Como sabemos, tres son los elementos que caracterizan
nuestro camino en la Cuaresma:
1. La oración,
que es la fuerza del cristiano y de cada persona creyente: En la debilidad y en
la fragilidad de nuestra vida, podemos dirigirnos a Dios con confianza de hijos,
y entrar en comunión con Él. Y ante tantas heridas que nos hacen mal, y que nos
podrían endurecer el corazón, estamos llamados a ‘zambullirnos en el mar de la
oración, en el mar del amor ilimitado de Dios, para gustar su ternura`.
2. El ayuno:
Y hemos de estar atentos a no hacer ´un
ayuno formal`, puesto que el ayuno tiene sentido si verdaderamente “mella
nuestra seguridad”, y si también de él deriva un beneficio para los demás, si
nos ayuda a cultivar el estilo del Buen Samaritano, que se inclina sobre el
hermano en dificultad y se hace cargo de él.
Por eso, el ayuno comporta la
elección de una vida sobria, que no derrocha, que no “descarta”. Ayunar ayuda a
entrenar el corazón hacia lo esencial, y, al compartir. Es un signo de toma de
conciencia y de responsabilidad frente a las injusticias, a los atropellos,
especialmente con respecto a los pobres y a los pequeños, y es signo de la
confianza que ponemos en Dios y en su providencia.
3.- La
limosna, la gratuidad, ya que en la
limosna ´se da a alguien de quien no se espera recibir algo a cambio`. Hoy, con
frecuencia, la gratuidad no forma parte de la vida cotidiana, donde ´todo se
vende y se compra`, todo es cálculo y medida.
Os invito, pues, a la conversión, ya que la Cuaresma, providencialmente,
viene ´a despertarnos, a despabilarnos del entumecimiento y del riesgo de ir
adelante por inercia`.
¿Por qué, pues, debemos volver a Dios?. Porque algo no
va bien en nosotros, en la sociedad, en la Iglesia, y, … tenemos necesidad de
cambiar, de dar un cambio, de convertirnos.
La Cuaresma viene nuevamente a dirigir su llamamiento
profético, para recordarnos que es posible realizar algo nuevo en nosotros
mismos y en torno a nosotros, sencillamente porque Dios es fiel, sigue siendo
rico en bondad y en misericordia, y está siempre dispuesto a perdonar, y volver
a comenzar de nuevo.
¡Con esta confianza filial, todos, pongámonos en camino!. Muchas gracias.
Fernando
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