miércoles, 29 de enero de 2014

Crisis de un matrimonio


Presentación:

             Nuestra preocupación por la “salud” de todo matrimonio y más del cristiano  -por pertenecer a los Equipos de Nuestra Señora además-  nos lleva a acercarnos a aquellas situaciones duras, reales y difíciles de la vida matrimonial que para algunos les sumerge en un vivir muy diferente del que soñaron cuando fueron novios, y cuando se dieron el “sí” en el día de su boda.

En las redes, hemos recogido una realidad, que vemos reflejada en un intercambio de mensajes, que  os invitamos a leer, y  a reflexionar sobre esas circunstancias: y si tenéis alguna respuesta, o  alguna idea que proponer nos la hagáis llegar. Con esas respuestas y otras reflexiones, habrá una segunda parte ¿de acuerdo?  Pues vamos allá:

Primera parte:

        »Esposo: Querida esposa: Estoy delante de mi escritorio, en el trabajo. Sí, tengo cosas que hacer, pero estoy casi seguro de que las haré sin grandes problemas cuando me decida a iniciarlas. Todo parece estar  tranquilo. Sin embargo, echo de menos algo. Como todos los días, me pregunto si estoy haciendo lo justo. Si estoy haciendo de verdad lo que el Señor ha preparado para mí, si estoy siguiendo su diseño. Me digo que gracias también a mi trabajo vivimos en un piso bonito, tenemos comida, pero no basta. Como a ti no te basta ser madre, preparar la comida. San Agustín dice: «Nuestro corazón está inquieto hasta no descansa en Ti». Tu inquietud es también la mía. De nuevo, desde lo profundo de mi corazón, te suplico que te unas a mí en esta pregunta, en este ponerse a la escucha como niños que esperan una respuesta de su padre. Sólo así podremos conseguir la verdadera paz, y sólo así seremos libres.

        »Esposa:  Con la mente fría te digo que sí, pero hay algo más: un cansancio, un desánimo. Ves, yo estoy en casa, estoy aún en pijama y todavía no me he lavado porque no puedo permitirme ir al baño y despertar a la niña. Estoy trabajando en cosas sobre las que no trabajaré más, hoy debería hacer los deberes para mañana y no podré hacerlos hasta la noche, si todo va bien. Así, pasaré otra noche haciendo estas estupideces por poquísimo dinero, sin poder pensar en mis cosas.  

 »Dentro de poco, la niña se levantará y ¡se acabó la concentración! Tengo que cocinar, darle de comer, pero en teoría tengo que trabajar. Esto no es profesional, es ridículo. Después tengo que ir a recoger a la otra niña y tardaré un montón, como siempre. Con mi licenciatura y mi doctorado lo que hago es limpiar el culito de mis hijas. Me siento ridícula. Y una idiota total. 

   »Ahora, la única cosa que espero es que llegue la noche, que las niñas estén en la cama y así poder apagar rápidamente mi cerebro. Pedir ser feliz es un lujo que hoy no me puedo permitir. Tu email me conmueve, de verdad, pero tal vez no puedo darte, hoy, esta compañía, aunque me gustaría. Siento que lo único que tengo que hacer es agachar la cabeza.

        »Esposo: Pero la cuestión es precisamente ésta, que no es necesario ningún requisito para ser compañeros en este camino, lo único que sirve es tu “sí”. No es necesario que tú seas todo lo que, de manera confusa, quieres ser; eres necesaria sólo tú. Nadie puede sustituirte, porque tu sitio es sólo tuyo. Llevas diez años yendo adelante con esta historia de “agachar la cabeza”. Lo que tú llamas agachar la cabeza es en realidad el último diafragma de presunción, de ilusión de control de tu vida. Sigues girando la cabeza con la rabia de alguien que sólo puede defender su propia desesperación. Abandónala, no tengas miedo, no me dejes solo. Estamos hechos para una vida grande, tú y yo juntos. No la malgastemos encerrándonos en nuestra estéril miseria humana. Te lo ruego, y seguiré haciéndolo cada día de lo que me quede por vivir, porque te necesito, ahora.

        »Esposa: Ahora, ponte a trabajar con tranquilidad mientras yo estoy agobiada y nerviosa y con la cena aún por preparar. Después, cuando llegues, tal vez yo pueda empezar a estudiar para mañana. ¡Ésta sí que es una gran vida, já, ja! Casi, casi, para celebrarla paso el trapo sobre los escupitajos de papilla que tengo encima.


Conclusión:

       Este es el diálogo. Hay una frase clave del esposo: va en cursiva.
1.       ¿Qué vemos en esta situación?
2.       ¿Qué destacaríamos de cómo es, o, piensa cada uno?
3.       ¿Qué les diríamos, a cada uno por separado?
4.       ¿Razones para seguir adelante en su matrimonio?


                                    Os saluda. Fernando

1 comentario:

  1. Veo desánimo, falta de ganas, desilusión, tristeza, agotamiento
    Cada uno está incómodo y sin recursos, como que la vida le tratase mal
    Les diría: sois los dueños de vuestra vida, respirar profundo, tenéis muchas capacidades, podéis, si tenéis fe confiad en Dios, entregaros a la oración y recibid todo con alegría.
    Razones para seguir: te quiero. Y eso es lo más grande para seguir a tu lado.
    Gracias Fernando por hacernos reflexionar.
    H yMN

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