lunes, 3 de julio de 2017

Papa Francisco y la familia: el no juzgar a los demás



El no juzgar a los demás es muy importante, puesto que el único que puede hacerlo es Dios, y, nosotros, antes de hacerlo, mirémonos en el espejo.
Todos queremos que en el Juicio Final el Señor nos mire con benevolencia, que el Señor se olvide de tantas cosas feas que hemos hecho en la vida. Y si tú juzgas continuamente a los otros, con la misma medida serás juzgado, nos dice el Evangelio.
Mírate en el espejo, pero no para maquillarte y que no se vean las arrugas. No, no, no, ese no es el consejo. Mírate al espejo para ver cómo eres. ‘¿Por qué miras las brizna que hay en el ojo de tu hermano y no te fijas en la viga que tienes en el tuyo’? ¿Y cómo nos califica el Señor cuando hacemos esto? Una sola palabra: hipócrita, quita antes la viga de tu ojo y entonces verás bien para quitar la brizna del ojo de tu hermano, nos dice Jesús.
Cuando leemos este pasaje del Evangelio, parece que el Señor se enfada un poco aquí, y llama hipócrita a aquel que se pone en el lugar de Dios. Se trata de algo que quiere el demonio, como ya hizo con Adán y Eva, ponerse en el lugar de Dios.
Por eso es tan feo juzgar. ¡El juicio sólo es de Dios, sólo es suyo! A nosotros nos corresponde el amor, la comprensión, rezar por los otros cuando vemos cosas que no son buenas, pero también hablarles a ellos: ‘mira, yo veo esto y quizás…’ Pero nunca juzgar. Nunca. Esto es hipocresía”.
Cuando nosotros juzgamos, nos ponemos en el puesto de Dios, y nuestro juicio es un pobre juicio, nunca puede ser un juicio verdadero.
Preguntémonos: ¿por qué nuestro juicio no puede ser como el de Dios?. Porque, a nuestro juicio le falta la misericordia. Y cuando Dios juzga, juzga con misericordia.
Pensemos hoy en esto que el Señor nos dice: no juzgar, para no ser juzgados;  el modo, la medida con la cual juzguemos será la misma que usarán con nosotros; y, tercero, mirémonos en el espejo antes de juzgar. ‘Esta hace eso, este hace eso otro…’. ‘Espera un momento’. Me miro en el espejo, y después, pienso. Al contrario seré un hipócrita, porque me pongo en el lugar de Dios y, también, mi juicio es un pobre juicio; le falta algo importante que sí tiene el juicio de Dios, le falta la misericordia.
Que el Señor nos haga entender bien estas cosas. Amén.
                                                                                  Fernando

  

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