Hay
días buenos y malos. Días tontos. Días especiales. Hay días de rutina, y otros
de novedad. Hay días inolvidables –por fantásticos– e inolvidables –por
trágicos–. Otros, se olvidan pronto. Hay días marcados por el ocio. O por el
trabajo. Por el estudio. Por los viajes. Por la soledad, o por la gente. Sea lo
que sea, lo importante es extraer el meollo de la vida a todos los días. Darnos
cuenta de que cada día importa. Cada día es un escenario donde puedo poner en
juego el amor, la justicia y la fe. Siempre.
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