“Tiempos de encuentro”
3:
“El Amor”
Continuamos
recogiendo esos “tiempos de encuentro” con el Señor, que tanto nos han marcado,
y que, brevemente, intentamos recordar.
En la cuaresma, sabemos que, de manera especial, intentamos
contemplar las grandes maravillas del Señor, que ha realizado para nuestra salvación, que se concentrarán
en la Semana Santa.
El presente tema surge de la segunda Carta de San Pablo a los Corintios, v.
9:
“Cristo siendo rico, se hizo pobre por vosotros
(nosotros), para enriqueceros con su pobreza”.
Ese es el estilo de Dios. Jesús se despoja de su condición,
de su categoría divina, se hace dependiente de otro, como el esclavo; se abaja
a la condición de hombre, y actúa como un hombre cualquiera: recibe órdenes, …etc,
y hasta muere con la peor y más
denigrantes de las condenas: crucificado, en la cruz.
Pero, vemos cómo el
hombre quiere ser “como” Dios: con sus solas fuerzas, quiere solucionar la vida
del hombre, … se “chulea”… hace “alarde”
de lo que consigue por sí solo, o “roba”
y se queda con lo que no es suyo … pues… no somos dueños de la vida, decidimos sobre ella…
Sin embargo Dios se desprende de todo aquello que puede ser motivo de alejamiento de
nosotros: el poder, la fuerza, … En cambio, nosotros acudimos a Dios, para que
me solucione mis problemas y necesidades, me evite el mal… ¿es ese el poder de
Dios? No, su poder es el AMOR. Él, que lo tiene todo, asume la máxima
fragilidad: el amor no busca acaparar bienes, Él se despoja de todo; no acumula, sino que dona, entrega y se entrega,
… es más: Él sale a la búsqueda del otro, de la “oveja perdida”, … el amor es
puro don, plena entrega y donación, … esta es la pobreza de Jesús, que nos
enriquece. Él no necesita perdón porque no tenía pecado, y sin embargo asume
nuestra condición de pecadores… el bienestar del otro es mi bienestar,… es más:
nos da la categoría de ser hijos de Dios, de darnos por Padre a su Padre, y de
… ser hijos con el Hijo… de ser capaces de un Amor como el suyo… y no nos lo da
como un caramelo, como una dote, sino como una forma de ser como Él.
Somos pues, la imagen del amor de Dios, el reflejo de ese amor de
donación total, que nos ayuda también a entender el amor de Cristo a su Iglesia.
Así pues, se hizo pobre para salvarnos, y nos salva con un
amor tan total que llega hasta la muerte, y qué muerte…para que nunca ningún
hombre pueda decir que está solo, en la más extrema situación.
Fernando
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