sábado, 30 de agosto de 2014

Afrontar las adversidades, olvidar los agravios

Cuando se tienen dificultades que sortear hay una gran oportunidad para aprender, para madurar, para crecer.
La superación de una dificultad puede ser el camino a la felicidad. Porque no es lo mismo un regalo que algo ganado con entrega y esfuerzo.
Si esa dificultad tiene que ver con agravios recibidos no seas tan tonto de guardarlos en una caja de acero y de reservar un cántaro de barro para almacenar los momentos felices. Aprende del sabio que dijo "no tengo tiempo para perderlo en tristezas".
Superar los agravios puede no ser fácil. Pero no lo dejes para mañana, la semana próxima o para cuando se te haya ido el mal humor.
Mañana no sabes si podrás. Pero ahora que has tomado conciencia del problema sí que puedes hacerlo. AHORA es la palabra clave.
Hay circunstancias en las que es difícil mantener encendida la llama del afecto cuando te han rechazado, traicionado o abandonado. Es muy comprensible. En esos momentos detén tu oración en el “no nos dejes caer en la tentación”.
No caer en la tentación de odiar o de responder al “ojo por ojo”. Dice el refranero popular que “una gota de miel caza más moscas que un galón de hiel”. Y decía A. Lincoln “La suavidad y la amistad son más poderosas que la furia y la fuerza”.
No dejes que el rencor te paralice. Postergar tu actuación te va a llevar a generar sentimientos de culpabilidad. Decidir ponerte en marcha es cuestión de segundos. Vencer el rencor puede llevarte años pero al final lo olvidarás. Y te darás cuenta de que lo que el tonto deja para el final el sabio lo hace al principio.

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