En nuestro mundo hay muchas y muy variadas formas de no respetar los derechos de los hombres. Si todos los hombres somos iguales a los ojos de Dios ser fieles a nuestra fe debe comprometernos a respetar y hacer respetar esos derechos.
No se respetan los derechos humanos cuando se niega el derecho al trabajo la salud, la vivienda o la educación, se pagan sueldos de miserias, se practica la usura, se comercia con el sexo, etc.
Muchos dirán que son asuntos que no van con ellos; que nada de eso les incumbe; que de nada de eso se les puede acusar. Pero ¿y el pecado de omisión?.
Es aquel que tiene que ver con el silencio cómplice ante los abusos anteriores; es la desidia ante la discriminación; es el hacer la vista gorda ante los abusos de diversa índole
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¿No es una falta contra el Padre no hacer nada por evitar el sufrimiento de sus hijos?
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¿No es una falta contra el Padre no hacer nada por evitar el sufrimiento de sus hijos?
Incluso cuando estamos impedidos de actuar, y creemos que nada podemos hacer, nada nos impide orar.
Al cristiano le corresponde no solo exigir el respeto de los derechos humanos sino que además debe trabajar por ellos. No puede ser tibio, ni ambiguo ante la injusticia. Y, desde unos principios éticos que arrancan de las enseñanzas de Jesús, debe implicarse en la lucha por la paz, la justicia, la solidaridad y el amor entre los hombres.
Alejandro Córdoba
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