Reflexiones sobre el aborto, el infanticidio y la
eutanasia
Presentación.
Acabo de leer un artículo del Profesor de la Facultad
de Filosofía de San Dámaso (Madrid) Leopoldo José Prieto López sobre los
aspectos del título, que nos pueden explicar los orígenes de algunas leyes del
infausto Sr. Zapatero, y que nos las aclara, al rebatir las opiniones de
determinados pensadores o filósofos autonominados progresistas, que quieren
cambiar nuestra cultura, y son anticatólicos como Peter Singer, J.S. Mill y
Ernst Haeckel –en esta ocasión-. El artículo es extenso, pero se impone la
brevedad. Así que si alguien desea conocer dicho artículo completo, recurra a
mi correo ferplazavallejo@gmail.com.
El tal Peter Singer afirma que en lo
esencial la polémica sobre el aborto se limita a determinar si el feto es o no
un ser humano; y, cuándo comienza la vida humana. Se trata de demostrar el
momento moralmente significativo que sea el límite, para la diferenciación
entre el óvulo fecundado y el niño nacido o con vida.
Aborto: Argumentos
directos.
Se estudian cuatro momentos: el nacimiento (momento en
el cual algo hasta entonces no humano comienza a ser humano), la viabilidad (la
capacidad para una vida significativa fuera del útero materno), la movilidad (movimiento
del embrión o del feto que la madre puede percibir que se mueve; pero, el feto
está vivo y se mueve antes de que la madre perciba sus movimientos.) y la
conciencia (el criterio del inicio de la conciencia podría postular la licitud
del aborto sólo hasta la séptima semana de la fecundación del óvulo, momento en
el que comienza la actividad cerebral del embrión y con ella la posibilidad de
sentir dolor). Pero estos argumentos directos no resultan ni válidos, ni definitivos.
Aborto: Argumentos
indirectos
Recurren entonces a argumentos indirectos para
convencer de que la práctica del aborto es, si no lícita, al menos no punible.
1) Argumento
sociológico. Se dice que las leyes
punitivas del aborto no erradican su práctica, sino que la hacen clandestina,
con el consiguiente riesgo para la salud y la vida de la mujer. “Una ley que
tiene más malos efectos que buenos, no es una buena ley […] en la medida en que
existan, en su forma presente, miles de mujeres la vulnerarán”.
Sin embargo, una ley despenalizadora y la licitud
moral de la práctica del aborto, se encuentran en planos muy distintos; puesto
que una persona podría considerar oportuna una legislación despenalizadora del
aborto, y a la vez afirmar que el aborto es una práctica inmoral porque se
causa la muerte a un ser humano inocente. Argumentación sociológica muy
endeble, pues.
2) Argumento
del orden público. Esto es, “el único
campo legítimo de aplicación de las leyes punitivas es evitar el perjuicio
causado a los demás y no la salvaguardia de la moralidad privada”: argumento
que se suele aplicar a delitos como la prostitución, el juego, el consumo de
drogas, etc, y… se incluiría el aborto, pues. Dicho de otra manera: que ningún
grupo social debe intentar forzar a los demás a hacer propia una determinada
concepción moral, pues en una sociedad pluralista se debe dejar en manos de la
mujer interesada la decisión sobre la prosecución o la interrupción del
embarazo. Entonces ¿el aborto es un crimen sin víctima? Hay que demostrar que
con el aborto no se daña a otro.
3) Argumento
feminista. “La mujer tiene derecho a
hacer con su cuerpo lo que le plazca”. Este argumento tampoco niega que el feto
sea un ser humano. Pero,… ¿se debe preferir la libre decisión de la mujer a la
vida del embrión? ¿el feto está en el cuerpo de la madre, pero no forma parte
de él? Es que únicamente está albergado en él. Argumento, bastante pobre, pero
es el más repetido, para justificar que el aborto sea admisible.
Singer acepta sin dificultad que “un feto humano es un
ser humano inocente”; pero también que es perfectamente discutible que “sea
malo matar a todo ser humano”. Porque hay casos en los que, hacerlo, puede ser, si no bueno, al menos correcto: embarazos
no deseados, por medio del aborto;
nacimientos de niños con graves patologías físicas o psíquicas, por medio del infanticidio; vidas que carecen de la
calidad mínima para merecer ser vividas, por medio de la eutanasia: he aquí tres casos en los que es correcto matar a un ser
humano. Singer, para llegar a esta conclusión, se basa en la falacia de separar
los dos aspectos presentes en el ser humano, como son el aspecto biológico y el
aspecto moral (o personal), y, en diseccionar el término “ser humano” (miembro de la “especie” “Homo sapiens”) del término “persona” (ser racional o
autoconsciente).
Aborto e
infanticidio
Para Singer un niño recién nacido no es persona,
porque no es racional ni autoconsciente. Y si el feto humano (ser humano) no
tiene derecho a la vida porque no es persona, tampoco la tiene el recién nacido
porque tampoco lo es. Con esto, nos dice que no pretende declarar la impunidad
de cualquier desalmado o psicópata que quiera matar niños recién nacidos. Eso
sí, para que el infanticidio pudiera ser legal, las condiciones serían
establecidas rigurosamente. Y, deberían ser tres:
-gravedad de la enfermedad física o psíquica del
recién nacido, que hicieran la futura vida del recién nacido “indigna de ser
vivida”.
-plazo de un mes posterior al nacimiento para su
práctica: esto es, un tiempo lo
suficientemente breve para permitir percatarse, tras el nacimiento, de que la
enfermedad del niño (que de ordinario no habría podido ser detectada durante el
embarazo) es del tipo de las antes indicadas.
-consentimiento de los padres: “Así, el infanticidio
se puede equiparar con el aborto sólo cuando aquellos más próximos al niño no
quieren que viva”.
Añade más: El infanticidio ha sido practicado en
sociedades que van geográficamente desde Tahití a Groenlandia, y que
culturalmente varían desde los nómadas aborígenes australianos a las
sofisticadas comunidades urbanas de la antigua Grecia o a la China mandarín. En
algunas de estas sociedades el infanticidio estaba permitido, y hasta, a veces,
era juzgado como moralmente obligatorio. No matar a un menor deforme o enfermo
era considerado frecuentemente como malo, y el infanticidio fue probablemente
la primera, y, en varias ocasiones, única forma de control de población”.
Infanticidio
y eutanasia
La base del pensamiento de este autor es una
concepción materialista de la realidad, que lleva a aplicarlo a todos los
momentos de la vida. Por eso: ¿qué diferencia hay entre quitar la vida a los
niños antes, o hasta un mes después del nacimiento, que quitársela a aquellos
enfermos incurables en un estado avanzado de su vida? Es el caso de los
enfermos mentales profundos: tampoco ellos son personas. Además, según esta mentalidad, sería acertado
impedir la procreación a aquellos seres humanos transmisores de tan triste
enfermedad, porque siendo utilitaristas y para minimizar el dolor, la
esterilización es preferible al aborto, así como el aborto es preferible al
infanticidio y el infanticidio a la eutanasia. Se trata siempre de intervenir
evitando o eliminando la vida del ser humano que no es persona, y no debe
plantear problemas morales si ello se realiza en una forma indolora.
“Los antiguos
espartanos –dice Haeckel- debieron en gran medida sus virtudes, como la fuerza
corporal, la belleza física, la energía espiritual, etc., a la vieja costumbre
de eliminar a los recién nacidos débiles o deformes [...] Me pregunto qué
provecho obtiene la humanidad permitiendo que miles de inválidos, sordomudos,
cretinos, etc. sobre los que gravan enfermedades incurables y hereditarias [que
por tanto transmitirán a su descendencia, incrementando exponencialmente el
número de tarados] sean artificialmente sostenidos y criados hasta edad
avanzada. ¿Qué provecho sacan esas mismas miserables criaturas de su vida? ¿No
sería acaso mejor y más racional terminar desde el inicio mismo con esas vidas
que arrastran una inevitable miseria?”
Esta lógica del
materialismo filosófico es implacable, terrible.
Conclusión.
La izquierda piensa
que la política está para hacer una sociedad nueva, la que corresponde a los
nuevos tiempos que nos toca vivir; lo anterior, no sirve. Para ellos, la
ideología es una especie de fuerza redentora que nos hará libres. Van, por fin,
a lograr la utopía; van a decidir cómo debe ser el mundo, rehaciéndolo según
sus “nobles” criterios.
Por supuesto, el siguiente
paso no se hará esperar: ¡lo harán, queramos o no!... ¡no se nos olvide!
Fernando
Plaza-Dic 2011.
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