“Alabado seas mi Señor,…El sol y las estrellas proclaman tu grandeza, las flores y la luna nos cantan tu
poder… Alabado seas mi Señor … Cantando el universo, te ofrece su
hermosura, pues toda criaturaes
cántico de amor...Alabado seas mi Señor ... Los pájaros y el bosque, los árboles y el
viento, los ríos y los mares nos cantan tu poder…Alabado
seas mi Señor … Por todos los hermanos, que acogen y perdonan, por todos los que rezan en su
tribulación…Alabado seas mi Señor…
Sí gracias por ese mundo que has creado, por la vida
que nos has dado, para que crezca y madure…hasta el día que me encuentre
contigo, Señor…
Ante
el misterio de la muerte, término
final de nuestra vida, … lo rezamos… para afrontarlo con esperanza. Pensemos en
que, después de la muerte, creemos que algo mucho más grande y maravilloso nos
espera. La
fe nos dice que la muerte no existe, que es sólo el paso a la vida plena y definitiva. La verdadera
muerte es estar separados de Dios. Santa Teresita, a las puertas de la muerte,
dijo: 'no muero, entro en la vida'. Es la vida en plenitud que
nos aguarda.
Ante
el sufrimiento también decimos y
oramos: Las Bienaventuranzas, que proclamamos el día de Todos los Santos, nos hablan de la dicha del
que sufre. Sabemos
que si sufrimos seremos consolados. Todas las oraciones movidas por el dolor y
el sufrimiento que aparecen en la Biblia terminan en una oración llena de esperanza.
En ese acto de fe y esperanza recibimos el consuelo de Dios. Cuando decimos: 'sé que estás conmigo y que me amas', viene
el consuelo a nuestro corazón, y, la paz.
Se
siguen produciendo sanaciones, la gente se cura, no sólo por la
ciencia médica, sino también con la intervención de Dios, según la fe con la
que se lo pidamos, pero siempre pensando que si es bueno para nosotros, Dios
nos lo concederá: confiemos en el Señor. Sí, hay que insistir en nuestra
oración a Dios, pidiéndoselo, y qué mejor en esta Iglesia, con la Oración
Perpetua, … a donde tantos y tantos acuden a orar y estar con Dios… presente…que
tanto espera a su criatura especial… nosotros… el hombre…Sí, hay muchos
testimonios de vida en los se nos dice que el Señor sana muchas enfermedades:
el cáncer,
migrañas,… problemas de corazón, de huesos, de espalda, de
estómago, depresiones,... muchísimas, y también libera de vicios, dependencias, y de espíritus de pecados como
envidia, mentira, .... Dios sigue haciendo maravillas… Pedimos la curación, la
sanación, … por los enfermos…
También
el Señor nos habla: hay que tener un
tiempo en silencio, en el que callemos, y dejemos que Él nos diga, nos hable.
Ante los hechos y situaciones de nuestra
vida, Él nos va a decir “¡No tengáis miedo!”, continúa adelante,
sigue caminando… todo se arreglará…
Encomendemos a nuestra Iglesia diocesana, a nuestro Obispo,
…que los sacerdotes sean santos y vivan el celo apostólico, … que seamos fieles
a nuestra Iglesia… que evitemos las murmuraciones y discordias, … que nuestros
allegados vivan su fe, … sientan el amor y la preocupación que Dios los tiene,
…
También
hemos de acudir a la Virgen,
encomendándola las familias,… los enfermos también, los cristianos perseguidos,
todos los que sufren, …
Para terminar, podemos rezar de nuevo una “estación” al
Santísimo, ...¡hay pedir tanto por el Papa! …y,… concluimos nuestro encuentro,
despidiéndonos de tan excelente compañía,
¡hasta la próxima, mi Señor!.
Fernando
P.D. Cuando salgo de tan
estupenda visita… ¡qué bien me encuentro!...¡no hay penas, y sí valor y fuerza
para actuar con serenidad, para tratar … ese problema…¡bah, no tiene
importancia… sí tengo que acoger… perdonar… cuidar el trato, …sonreír,… amar.
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