La ideología wahabí-salafita que se vive en Arabia Saudita difunde a escala internacional una ideología religiosa que hace explícita referencia al odio, a la intolerancia y a numerosas violaciones a los derechos del hombre.
Henda Ayari, musulmana franco-tunecina, ha escrito un libro llamado “Elegí ser libre” donde cuenta su cambio del islam radical a uno moderado.
Una de las prioridades de Riad es el de difundir una visión fanática del islam saudita sunita. Para ello destina millones de petrodólares en las organizaciones islámicas de todo el mundo.
En uno de los muchos textos que distribuyen para propagar su doctrina en todo el mundo, podemos leer las palabras de un alto funcionario religioso. “No te unas con los infieles, ódialos por su religión, abandónalos, no cuentes jamás con ellos ni en caso de necesidad, no los admires, contrástalos siempre en todos los modos posibles y en conformidad con la ley islámica”.
En el librito de bienvenida del servicio cultural de la embajada de Arabia Saudita en Washington dice “Nunca saluden a los cristianos ni a los hebreos. No se alegren jamás con el infiel por sus fiestas. No se hagan amigos con los infieles excepto para convertirlos”.
Estos textos llenan hoy las bibliotecas, las salas de estudio, las mezquitas de todo el mundo.
Esos libros muestran el adoctrinamiento de los musulmanes hacia la ideología beligerante y hostil de la secta radical wahabí salafita de Arabia Saudita.
Todos los sauditas deben ser obligatoriamente musulmanes y el gobierno saudita, en colaboración con el establishment religioso del país, impone el wahabismo como doctrina oficial del Estado.
El wahabismo aplicado a la monarquía saudita, y sobre el cual ella fundó la propia legitimidad, se presenta como una ideología fanáticamente sectaria, xenófoba y a veces violenta.
Sus textos rechazan la coexistencia de las diversas religiones y condena en modo explícito a los cristianos, a los hebreos, a cuantos no son musulmanes, así como a los musulmanes no wahabíes. Y basan su desprecio hacia los Estado no musulmanes, en que estos países son regulados por leyes civiles y no por la ley islámica de tipo wahabí.
Alejandro Córdoba
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