El no juzgar
a los demás es muy importante, puesto
que el único que puede hacerlo es Dios, y, nosotros, antes de hacerlo,
mirémonos en el espejo.
Todos queremos que en el Juicio Final el Señor nos
mire con benevolencia, que el Señor se olvide de tantas cosas feas que hemos
hecho en la vida. Y si tú juzgas
continuamente a los otros, con la misma medida serás juzgado, nos dice el
Evangelio.
Mírate en el espejo, pero no para maquillarte y que no
se vean las arrugas. No, no, no, ese no es el consejo. Mírate al espejo para ver cómo eres. ‘¿Por qué miras las brizna que
hay en el ojo de tu hermano y no te fijas en la viga que tienes en el tuyo’? ¿Y
cómo nos califica el Señor cuando hacemos esto? Una sola palabra: hipócrita, quita antes la viga de tu ojo y entonces
verás bien para quitar la brizna del ojo de tu hermano, nos dice Jesús.
Cuando leemos este pasaje del Evangelio, parece que el
Señor se enfada un poco aquí, y llama
hipócrita a aquel que se pone en el lugar de Dios. Se trata de algo que
quiere el demonio, como ya hizo con Adán y Eva, ponerse en el lugar de Dios.
Por eso es tan feo juzgar. ¡El juicio sólo es de Dios,
sólo es suyo! A nosotros nos corresponde
el amor, la comprensión, rezar por los otros cuando vemos cosas que no son
buenas, pero también hablarles a ellos: ‘mira, yo veo esto y quizás…’ Pero
nunca juzgar. Nunca. Esto es hipocresía”.
Cuando nosotros juzgamos, nos ponemos en el puesto de
Dios, y nuestro juicio es un pobre juicio, nunca puede ser un juicio verdadero.
Preguntémonos: ¿por qué nuestro juicio no puede ser
como el de Dios?. Porque, a nuestro
juicio le falta la misericordia. Y cuando Dios juzga, juzga con
misericordia.
Pensemos hoy en esto que el Señor nos dice: no juzgar,
para no ser juzgados; el modo, la medida
con la cual juzguemos será la misma que usarán con nosotros; y, tercero,
mirémonos en el espejo antes de juzgar. ‘Esta hace eso, este hace eso otro…’.
‘Espera un momento’. Me miro en el espejo, y después, pienso. Al contrario seré
un hipócrita, porque me pongo en el lugar de Dios y, también, mi juicio es un
pobre juicio; le falta algo importante que sí tiene el juicio de Dios, le falta
la misericordia.
Que el Señor nos haga entender bien estas cosas. Amén.
Fernando
No hay comentarios:
Publicar un comentario