lunes, 30 de septiembre de 2013

¿Somos creyentes?

Jesús les había repetido en diversas ocasiones: “¡Qué pequeña es vuestra fe!”. Los discípulos no protestan. Saben que tiene razón. Llevan bastante tiempo junto a él. Lo ven entregado totalmente al Proyecto de Dios; solo piensa en hacer el bien; solo vive para hacer la vida de todos más digna y más humana. ¿Lo podrán seguir hasta el final?

Según Lucas, en un momento determinado, los discípulos le dicen a Jesús: “Auméntanos la fe”. Sienten que su fe es pequeña y débil. Necesitan confiar más en Dios y creer más en Jesús. No le entienden muy bien, pero no le discuten. Hacen justamente lo más importante: pedirle ayuda para que haga crecer su fe.

La crisis religiosa de nuestros días no respeta ni si quiera a los practicantes. Nosotros hablamos de creyentes y no creyentes, como si fueran dos grupos bien definidos: unos tienen fe, otros no. En realidad, no es así. Casi siempre, en el corazón humano hay, a la vez, un creyente y un no creyente. Por eso, también los que nos llamamos “cristianos” nos hemos de preguntar: ¿Somos realmente creyentes? ¿Quién es Dios para nosotros? ¿Lo amamos? ¿Es él quien dirige nuestra vida?

La fe puede debilitarse en nosotros sin que nunca nos haya asaltado una duda. Si no la cuidamos, puede irse diluyendo poco a poco en nuestro interior para quedar reducida sencillamente a una costumbre que no nos atrevemos a abandonar por si acaso. Distraídos por mil cosas, ya no acertamos a comunicarnos con Dios. Vivimos prácticamente sin él.

¿Qué podemos hacer? En realidad, no se necesitan grandes cosas. Es inútil que nos hagamos propósitos extraordinarios pues seguramente no los vamos a cumplir. Lo primero es rezar como aquel desconocido que un día se acercó a Jesús y le dijo: “Creo, Señor, pero ven en ayuda de mi incredulidad”. Es bueno repetirlas con corazón sencillo. Dios nos entiende. El despertará nuestra fe.

No hemos de hablar con Dios como si estuviera fuera de nosotros. Está dentro. Lo mejor es cerrar los ojos y quedarnos en silencio para sentir y acoger su Presencia. Tampoco nos hemos de entretener en pensar en él, como si estuviera solo en nuestra cabeza. Está en lo íntimo de nuestro ser. Lo hemos de buscar en nuestro corazón.

Lo importante es insistir hasta tener una primera experiencia, aunque sea pobre, aunque solo dure unos instantes. Si un día percibimos que no estamos solos en la vida, si captamos que somos amados por Dios sin merecerlo, todo cambiará. No importa que hayamos vivido olvidados de él. Creer en Dios, es, antes que nada, confiar en el amor que nos tiene.

Pagola

domingo, 29 de septiembre de 2013

EL EVANGELIO DE HOY

Romper la indiferencia


Según Lucas, cuando Jesús gritó “no podéis servir a Dios y al dinero”, algunos fariseos que le estaban oyendo y eran amigos del dinero “se reían de él”. Jesús no se echa atrás. Al poco tiempo, narra unaparábola desgarradorapara que los que viven esclavos de la riqueza abran los ojos.
Jesús describe en pocas palabras una situación sangrante. Un hombre rico y un mendigo pobre que viven próximos el uno del otro, están separados por el abismo que hay entre la vida de opulencia insultante del rico y la miseria extrema del pobre.
El relato describe a los dos personajes destacando fuertemente el contraste entre ambos. El rico va vestido de púrpura y de lino finísimo, el cuerpo del pobre está cubierto de llagas. El rico banquetea espléndidamente no solo los días de fiesta sino a diario, el pobre está tirado en su portal, sin poder llevarse a la boca lo que cae de la mesa del rico. Sólo se acercan a lamer sus llagas los perros que vienen a buscar algo en la basura.
No se habla en ningún momento de que el rico ha explotado al pobre o que lo ha maltratado o despreciado. Se diría que no ha hecho nada malo. Sin embargo, su vida entera es inhumana, pues solo vive para su propio bienestar. Su corazón es de piedra. Ignora totalmente al pobre. Lo tiene delante pero no lo ve. Está ahí mismo, enfermo, hambriento y abandonado, pero no es capaz de cruzar la puerta para hacerse cargo de él.
No nos engañemos. Jesús no está denunciando solo la situación de la Galilea de los años treinta. Está tratando de sacudir la conciencia de quienes nos hemos acostumbrado a vivir en la abundancia teniendo junto a nuestro portal, a unas horas de vuelo, a pueblos enteros viviendo y muriendo en la miseria más absoluta.
Es inhumano encerrarnos en nuestra “sociedad del bienestar” ignorando totalmente esa otra “sociedad del malestar”. Es cruel seguir alimentando esa “secreta ilusión de inocencia” que nos permite vivir con la conciencia tranquila pensando que la culpa es de todos y es de nadie.
Nuestra primera tarea es romper la indiferencia. Resistirnos a seguir disfrutando de un bienestar vacío de compasión. No continuar aislándonos mentalmente para desplazar la miseria y el hambre que hay en el mundo hacia una lejanía abstracta, para poder así vivir sin oír ningún clamor, gemido o llanto.
El Evangelio nos puede ayudar a vivir vigilantes, sin volvernos cada vez más insensibles a los sufrimientos de los abandonados, sin perder el sentido de la responsabilidad fraterna y sin permanecer pasivos cuando podemos actuar.
José Antonio Pagola
29 de septiembre de 2013
26 Tiempo ordinario (C)
Lucas 16, 19-31

sábado, 28 de septiembre de 2013

ORACIÓN DE LA ESPERANZA

Señor,
una vez más estoy delante de tu Misterio.
Estoy constantemente envuelto en tu Presencia
que tantas veces se torna en ausencia.
Busco tu Presencia en la ausencia de tu Presencia.
Echando una mirada al inmenso mundo
de la tierra de los hombres,
tengo la impresión de que muchos ya no esperan en Ti.
Yo mismo hago mis planes, trazo mis metas
y pongo las piedras de un edificio
del cual el único arquitecto
parezco ser yo mismo.
Hoy día los hombres somos, muchas veces,
una criaturas que nos constituimos
en esperanza de nosotros mismos.
Dame, Señor, la convicción profunda
de que estaré destruyendo mi futuro
siempre que la esperanza en Ti
no estuviese presente.
Haz que comprenda profundamente que,
a pesar del caos de las cosas que me rodean,
a pesar de las noches que atravieso,
a pesar del cansancio de mis días,
mi futuro está en tus manos
y que la tierra que me muestras
en el horizonte de mi mañana
será más bella y mejor.
Deposito en tu Misterio mis pasos y mis días
porque sé que tu Hijo y mi Hermano
venció la desesperanza
y garantizó un futuro nuevo
porque pasó de la muerte a la vida.
Amén.

viernes, 27 de septiembre de 2013

APERTURA CURSO 2013-2014 ENS ESPAÑA



…desde la Región Noroeste
Este último fin de semana de septiembre, días 27, 28 y 29, va a  tener lugar en el Colegio San José de El Escorial, la apertura del curso ENS EPAÑA 2013-2014. Allí están convocados los responsables de todos los sectores, de las regiones y el equipo superregional, con sus consiliarios. Unas doscientas personas conviviendo durante tres días, tomando fuerzas y conociendo el Movimiento en toda su grandeza de superregión. Participando en encuentros como estos se entiende la grandeza y universalidad de los Equipos.
Este año, además, vamos a tener la suerte de contar con los  responsables del ERI, el matrimonio portugués To y José Moura Soares que nos van a hablar de las Orientaciones de Brasilia y a trasmitir la fuerza y la ilusión del Movimiento.
En este Encuentro, como en todos de los Equipos, la figura central, esa que preside y da razón de ser a salir de casa y caminar al encuentro, es Jesús. Por eso Él está en el lema de este curso, unido a una pregunta:
Y JESÚS…¿QUÉ HARÍA?
Porque nunca podemos perder la referencia de Jesús. Decía el Padre Caffarel que si en el centro de los equipos no estaba Jesús, perderían su razón de ser. En este momento de renacimiento de la Iglesia, de nuevas formas gracias a la fuerza del papa Francisco, los ENS hemos querido volver a destacar –el lema es una muestra- que somos personas enamoradas de Jesús.
Y si esto es así, la mejor manera de contribuir al mejor Encuentro es pedir al mismo Jesús un corazón abierto en todos los asistentes, una apertura de curso llena de ilusión para que los responsables, a su vez, puedan transmitirla a todos los sectores, a todos los equipos, a todos los equipistas y a todo hombre y mujer de buena voluntad. Rezad por esta intención. Tenedlo en cuenta cuando hagáis vuestra oración personal y conyugal de estos días.
A partir de este encuentro el Movimiento se abre, comienzan las aperturas de los cursos en los sectores, la información se divulga, las orientaciones, el lema, los objetivos y retos se concretan y transmiten y vuelve como a revivir el buen hacer de los matrimonios de los equipos. Porque queremos vivir el evangelio. Porque confiamos en Jesús. 
Mª Nieves y Herminio
Responsables Región Noroeste

jueves, 26 de septiembre de 2013

SACOS DE AMOR

Dos hermanos, el uno soltero y el otro casado, poseían una granja cuyo fértil suelo producía abundante grano, que los dos hermanos se repartían a partes iguales.
Al principio todo iba perfectamente. Pero llegó un momento en que el hermano casado empezó a despertarse sobresaltado todas las noches, pensando: «No es justo. Mi hermano no está casado y se lleva la mitad de la cosecha; pero yo tengo mujer y cinco hijos, de modo que en mi ancianidad tendré todo cuanto necesite. ¿Quién cuidará de mi pobre hermano cuando sea viejo? Necesita ahorrar para el futuro mucho más de lo que actualmente ahorra, porque su necesidad es, evidentemente, mayor que la mía».
Entonces se levantaba de la cama, acudía sigilosamente adonde su hermano y vertía en el granero de éste un saco de grano.
También el hermano soltero comenzó a despertarse por las noches y a decirse a sí mismo: «Esto es una injusticia. Mi hermano tiene mujer y cinco hijos y se lleva la mitad de la cosecha. Pero yo no tengo que mantener a nadie más que a mí mismo. ¿Es justo, acaso, que mi pobre hermano, cuya necesidad es mayor que la mía, reciba lo mismo que yo?».
Entonces se levantaba de la cama y llevaba un saco de grano al granero de su hermano.
Un día, se levantaron de la cama al mismo tiempo y tropezaron uno con otro, cada cual con un saco de grano a la espalda.
Muchos años más tarde, cuando ya habían muerto los dos, el hecho se divulgó. Y cuando los ciudadanos decidieron erigir un templo, escogieron para ello el lugar en el que ambos hermanos se habían encontrado, porque no creían que hubiera en toda la ciudad un lugar más santo que aquél.

domingo, 22 de septiembre de 2013

EL EVANGELIO DE HOY


No solo crisis económica


“No podéis servir a Dios y al Dinero”. Estas palabras de Jesús no pueden ser olvidadas en estos momentos por quienes nos sentimos sus seguidores, pues encierran la advertencia más grave que ha dejado Jesús a la Humanidad. El Dinero, convertido en ídolo absoluto, es el gran enemigo para construir ese mundo más justo y fraterno, querido por Dios.
Desgraciadamente, la Riqueza se ha convertido en nuestro mundo globalizado en un ídolo de inmenso poder que, para subsistir, exige cada vez más víctimas y deshumaniza y empobrece cada vez más la historia humana. En estos momentos nos encontramos atrapados por una crisis generada en gran parte por el ansia de acumular.
Prácticamente, todo se organiza, se mueve y dinamiza desde esa lógica: buscar más productividad, más consumo, más bienestar, más energía, más poder sobre los demás…Esta lógica es imperialista. Si no la detenemos, puede poner en peligro al ser humano y al mismo Planeta.
Tal vez, lo primero es tomar conciencia de lo que está pasando. Esta no es solo una crisis económica. Es una crisis social y humana. En estos momentos tenemos ya datos suficientes en nuestro entorno y en el horizonte del mundo para percibir el drama humano en el que vivimos inmersos.
Cada vez es más patente ver que un sistema que conduce a una minoría de ricos a acumular cada vez más poder, abandonando en el hambre y la miseria a millones de seres humanos, es una insensatez insoportable. Inútil mirar a otra parte.
Ya ni las sociedades más progresistas son capaces de asegurar un trabajo digno a millones de ciudadanos. ¿Qué progreso es este que, lanzándonos a todos hacia el bienestar, deja a tantas familias sin recursos para vivir con dignidad?
La crisis está arruinando el sistema democrático. Presionados por las exigencias del Dinero, los gobernantes no pueden atender a las verdaderas necesidades de sus pueblos. ¿Qué es la política si ya no está al servicio del bien común?
La disminución de los gastos sociales en los diversos campos y la privatización interesada e indigna de servicios públicos como la sanidad seguirán golpeando a los más indefensos generando cada vez más exclusión, desigualdad vergonzosa y fractura social.
Los seguidores de Jesús no podemos vivir encerrados en una religión aislada de este drama humano. Las comunidades cristianas pueden ser en estos momentos un espacio de concienciación, discernimiento y compromiso. Nos hemos de ayudar a vivir con lucidez y responsabilidad. La crisis nos puede hacer más humanos y más cristianos.
José Antonio Pagola
25 Tiempo ordinario (C) Lucas 16, 1-13

sábado, 21 de septiembre de 2013

¿ Y TÚ QUIEN ERES?

Una mujer estaba agonizando. De pronto, tuvo la sensación de que era llevada al cielo y presentada ante el Tribunal.

- «¿Quién eres?», dijo una Voz. «Soy la mujer del alcalde», respondió ella.
- «Te he preguntado quién eres, no con quién estás casada». «Soy la madre de cuatro hijos».
- «Te he preguntado quién eres, no cuántos hijos tienes». «Soy una maestra de escuela».
- «Te he preguntado quién eres, no cuál es tu profesión».
Y así sucesivamente. Respondiera lo que respondiera, no parecía poder dar una respuesta satisfactoria a la pregunta
- «¿Quién eres?».
- «Soy una cristiana». «Te he preguntado quién eres, no cuál es tu religión».
- «Soy una persona que iba todos los días a la iglesia y ayudaba a los pobres y necesitados». «Te he preguntado quién eres, no lo que hacías».
 Evidentemente, no consiguió pasar el examen, porque fue enviada de nuevo a la tierra. Cuando se recuperó de su enfermedad, tomó la determinación de averiguar quién era. Y todo fue diferente.

viernes, 20 de septiembre de 2013

PLATOS ROTOS

No existen hombres que nunca hayan roto un plato. No ha nacido el genio que nunca fracase en algo. Lo que sí existe es gente que sabe sacar fuerzas de sus errores y otra gente que de sus errores sólo saca amargura y pesimismo. Y sería estupendo educar a los jóvenes en la idea de que no hay una vida sin problemas, pero lo que hay en todo hombre es capacidad para superarlos. 
No vale, realmente, la pena llorar por un plato roto. Se compra otro y ya está. Lo grave es cuando por un afán de imperfección imposible se rompe un corazón. Porque de esto no hay repuesto en los mercados.

José Luis Martín Descalzo

jueves, 19 de septiembre de 2013

SABE A SAL

Un día el sabio Uddalaka le ordenó a su hijo: «Pon toda esta sal en agua y vuelve a verme por la mañana».
El muchacho hizo lo que se le había ordenado, y al día siguiente le dijo su padre:
- «Por favor, tráeme la sal que ayer pusiste en el agua».
- «No la encuentro», dijo el muchacho. «Se ha disuelto».
- «Prueba el agua de esta parte del plato», le dijo Uddalaka. «¿A qué sabe?». «A sal».
- «Sorbe ahora de la parte del centro. ¿A qué sabe?» «A sal».
- «Ahora prueba del otro lado del plato. ¿A qué sabe?» «A sal».
- «Arroja al suelo el contenido del plato», dijo el padre.

Así lo hizo el muchacho, y observó que, una vez evaporada el agua, reaparecía la sal. Entonces le dijo Uddalaka: «Tú no puedes ver a Dios aquí, hijo mío, pero de hecho está aquí».

martes, 17 de septiembre de 2013

MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA EL DÍA DEL DOMUND 2013

Queridos hermanos y hermanas: Este año celebramos la Jornada Mundial de las Misiones mientras se clausura el Año de la fe, ocasión importante para fortalecer nuestra amistad con el Señor y nuestro camino como Iglesia que anuncia el Evangelio con valentía. En esta prospectiva, quisiera proponer algunas reflexiones. 

1. La fe es un don precioso de Dios, que abre nuestra mente para que lo podamos conocer y amar, Él quiere relacionarse con nosotros para hacernos partícipes de su misma vida y hacer que la nuestra esté más llena de significado, que sea más buena, más bella. Dios nos ama. Pero la fe necesita ser acogida, es decir, necesita nuestra respuesta personal, el coraje de poner nuestra confianza en Dios, de vivir su amor, agradecidos por su infinita misericordia. Es un don que no se reserva sólo a unos pocos, sino que se ofrece a todos generosamente. Todo el mundo debería poder experimentar la alegría de ser amados por Dios, el gozo de la salvación. Y es un don que no se puede conservar para uno mismo, sino que debe ser compartido. Si queremos guardarlo sólo para nosotros mismos, nos convertiremos en cristianos aislados, estériles y enfermos. El anuncio del Evangelio es parte del ser discípulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida de la Iglesia. «El impulso mis ionero es una señal clara de la madurez de una comunidad eclesial» (Benedicto XVI, Exhort. ap. Verbum Domini, 95). Toda comunidad es “adulta”, cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla también a las “periferia”, especialmente a aquellas que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, también se mide por la capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida.

2. El Año de la fe, a cincuenta años de distancia del inicio del Concilio Vaticano II, es un estímulo para que toda la Iglesia reciba una conciencia renovada de su presencia en el mundo contemporáneo, de su misión entre los pueblos y las naciones. La misionariedad no es sólo una cuestión de territorios geográficos, sino de pueblos, de culturas e individuos independientes, precisamente porque los “confines” de la fe no sólo atraviesan lugares y tradiciones humanas, sino el corazón de cada hombre y cada mujer. El Concilio Vaticano II destacó de manera especial cómo la tarea misionera, la tarea de ampliar los confines de la fe es un compromiso de todo bautizado y de todas las comunidades cristianas: «Viviendo el Pueblo de Dios en comunidades, sobre todo diocesanas y parroquiales, en las que de algún modo se hace visible, a ellas pertenece también dar testimonio de Cristo delante de las gentes» (Decr. Ad gentes, 37). Por tanto, se pide y se invita a toda comunidad a hacer propio el mandato confiado por Jesús a los Apóstoles de ser sus «testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8), no como un aspecto secundario de la vida cristiana, sino como un aspecto esencial: todos somos enviados por los senderos del mundo para caminar con nuestros hermanos, profesando y dando testimonio de nuestra fe en Cristo y convirtiéndonos en anunciadores de su Evangelio. Invito a los obispos, a los sacerdotes, a los consejos presbiterales y pastorales, a cada persona y grupo responsable en la Iglesia a dar relieve a la dimensión misionera en los programas pastorales y formativos, sintiendo que el propio compromiso apostólico no está completo si no contiene el propósito de “dar testimonio de Cristo ante las naciones”, ante todos los pueblos. La misionariedad no es sólo una dimensión programática en la vida cristiana, sino también una dimensión paradigmática que afecta a todos los aspectos de la vida cristiana.

3. A menudo, la obra de evangelización encuentra obstáculos no sólo fuera, sino dentro de la comunidad eclesial. A veces el fervor, la alegría, el coraje, la esperanza en anunciar a todos el mensaje de Cristo y ayudar a la gente de nuestro tiempo a encontrarlo son débiles; en ocasiones, todavía se piensa que llevar la verdad del Evangelio es violentar la libertad. A este respecto, Pablo VI usa palabras iluminadoras: «Sería… un error imponer cualquier cosa a la conciencia de nuestros hermanos. Pero proponer a esa conciencia la verdad evangélica y la salvación ofrecida por Jesucristo, con plena claridad y con absoluto respeto hacia las opciones libres que luego pueda hacer… es un homenaje a esta libertad» (Exhort, Ap. Evangelii nuntiandi, 80). Siempre debemos tener el valor y la alegría de proponer, con respeto, el encuentro con Cristo, de hacernos heraldos de su Evangelio, Jesús ha venido entre nosotros para mostrarnos el camino de la salvación, y nos ha confiado la misión de darlo a conocer a todos, hasta los confines de la tierra. Con frecuencia, vemos que lo que se destaca y se propone es la violencia, la mentira, el error. Es urgente hacer que resplandezca en nuestro tiempo la vida buena del Evangelio con el anuncio y el testimonio, y esto desde el interior mismo de la Iglesia. Porque, en esta perspectiva, es importante no olvidar un principio fundamental de todo evangelizador: no se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia. Evangelizar nunca es un acto aislado, individual, privado, sino que es siempre eclesial. Pablo VI escribía que «cuando el más humilde predicador, catequista o Pastor, en el lugar más apartado, predica el Evangelio, reúne su pequeña comunidad o administra un sacramento, aun cuando se encuentra solo, ejerce un acto de Iglesia»; no actúa «por una misión que él se atribuye o por inspiración personal, sino en unión con la misión de la Iglesia y en su nombre» (ibíd., 60). Y esto da fuerza a la misión y hace sentir a cada misi onero y evangelizador que nunca está solo, que forma parte de un solo Cuerpo animado por el Espíritu Santo.

4. En nuestra época, la movilidad generalizada y la facilidad de comunicación a través de los nuevos medios de comunicación han mezclado entre sí los pueblos, el conocimiento, las experiencias. Por motivos de trabajo, familias enteras se trasladan de un continente a otro; los intercambios profesionales y culturales, así como el turismo y otros fenómenos análogos empujan a un gran movimiento de personas. A veces es difícil, incluso para las comunidades parroquiales, conocer de forma segura y profunda a quienes están de paso o a quienes viven de forma permanente en el territorio. Además, en áreas cada vez más grandes de las regiones tradicionalmente cristianas crece el número de los que son ajenos a la fe, indiferentes a la dimensión religiosa o animados por otras creencias. Por tanto, no es raro que algunos bautizados escojan estilos de vida que les alejan de la fe, convirtiéndolos en necesitados de una “nueva evangelización”. A esto se suma el hecho de que a una gran parte de la humanidad todavía no le ha llegado la buena noticia de Jesucristo. Y que vivimos en una época de crisis que afecta a muchas áreas de la vida, no sólo la economía, las finanzas, la seguridad alimentaria, el medio ambiente, sino también la del sentido profundo de la vida y los valores fundamentales que la animan. La convivencia humana está marcada por tensiones y conflictos que causan inseguridad y fatiga para encontrar el camino hacia una paz estable. En esta situación tan compleja, donde el horizonte del presente y del futuro parece estar cubierto por nubes amenazantes, se hace aún más urgente el llevar con valentía a todas las realidades, el Evangelio de Cristo, que es anuncio de esperanza, reconciliación, comunión; anuncio de la cercanía de Dios, de su misericordia, de su salvación; anuncio de que el poder del amor de Dios es capaz de vencer las tinieblas del mal y conducir hacia el camino del bien. El hombre de nuestro tiempo necesita una luz fuerte que ilumine su cam ino y que sólo el encuentro con Cristo puede darle. Traigamos a este mundo, a través de nuestro testimonio, con amor, la esperanza que se nos da por la fe. La naturaleza misionera de la Iglesia no es proselitista, sino testimonio de vida que ilumina el camino, que trae esperanza y amor. La Iglesia –lo repito una vez más– no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría, compartir el mensaje de salvación que el Señor nos ha dado. Es el Espíritu Santo quién guía a la Iglesia en este camino.

5. Quisiera animar a todos a ser portadores de la buena noticia de Cristo, y estoy agradecido especialmente a los misioneros y misioneras, a los presbíteros fidei donum, a los religiosos y religiosas y a los fieles laicos –cada vez más numerosos– que, acogiendo la llamada del Señor, dejan su patria para servir al Evangelio en tierras y culturas diferentes de las suyas. Pero también me gustaría subrayar que las mismas iglesias jóvenes están trabajando generosamente en el envío de misioneros a las iglesias que se encuentran en dificultad –no es raro que se trate de Iglesias de antigua cristiandad– llevando la frescura y el entusiasmo con que estas viven la fe que renueva la vida y da esperanza. Vivir en este aliento universal, respondiendo al mandato de Jesús «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones» (Mt 28,19) es una riqueza para cada una de las iglesias particulares, para cada comunidad, y donar misioneros y misioneras nunca es una pérdida sino una ganancia. Hago u n llamamiento a todos aquellos que sienten la llamada a responder con generosidad a la voz del Espíritu Santo, según su estado de vida, y a no tener miedo de ser generosos con el Señor. Invito también a los obispos, las familias religiosas, las comunidades y todas las agregaciones cristianas a sostener, con visión de futuro y discernimiento atento, la llamada misionera ad gentes y a ayudar a las iglesias que necesitan sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos para fortalecer la comunidad cristiana. Y esta atención debe estar también presente entre las iglesias que forman parte de una misma Conferencia Episcopal o de una Región: es importante que las iglesias más ricas en vocaciones ayuden con generosidad a las que sufren por su escasez.

Al mismo tiempo exhorto a los misioneros y a las misioneras, especialmente los sacerdotes fidei donum y a los laicos, a vivir con alegría su precioso servicio en las iglesias a las que son destinados, y a llevar su alegría y su experiencia a las iglesias de las que proceden, recordando cómo Pablo y Bernabé, al final de su primer viaje misionero «contaron todo lo que Dios había hecho a través de ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles» (Hch 14,27). Ellos pueden llegar a ser un camino hacia una especie de “restitución” de la fe, llevando la frescura de las Iglesias jóvenes, de modo que las Iglesias de antigua cristiandad redescubran el entusiasmo y la alegría de compartir la fe en un intercambio que enriquece mutuamente en el camino de seguimiento del Señor.

La solicitud por todas las Iglesias, que el Obispo de Roma comparte con sus hermanos en el episcopado, encuentra una actuación importante en el compromiso de las Obras Misionales Pontificias, que tienen como propósito animar y profundizar la conciencia misionera de cada bautizado y de cada comunidad, ya sea reclamando la necesidad de una formación misionera más profunda de todo el Pueblo de Dios, ya sea alimentando la sensibilidad de las comunidades cristianas a ofrecer su ayuda para favorecer la difusión del Evangelio en el mundo.

Por último, me refiero a los cristianos que, en diversas partes del mundo, se encuentran en dificultades para profesar abiertamente su fe y ver reconocido el derecho a vivirla con dignidad. Ellos son nuestros hermanos y hermanas, testigos valientes –aún más numerosos que los mártires de los primeros siglos– que soportan con perseverancia apostólica las diversas formas de persecución actuales. Muchos también arriesgan su vida por permanecer fieles al Evangelio de Cristo. Deseo asegurarles que me siento cercano en la oración a las personas, a las familias y a las comunidades que sufren violencia e intolerancia, y les repito las palabras consoladoras de Jesús: «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33).

Benedicto XVI exhortaba: « ‘Que la Palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada’ (2 Ts 3, 1): que este Año de la fe haga cada vez más fuerte la relación con Cristo, el Señor, pues sólo en él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero» (Carta Ap. Porta fidei, 15). Este es mi deseo para la Jornada Mundial de las Misiones de este año. Bendigo de corazón a los misioneros y misioneras, y a todos los que acompañan y apoyan este compromiso fundamental de la Iglesia para que el anuncio del Evangelio pueda resonar en todos los rincones de la tierra, y nosotros, ministros del Evangelio y misioneros, experimentaremos “la dulce y confortadora alegría de evangelizar” (Pablo VI, Exhort. Ap. Evangelii nuntiandi, 80).

Vaticano, 19 de mayo de 2013, Solemnidad de Pentecostés

FRANCISCO

domingo, 15 de septiembre de 2013

EL EVANGELIO DE HOY

El gesto más provocativo y escandaloso de Jesús fue, sin duda, su forma de acoger con simpatía especial a pecadoras y pecadores, excluidos por los dirigentes religiosos y marcados socialmente por su conducta al margen de la Ley. Lo que más irritaba era su costumbre de comer amistosamente con ellos.
De ordinario, olvidamos que Jesús creó una situación sorprendente en la sociedad de su tiempo. Los pecadores no huyen de él. Al contrario, se sienten atraídos por su persona y su mensaje. Lucas nos dice que “los pecadores y publicanos solían acercarse a Jesús para escucharle”. Al parecer, encuentran en él una acogida y comprensión que no encuentran en ninguna otra parte.
Mientras tanto, los sectores fariseos y los doctores de la Ley, los hombres de mayor prestigio moral y religioso ante el pueblo, solo saben criticar escandalizados el comportamiento de Jesús: “Ese acoge a los pecadores y come con ellos”. ¿Cómo puede un hombre de Dios comer en la misma mesa con aquella gente pecadora e indeseable?
Jesús nunca hizo caso de sus críticas. Sabía que Dios no es el Juez severo y riguroso del que hablaban con tanta seguridad aquellos maestros que ocupaban los primeros asientos en las sinagogas. Él conoce bien el corazón del Padre. Dios entiende a los pecadores; ofrece su perdón a todos; no excluye a nadie; lo perdona todo. Nadie ha de oscurecer y desfigurar su perdón insondable y gratuito.
Por eso, Jesús les ofrece su comprensión y su amistad. Aquellas prostitutas y recaudadores han de sentirse acogidos por Dios. Es lo primero. Nada tienen que temer. Pueden sentarse a su mesa, pueden beber vino y cantar cánticos junto a Jesús. Su acogida los va curando por dentro. Los libera de la vergüenza y la humillación. Les devuelve la alegría de vivir.
Jesús los acoge tal como son, sin exigirles previamente nada. Les va contagiando su paz y su confianza en Dios, sin estar seguro de que responderán cambiando de conducta. Lo hace confiando totalmente en la misericordia de Dios que ya los está esperando con los brazos abiertos, como un padre bueno que corre al encuentro de su hijo perdido.
La primera tarea de una Iglesia fiel a Jesús no es condenar a los pecadores sino comprenderlos y acogerlos amistosamente. En Roma pude comprobar hace unos meses que, siempre que el Papa Francisco insistía en que Dios perdona siempre, perdona todo, perdona a todos..., la gente aplaudía con entusiasmo. Seguramente es lo que mucha gente de fe pequeña y vacilante necesita escuchar hoy con claridad de la Iglesia.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Reflexión ética en torno al futbol

El Real Madrid ha comprado al jugador de futbol Bale por unos 100 millones de euros. ¿Vale Bale esa cantidad? Algo me dice que la interpretación del asunto no se debe hacer en términos puramente económicos.
Soy consciente de nadar “a contracorriente”. Muchos me dirán que en el sistema económico imperante el análisis debe centrarse no en lo que cuesta sino en lo que genera; que el club es una empresa privada que puede arriesgar su dinero en lo que quiera y como quiera; que los ingresos van a ser elevadísimos; que lo que manda es la ley de la oferta y la demanda.
Me lo dirán, incluso, muchos de los que no tienen ni trabajo ni subsidio alguno. Pero la reflexión que quiero suscitar no es económica sino ética.
Si fuera económico/futbolística, diría que, aun con cierto riesgo, probablemente Bale sí vale lo que se ha pagado por él. Porque su nuevo equipo recuperará esos millones y generará beneficios mediante goles, trofeos, publicidad y contratos televisivos.
Pero yo me siento incómodo con esa interpretación. Y digo con Poveda “creí y por eso hable”.
Y, porque creo, denuncio que el fútbol se ha convertido en una máquina de hacer dinero. Y denuncio que eso no es sino el reflejo de cómo funciona la sociedad de consumo en la que estamos inmersos.
El dinero se ha convertido en el becerro de oro bíblico. Casi todo se mueve con dinero. Y se valora al hombre por lo que tiene, mucho más que por lo que es.
El secretario general de Cáritas España ha dicho que “la pobreza en España se ha hecho más extensa, más intensa y más crónica”. Y en ese contexto el Evangelio de hoy y de siempre nos dice: NO PODÉIS SERVIR A DIOS Y AL DINERO.
En numerosas ocasiones el dinero aparece como el mayor enemigo del proyecto humanizador del cristianismo.Si eso es así la concepción cristiana de la vida:
¿No significa que debo cambiar mi manera de pensar y de actuar?
¿Que debo defender que la búsqueda del bien común debe estar por encima de las leyes del mercado?
¿Que debo implicarme para conseguir un mundo más justo?
¿Que debo ser protagonista de una historia más feliz?
Ante quien nos dice que así es el mundo en el que vivimos ¿no debemos los cristianos ser sembradores de esperanza?. Y, si lo fuéramos de verdad, no lograríamos cambiar el mundo?
PROPUESTA FINAL
Hagamos balance de lo que valoramos en la vida y de lo que merece, de verdad, ser valorado.
Alejandro Córdoba

viernes, 13 de septiembre de 2013

ÁMAME COMO ERES

Yo soy tu Dios… tu Señor… tu Creador… tu Salvador… tu Maestro… tu Hermano… tu Amigo… 
Conozco tus miserias, así como las aflicciones y tribulaciones de tu alma…
Soy consciente de la debilidad y enfermedad de tu cuerpo, lo mismo que de tus pecados… 
Aunque seas débil en la práctica del deber y en la virtud y caigas nuevamente en los mismos pecados de siempre, que ya sé, que no quieres cometer…
A pesar de todo, Yo te digo: “Dame tu corazón y ámame tal como eres”
Si esperas ser un ángel para amarme, si esperas a ser perfecto, no me amarás jamás.
¿No podría Yo, acaso, hacer de cada grano de arena un serafín radiante de pureza, de nobleza y de amor, que me sirviera y obedeciera a la perfección?… 
Sin embargo, yo prefiero el amor de tu corazón tal y como estás.
Dame tu amor y te enseñaré a amar más allá de lo que nunca has soñado…
Ámame como eres… 
¡Ámame! y confía en mí en todo instante, en cualquier situación, en el fervor o en la tibieza, en la fidelidad o en la infidelidad, ámame como eres, y confía en mí… 
Hijo mío, yo no necesito tu ciencia ni tu talento, tan sólo quiero el canto de amor de tu corazón,
Sí, claro que quiero transformarte, pero poco a poco, por ahora te quiero como eres y deseo que tú hagas lo mismo.
Quiero que pienses y confíes en mí a cada hora del día y de la noche, quiero que la acción más insignificante, que hagas, la hagas por amor a mí. 
No dudes, ten Fe y confía en Mí.
“Dame tu corazón y ámame tal como eres” 

jueves, 12 de septiembre de 2013

LA FIDELIDAD AL PROPIO SER

El santón sufí Shams-e Tabñzi cuenta acerca de sí mismo la siguiente historia:

Desde que era niño se me ha considerado un inadaptado. Nadie parecía entenderme. Mi propio padre me dijo en cierta ocasión: «No estás lo suficientemente loco como para encerrarte en un manicomio ni eres lo bastante introvertido como para meterte en un monasterio. No sé qué hacer contigo.»
 Yo le respondí: «Una vez pusieron un huevo de pata a que lo incubara una gallina. Cuando rompió el cascarón, el patito se puso a caminar junto a la gallina madre, hasta que llegaron a un estanque. El patito se fue derecho al agua, mientras que la gallina se quedaba en la orilla cloqueando angustiadamente. Pues bien, querido padre, yo me he metido en el océano y he encontrado en él mi hogar. Pero tú no puedes echarme la culpa de haberte quedado en la orilla.

martes, 10 de septiembre de 2013

DEJADO HUELLA

Las huellas son el rastro de nuestro paso por algún sitio concreto.
Hay huellas que se borran con el paso del tiempo o con otros fenómenos naturales, sin embargo, otras huellas perduran en el tiempo.
En la vida sucede igual, podemos dejar huella en la vida de los demás en un momento dado y ser, sencillamente, una huella momentánea que se borra rápidamente. Podemos ser huella en el corazón de los demás que no se borre nunca porque nuestro paso haya sido bueno y duradero.
Para que nuestras huellas marquen a los demás es fundamental que nuestra vida sea clara, transparente, sincera, cariñosa... de tal forma que llegue al corazón del otro limpia de propósitos intencionados o premeditados. 
Las huellas no son las que nosotros marcamos sino la que los demás guardan en su alma a nuestro paso.

Encar_AM

lunes, 9 de septiembre de 2013

EL OTRO

¿Por qué has de pensar que el prójimo por no ser como tú, no es cuál debe ser?
La frase anterior es de Pedro Poveda. La he leído hace ya un buen rato, en un rincón de mi pueblo muy especial para mí. Me ha bloqueado. Me ha hecho ver que no necesitaba leer más, sino rumiarla bien. Me ha suscitado una reflexión que quiero compartir.
¿Quién es y cómo es el otro? ¡Ese que se cruza en el camino de mi vida!.
Los hechos y los acontecimientos que nos rodean tienen unos protagonistas concretos. Unas personas a las que aplaudimos o rechazamos, condicionados por nuestro sesgo particular; nuestras filias y fobias; simpatías y antipatías.
Los personajes que se cruzan en mi camino vital son "mis personajes". Vistos desde mi mundo personal. Descritos desde mi manera particular de ver la vida y de situarme ante ella.
Con frecuencia, esos personajes no los describo tal cual son, sino tal y como yo los veo. Es seguro que todos ellos tienen otros rasgos que yo no he llegado a captar, y mucho menos a saber reproducir.
El regalo que recibo en mi rincón, en un tiempo de nadie que no es tarde ni noche, consiste en descubrir que no existe "la verdad" sino "mi verdad".
La del otro puede estar tan cargada de razones como la mía. Debo, pues,renunciar a toda arrogancia y escuchar al otro, con su bagaje de verdad. No para aceptar que todo vale. No para justificar lo injustificable. Pero sí para cultivar la búsqueda humilde y apasionada del respeto, la autenticidad y la bondad
Alejandro Córdoba

domingo, 8 de septiembre de 2013

No de cualquier manera

Jesús va camino de Jerusalén. El evangelista nos dice que le “acompañaba mucha gente”. Sin embargo, Jesús no se hace ilusiones. No se deja engañar por entusiasmos fáciles de las gentes. A algunos les preocupa hoy cómo va descendiendo el número de los cristianos. A Jesús le interesaba más la calidad de sus seguidores que su número.
De pronto “se vuelve” y comienza a hablar a aquella muchedumbre de las exigencias concretas que encierra el acompañarlo de manera lúcida y responsable. No quiere que la gente lo siga de cualquier manera. Ser discípulo de Jesús es una decisión que ha de marcar la vida entera de la persona.
Jesús les habla, en primer lugar de la familia. Aquellas gentes tienen su propia familia: padres y madres, mujer e hijos, hermanos y hermanas. Son sus seres más queridos y entrañables. Pero, si no dejan a un lado los intereses familiares para colaborar con él en promover una familia humana, no basada en lazos de sangre sino construida desde la justicia y la solidaridad fraterna, no podrán ser sus discípulos.
Jesús no está pensando en deshacer los hogares eliminando el cariño y la convivencia familiar. Pero, si alguien pone por encima de todo el honor de su familia, el patrimonio, la herencia o el bienestar familiar, no podrá ser su discípulo ni trabajar con él en el proyecto de un mundo más humano.
Más aún. Si alguien solo piensa en sí mismo y en sus cosas, si vive solo para disfrutar de su bienestar, si se preocupa únicamente de sus intereses, que no se engañe, no puede ser discípulo de Jesús. Le falta libertad interior, coherencia y responsabilidad para tomarlo en serio.
Jesús sigue hablando con crudeza: “Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser mi discípulo”. Si uno vive evitando problemas y conflictos, si no sabe asumir riesgos y penalidades, si no está dispuesto a soportar sufrimientos por el reino de Dios y su justicia, no puede ser discípulo de Jesús.
No se puede ser cristiano de cualquier manera. No hemos de confundir la vida cristiana conformas de vivir que desfiguran y vacían de contenido el seguimiento humilde, pero responsable a Jesús.
Sorprende la libertad del Papa Francisco para denunciar estilos de cristianos que poco tienen que ver con los discípulos de Jesús: “cristianos de buenos modales, pero malas costumbres”, “creyentes de museo”, “hipócritas de la casuística”, “cristianos incapaces de vivir contra corriente”, cristianos “corruptos” que solo piensan en sí mismos, “cristianos educados” que no anuncian el evangelio...

viernes, 6 de septiembre de 2013

BODAS DE PLATA DE D. JESÚS MANUEL HERREROS


El miércoles pasado, día 4 de septiembre, asistimos en Villamuriel de Cerrato a la solemne Eucaristía en la que Jesús Manuel Herreros Recio celebraba sus bodas de plata con el ministerio sacerdotal.  Cumplía ese día sus veinticinco años de sacerdote, dedicados fundamentalmente al servicio a los demás.

El mismo, en el marco de una emocionante y bella Eucaristía, amenizada por su compañeros de la Coral Regina Angelorum de Grijota  se encargaba, con su sencillez y paz habitual,  de relatarnos su ya dilatada trayectoria de servicio pastoral en los diversos ámbitos en los que ha trabajado, dejando huella indeleble de su buen hacer.

Sirvan estas líneas de homenaje y felicitación a nuestro buen amigo Chusma, agradeciéndole especialmente su dedicación al Movimiento de los Equipos de Nuestra Señora en las diversas responsabilidades por las que ha pasado: Consiliario de Equipo, de Sector y de Región.

Gracias Chusma por tu entrega, tu sencillez, tu cariño y tu amistad, rogamos al Señor que, por intercesión de Nuestra Señora de los Hogares, te conceda, al menos, otros veinticinco años de servicio sacerdotal y de felicidad personal

TAPIZ MUSICAL.


El grupo IXCIS y Fano nos ofrecen un TAPIZ MUSICAL.
No dejes de visitar http://www.ixcis.org/tapiz_musical_de_la_fe/index.html

martes, 3 de septiembre de 2013

Soñar con los ojos despiertos

El que sueña con los ojos abiertos se siente impulsado a alcanzar lo que sueña. Así lo hizo Martin Luther King con ocasión de la marcha sobre Washington en defensa de los derechos cívicos, de la que hoy se celebran los 50 años. Su discurso, titulado «Tengo un sueño» decía así:
«Sueño que llegará el día en que los hombres se elevarán por encima de sí mismos y comprenderán que están hechos para vivir juntos, en hermandad.
Sueño que llegará el día en que todos los negros de este país, todas las personas de color del mundo, serán juzgados por el contenido de su personalidad y no por el color de su piel.
Todavía sueño, hoy, que llegará el día en que las industrias paradas de Appalachia serán puestas en marcha y servirán para llenar los estómagos vacíos del Mississippi, y que la hermandad será algo más que unas palabras colocadas al final de un sermón: que en las agendas de todos los hombres de negocios se encontrará escrita la palabra “hermandad”.
Todavía sueño, hoy, que llegará el día en que la justicia fluya libre como el agua, y la honradez como un torrente poderoso.
Todavía sueño, hoy, en que en todos los Ministerios y en todos los Ayuntamientos serán elegidos los hombres que obrarán con justicia y misericordia, siguiendo los pasos de su Dios.
Todavía sueño, hoy, que la guerra se acabará, que los hombres cambiarán la espada por el arado, la lanza por la podadera; que las naciones no volverán a levantarse contra otras naciones ni forjarán nuevos planes de guerra».
Gracias a M.L. King por tan precioso mensaje.
La persona esperanzada es una persona alegre. Porque la esperanza es activa, dinamizadora y una poderosa fuente de energía. Si además se es creyente hay un plus de sentido que aporta la esperanza cristiana a la esperanza humana.

lunes, 2 de septiembre de 2013

ARRAIGO

Hoy he vuelto al pueblo que me vio nacer y crecer.
He vuelto necesitado de tener arraigo, de tener raíces, de sentirme vinculado a algo y a alguien que dé sentido a mi existencia.
He vuelto a fortalecer mis raices. A rendir culto a ese rincón de la foto, donde había tanta sabiduría acumulada y donde tanto aprendí.
En el camino aprendí,
que llegar alto no es crecer,
que mirar no siempre es ver,
ni que escuchar es oír
ni lamentarse sentir
ni acostumbrarse, querer...
En el camino aprendí
que estar solo no es soledad,
que cobardía no es paz
ni ser feliz es sonreír,
que peor que mentir
es silenciar la verdad.
En el camino aprendí
que puede un sueño de amor,
abrirse como una flor
y como esa flor morir,
pero en su breve existir,
ser todo aroma y color.
En el camino aprendí,
que ignorancia no es no saber.
Ignorante es ese ser
cuya arrogancia más vil,
es de bruto presumir
y no querer aprender.
En el camino aprendí
que la humildad no es sumisión,
la humildad es ese don
que se suele confundir.
No es lo mismo ser servil
que ser un buen servidor.
En el camino aprendí,
que la ternura no es doblez,
ni vulgar la sencillez
ni lo solemne verdad.
En el camino aprendí
que es mala la caridad
del ser humano que da
esperando recibir,
pues no hay defecto más ruin
que presumir de bondad.
En el camino aprendí,
que en cuestión de conocer,
de razonar y saber,
es importante, entendí,
mucho más que lo que vi
lo que me queda por ver...
RAFAEL AMOR