lunes, 4 de septiembre de 2017

Papa Francisco y la Familia: Pilares de la vida cristiana


¿Qué es lo que el Señor quiere que construyamos hoy en la vida? ¿Sobre qué cimientos quiere que construyamos nuestras vidas? Quisiera responder a estas preguntas proponiendo tres bases estables sobre las que edificar y reconstruir incansablemente la vida cristiana.
 1.-Memoria
La gracia que tenemos que pedir al Señor es la de saber recuperar la memoria, la memoria de lo que el Señor ha hecho en nosotros y por nosotros: recordar que, en el Evangelio se nos dice qu Él no nos ha olvidado, que se acuerda de nosotros: es más, nos ha elegido, amado, llamado y perdonado.
Hay también otra memoria que se ha de custodiar: la memoria de cada pueblo, al que Dios no ha dejado solos. Incluso en medio de tremendas dificultades, podríamos decir con el Evangelio   que el Señor ha visitado a su pueblo: se ha acordado de vuestra fidelidad al Evangelio, de las primicias de vuestra fe, de todos los que han dado testimonio, aun a costa de su sangre, ya que el amor a Dios vale más que la vida.
2.-Fe
La fe es la esperanza para vuestro futuro, la luz en el camino de la vida. Existe siempre un peligro que puede ensombrecer la luz de la fe: es la tentación de considerarla como algo del pasado, como algo importante, pero perteneciente a otra época, como si la fe fuera un libro miniado para conservar en un museo.
Sin embargo, si se la relega a los anales de la historia, la fe pierde su fuerza transformadora, su intensa belleza, su apertura positiva a todos. La fe, en cambio, nace y renace en el encuentro vivificante con Jesús, en la experiencia de su misericordia que ilumina todas las situaciones de la vida. Es bueno que revivamos todos los días este encuentro vivo con el Señor.
A los jóvenes les pido que si Jesús os llama para seguirlo más de cerca, para entregar la vida por él y por los hermanos, no tengáis miedo, dadle vuestro sí.
Él nos conoce, nos ama de verdad, y desea liberar nuestro corazón del peso del miedo y del orgullo. Dejándole entrar, seremos capaces de irradiar amor. De esta manera, podréis dar continuación a vuestra gran historia de evangelización, que la Iglesia y el mundo necesitan en esta época difícil, pero que es también tiempo de misericordia.
3.-Amor misericordioso
La vida del discípulo de Jesús se basa en esta roca, la roca del amor recibido de Dios y ofrecido al prójimo. Por eso, el rostro de la Iglesia se rejuvenece y se vuelve atractivo viviendo la caridad.
El amor concreto es la tarjeta de visita del cristiano: otras formas de presentarse son engañosas e incluso inútiles, porque todos conocerán que somos sus discípulos si nos amamos unos a otros.
Os aseguro que estamos llamados ante todo a construir y reconstruir, sin desfallecer, caminos de comunión, a construir puentes de unión y superar las barreras que separan. Que los creyentes den siempre ejemplo, colaborando entre ellos con respeto mutuo y con diálogo, a sabiendas de que la única competición posible entre los discípulos del Señor es buscar quién es capaz de ofrecer el amor más grande.
Por otro lado, os recuerdo que se necesitan cristianos que no se dejen abatir por el cansancio y no se desanimen ante la adversidad, sino que estén disponibles y abiertos, dispuestos a servir.
También se necesitan hombres de buena voluntad, que con hechos y no sólo con palabras ayuden a los hermanos y hermanas en dificultad; se necesitan sociedades más justas, en las que cada uno tenga una vida digna y un trabajo justamente retribuido.
Que la Virgen María, nuestra Madre, os acompañe siempre y guíe los pasos de todos, en el camino de la fraternidad y de la paz. Que así sea.
                                                                                              Fernando


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