Pido que todos los países del
mundo sean lugares de redes solidarias,
auténticamente humanos, capaces de alegrarse con el amor de Dios y de la
comunión mutua.
Esto es precisamente lo que nos
recuerdan las Puertas Santas, que permanecen abiertas en todas las diócesis del
mundo: que quien las cruce con amor,
encontrará perdón y consolación, y estará impulsado a donar y donarse con mayor
generosidad, por su propia salvación y por la de los hermanos.
Dejémonos transformar en el
momento en que pasamos esta puerta espiritual, de forma que marque
interiormente nuestra vida. Dejémonos
involucrar por el Jubileo de la Misericordia –todos tenemos necesidad de un
poco de misericordia– de forma que podamos renovar
el tejido de nuestra sociedad, haciéndola más justa y solidaria. Amén.
Gracias
Fernando
No hay comentarios:
Publicar un comentario