Llamada a la misión…(Mt , 4,
18-22)
Mi
amigo Juan, el otro día, me invitó a hacer oración, con el Santísimo expuesto.
Así lo tenemos entre nosotros–empezó-, lo ponemos en medio, y vivimos más su
presencia.
Desde la lectura de esta Palabra, se
nos narra cómo Jesús, después de su retiro cuaresmal, empezó a cumplir su
misión: la salvación de todos los hombres.
Y se dirigió a aquellas gentes…
Invitó a muchas personas a seguirlo:
al joven rico, …otros le siguieron a distancia… Y, los apóstoles, dejándolo
todo, le siguieron… Y les mandó continuar su obra.
Ahora se dirige también a nosotros,
a quienes estamos aquí.
“Señor, habla al corazón de estas
personas: han sido vocacionados a pertenecer a los ENS”
Ponemos dificultades porque no
pensamos que es Cristo quien se fía de nosotros, y por eso nos invita a cada
uno de nosotros ¿nos damos cuenta de que esta vocación matrimonial y a los
Equipos se debe a su llamada? ¿Pensamos que si decimos “que no”, se lo decimos
a Cristo?...
A veces, hasta pedimos cuentas a Cristo
por su llamada… pero ¿quién va a anunciar el Reino, con sólo los sacerdotes? si
no llegamos ni a la mitad de la gente… Si le decimos no a Dios o a Cristo, …
lleva muchos riesgos…¿queremos atenernos a las consecuencias?… ¿os consideráis
predilectos porque Cristo quiere teneros a su lado? …Si le decimos “que no”
¿cuál es nuestro sentimiento?...recordemos la escena del joven rico…
“¿Hay alguien aquí, Señor, que te
está poniendo triste?”
“A estos seglares que pertenecen a
los Equipos de tu Madre, te pido nos des a todos el Espíritu, para que todos
caigamos en la cuenta de que, por tu llamada, somos seglares comprometidos”.
Sí, hablémosle, porque Él sabe lo
que queremos decirle, y Él sabe lo que nos va a proponer…
Gracias, Señor.
Gracias, Juan
Fernando
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