sábado, 14 de septiembre de 2013

Reflexión ética en torno al futbol

El Real Madrid ha comprado al jugador de futbol Bale por unos 100 millones de euros. ¿Vale Bale esa cantidad? Algo me dice que la interpretación del asunto no se debe hacer en términos puramente económicos.
Soy consciente de nadar “a contracorriente”. Muchos me dirán que en el sistema económico imperante el análisis debe centrarse no en lo que cuesta sino en lo que genera; que el club es una empresa privada que puede arriesgar su dinero en lo que quiera y como quiera; que los ingresos van a ser elevadísimos; que lo que manda es la ley de la oferta y la demanda.
Me lo dirán, incluso, muchos de los que no tienen ni trabajo ni subsidio alguno. Pero la reflexión que quiero suscitar no es económica sino ética.
Si fuera económico/futbolística, diría que, aun con cierto riesgo, probablemente Bale sí vale lo que se ha pagado por él. Porque su nuevo equipo recuperará esos millones y generará beneficios mediante goles, trofeos, publicidad y contratos televisivos.
Pero yo me siento incómodo con esa interpretación. Y digo con Poveda “creí y por eso hable”.
Y, porque creo, denuncio que el fútbol se ha convertido en una máquina de hacer dinero. Y denuncio que eso no es sino el reflejo de cómo funciona la sociedad de consumo en la que estamos inmersos.
El dinero se ha convertido en el becerro de oro bíblico. Casi todo se mueve con dinero. Y se valora al hombre por lo que tiene, mucho más que por lo que es.
El secretario general de Cáritas España ha dicho que “la pobreza en España se ha hecho más extensa, más intensa y más crónica”. Y en ese contexto el Evangelio de hoy y de siempre nos dice: NO PODÉIS SERVIR A DIOS Y AL DINERO.
En numerosas ocasiones el dinero aparece como el mayor enemigo del proyecto humanizador del cristianismo.Si eso es así la concepción cristiana de la vida:
¿No significa que debo cambiar mi manera de pensar y de actuar?
¿Que debo defender que la búsqueda del bien común debe estar por encima de las leyes del mercado?
¿Que debo implicarme para conseguir un mundo más justo?
¿Que debo ser protagonista de una historia más feliz?
Ante quien nos dice que así es el mundo en el que vivimos ¿no debemos los cristianos ser sembradores de esperanza?. Y, si lo fuéramos de verdad, no lograríamos cambiar el mundo?
PROPUESTA FINAL
Hagamos balance de lo que valoramos en la vida y de lo que merece, de verdad, ser valorado.
Alejandro Córdoba

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