viernes, 30 de diciembre de 2016

En Navidad (Pedro Casaldáliga)

Es difícil detectar El Anuncio
entre tantos anuncios que nos invaden.
¿Existe aún la Navidad?
¿Navidad es Buena Nueva?
¿Navidad es también Pascua?
Sabemos que «no hay lugar para ellos».
Sabemos que hay lugar para todos,
hasta para Dios…

El buey y la mula,
huyendo del latifundio,
se han refugiado en los ojos de este Niño.

El hambre no es sólo un problema social,
es un crimen mundial.
Contra el Agro-Negocio capitalista,
la Agro-Vida, el Bien-Vivir.

Todo puede ser mentira,
menos la verdad de que Dios es Amor
y de que toda la Humanidad
es una sola familia.

Dios continúa entrando por abajo,
pequeño, pobre, impotente,
pero trayéndonos su Paz.
Doña María y el señor José
continúan en la comunidad.
La Veva continúa siendo tapirapé.

La sangre de los mártires
continúa fecundando la primavera alternativa.
Los cayados de los pastores,
(y del Parkinson también),
las banderas militantes,
las manos solidarias
y los cantos de la juventud
continúan alentando la Caminada.

Las estrellas sólo se ven de noche.
Y de noche surge el Resucitado.
«No tengan miedo».
En coherencia, con tesón y en la Esperanza,
seamos cada día Navidad,
cada día seamos Pascua.

Amén, Axé, Awire, Aleluia.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

CONVIVENCIA-CELEBRACIÓN DE NAVIDAD ENS PALENCIA



17 de diciembre de 2016 en Religiosas de María Inmaculada.

El día 17 de diciembre de 2016 los ENS de Palencia nos reunimos en la capilla de las Religiosas de María Inmaculada para celebrar todos juntos el comienzo de la Navidad. Ofició la Eucaristía el sacerdote Donato Gómez Díez apoyado por el equipo 21. Es de destacar la participación de los niños en la Eucaristía y las preguntas que Donato les hizo referentes al nombre de Jesús con lo que logró mantener la atención de los pequeños. En la presentación del Pan y el Vino se hizo una referencia al significado de Belén (casa de pan) y se ofreció el Pan y el Vino como símbolo de nuestro trabajo, cocido en el horno del corazón, con brasas de amor y convivencia.

        Terminada la Eucaristía, se representó un cuento de Navidad. Todos nosotros recordamos esas noches de verano estrelladas que nos evocan al misterioso infinito para sentir de alguna manera que una de esas estrellas ilumina nuestro corazón.Con la representación del Cuento“la Estrella de Navidad” se recordó aquella estrella que brillaba en el portal de Belén más que ninguna otra, gracias al amor de una pastorcita que quería conocer al Niño Jesús.“Todos los presentes lo vieron…, ¡¡el niño  sonrió a la pastorcita muy dulcemente!!”.




Seguidamente pasamos todos juntos a compartir unos dulces y brindar por la Navidad que va a comenzar.

Juan Carlos y Josefina

Equipo 21

martes, 27 de diciembre de 2016

Convivencia Navidad, Salamanca, 2016




Como de costumbre, el pasado día 12, celebramos la convivencia de Navidad, los Equipos de Salamanca, ante la invitación a antiguosequipistas, nos acompañaron Juanjo y Rosi.

Al no tener consiliario Sacerdote, Inés, consiliaria del Equipo nº 3, preparó unas preciosas oraciones, que pudimos hacer en su casa de “Montellano”, donde también admiramos el museo y la capilla dedicada a su fundadora “Santa Cándida”.
A continuación degustamos en compañía una agradable comida, despidiéndonos con el deseo de una Feliz Navidad.
                                                                                                       Loren y Jaime
                                                                                                                Equipo, 1 Salamanca

lunes, 26 de diciembre de 2016

Papa Francisco y la Misericordia en el Diálogo



        
 Dialogar es escuchar lo que me dice el otro, y decir con docilidad lo que yo pienso.

En el pasaje del Evangelio de Juan del encuentro de Jesús con la samaritana, lo que impresiona es el diálogo muy in­tenso entre la mujer y Jesús. Un aspecto muy importante de la misericordia, que es precisamente el diálogo, que se nos revela como un acto fundamental para encontrar la misericordia divi­na
El diálogo permite a las personas conocerse y comprender las exigen­cias los unos de los otros. Sobre to­do, es una señal de gran respeto, porque pone a las personas en acti­tud de escucha y en la condición de acoger los mejores aspectos del in­terlocutor. En segundo lugar, el diá­logo es expresión de caridad, por­que, aun no ignorando las diferen­cias, puede ayudar a buscar y a com­partir el bien común. Además, el diálogo invita a ponernos ante el otro viéndolo como un don de Dios, que nos interpela y nos pide ser re­conocido.
Muchas veces no encontramos a los hermanos, a pesar de vivir a su lado, sobre todo cuando hacemos prevalecer nuestra posición frente a la del otro. No dialogamos cuando no escuchamos suficientemente o tendemos a interrumpir al otro para demostrar que tenemos razón; pues ¿cuántas veces esta­mos escuchando a una persona, la paramos y decimos: “¡No! ¡No! ¡No es así!” y no dejamos que la persona termine de explicar lo que quiere de­cir?. Y esto impide el diálogo: esta es una agresión. El verdadero diálo­go, en cambio, necesita momentos de silencio, en los cuales acoger el don extraordinario de la presencia de Dios en el hermano.
            Dialogar ayuda a las personas a humanizar las relacio­nes y a superar las in­comprensiones. ¡Hay tanta necesidad de diálogo en nuestras fa­milias, y cómo se re­solverían más fácil­mente las cuestiones si aprendiéramos a escu­charnos mutuamente! ¡Qué bien iría la relación entre marido y mujer, y entre padres e hijos. Cuánta ayuda puede llegar también del diálogo entre los profe­sores y sus alumnos; o entre directi­vos y obreros, para descubrir las exi­gencias mejores del trabajo.
De diálogo también vive la Iglesia con los hombres y las mujeres de to­dos los tiempos, para comprender las necesidades que alberga el cora­zón de cada persona y para contri­buir a la realización del bien común, con una palabra de esperanza. En este diálogo constante, la Iglesia descu­bre la verdad profunda de su misión en medio del mundo y contribuye a la construcción de la paz.
Pensemos en el gran don de la crea­ción y en la responsabilidad que to­dos tenemos de salvaguardar nuestra casa común: el diálogo sobre este te­ma tan central es una exigencia ine­ludible. Pensemos en el diálogo en­tre las religiones, para descubrir la verdad profunda de su misión en medio de los hombres, y para contri­buir a la construcción de la paz y de una red de respeto y fraternidad (cf Ene. Laudato si’, 201).
Todas las formas de diálogo son expresiones de la gran exigencia de amor de Dios, que sale al encuentro de todos, pues, en cada uno, pone una semilla de su bondad, pa­ra que pueda colaborar en su obra creadora. El diálogo derriba los mu­ros de las divisiones y de las incom­prensiones; crea puentes de comuni­cación y no permite que nadie se aisle, encerrándose en su pequeño mundo. No os olvidéis: dialogar es escuchar lo que me dice el otro y de­cir con docilidad lo que pienso yo.
            Si las cosas van así, la familia, el ba­rrio, el puesto de trabajo serán mejo­res. Pero si yo no dejo que el otro diga todo lo que tiene en el corazón y empiezo a gritar —hoy se grita mu­cho— no llegará a buen fin esta rela­ción entre nosotros; no llegará a buen fin la relación entre marido y mujer, entre padres e hijos. Escu­char, explicar, con docilidad, no chi­llar al otro, no gritar al otro, sino te­ner un corazón abierto.
Jesús conocía bien lo que había en el corazón de la samaritana, una gran pecadora; no obstante lo cual, no le negó que se pudiera explicar, dejó que hablara hasta el final, y en­tró poco a poco en el misterio de su vida. Esta enseñanza vale también para nosotros. A través del diálogo podemos hacer crecer las señales de a misericordia de Dios y convertir­las en un instrumento de aceptación y respeto.
El diálogo permite conocer, enten­der y acoger las exigencias de cada persona; es expresión de caridad pa­ra buscar el bien común; nos coloca delante del otro viéndolo como un don de Dios, que nos interpela y ayuda a humanizar nuestras relacio­nes y a superar los desacuerdos; nos da la ocasión para escucharnos recí­procamente y resolver los inconve­nientes que se presentan, y, crear puentes de comunicación para ser signos de la misericordia de Dios. Muchas gracias.

                                                                                              Fernando

domingo, 25 de diciembre de 2016

Un Dios cercano

La Navidad es mucho más que todo ese ambiente superficial y manipulado que se respira estos días en nuestras calles. Una fiesta mucho más honda y gozosa que todos los artilugios de nuestra sociedad de consumo.
Los creyentes tenemos que recuperar de nuevo el corazón de esta fiesta y descubrir detrás de tanta superficialidad y aturdimiento el misterio que da origen a nuestra alegría. Tenemos que aprender a «celebrar» la Navidad. No todos saben lo que es celebrar. No todos saben lo que es abrir el corazón a la alegría.
Y, sin embargo, no entenderemos la Navidad si no sabemos hacer silencio en nuestro corazón, abrir nuestra alma al misterio de un Dios que se nos acerca, alegrarnos con la vida que se nos ofrece y saborear la fiesta de la llegada de un Dios Amigo.
En medio de nuestro vivir diario, a veces tan aburrido, apagado y triste, se nos invita a la alegría. «No puede haber tristeza cuando nace la vida» (León Magno). No se trata de una alegría insulsa y superficial. La alegría de quienes están alegres sin saber por qué. «Tenemos motivos para el júbilo radiante, para la alegría plena y para la fiesta solemne: Dios se ha hecho hombre y ha venido a habitar entre nosotros» (Leonardo Boff). Hay una alegría que solo la pueden disfrutar quienes se abren a la cercanía de Dios y se dejan atraer por su ternura.
Una alegría que nos libera de miedos, desconfianzas e inhibiciones ante Dios. ¿Cómo temer a un Dios que se nos acerca como niño? ¿Cómo rehuir a quien se nos ofrece como un pequeño frágil e indefenso? Dios no ha venido armado de poder para imponerse a los hombres. Se nos ha acercado en la ternura de un niño a quien podemos acoger o rechazar.
Dios no puede ser ya el Ser «omnipotente» y «poderoso» que nosotros sospechamos, encerrado en la seriedad y el misterio de un mundo inaccesible. Dios es este niño entregado cariñosamente a la humanidad, este pequeño que busca nuestra mirada para alegrarnos con su sonrisa.
El hecho de que Dios se haya hecho niño dice mucho más de cómo es Dios que todas nuestras cavilaciones y especulaciones sobre su misterio. Si supiéramos detenernos en silencio ante este niño y acoger desde el fondo de nuestro ser toda la cercanía y la ternura de Dios, quizá entenderíamos por qué el corazón de un creyente debe estar transido de una alegría diferente estos días de Navidad.
Natividad del Señor - A
(Lucas 2,1-14)

sábado, 24 de diciembre de 2016

¡¡¡ HOY ES NOCHEBUENA !!!



Cuéntame tú, pastorcito,
de aquella noche serena
que alumbraban las estrellas  
y los ángeles cantaban.

    Háblame de aquel pesebre,   
de aquellas cálidas pajas,  
donde el Niño reposaba.
Háblame si  sonreía  
háblame si lloraba…
Háblame de su pelo, 
sus ojos, de su boca,
también de su mirada.
Háblame de José,
cuéntame de María,
de cómo se sentían.
Háblame de aquella noche,
en la que Dios, en silencio,
tomó figura humana.

    Cuéntame de tu gozo,
al contemplar al Niño,
dormidito entre las pajas.
Y cuéntame también
qué te llevó a adorarlo.  


            Mary Carmen, Navidad 2016

jueves, 22 de diciembre de 2016

Regalos de Jesús

Te regalo a mi Santísima Madre, para que sea tu Madre.
Te regalo mi alegría para que tengas una fuente inagotable de paz.
Te regalo mis fuerzas para que te sostengas en tu cansancio cuando sirvas a los demás.
Te regalo la quietud de la noche bendita de mi nacimiento para que llenes tu alma de paz.
Te regalo mis ojos para que con ellos puedas dar una nueva mirada a este universo que puse a tu servicio.
Te regalo mi caridad para que sientas el anhelo de trabajar por los desposeídos y de compartir tu pan con los hambrientos.
Te regalo mi amor para que lleno tu corazón de él, puedas prodigarte a los demás.
Te regalo mi paz para que con tu buena voluntad des gloria a Dios.
Te regalo mi humildad para que desde tu condición de hombre, estés dispuesto a crecer y superarte.
Te regalo la mula del establo para que calientes con tu fervor.
Te regalo mi sencillez para que puedas llegar al Reino de los Cielos.
Te regalo la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar y mi valentía para cambiar las que puedo.
Te regalo mis ángeles para que te enseñen a ser mensajero de paz.
Te regalo las caricias de mis manos para que te consuelen y alienten.
Te regalo las lágrimas de mi madre como bálsamo de tus penas.
Me quedo contigo.
Te regalo la miel que llevaron los pastores para que endulces la vida de los tuyos con cariño y generosidad.
Te regalo mi humildad para engrandecerte.
Te regalo mi estrella para que te muestre el camino que a mí conduce.
Te regalo la música para que como ella alegra, tu también logres dar gozo a los demás.
Te regalo mis lágrimas para que laves con ellas tus pecados.
Te regalo la luz de mi mirada para que guíe tus pasos.
Te regalo mi misericordia para que con ella juzgues a tus hermanos.
Te regalo mi alegría para que con ella contagies al mundo.
Te regalo mi ternura para que con ella sirvas a los pequeños y a los necesitados.
Te regalo mis manos para que con ellas construyas mi Reino.
Te regalo mi amistad para que en ella te apoyes.
Te regalo mi paz para que la contagies a todos los que crucen en tu camino.
Como la estrella iluminó el camino de los reyes, recibe la luz de mi amor para que la irradies a los demás.
Te regalo mi hombro que sostuvo la cruz del pecado de la humanidad para que te ayude a cargar tu cruz.
Te regalo mi pesebre para que en él repose tu corazón.
Te regalo el perdón para que como un bálsamo sane el rencor y cada ofensa que guardes en tu corazón y así en paz contigo mismo me ofrezcas lo mejor de ti.
Te regalo mi amor para que sea la prenda de tu felicidad.
Te regalo el sol para que así como él alumbra al mundo, alumbres tú la vida de tu familia y tus amigos.
Te regalo mis pies para que te guíen por el camino de la verdad.
Te regalo mi amor para que sea la prenda de tu felicidad.
Te regalo mi boca para que con ella denuncies la injusticia.
Te regalo mis llagas para que te conforten en tu dolor y crezca en ti la esperanza.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Papa Francisco y la familia como comunidad conyugal de un hombre y una mujer


La familia es origen y base “de esta cultura mundial que nos salva de tantos ataques, tantas destrucciones, tantas colonizaciones”. Fue a la familia, a quien Dios confió la creación. Y la familia es la comunidad humana fundamental e insustituible.
            Pero el actual pasaje de civilización aparece marcado por los efectos a largo plazo de una sociedad administrada por la tecnocracia económica. La subordinación de la ética a la lógica de la ganancia tiene grandes recursos y de apoyo mediático enorme. En este escenario, una nueva alianza del hombre y de la mujer se convierte no solo en necesaria sino también en estratégica por la emancipación de los pueblos de la colonización del dinero. Esta alianza ¡debe volver a orientar la política, la economía y la convivencia civil! Esta decide la habitabilidad de la tierra, la transmisión del sentimiento de la vida, los vínculos de la memoria y de la esperanza.
De esta alianza, la comunidad conyugal-familiar del hombre y de la mujer es la gramática generativa, el “nudo de oro” podemos decir. La fe la recoge de la sabiduría de la creación de Dios: que ha confiado a la familia, no el cuidado de una intimidad en sí misma, sino con el emocionante proyecto de hacer “doméstico” el mundo. La familia está al inicio, a la base de esta cultura mundial que nos salva; nos salva de tantos ataques, de tantas destrucciones, de tantas colonizaciones, como aquella del dinero o como aquellas ideologías que amenazan tanto el mundo. La familia es la base para defenderse.
Propio de la Palabra bíblica de la creación hemos tomado nuestra inspiración fundamental, sobre la familia. A esta Palabra podemos y debemos acudir, con amplitud y profundidad.  La creación de Dios no es una simple premisa filosófica: ¡es el horizonte universal de la vida y de la fe! No hay un designio divino diverso de la creación y de su salvación. Es por la salvación de la creatura -de cada creatura- que Dios se ha hecho hombre: «por nosotros los hombres y por nuestra salvación», como dice el Credo. Y Jesús resucitado es el «primogénito de cada creatura» (Col 1,15).
El mundo creado está confiado al hombre y a la mujer: lo que pasa entre ellos da la marca a todo. El rechazo de la bendición de Dios llega faltamente a un delirio de omnipotencia que arruina cada cosa. Es lo que llamamos “pecado original”. Y todos venimos al mundo con la herencia de esta enfermedad.
A pesar de eso, no somos malditos, ni abandonados a nosotros mismos. La antigua narración del primer amor de Dios por el hombre y la mujer, ¡tenía ya páginas escritas con fuego, al respecto! «Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo» (Gen 3,15a). Son las palabras que Dios dirige a la serpiente engañadora, encantadora. Con estas palabras Dios marca a la mujer con una barrera protectora contra el mal, a la cual ella puede recurrir –si quiere- por cada generación. Quiere decir que la mujer tiene una secreta y especial bendición, ¡para la defensa de su creatura del Maligno! Como la Mujer del Apocalipsis, que corre a esconder el hijo del Dragón. Y Dios la protege (cfrAp 12,6)
            ¡Piensen cuál profundidad se abre aquí! Existen muchos lugares comunes, a veces incluso ofensivos, sobre la mujer tentadora que inspira el mal. En cambio hay espacio para una teología de la mujer que esté a la altura de esta bendición de Dios ¡para ella y para la generación!
La misericordiosa protección de Dios hacia el hombre y la mujer, en cada caso, nunca falta a ambos. ¡No olvidemos esto! El lenguaje simbólico de la Biblia nos dice que antes de alejarlos del jardín del Edén, Dios hace al hombre y a la mujer túnicas de piel y los viste (cfr Gen 3,21). Este gesto de ternura significa que también en las dolorosas consecuencias de nuestro pecado, Dios no quiere que nos quedemos desnudos y abandonados a nuestro destino de pecadores. Esta ternura divina, este cuidado hacia nosotros, la vemos encarnada en Jesús de Nazaret, hijo de Dios «nacido de mujer» (Gal 4,4). Y siempre san Pablo dice todavía: «mientras éramos todavía pecadores, Cristo ha muerto por nosotros» (Rom 5,8). Cristo, nacido de mujer, de una mujer. Es la caricia de Dios sobre nuestras llagas, sobre nuestros errores, sobre nuestros pecados. Pero Dios nos ama como somos y quiere llevarnos hacia adelante con este proyecto, y la mujer es la más fuerte que lleva adelante este proyecto.
La promesa que Dios hace al hombre y a la mujer, al inicio de la historia, incluye todos los seres humanos, hasta el final de la historia. Si tenemos fe suficiente, las familias de los pueblos de la tierra se reconocerán en esta bendición. De todos modos, cualquiera que se deja conmover por esta visión, a cualquier pueblo, nación, religión pertenezca, se ponga en camino con nosotros. Será nuestro hermano, nuestra hermana. Sin hacer proselitismo, no… Caminamos juntos, bajo esta bendición, bajo este objetivo de Dios, de hacernos a todos hermanos en la vida, en un mundo que va hacia adelante que nace propio de la familia, de la unión del hombre y de la mujer.
¡Dios les bendiga, familias de cada rincón de la tierra, a todos!


 Fernando

domingo, 18 de diciembre de 2016

Experiencia interior

El evangelista Mateo tiene un interés especial en decir a sus lectores que Jesús ha de ser llamado también «Emmanuel». Sabe muy bien que puede resultar chocante y extraño. ¿A quién se le puede llamar con un nombre que significa «Dios con nosotros»? Sin embargo, este nombre encierra el núcleo de la fe cristiana y es el centro de la celebración de la Navidad.
Ese misterio último que nos rodea por todas partes y que los creyentes llamamos «Dios» no es algo lejano y distante. Está con todos y cada uno de nosotros. ¿Cómo lo puedo saber? ¿Es posible creer de manera razonable que Dios está conmigo si yo no tengo alguna experiencia personal, por pequeña que sea?
De ordinario, a los cristianos no se nos ha enseñado a percibir la presencia del misterio de Dios en nuestro interior. Por eso muchos lo imaginan en algún lugar indefinido y abstracto del universo. Otros lo buscan adorando a Cristo presente en la eucaristía. Bastantes tratan de escucharlo en la Biblia. Para otros, el mejor camino es Jesús.
El misterio de Dios tiene, sin duda, sus caminos para hacerse presente en cada vida. Pero se puede decir que, en la cultura actual, si no lo experimentamos de alguna manera vivo dentro de nosotros, difícilmente lo hallaremos fuera. Por el contrario, si percibimos su presencia en nosotros podremos rastrear su presencia en nuestro entorno.
¿Es posible? El secreto consiste sobre todo en saber estar con los ojos cerrados y en silencio apacible, acogiendo con un corazón sencillo esa presencia misteriosa que nos está alentando y sosteniendo. No se trata de pensar en eso, sino de estar «acogiendo» la paz, la vida, el amor, el perdón... que nos llega desde lo más íntimo de nuestro ser.
Es normal que, al adentrarnos en nuestro propio misterio, nos encontremos con nuestros miedos y preocupaciones, nuestras heridas y tristezas, nuestra mediocridad y nuestro pecado. No hemos de inquietarnos, sino permanecer en el silencio. La presencia amistosa que está en el fondo más íntimo de nosotros nos irá apaciguando, liberando y sanando.
Karl Rahner, uno de los teólogos más importantes del siglo XX, afirma que, en medio de la sociedad secular de nuestros días, «esta experiencia del corazón es la única con la que se puede comprender el mensaje de fe de la Navidad: Dios se ha hecho hombre». El misterio último de la vida es un misterio de bondad, de perdón y salvación, que está con nosotros: dentro de todos y cada uno de nosotros. Si lo acogemos en silencio conoceremos la alegría de la Navidad.

sábado, 17 de diciembre de 2016

Por qué los llaman Nazarenos

La palabra nazareno es la que aparece en el Corán para referirse a los cristianos, los seguidores de Jesús, "el Nazareno". 
Cuando el ISIS invadió Mosul lo primero que hicieron fue marcar las casas de los cristianos con la “nun” que puedes ver en la fotografía adjunta. Se trata de la letra n en árabe, que es la primera de la palabra nazareno.
Al marcar las casas de los cristianos lo que querían era identificarlos, presionarlos a la conversión, tomar posesión de sus pertenencias e incluso asesinarlos.
En respuesta a esa agresión, hubo protestas no solo de cristianos sino también de musulmanes en el mismo Irak y después en varias partes del mundo, bajo el lema “Yo también soy Nazareno”, en clara señal de apoyo a los cristianos perseguidos.
Fue así que la palabra “nazareno” , en principio utilizada como insulto por el Estado Islámico, se transformó en signo de honor. De querer significar “malditos por Dios” pasó a decir “perseguidos por causa de Cristo” es decir ¡dignos de la Bienaventuranza!.
En todo este tiempo ha habido sacerdotes y religiosas que han permanecido con los cristianos perseguidos alimentando su fe. Puedes conocerlos a través del blog “Amigos de Irak”.
Si quieres ayudarles puedes hacerlo sin intermediarios y con la certeza de que lo que des se utilizará íntegramente para la gente que lo necesita. Accede directamente a la forma de ayudar en la siguiente dirección: http://amigosdeirak.net/como-ayudarnos/
Alejandro Córdoba

viernes, 16 de diciembre de 2016

Prepárate, Dios viene

Necesitamos de una salvación urgente para nuestro mundo. Ante tanto acontecimiento negro es buena la luz que nos destella la Fe. Por encima de todo, este domingo, nos impregna de alegría: Jesús siempre será una buena nueva. 
Porque cuando el hombre vemos que ha perdido el rumbo…… Jesús, con su nacimiento, le trae la posibilidad de reencontrarse a sí mismo en la humildad y en la esperanza.
En cierta ocasión un joven presumía de gustarle  empaparse debajo de la lluvia. Pero lo cierto era que, cada vez que llovía, desplegaba un gigantesco paraguas para protegerse de ella. Un buen amigo se le acercó y le dijo: “oye..si quieres mojarte de verdad..¿por qué no cierras el paraguas?”.
El mensaje de salvación nos exige replegar el paraguas de nuestra incredulidad y del relativismo: ¡qué más quieren las ideas dominantes que releguemos a un tercer plano a Dios!. Y la actitud más apropiada es, precisamente, dejarnos empapar totalmente por esa gran novedad que Jesús nos trae: DIOS. Por el ambiente (no exterior de la navidad) y sí de los sentimientos que genera el sentido auténtico de estos próximos días: JESUS.
Ante la próxima Navidad no podemos contentarnos con cumplir un simple expediente como cristianos o de escuchar más o menos la Palabra de Dios. Lo importante es que NOS VOLVAMOS TOTALMENTE A EL; que seamos como aquella veleta que en lo más alto del templo nos dicta a las claras  de dónde y por dónde viene el viento de la fe: desde Oriente la Salvación.
En este Domingo de la alegría ante el amigo que viene no podemos presentarle una sonrisa profidén, una vida postiza, una fe sin obras. Ante el Señor que llega no cabe sino la emoción del amigo que espera, por el amigo que llega. 
Lo que más me atrae de este tiempo de Adviento es que Jesús se cuela en medio de todo ese noticiario negro y calamitoso para abrirnos una realidad y buena nueva: DIOS NOS AMA Y POR ESO NUNCA SE CANSARA DE NACER DE NUEVO

jueves, 15 de diciembre de 2016

Carta de Dios al hombre y la mujer en Adviento

Querido hombre y mujer:
He escuchado tu grito de Adviento.
Está delante de mí.
Tu grito, golpea continuamente a mi puerta.
Hoy quisiera hablar contigo para que repienses tu llamada.
Hoy te quiero decir: ¿Por qué Dios preguntas? ¿A qué Dios esperas?
¿Qué has salido a buscar y a ver en el desierto?
Escucha a tu Dios, mujer y hombre  de Adviento:
"No llames a la puerta de un dios que no existe,
de un dios que tú te imaginas...
Si esperas... ábrete a la sorpresa del Dios que viene
y no del dios que tú te haces...
Tú, hombre y mujer,  todos, tenéis siempre la misma tentación:
hacer un dios a vuestra imagen.
Yo os digo, yo Dios de vivos,
soy un Dios más allá de vuestras invenciones.
Vosotros salís a ver donde está Dios... Os dicen:
"aquí está” pero no lo veis, y os sentís desanimados
porque Dios no está donde os han dicho...
Y Dios está vivo. Pero vosotros no tenéis mentalidad de Reino:
no descubrís a Dios en lo sencillo.
Os parece que lo sencillo es demasiado poco para que allí esté Dios.
Sabedlo: Yo, el Señor Dios, estoy en lo sencillo y pequeño...
Hombre y mujer  de hoy y de siempre:
deja espacio a tu Dios dentro de tu corazón.
Sólo puedo nacer y crecer donde mi palabra es acogida.
Qué tranquilo te quedas, haciendo -lo que hay que hacer- porque -
haciendo las cosas de siempre- evitas la novedad del Evangelio.
Pero yo te digo que tu corazón queda cerrado,
y tus ojos incapaces de ver el camino por donde yo llego.
No te defiendas como haces siempre.
No te escondas bajo ritos vacíos.
Hombre y mujer, si me esperas, deja de hacerme tú el camino
y ponte en el camino que yo te señalo por boca de los profetas.
Abre el corazón a mi Palabra.
Yo, tu Dios, te hablo

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Cambia de felicidad

"¿A quién se parece esta generación? …pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios” Mt 11,16-19

¡Para que pides!...Si no tienes fe en ti mismo... en la vida...¡ni en Dios!
¿Para qué felicidad y maravillas? Si tienes el mundo, que es un libro de sabiduría...
¡Y no sabes leerlo!
¿Para qué quieres estrellas...Si te falta la luz?
¿Para que pides felicidad….Si no te conviertes a ellas, si se te regateas la fe, si no le das lugar a Dios, si le reduces el espacio de tu corazón?
¿Si andas el camino y los acontecimientos, con las antenas cerradas?
Para qué decir: Señor... dame la felicidad...¿si no estas dispuesto a ser feliz...?
Es Adviento, dejemos que Dios nos envíe, con Jesús, un poco de felicidad.
Y que, la Navidad, sea una razón para dejar que, el corazón, baile, disfrute y pueda ser una gruta donde Dios nazca de verdad. ¿Lo intentamos? ¡Vamos a ello!