domingo, 30 de abril de 2017

Acoger la fuerza del Evangelio

Dos discípulos de Jesús se van alejando de Jerusalén. Caminan tristes y desolados. Cuando lo han visto morir en la cruz, en su corazón se ha apagado la esperanza que habían puesto en él. Sin embargo continúan pensando en él. No lo pueden olvidar. ¿Habrá sido todo una ilusión?
Mientras conversan y discuten de todo lo vivido, Jesús se acerca y se pone a caminar con ellos. Sin embargo, los discípulos no lo reconocen. Aquel Jesús en el que tanto habían confiado y al que habían amado con pasión les parece ahora un caminante extraño.
Jesús se une a su conversación. Los caminantes lo escuchan primero sorprendidos, pero poco a poco algo se va despertando en su corazón. No saben exactamente qué les está sucediendo. Más tarde dirán: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Los caminantes se sienten atraídos por las palabras de Jesús. Llega un momento en que necesitan su compañía. No quieren dejarle marchar: «Quédate con nosotros». Durante la cena se les abrirán los ojos y lo reconocerán. Este es el gran mensaje de este relato: cuando acogemos a Jesús como compañero de camino, sus palabras pueden despertar en nosotros la esperanza perdida.
Durante estos años, muchas personas han perdido su confianza en Jesús. Poco a poco se les ha ido convirtiendo en un personaje extraño e irreconocible. Todo lo que saben de él es lo que pueden reconstruir, de manera parcial y fragmentaria, a partir de lo que han escuchado a predicadores y catequistas.
Sin duda, la homilía de los domingos cumple una tarea insustituible, pero resulta claramente insuficiente para que las personas de hoy puedan entrar en contacto directo y vivo con el Evangelio. Tal como se lleva a cabo, ante un pueblo que ha de permanecer mudo, sin exponer sus inquietudes, interrogantes y problemas, es difícil que logre regenerar la fe vacilante de tantas personas que buscan, a veces sin saberlo, encontrarse con Jesús.
¿No ha llegado el momento de instaurar, fuera del contexto de la liturgia dominical, un espacio nuevo y diferente para escuchar juntos el Evangelio de Jesús? ¿Por qué no reunirnos laicos y presbíteros, mujeres y hombres, cristianos convencidos y personas que se interesan por la fe, a escuchar, compartir, dialogar y acoger el Evangelio de Jesús?
Hemos de dar al Evangelio la oportunidad de entrar con toda su fuerza transformadora en contacto directo e inmediato con los problemas, crisis, miedos y esperanzas de la gente de hoy. Pronto será demasiado tarde para recuperar entre nosotros la frescura original del Evangelio. Hoy es posible. Esto es lo que se pretende con la propuesta de los Grupos de Jesús.
III Domingo de Pascua
Lc 24, 13-35
José Antonio Pagola

sábado, 29 de abril de 2017

EXCURSIÓN-CONVIVENCIA ENS 2017: LA NAVARRA POR DESCUBRIR


            Salimos los cuarentaiún excursionistas, a la hora prevista. Unas palabras de bienvenida de los organizadores, con la información escueta, que siempre cuidaron, para tenernos bien informados. Como haríamos todas las mañanas, en familia, rezamos Laudes.

             

La primera parada -se dice ´tecnica`, pero fue mucho más- se produjo en Salvatierra: una hermosa  villa de Álava, con su núcleo histórico cuidado y su parte moderna propia de una muy cuidada ciudad. Cerquita nos encontramos con el dolmen de Aizcomendi, del Neolítico  ¡muy curioso!
                     
            Llegamos a Pamplona, a la que sería nuestra residencia, a tiempo para almorzar: el colegio de las Hnas Marianistas de Pamplona, en Huarte: ¡muy buena mesa!.
           
Y pronto, a la catedral, bien acogidos por alguien muy animoso y sobre todo, muy entusiasmado, encariñado, y conocedor de lo que nos presentó como “Museo Catedral de Pamplona”, con una parte final muy singular y antológica, titulada “Occidens”. Nos confesó que se necesitan, cuanto menos, siete horas para llegar a los detalles más ilustrativos de esta catedral, por los trabajos y cuidados realizados, que se ofrecen al visitante. Sólo pudimos permanecer hora y media larga. Desde luego que no podemos detallar cada uno de los 38 puntos de interés con que nos encontramos.
Muchas anécdotas, datos, situaciones, como las ocurridas con el Obispo y su cabildo, …  Nos llamó la atención una sala que llaman “La catedral Infantil: las Alturas a su altura”, con reproducciones ampliadas, para ser apreciadas por los pequeños, … a su altura.  
            El autocar nos trasladó al Centro Cívico para, en su salón de actos, escuchar y disfrutar del concierto del
Grupo Carrión, que, con motivo de la fiesta de la región castellano-leonesa del 23 de abril,  presentaba en esta ciudad su espectáculo de 2017 y su último disco: El salón lleno, folk del bueno, canciones y canciones, hasta una artista de la danza interpretó los ritmos y las armonías,… ¡un todo genial!
  
            Se nos premió con una rápida visita a la iglesia del patrono San Fermín, con jota cantada. Concluimos la jornada, en los salones de la Casa Regional de Castilla y León, saboreando un variado y sabroso conjunto de platos y pinchos, invitados por sus socios, oriundos de estas nuestras tierras: ¡sana y buena amistad la de quienes tuvieron que emigrar de nuestra región!

           
El segundo día pronto nos puso en carretera, camino del santuario de la Virgen de Ujué o Uxué (´paloma` en vasco), santuario mariano de la época medieval, que se  alza en lo alto de un montículo, elegante y contundente, cual templo fortificado, con sus pasos de ronda y robustos contrafuertes. Singular y artística edificación,… pueblo de empinadas y estrechas calles, muy bien cuidadas, sus casas de piedra…

En el interior del templo, se ve su cabecera de triple ábside semicircular, de puro y hermoso románico, y su  amplia nave central gótica, para poder recibir a los peregrinos de las comarcas próximas, que acuden para venerar y celebrar, en romería, su devoción a Santa María; coincidimos con la del pueblo de Peralta, y participamos en su solemne Eucaristía; la Iglesia se llenó con gentes de todas las edades. 
         
           
En la llanura, llegamos a Olite, almorzamos bien. Visita a su Castillo-Palacio Real, que fue uno de los castillos medievales más lujosos de Europa, porque Carlos III "el Noble", en el siglo XV, comenzó la ampliación del anterior castillo, dando lugar al Palacio de los Reyes de Navarra, el cual, poco a poco, llegó a ser un auténtico "palacio", por su carácter cortesano y residencial más que militar (defensa): en este empeño, los Reyes, cada uno con su gusto, engalanaron sus estancias, jardines y fosos,… rodeado por altas murallas… con artísticas y singulares torres, … que le confieren una espectacular y mágica silueta. Pero la Guerra de la Independencia, acabó con aquel Palacio, ya que el guerrillero Espoz y Mina lo incendió. Lo que se ve es una reconstrucción de principios del S. XX.  Anexo está el llamado Palacio Viejo, convertido hoy, en Parador Nacional de Turismo.

           
Regresamos a Pamplona para tener su visita guiada, con nuestro amigo de ENS José Antonio, cuyos estudios de Geografía, en este caso Urbana, definieron su bien documentada y amena explicación. Pamplona hoy se entiende desde su historia como ciudad que se ha ido reconstruyendo, a sí misma, a lo largo de su historia, junto con los dos ejes actuales más importantes: La Universidad de Navarra (OPUS) y  la fabricación de automóviles. Ya pasan de 200.000 habitantes y anualmente sigue creciendo. Pateamos sus calles, recorrimos su Ciudadela o Castillo, sus altas y hermosas iglesias, cuidadas, vivas… y llegamos hasta la hornacina de San Fermín (los famosos “encierros”), … el lugar donde cayó herido San Ignacio de Loyola…  ¡vaya ciudad! Y volvimos a nuestra residencia, con las Hnas esperándonos para cenar. Siguió la velada convivencia… como es costumbre.
           
            Tercer día: Se inició con una bonita y singular sorpresa: El Párroco de la Iglesia de San Juan del pueblo de Huarte, consiliario de ENS, nos invitó a su Parroquia, cercana al colegio de las Hnas Marianistas … para conocerla, …su actividad parroquial, los retablos (el del Altar Mayor, muy especial) junto con la imagen de la Virgen Blanca con su Hijo, cuya estampa en grande nos obsequió…  rezamos el Magnificat y nos impartió la bendición…  y …a seguir el Camino.


Regreso. Por el Camino de Santiago. Llegada a la ermita de Santa Mª de Eunate, curioso templo románico, … fotos… peregrinos …   Parada en Puente la Reina, pie a tierra, y cruce de tan singular villa, por su calle Mayor, como los peregrinos … primero la Iglesia y Convento del Crucifico, con su centro de ayuda a los peregrinos, … … al final de la calle, otra monumental Iglesia, la de Santiago. Cruzamos el río Arga y seguimos hasta la
Editorial Verbo Divino, para visitar este complejo, que tantas publicaciones lanza, especialmente a Hispanoamérica. Nos regalaron su Libro, en la edición de la “Buena Noticia de cada día, 2017”. Y llegamos a nuestro último punto de visita: ESTELLA: nos esperaba el bus turístico, nos encaminó por sus calles, estrechas, empinadas… a la par que nos explicaba su historia, sus edificios…  y nos subió hasta el santuario de su Patrona: Nuestra Sra del Puy, a quien saludamos y rezamos.  La hora de la comida nos llevó a la Plaza Mayor, ante la esbelta Iglesia de San Juan, para almorzar en el restaurante de enfrente… y, después,… continuar nuestra regreso a Palencia.

Conclusión: Vaya nuestro caluroso ¡¡¡GRACIAS!!!... primero a  nuestro Padre Dios, que nos regaló días soleados, suaves…¡los mejores posibles! … Él, siempre tan atento y pendiente de los suyos.  También, a  los organizadores, que cuidaron con esmero y entrega, todos los detalles…¡qué bien lo hacen! ¡son unos fenómenos!  … Y, por supuesto, a la familia de excursionistas, por ser tan acogedores, cariñosos…muy buenos amigos en el camino: sí, muy buena familia, … etc, etc… Y, a tantos otros… Todo muy, MUY BIEN. Lo sentimos por los que no participaron en esta convivencia y se la perdieron. Las ocasiones hay que aprovecharlas… ¡que nunca vuelven! Nosotros recordaremos esta excursión-convivencia … con cariño, ensueño y agradecimiento.
                                                                      

Fernando y M. Carmen, Eq. 8

miércoles, 26 de abril de 2017

¿Qué es la Pascua?

El tiempo pascual comprende cincuenta días (en griego = "pentecostés", vividos y celebrados como un solo día: "los cincuenta días que median entre el domingo de la Resurrección hasta el domingo de Pentecostés se han de celebrar con alegría y júbilo, como si se tratara de un solo y único día festivo, como un gran domingo".

El tiempo pascual es el más fuerte de todo el año, que se inaugura en la Vigilia Pascual y se celebra durante siete semanas hasta Pentecostés.
Es la Pascua (paso) de Cristo, del Señor, que ha pasado el año, que se inaugura en la Vigilia Pascual y se celebra durante siete semanas, hasta Pentecostés. El origen de esta cincuentena se remonta a los orígenes del Año litúrgico. Los judíos tenían ya la "fiesta de las semanas" (Dt 16,9-10), fiesta inicialmente agrícola y luego conmemorativa de la Alianza en el Sinaí, a los cincuenta días de la Pascua.

Los cristianos organizaron muy pronto siete semanas, pero para prolongar la alegría de la Resurrección y para celebrarla al final de los cincuenta días la fiesta de Pentecostés: el don del Espíritu Santo. Ya en el siglo II tenemos el testimonio de Tertuliano que habla de que en este espacio no se ayuna, sino que se vive una prolongada alegría.

Dentro de la Cincuentena se celebra la Ascensión del Señor, ahora no necesariamente a los cuarenta días de la Pascua, sino el domingo séptimo de Pascua, porque la preocupación no es tanto cronológica sino teológica, y la Ascensión pertenece sencillamente al misterio de la Pascua del Señor. Y concluye todo con la donaci6n del Espíritu en Pentecostés.

La unidad de la Cincuentena que da también subrayada por la presencia del Cirio Pascual encendido en todas las celebraciones, hasta el domingo de Pentecostés. Las celebraciones litúrgicas de esta Cincuentena expresan y nos ayudan a vivir el misterio pascual comunicado a los discípulos del Señor Jesús.

Las lecturas de la Palabra de Dios de los ocho domingos de este Tiempo en la Santa Misa están organizados con esa intención. La primera lectura es siempre de los Hechos de los Apóstoles, la historia de la primitiva Iglesia, que en medio de sus debilidades, vivió y difundió la Pascua del Señor Jesús. La segunda lectura cambia según los tres ciclos: la primera carta de San Pedro, la primera carta de San Juan y el libro del Apocalipsis.

lunes, 24 de abril de 2017

Papa Francisco y la Familia: Ante la limosna


En el Evangelio de San Mateo (6, 1-4) nos permite descubrir un aspecto esencial de la misericordia: la limosna. Puede parecer una cosa sencilla dar limosna, pero debemos estar atentos a no vaciar este gesto del gran contenido que posee. En efecto, el término “limosna”, deriva del griego y significa precisamente “misericordia”.
La limosna, pues, debería traer consigo toda la riqueza de la misericordia. Y como la misericordia tiene mil caminos, mil modalidades, así la limosna se expresa en tantos modos, para aliviar la dificultad de cuantos se encuentran en necesidad.
El deber de la limosna es antiguo en la Biblia. El sacrificio y la limosna eran dos deberes de los cuales una persona religiosa debía cumplir. Existen páginas importantes en el Antiguo Testamento, donde Dios exige una atención particular por los pobres que, de tanto en tanto, eran los que no poseían nada, los extranjeros, los huérfanos y las viudas.
Y en la Biblia este es un estribillo continuo: el necesitado, la viuda, el extranjero, el forastero, el huérfano. Es un estribillo. Porque Dios quiere que su pueblo mire a estos hermanos nuestros. Pero, yo diré que están al centro del mensaje: alabar a Dios con el sacrificio y alabar a Dios con la limosna. Junto a la obligación de recordarse de ellos, es dada también una indicación preciosa: «Cuando le des algo, lo harás de buena gana» (Deut 15,10). Esto significa que la caridad exige, sobre todo, una actitud de alegría interior. Ofrecer misericordia no puede ser un peso o un fastidio de la cual liberarse a prisa.

Cuánta gente se justifica por no dar,  diciendo: “Éste a quien yo daré, irá a comprar vino para emborracharse”. ¡Pero, si él se embriaga, es porque no tiene otro camino! Y tú, ¿qué cosa haces a escondidas, cuando nadie ve? Y tú, ¿eres juez de aquel pobre hombre que te pide una moneda para un vaso de vino? Me gusta recordar el episodio del viejo Tobías que, después de haber recibido una gran suma de dinero, llamó a su hijo y lo instruyó con estas palabras: «A todos los que practican la justicia. Da la limosna de tus bienes y no lo hagas de mala gana. No apartes tu rostro del pobre y el Señor no apartará su rostro de ti» (Tob 4,7-8). Son palabras muy sabias que ayudan a entender el valor de la limosna.
Jesús, como hemos escuchado, nos ha dejado una enseñanza insustituible al respecto. Sobre todo, nos pide no dar limosna para ser alabados y admirados por los hombres por nuestra generosidad: “Haz de modo que tu mano derecha no sepa lo que hace tú izquierda”.
No es la apariencia la que cuenta, sino la capacidad de detenerse para mirar en la cara a la persona que pide ayuda. Cada uno de nosotros puede preguntarse: “¿Yo soy capaz de detenerme y mirar en la cara, mirar a los ojos, a la persona que me está pidiendo ayuda? ¿Soy capaz?
No debemos identificar, pues, la limosna con la simple moneda ofrecida a prisa, sin mirar a la persona y sin detenerse a hablar para comprender que cosa tienen verdaderamente necesidad. Al mismo tiempo, debemos distinguir entre los pobres y las diversas formas de mendicidad que no hacen justicia a los verdaderos pobres. En conclusión, la limosna es un gesto de amor que se dirige a cuantos encontramos; es un gesto de atención sincera a quien se acerca a nosotros y pide nuestra ayuda, hecho en el secreto donde sólo Dios ve y comprende el valor del acto realizado. Pero, dar limosna también debe ser para nosotros una cosa que sea un sacrificio.
Recuerdo a una mamá: tenía tres hijos; de seis, cinco y tres años, más o menos. Y siempre enseñaba a sus hijos que se debía dar limosna a aquellas personas que la pedían. Estaban almorzando; cada uno estaba comiendo un filete a la milanesa, como se dice en mi tierra, “apanado”. Y tocan a la puerta, el mayor va a abrir y regresa: “Mamá, hay un pobre que pide comer, ¿Qué hacemos?”. “¡Le damos – los tres – le damos!”. “Bien: toma la mitad de tu filete, tú toma la otra mitad, tú la otra mitad, y hacemos dos sándwiches”. “¡Ah no, mamá, no!”. “¿Ah, no?”, tú, da de lo tuyo… Tú da de aquello que te cuesta.
Esto es involucrarse con el pobre: yo me privo de algo mío para dártelo a ti.
Padres, atentos. Eduquen a sus hijos en dar limosna, en ser generosos con aquello que tienen.
            Hagamos nuestras las palabras del apóstol Pablo: «De todas las maneras posibles, les he mostrado que así, trabajando duramente, se debe ayudar a los débiles, y que es preciso recordar las palabras del Señor Jesús: “La felicidad está más en dar que en recibir”». (Hech 20,35; Cfr. 2 Cor 9,7). ¡Gracias!

Fernando

domingo, 23 de abril de 2017

Jesús salvará a su Iglesia

Aterrados por la ejecución de Jesús, los discípulos se refugian en una casa conocida. De nuevo están reunidos, pero ya no está con ellos Jesús. En la comunidad hay un vacío que nadie puede llenar. Les falta Jesús. ¿A quién seguirán ahora? ¿Qué podrán hacer sin él? «Está anocheciendo» en Jerusalén y también en el corazón de los discípulos.
Dentro de la casa están «con las puertas bien cerradas». Es una comunidad sin misión y sin horizonte, encerrada en sí misma, sin capacidad de acogida. Nadie piensa ya en salir por los caminos a anunciar el reino de Dios y curar la vida. Con las puertas cerradas no es posible acercarse al sufrimiento de las gentes.
Los discípulos están llenos de «miedo a los judíos». Es una comunidad paralizada por el miedo, en actitud defensiva. Solo ven hostilidad y rechazo por todas partes. Con miedo no es posible amar al mundo como lo amaba Jesús ni infundir en nadie aliento y esperanza.
De pronto, Jesús resucitado toma la iniciativa. Viene a rescatar a sus seguidores. «Entra en la casa y se pone en medio de ellos». La pequeña comunidad comienza a transformarse. Del miedo pasan a la paz que les infunde Jesús. De la oscuridad de la noche pasan a la alegría de volver a verlo lleno de vida. De las puertas cerradas van a pasar pronto a anunciar por todas partes la Buena Noticia de Jesús.
Jesús les habla poniendo en aquellos pobres hombres toda su confianza: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo a vosotros». No les dice a quién se han de acercar, qué han de anunciar ni cómo han de actuar. Ya lo han podido aprender de él por los caminos de Galilea. Serán en el mundo lo que ha sido él.
Jesús conoce la fragilidad de sus discípulos. Muchas veces les ha criticado su fe pequeña y vacilante. Necesitan la fuerza de su Espíritu para cumplir su misión. Por eso hace con ellos un gesto especial. No les impone las manos ni los bendice, como a los enfermos. Exhala su aliento sobre ellos y les dice: «Recibid el Espíritu Santo».
Solo Jesús salvará a su Iglesia. Solo él nos liberará de los miedos que nos paralizan, romperá los esquemas aburridos en los que pretendemos encerrarlo, abrirá tantas puertas que hemos ido cerrando a lo largo de los siglos, enderezará tantos caminos que nos han desviado de él.
Lo que se nos pide es reavivar mucho más en toda Iglesia la confianza en Jesús resucitado, movilizarnos para ponerlo sin miedo en el centro de nuestras parroquias y comunidades, y concentrar todas nuestras fuerzas en escuchar bien lo que su Espíritu nos está diciendo hoy a sus seguidores.

sábado, 22 de abril de 2017

La Vida ha salido a nuestro encuentro

La Vida ha salido a nuestro encuentro
Ascendió a la cruz, débil y fracasada
y, a los tres días, retorna gloriosa y eterna
¡DESPERTAD, LA VIDA NOS HA TOCADO!
Y, nuestra fe, se hace firme en esa misma vida
resucitada y resucitadora, alentadora y futura
resucitada y resucitadora, alentadora y futura
divina y esplendorosa.
Hoy, más que nunca, sentimos que todo cambia
Que la noche ya no es oscura ni definitiva
Que, al final del todo, una luz potente y luminosa
se abre para todo el que no desespera y aguarda
¡DESPERTAD, LA VIDA NOS HA TOCADO!
Cristo, el Hijo de Dios y de María,
ha bajado al abismo y traspasándolo
ha hundido todo su ser en lo que era temblor: la muerte
Cristo, el anunciado y esperado por profetas y reyes,
ha dinamitado con el poder de Dios
lo que era amenaza y cárcel segura para el hombre
¡DESPERTAD, LA VIDA NOS HA TOCADO!
Cantad y festejad, vitoread y saltad
porque, nuestra puerta de salida de este mundo
ya no está en la muerte ni tampoco en el absurdo.
Hoy, Cristo, ha resucitado y con su resurrección
nos trae vida, y de sobra, para todos los creyentes.
Despertad, hermanos, y anunciemos esta gran noticia
a todos aquellos que, aún conociéndola,
hace tiempo que la olvidaron o la dejaron adormecida.
Despertad, hermanos, y acerquemos
esta explosión de alegría y júbilo
a aquellos hombres y mujeres que necesitan
un poco de consuelo, de optimismo y de futuro.
¡DESPERTEMOS, CRISTO HA RESUCITADO!

viernes, 21 de abril de 2017

Aparece la VIDA en la vida

Se rompen los muros y aparece la VIDA en la vida
y, la alegría que se desborda,  en todos aquellos
que celebran en esta Noche Santa y dichosa
la alegría y el esplendor de la Pascua.
La esperanza, por fin, se ha cumplido
cuando, Cristo, vuelve tal y cómo lo había prometido
en rescate de todos aquellos a los cuales tanto amaba.
¿Dónde está el silencio y la calma?
¿Dónde los sollozos de su despedida?
¿Dónde los guardias que le custodiaban?
¡NO HACE FALTA NADA! ¡AHORA TODO ES FIESTA!
Porque, si la fiesta es vida, Cristo nos la trajo toda
y nos hace partícipes de una, que nunca se acaba
Porque, si la vida es una fiesta, la Resurrección de Cristo
razón más que suficiente para vivir en una permanente alegría.
Ahora, el corazón del hombre, se abre a la eternidad
El día de hoy, las manos del hombre, se abren al amor
Hoy, los pies del hombre, se orientan hacia el futuro
En el presente, el corazón del hombre,
ha sido definitivamente tocado  por la acción de Dios.
¡ALELUYA! ¡EL SEÑOR HA RESUCITADO!
La humanidad se reviste de fiesta
porque, si Dios se hizo pequeño por salvarnos,
ahora, pasando por una cruz,
la Resurrección de Cristo nos trae una eterna primavera.
Porque, si Dios prometió el todo por la nada,
el hombre le responde con abundancia de fe
y abriéndole su corazón, sus entrañas y su misma vida.
¡ALELUYA! ¡EL SILENCIO DIO LUGAR A LA FIESTA!
Cantemos, con los ángeles y con todos los santos,
Con toda la creación que explota en un esplendor inmaculado
Con todos los creyentes que miran hacia el cielo
¡MIL VECES ALELUYA! ¡HAS RESUCITADO!
¡HA RESUCITADO! ¡Y NOSOTROS CON EL!
¡ALELUYA! ¡ALELUYA!

jueves, 20 de abril de 2017

¿Qué pascua podemos vivir...

¿Qué pascua podemos vivir... Si cientos de nuestros hermanos
 y hermanas tienen hambre, pasan frío, tienen miedo?
Señor, con tu fuerza, ayúdanos a transformar la realidad

¿Qué pascua podemos vivir si el Viernes Santo se eterniza 
y el domingo es borrado de la vida de tantas personas?
Señor, con tu fuerza, ayúdanos a transformar la realidad

¿Qué aleluya podemos entonar ante los ojos huraños de los niños sucios, frente a los ancianos agotados de trabajar y sufrir, ante los hombres separados de los suyos y que ya no verán nunca más?
Señor, con tu fuerza, ayúdanos a transformar la realidad

¿Qué hosanna podremos proferir ante cada población "limpiada", 
ante esas inmensas columnas de deportados?
Señor, con tu fuerza, ayúdanos a transformar la realidad

¿Qué gloria podremos cantar en cada misil que equivoca su blanco, en cada edificio que se desmorona, en cada barrio que es incendiado  que representa el trabajo de toda una vida?
Señor, con tu fuerza, ayúdanos a transformar la realidad

¿Qué amén podemos responder a la autosuficiencia y garantía de los "cabecillas" de la verdad infusa, a la frente arrugada de los dictadores, a la sonrisa hipócrita y a la fría indiferencia de los verdugos, ocupados en masacrar personas indefensas?
Señor, con tu fuerza, ayúdanos a transformar la realidad

Señor, somos conscientes de la urgencia de inventar soluciones, de encontrar refugios, de crear un ejército humanitario que no mate, 
sino que socorra, que proteja, en la esperanza aferrada a tu misericordia, a la espera incondicional de tu gracia, a tu perdón ...
Señor, con tu fuerza, ayúdanos a transformar la realidad

lunes, 17 de abril de 2017

Papa Francisco y la Familia: El Sacramento de la Reconciliación


El confesor es, él mismo, un pecador, un hombre siempre necesitado de perdón, y debe tener siempre una actitud de fe humilde y generosa, teniendo como único deseo, que todo fiel pueda experimentar el amor del Padre.
Por su parte,  el fiel arrepentido, después de recibir la absolución del sacerdote, tiene la certeza, por fe, de que sus pecados no existen más, han sido borrados por la divina misericordia.
Así, cada absolución es, de cierta manera, un jubileo del corazón, que alegra no solo al fiel y a la Iglesia, sino sobre todo a Dios mismo.
              Tengo que insistir y hago hincapié en la importancia de que el sacerdote sea “un canal de alegría”,  y de que el fiel, después de haber recibido el perdón, no se sienta más oprimido por las culpas, y pueda mostrar la obra de Dios que lo ha liberado.
Tengo de denunciar que la actualidad está marcada por el individualismo, y es necesario estar junto a las personas. Comporta la obligación todavía mayor de coherencia evangélica y de benevolencia paterna.
La celebración de este Sacramento requiere, en efecto, una adecuada y actualizada preparación para que, cuantos se acerquen, puedan tocar con la mano, la grandeza de la misericordia, fuente de verdadera paz interior.
       La misericordia, antes de ser una actitud o una virtud humana, es la elección definitiva de Dios a favor de todo ser humano para su eterna salvación. Se trata de una elección sellada con la sangre del Hijo de Dios.
Hay que recordar que la posibilidad del perdón está de verdad abierta a todos, está abierta de par en par, como la más grande de las puertas santas, para que coincida con el corazón mismo del Padre, que ama y atiende a todos sus hijos, de modo particular a aquellos que se han equivocado y que se han alejado.
La misericordia puede llegar de diferentes formas: A través de la apertura de una conciencia sincera; por medio de la lectura de la Palabra de Dios que convierte el corazón; mediante un encuentro con una hermana o un hermano misericordioso; en las experiencias de la vida que hablan de heridas, de pecado, de perdón y de misericordia.
Y gracias a Jesús, se puede pasar, de la esperanza, a la certeza de sentirse perdonado. Y es muy importante, la actitud que debe tener un sacerdote cuando confiesa.
               Debemos siempre recordar que somos instrumentos de la misericordia de Dios para ellos, entonces, estemos atentos a no poner obstáculo a este donde de salvación.

                                               Fernando

domingo, 16 de abril de 2017

Volver a Galilea

Los evangelios han recogido el recuerdo de unas mujeres admirables que, al amanecer del sábado, se han acercado al sepulcro donde ha sido enterrado Jesús. No lo pueden olvidar. Le siguen amando más que a nadie. Mientras tanto, los varones han huido y permanecen tal vez escondidos.
El mensaje que escuchan al llegar es de una importancia excepcional. El evangelio de Mateo dice así: «Sé que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí. Ha resucitado, como dijo. Venid a ver el sitio donde yacía». Es un error buscar a Jesús en el mundo de la muerte. Está vivo para siempre. Nunca lo podremos encontrar donde la vida está muerta.
No lo hemos de olvidar. Si queremos encontrar a Cristo resucitado, lleno de vida y fuerza creadora, no hemos de buscarlo en una religión muerta, reducida al cumplimiento externo de preceptos y ritos rutinarios, en una fe apagada que se sostiene en tópicos y fórmulas gastadas, vacías de amor vivo a Jesús.
Entonces, ¿dónde lo podemos encontrar? Las mujeres reciben este encargo: «Id enseguida a decir a los discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos y va delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis"». ¿Por qué hay que volver a Galilea para ver al Resucitado? ¿Qué sentido profundo se encierra en esta invitación? ¿Qué se nos está diciendo a los cristianos de hoy?
En Galilea se escuchó, por vez primera y en toda su pureza, la Buena Noticia de Dios y el proyecto humanizador del Padre. Si no volvemos a escucharlos hoy con corazón sencillo y abierto, nos alimentaremos de doctrinas venerables, pero no conoceremos la alegría del Evangelio de Jesús, capaz de «resucitar» nuestra fe.
Además, a orillas del lago de Galilea se fue gestando la primera comunidad de Jesús. Sus seguidores viven junto a él una experiencia única. Su presencia lo llena todo. Él es el centro. Con él aprenden a vivir acogiendo, perdonando, curando la vida y despertando la confianza en el amor insondable de Dios. Si no ponemos cuanto antes a Jesús en el centro de nuestras comunidades, nunca experimentaremos su presencia en medio de nosotros.
Si volvemos a Galilea, la «presencia invisible» de Jesús resucitado adquirirá rasgos humanos al leer los relatos evangélicos, y su «presencia silenciosa» recobrará voz concreta al escuchar sus palabras de aliento.

sábado, 15 de abril de 2017

Junto a la Cruz, con María

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la mujer
de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre y, junto a ella, al discípulo que él
tanto quería, dijo a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Después dijo al discípulo: “Ahí
tienes a tu madre”. Y desde aquel momento, el discípulo la acogió como suya (Cfr. Jn 19,
25–27).

Dame, Señor,
la alegría de descubrir a tu madre
y tomarla como mía.
Dame, Señor,
la alegría de estar a la espera de tu palabra.
como lo estuvo ella.
Dame, Señor,
la finura de acoger y hacer vida tu palabra
como tu madre la acogió y vivió.
Dame, Señor,
ojos de sorpresa para contemplar
y descubrir tu presencia
en la debilidad de la vida.
Dame, Señor,
fe para conocerte y servirte
en la gente que me rodea.
Dame, Señor,
manos para acogerte y tratarte
en mis amigos y amigas
como María te acogió
y te abrazó a Ti.