Anda plácidamente entre el ruido y la prisa. Recuerda que la paz puede estar en el silencio.
Sin renunciar a ti mismo, esfuérzate por ser amigo de todos. Di tu
verdad, con quietud pero claramente. Escucha a los otros, aunque sean
torpes e ignorantes, cada uno de ellos tiene también una vida que
contar.
Evita a los ruidosos y agresivos, porque ellos denigran el espíritu. Si
te comparas con los otros puedes convertirte en un hombre vano y
amargado; siempre habrá cerca de ti alguien mejor o peor que tú.
Alégrate tanto de tus realizaciones como de tus proyectos. Ama tu
trabajo, aunque sea humilde es el tesoro de tu vida. Se prudente en tus
negocios, porque en el mundo abundan las gentes sin escrúpulos. Pero que
esta convicción no te impida reconocer la virtud; hay muchas personas
que luchan por hermosos ideales.
Sé tú mismo. Sobre todo no pretendas disimular tus inclinaciones. No
seas cínico en el amor, porque cuando aparece la aridez y el desencanto
en el rostro, se convierte en algo tan perenne como la hierba.
Acepta con serenidad el consejo de los años y renuncia sin reserva a los
dones de la juventud. Fortalece el espíritu para que no te destruyan
inesperadas desgracias. Pero no te crees falsos infortunios. Muchas
veces el miedo es producto de la fatiga y la soledad. Sin olvidar una
justa disciplina, se justo contigo mismo.
No eres más que una criatura del universo, no menos que los árboles y
las estrellas; tienes derecho a estar aquí. El mundo se despliega ante
ti.
Vive en paz con Dios, no importa como lo imagines; sin olvidar tus
trabajos y aspiraciones mantente en paz con tu alma, pese a la ruidosa
confusión de la vida.
A pesar de tus falsedades, penosas luchas y sueños aruinados, la tierra
sigue siendo hermosa. Se cuidadoso y lucha por ser feliz.
(Poema encontrado en una Iglesia de Baltimore)
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