(Os voy a mostrar un camino mejor)
Hoy vamos a fijarnos en la segunda lectura, tomada de la primera Carta de San Pablo a los cristianos de Corinto. Nos habla de la Caridad, del Amor. Y nos dice que es el camino mejor para vivir los valores del Reino de Dios, lo mejor e indispensable para actuar según la voluntad de Dios.
Uno puede ser un pozo inagotable de sabiduría, pero si no tiene amor es como el sonido estruendoso de unos platillos de metal que resuenan muy fuerte, pero siempre son secundarios en una orquesta. Dice, también, que ni siquiera tener una fe tan grande como para hacer milagros; sin amor, sin caridad, de nada sirve. Y así va comparando otras habilidades y carismas. Ninguno de ellos puede suplir al mandamiento del amor. Por eso Jesús, en un momento tan importante y trascendental, como era la despedida de sus apóstoles, la víspera de su pasión y muerte, les dice, como algo que tienen que tener muy presente: “os doy un mandamiento nuevo, que supera todos los demás posibles mandamientos, sean de la ley de Moisés, sean de la Iglesia:”Que os améis”. San Agustín dirá más tarde:”ama y haz lo que quieras”. Cuando se ama de verdad a las personas, no hay peligro de hacerles daño.
Y San Pablo, que ha entendido muy bien este mandato de Jesús, nos deja muy claro en qué consiste ese amor: el amor es paciente y afable, no tiene envidia, no presume ni se cree superior a los demás, no es mal educado ni egoísta, no se enfada, no lleva cuentas del mal que le hacen, no se alegra de la injusticia, goza con la verdad.
Buenas pistas para saber si amamos de verdad o decimos que amamos a los demás, aunque se una farsa.
Algunas veces, alguien pregunta: pero ¿hasta dónde hay que amar? ¿Cual es el límite? Y la respuesta es que no hay límite. El único límite es nuestra capacidad de ser más o menos generosos. La medida del amor es no tener medida.
Nos preguntamos ¿hasta cuando tengo que perdonar, comprender, disculpar, aceptar al otro? San Pedro le pregunta a Jesús:¿”Cuántas veces tengo que personar, hasta siete veces?” Y la respuesta de Jesús es:”Siempre”. Y San Pablo nos ha dicho en esa carta que deberíamos leer con frecuencia: “Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.
El amor sin límites no resulta nada fácil (Jesús sí que lo logró). Y no es fácil, porque nuestro egoísmo, nuestra soberbia, el amor a nosotros mismos tampoco tiene límites.
Acaba el Apóstol diciendo que llegará un día, en la eternidad, en que la fe y la esperanza desaparecerán. Desaparecerá la Fe, porque estaremos “viendo”, y no necesitaremos creer a causa de la evidencia. Desaparecerá la Esperanza, porque habremos conseguido penamente lo que esperábamos. Y sólo permanecerá la Caridad (el amor).
Jesús nos propone un amor grande, a semejanza del suyo. Y el suyo llegó hasta el extremo; hasta dar la vida. Y dirá nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por el hermano. Cualquier madre daría la vida por su hijo. ¿No es verdad? Normalmente no se nos pedirá tanto, pero hay que estar dispuesto, como Jesús. Por eso nos dice: “amaos unos a otros como yo os he amado”
Félix González
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