quiero ahora saber.
Anda Señor, anda, responde
de una vez para siempre. Dime dónde 
se halla tu luz que dicen cegadora.

Dame, Señor, tu mano. Dame el viento
que arrastra a Ti a los hombres desvalidos.
O dime dónde está, para buscarlo.

Que estoy ciego, Señor. Que ya no siento
la luz sobre mis ojos ateridos
y ya no tengo Dios para adorarlo.

Jacinto López Gorgé

lunes, 22 de agosto de 2016

Papa Francisco y la Familia en el Año de la Misericordia: Su libro "El nombre de Dios es Misericordia"


             Se trata de un libro-entrevista del Papa Francisco con el vaticanista Andrea Tornielli.
  
La presentación corrió a cargo del Secretario de Estado, Cardenal Pietro Parolin, quien realizó las siguientes manifestaciones:

El Santo Padre afirma que la misericordia es necesaria porque funciona como un antídoto al relativismo “que hiere mucho a las personas”.
El mundo necesita la misericordia porque “es una humanidad herida, una humanidad que tiene heridas profundas. No sabe cómo curarlas o cree que no es posible hacerlo. Y no son sólo las enfermedades sociales o las personas heridas por la pobreza, la exclusión social o las tantas esclavitudes del tercer milenio: también el relativismo hiere mucho a las personas, todo parece igual, todo parece lo mismo. Esta humanidad necesita la misericordia”.
“Nuestra sociedad, a la que nos gusta referirnos hoy como ‘líquida’, parece haber perdido no solo el sentido de lo que está mal, sino también la fe en la existencia de Alguien que pueda salvarnos, regenerarnos, acogernos siempre y levantarnos cuando caemos”.
“Quien esté a la búsqueda de revelaciones en medio de estas páginas terminará tal vez un poco desilusionado: no es un libro en el que el Papa relata curiosidades inéditas o anécdotas particulares sobre sí mismo. No se trata tampoco de una entrevista sobre todos los ámbitos de la actualidad que tienen que ver con la Iglesia y el mundo”. En vez de eso, “lo que presentamos hoy es un libro con el que el Papa nos quiere hacer entrar, casi tomándonos de la mano, en el gran y confortador misterio de la misericordia de Dios”.
La misericordia es “el documento de identidad de nuestro Dios”, y este libro-entrevista es un texto “que abre las puertas, que las quiere mantener abiertas y que busca señalar posibilidades, que desea al menos subrayar, si no hacer brillar, el don gratuito de la infinita misericordia de Dios”.
“Ya que deja abiertas las puertas y busca que se vislumbre la misericordia de Dios, es un libro que en algunas páginas puede conmover. Conmueve porque el Papa Francisco, evocando y buscando en su experiencia los pasajes evangélicos, las citas de los Padres de la Iglesia o algunas palabras de sus predecesores, presenta el rostro del Dios de misericordia, el Padre que toca los corazones y que busca incansablemente alcanzarnos para darnos su amor y su perdón”.
Resalta que “la misericordia de Dios es la irrupción en nuestras vidas de otro criterio, de un criterio nuevo: mucho más allá de nuestros cálculos, de nuestros razonamientos humanos sobre la justicia, de nuestra ‘ética del balance’.
“He querido concluir recordando estos aspectos que se refieren a la vida de la sociedad y de los estados, para hacer comprender cómo el mensaje del Papa, el mensaje cristiano de la misericordia y del perdón, las muchas puertas santas que se están abriendo de par en par, el reclamo a dejarnos abrazar por el amor de Dios, es algo que no considera sólo la conversión de cada uno de nosotros, la salvación del alma de cada persona: en realidad es algo que nos ve también como pueblo, como sociedad, como país y puede ayudarnos a construir relaciones nuevas y más fraternas para que, quien ha experimentado sobre sí la sobreabundancia de la gracia en el abrazo de la misericordia, quien ha sido y sigue siendo perdonado, pueda restituir al menos un poco de lo que ha recibido gratuitamente”.

Añadimos que el Santo Padre nos ha explicado en otro momento, de dónde le vino la inspiración para convocar a este tiempo especial para la Iglesia: “no hubo un momento particular o definitivo. Las cosas me llegan por sí mismas, siempre en las maneras del Señor y luego se preservan en la oración”.
“Me inclino a nunca confiar en mi primera reacción a una idea o a una proposición que me hacen. Nunca confío en mí mismo en parte porque mi primera reacción es usualmente equivocada. He aprendido a esperar, a confiar en el Señor, a pedirle su ayuda, para que pueda discernir mejor y recibir guía”.
“Puedo decir que la centralidad de la misericordia, que es para mí el mensaje más importante de Jesús, ha evolucionado lentamente con el paso de los años en mi servicio como sacerdote, como consecuencia de mi experiencia como confesor y gracias a las muchas historias positivas y hermosas que he conocido”.

                                                                                                                             Fernando

domingo, 21 de agosto de 2016

No todo vale

Jesús va caminando hacia Jerusalén. Su marcha no es la de un peregrino que sube al templo para cumplir sus deberes religiosos. Según Lucas, Jesús recorre ciudades y aldeas «enseñando». Hay algo que necesita comunicar a aquellas gentes: Dios es un Padre bueno que ofrece a todos su salvación. Todos son invitados a acoger su perdón.
Su mensaje sorprende a todos. Los pecadores se llenan de alegría al oírle hablar de la bondad insondable de Dios: también ellos pueden esperar la salvación. En los sectores fariseos, sin embargo, critican su mensaje y también su acogida a recaudadores, prostitutas y pecadores: ¿no está Jesús abriendo el camino hacia una relajación religiosa y moral inaceptable?
Según Lucas, un desconocido interrumpe su marcha y le pregunta por el número de los que se salvarán: ¿serán pocos?, ¿serán muchos?, ¿se salvarán todos?, ¿solo los justos? Jesús no responde directamente a su pregunta. Lo importante no es saber cuántos se salvarán. Lo decisivo es vivir con actitud lúcida y responsable para acoger la salvación de ese Dios Bueno. Jesús se lo recuerda a todos: «Esforzaos por entrar por la puerta estrecha».
De esta manera, corta de raíz la reacción de quienes entienden su mensaje como unainvitación al laxismo. Sería burlarse del Padre. La salvación no es algo que se recibe de manera irresponsable de un Dios permisivo. No es tampoco el privilegio de algunos elegidos. No basta ser hijos de Abrahán. No es suficiente haber conocido al Mesías.
Para acoger la salvación de Dios es necesario esforzarnos, luchar, imitar al Padre, confiar en su perdón. Jesús no rebaja sus exigencias: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso»; «No juzguéis y no seréis juzgados»; «Perdonad setenta veces siete» como vuestro Padre; «Buscad el reino de Dios y su justicia».
Para entender correctamente la invitación a «entrar por la puerta estrecha», hemos de recordar las palabras de Jesús que podemos leer en el evangelio de Juan: «Yo soy la puerta; si uno entra por mí será salvo» (Juan 10,9). Entrar por la puerta estrecha es «seguir a Jesús»; aprender a vivir como él; tomar su cruz y confiar en el Padre que lo ha resucitado.
En este seguimiento a Jesús, no todo vale, no todo da igual; hemos de responder al amor de Padre con fidelidad. Lo que Jesús pide no es rigorismo legalista, sino amor radical a Dios y al hermano. Por eso, su llamada es fuente de exigencia, pero no de angustia. Jesucristo es una puerta siempre abierta. Nadie la puede cerrar, solo nosotros si nos cerramos a su perdón.

sábado, 20 de agosto de 2016

Comenzar de nuevo

No te rindas aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento. Aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños.
Cuenta Jodorowsky que una ciudad fortificada fue asediada durante meses. Cuando todas las reservas estaban agotadas y apenas quedaba un ternero para alimentar a varios centenares de habitantes éstos fueron a suplicar a su jefe que se rindiera. Pero éste en lugar de hacerlo sacrificó al ternero y lo lanzó a los enemigos por encima de la muralla que los separaba. Al recibir el animal éstos últimos dijeron: “es inútil prologar el cerco pues si se deshacen de un ternero tan fácilmente ello quiere decir que les quedan todavía muchas provisiones”.
Mientras quede un ápice de fuerzas no hay que tirar la toalla, ni perder la esperanza, ni renunciar a alcanzar nuestros objetivos.
Como dice Mario BENEDETTI:
No te rindas, aún estás a tiempo de comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento. Aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo. Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas, quitar los cerrojos, abandonar las murallas que te protegieron.
Vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar el canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños.
Porque cada día es un comienzo nuevo. Porque ésta es la hora y el mejor momento.
Alejandro Córdoba

viernes, 19 de agosto de 2016

Yo solo, ¿qué puedo ser?


Un día escogí ser
reflejo sin sol,
agua sin fuente,
voz sin garganta
y me perdí en mí.
Tú me guardaste,
sol en tus ojos,
agua en tus manos,
voz en tu oído
y me encontré en ti.
Desde entonces,
Tú me iluminas,
Tú me fecundas,
Tú me pronuncias
y te encuentro en mí.
Yo solo, ¿qué puedo ser?
  • Benjamín González Buelta, sj

martes, 16 de agosto de 2016

Papa Francisco y la Familia en el Año de la Misericordia: lo más bello que pueden dar los padres a sus hijos


          
                 Es Bendecir a sus hijos al comienzo de la jornada y cuando concluye. Hacer, en su frente, la señal de la cruz como el día del Bautismo. ¿No es esta la oración más sencilla de los padres para con sus hijos? Bendecirlos, es decir, encomendarles al Señor, para que sea Él su protección y su apoyo en los distintos momentos del día.


                Qué importante es para la familia encontrarse también, en un breve momento de oración antes de comer juntos, para dar las gracias al Señor por estos dones, y para aprender a compartir lo que hemos recibido con quien más lo necesita. Son pequeños gestos que, sin embargo, expresan el gran papel formativo que la familia desempeña.

                Con ocasión del Jubileo de la Misericordia muchos peregrinan hacia la Puerta Santa abierta en todas las catedrales del mundo y también en tantos santuarios. Pero lo más hermoso que nos pone de relieve la Palabra de Dios, a propósito de la peregrinación de Elcaná y Ana con su hijo Samuel al templo de Siló, y de José y María con Jesús para la fiesta de Pascua, es que la peregrinación la hace toda la familia.

                Papá, mamá y los hijos, van juntos a la casa del Señor para santificar la fiesta con la oración. Es una lección importante que se ofrece también a nuestras familias. Cuánto bien nos hace pensar que María y José enseñaron a Jesús a decir sus oraciones. Es esta una peregrinación. La peregrinación de la educación a rezar. Y saber que durante la jornada rezaban juntos; y que el sábado iban juntos a la sinagoga para escuchar las Escrituras de la Ley y los Profetas, y alabar al Señor con todo el pueblo. Y, durante la peregrinación a Jerusalén, ciertamente cantaban con las palabras del Salmo: ‘¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor. Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén!’...

Por eso, animo a las familias a caminar juntos para alcanzar una misma meta. Sabemos que tenemos un itinerario común que recorrer; un camino donde nos encontramos con dificultades, pero también con momentos de alegría y de consuelo. En esta peregrinación de la vida compartimos también el tiempo de oración.

                Al final de su peregrinación a Jerusalén, la Sagrada Familia regresa a su casa a continuar su vida diaria. Jesús volvió a Nazaret y vivía sujeto a sus padres. Esta imagen tiene también una buena enseñanza para nuestras familias. En efecto, la peregrinación no termina cuando se ha llegado a la meta del santuario, sino cuando se regresa a casa y se reanuda la vida de cada día, poniendo en práctica los frutos espirituales de la experiencia vivida.

                Sabemos lo que hizo Jesús aquella vez. En lugar de volver a casa con los suyos, se había quedado en el Templo de Jerusalén, causando una gran pena a María y José, que no lo encontraban. Por su ‘aventura’, probablemente también Jesús tuvo que pedir disculpas a sus padres. El Evangelio no lo dice, pero creo que lo podemos suponer. La pregunta de María, además, manifiesta un cierto reproche, mostrando claramente la preocupación y angustia, suya y de José. Al regresar a casa, Jesús se unió estrechamente a ellos, para demostrar todo su afecto y obediencia.

                Pido que, en este Año de la Misericordia, toda familia cristiana sea un lugar privilegiado en el que se experimenta la alegría del perdón. El perdón es la esencia del amor, que sabe comprender el error y poner remedio. Pobres de nosotros si Dios no nos perdonase. En el seno de la familia es donde se nos educa al perdón, porque se tiene la certeza de ser comprendidos y apoyados, a pesar de los errores que se puedan cometer.

                No perdamos la confianza en la familia. Es hermoso abrir siempre el corazón unos a otros, sin ocultar nada. Donde hay amor, allí hay también comprensión y perdón. Me encomiendo a ustedes, queridas familias, con esta misión tan importante, de la que el mundo y la Iglesia tienen más necesidad que nunca.
                                                                                                                             Fernando


lunes, 15 de agosto de 2016

La Virgen del Tovar


La fiesta grande de Meneses, la función, es la Virgen de Agosto que aquí festejamos bajo la advocación de La Virgen del Tovar. La tradición dice y que la advocación del Tovar, el culto a la Virgen bajo ese nombre, procede del tiempo de los pobladores del pueblo, los meneses que vinieron del norte de la actual Burgos y que habrían traído consigo a su patrona, entronizándola en la ermita de Nuestra señora de los Vascones, hoy desaparecida.


En defensa de esta teoría se cita la cantidad de apellidos Tovar que siempre ha habido en el Valle de Mena. La historia apoyada en la tradición apunta que la actual talla de la Virgen que preside la iglesia de Meneses podría proceder de una silla de montar que utilizó el obispo Don Tello Téllez de Meneses en la batalla de las Navas de Tolosa. El obispo guerrero se habría procurado así la intercesión en la batalla de la patrona de su pueblo al que después la donaría, ya desprendida de la silla, para culto de todos los Menesinos.

Ese origen será la explicación lógica para el escaso tamaño de la patrona que tiene una altura de ocho centímetros.

domingo, 14 de agosto de 2016

Prender fuego

Son bastantes los cristianos que, profundamente arraigados en una situación de bienestar, tienden a considerar el cristianismo como una religión que, invariablemente, debe preocuparse demantener la ley y el orden establecido.
Por eso, resulta tan extraño escuchar en boca de Jesús dichos que invitan, no al inmovilismo y conservadurismo, sino a latransformación profunda y radical de la sociedad: «He venido a prender fuego en el mundo y ojalá estuviera ya ardiendo... ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división».
No nos resulta fácil ver a Jesús como alguien que trae un fuego destinado a destruir tanta mentira, violencia e injusticia. Un Espíritu capaz de transformar el mundo, de manera radical, aun a costa de enfrentar y dividir a las personas.
El creyente en Jesús no es una persona fatalista que se resigna ante la situación, buscando, por encima de todo, tranquilidad y falsa paz. No es un inmovilista que justifica el actual orden de cosas, sin trabajar con ánimo creador y solidario por un mundo mejor. Tampoco es un rebelde que, movido por el resentimiento, echa abajo todo para asumir él mismo el lugar de aquellos a los que ha derribado.
El que ha entendido a Jesús actúa movido por la pasión y aspiración de colaborar en un cambio total. El verdadero cristiano lleva la «revolución» en su corazón. Una revolución que no es «golpe de estado», cambio cualquiera de gobierno, insurrección o relevo político, sino búsqueda de una sociedad más justa.
El orden que, con frecuencia, defendemos, es todavía un desorden. Porque no hemos logrado dar de comer a todos los hambrientos, ni garantizar sus derechos a toda persona, ni siquiera eliminar las guerras o destruir las armas nucleares.
Necesitamos una revolución más profunda que las revoluciones económicas. Una revolución que transforme las conciencias de los hombres y de los pueblos. H. Marcuseescribía que necesitamos un mundo «en el que la competencia, la lucha de los individuos unos contra otros, el engaño, la crueldad y la masacre ya no tengan razón de ser».
Quien sigue a Jesús, vive buscando ardientemente que el fuego encendido por él arda cada vez más en este mundo. Pero, antes que nada, se exige a sí mismo una transformación radical: «solo se pide a los cristianos que sean auténticos. Esta es verdaderamente la revolución» (E. Mounier).
20 Tiempo ordinario - C
(Lucas 12,49-53)
14 de agosto 2016
José Antonio Pagola

sábado, 13 de agosto de 2016

Vosotros sois la sal de la tierra

«Vosotros sois la sal de la tierra.
Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo».
No se puede ocultar una ciudad
puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara
para meterla debajo del celemín,
sino para ponerla en el candelero
y que alumbre a todos los de la casa.
Alumbre así vuestra luz a todos los hombres,
para que vean vuestras buenas obras
y den gloria a vuestro Padre
que está en el cielo»

(Mt 5,13 16).