El árbol de la vida comienza su existencia cuando somos concebidos y se desarrolla con el paso de los años.
Hay árboles pequeños y otros más grandes, frondosos o secos, con flor o sin ella, agrietados o perfectamente recios...
Las ramas se desarrollan con el paso del tiempo expandiéndose a lo alto y a lo ancho.
El árbol es lo más parecido a la vida humana.
Un tronco estable que somos nosotros mismos, un colorido único y especial dependiendo de las opciones que realizamos. Unas ramas que simbolizan los gestos que tenemos, la forma de ser y, sobre todo, cada cosa que hacemos en nuestra vida.
Lo más importante del árbol no es su apariencia externa, aunque sea importante cuidarla, sino sus raíces. La profundidad y arraigo de las mismas será lo que dé estabilidad al árbol. Del mismo modo, las raíces que echamos en la vida y la profundidad desde donde vivimos las cosas es lo que realmente da sentido a nuestra belleza exterior.
En esa tierra donde se enraíza nuestra vida Dios está presente y nos concede la fortaleza necesaria para crecer, madurar y Vivir.
Encar_AM
No hay comentarios:
Publicar un comentario