De cualquier circunstancia, por insignificante que sea, podemos extraer una magnífica lección. Cuanto más del fútbol que, siendo un fenómeno de masas, garantiza un impacto fuerte, porque hablamos de eso que a la gente le gusta.
Los futbolistas, que son admirados por millones de jóvenes, pueden ser portadores de valores a ensalzar y de defectos a cuestionar. Ahora, al inicio del curso escolar, y con la excusa del derbi madrileño, extraigamos lecciones del famoso partido Real Madrid-Atlético de Madrid en la final de la Champions europea.
El Real Madrid tuvo un entrenador con una prepotencia y una vanidad enfermiza. Lo cambió por uno moderado que respetaba y se hacía respetar. Y con él ganó la Champions. Se pueden extraer conclusiones en torno al reconocimiento de los errores, la soberbia y la humildad.
El Atlético de Madrid, con un presupuesto muy inferior al del Barcelona y del Real Madrid, ha ganado la liga española y el subcampeonato de Europa. Da para hablar de coraje, esfuerzo, de fe, de que no siempre gana el dinero.
Simeone tiene mucho que ver con el éxito del Atlético. Sirve para valorar la importancia de un equipo cohesionado, liderado, motivado. Esto no sirve para que justifiquemos los gestos negativos que mostró en la final de la Champions. Sirve para incidir en la necesidad de ser objetivos, de no obsesionarnos por ver la paja en el ojo ajeno y nunca la viga en el propio.
“Tenés todo, y tenés nada”, dijo Simeone en la rueda de prensa. Había tenido el triunfo en sus manos y en el último minuto se le escapó. Sirve como ejemplo de gestión de las emociones; de saber conjugar la amargura de haber perdido con el orgullo de haber luchado.
El comportamiento de las dos aficiones fue ejemplar. Pero era un riesgo innecesario poner pantallas en Sol para juntar a los seguidores de ambos equipos, como pretendía el presidente de la Comunidad de Madrid. Sirve para hablar de deportividad, de gestión, de evitar conflictos y de prudencia.
En las redes sociales han proliferado viñetas despectivas con los aficionados rojiblancos, por su derrota en la Champions. Sirve para recomendar respeto y celebrar la victoria propia sin humillar al contrario.
Cuando ya el partido estaba resuelto Ronaldo marcó el cuarto gol. Su celebración y exhibición de músculos contrastó con la frialdad que mostró ante el gol de Sergio Ramos, que había sido el determinante. Este gol de Ramos sirvió para enmendar el error de Casillas. Y Casillas se lo agradeció efusivamente. Sirve para hablar de egoísmo en un caso y de gratitud en el otro.
Alejandro Córdoba
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