En la temporada teatral de Madrid dos obras en cartel, La llamada y Enfrentados, muy distintas entre sí, con algunas similitudes, y es que en ambas Dios entra en escena, es más, llena teatros y en el patio de butacas encuentras a creyentes y no creyentes.
Distintas, una supone un chute de energía desde el minuto uno y otra impone un ritmo tranquilo y reflexivo; en la primera reina la música, mientras que en la segunda, la palabra toma la palabra. La llamada tiene como principales protagonistas a mujeres, aunque como siempre Dios termina siendo un hombre; en Enfrentados, la distancia generacional, diría que eclesial, es la protagonista. En la primera, un Dios actual hace su llamada particular a través de canciones de Whitney Houston, en la segunda, Dios ya hizo su llamada hace mucho tiempo, pero parece que a veces necesitamos volver a escucharla.
Comunes, las dos plantean preguntas a nuestra Iglesia de hoy y sacan a escena temas como la diversidad sexual y el humor, en Enfrentados incluso se atreven con temas como el sacerdocio de la mujer, el conformismo y la riqueza/pobreza. En ambas, la búsqueda de la identidad marcan el camino, Dios es alegría aunque a veces enfrascados en la doctrina y la comodidad le perdamos de vista. Ninguna resuelve con moralina, sólo sacan a la luz preguntas y diversión, y creo que por esa razón, y por la calidad teatral de las dos, llenan y llenan teatros sin que nadie salga ofendido.
Para cerrar sin cerrar, doy paso a Pagola. En su libro Grupos de Jesús encontré un buen resumen de lo que las dos obras supusieron para mí y un buen cierre para este post: «Jesús libera de agobios, no los introduce; hace crecer la libertad, no las servidumbres; atrae hacia el amor, no hacia las leyes; despierta la alegría, nunca la tristeza». Si vienen a Madrid, invitados al teatro están, y es que Dios ha entrado en escena.
Ana Vázquez Ponzone
Ana Vázquez Ponzone
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