Toca mirar hacia delante. Al comenzar un año, al reincorporarse a las clases, al volver al ritmo cotidiano de los días. Tiene algo de monótono (vuelta a la rutina), y al tiempo algo de novedoso (¿qué me deparará este año?). Tiene algo de cómodo (ya se sabe lo que toca), pero también algo de inquietante (¿todo estará bien?).
El comienzo del año es una ocasión privilegiada para respirar hondo, tragar saliva y empezar a caminar con cierta energía, tomando las riendas del año antes de verme inmerso en las prisas. Y eso, con los pies muy en el suelo, y la mirada al frente.
CON LOS PIES EN EL SUELO
Mi suelo está hecho de mi presente más habitual: nombres, horarios, rutinas, trabajo, problemas, obligaciones, ocio… Mi suelo está hecho de relaciones personales, algunas muy buenas, otras más difíciles. Está hecho de lo que me gusta hacer y lo que, aunque me disgusta, también me toca.
Está hecho de las calles en las que me muevo, las gentes con las que comparto espacios, los libros pendientes, las horas libres y las saturadas, la tele que veo para pasar el rato… Mi suelo es este espacio en el que transcurre mi vida. Y en mi suelo también está Dios
Dedico un breve rato a recorrer los nombres que se intuyen en mi vida este año, y a pedirle a Dios que nos bendiga a todos (de los amigos, de mis compañas, de la familia, de otros círculos…) Hago una oración por todos ellos.
Y LA VISTA ALZADA
Pero no basta con sumergirme en lo cotidiano y lo habitual. Necesito también un horizonte, unos planes, algo hacia lo que hay que caminar.
Un horizonte que me lanza hacia el futuro, y está constituido por proyectos, planes, propósitos… Lo que me gustaría que ocurriera en este año 2013, lo que quiero que sea mi vida, y la de otros, lo que me gusta imaginar de aquí a junio, o incluso a junio del 2020 si me da por darle a la cabeza.
Necesito pararme y saber qué es lo que más deseo, qué es lo que quiero. Este nuevo año puedo “dejar que pase” o puede ser el mejor de mi vida si aspiro cada día a ser feliz, a contentar a los otros, a escuchar, a superarme ... puedo pasar por el 2013 mirando tristemente y con monotonía al suelo o mirar al frente, un poquito más allá de mi suelo, y encontrar a Dios, que tiene planes y sueños para mi en este nuevo año.
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