martes, 16 de febrero de 2016

El Papa Francisco y la Familia: Ante la cuaresma.


Como sabemos, tres son los elementos que caracterizan nuestro camino en la Cuaresma:

1. La oración, que es la fuerza del cristiano y de cada persona creyente: En la debilidad y en la fragilidad de nuestra vida, podemos dirigirnos a Dios con confianza de hijos, y entrar en comunión con Él. Y ante tantas heridas que nos hacen mal, y que nos podrían endurecer el corazón, estamos llamados a ‘zambullirnos en el mar de la oración, en el mar del amor ilimitado de Dios, para gustar su ternura`.

2. El ayuno: Y hemos de estar atentos a no hacer ´un ayuno formal`, puesto que el ayuno tiene sentido si verdaderamente “mella nuestra seguridad”, y si también de él deriva un beneficio para los demás, si nos ayuda a cultivar el estilo del Buen Samaritano, que se inclina sobre el hermano en dificultad y se hace cargo de él.
          Por eso, el ayuno comporta la elección de una vida sobria, que no derrocha, que no “descarta”. Ayunar ayuda a entrenar el corazón hacia lo esencial, y,  al compartir. Es un signo de toma de conciencia y de responsabilidad frente a las injusticias, a los atropellos, especialmente con respecto a los pobres y a los pequeños, y es signo de la confianza que ponemos en Dios y en su providencia.

3.- La limosna, la gratuidad, ya que en la limosna ´se da a alguien de quien no se espera recibir algo a cambio`. Hoy, con frecuencia, la gratuidad no forma parte de la vida cotidiana, donde ´todo se vende y se compra`, todo es cálculo y medida.

Os invito, pues, a la conversión, ya que la Cuaresma, providencialmente, viene ´a despertarnos, a despabilarnos del entumecimiento y del riesgo de ir adelante por inercia`.
¿Por qué, pues, debemos volver a Dios?. Porque algo no va bien en nosotros, en la sociedad, en la Iglesia, y, … tenemos necesidad de cambiar, de dar un cambio, de convertirnos.
La Cuaresma viene nuevamente a dirigir su llamamiento profético, para recordarnos que es posible realizar algo nuevo en nosotros mismos y en torno a nosotros, sencillamente porque Dios es fiel, sigue siendo rico en bondad y en misericordia, y está siempre dispuesto a perdonar, y volver a comenzar de nuevo.

¡Con esta confianza filial, todos,  pongámonos en camino!. Muchas gracias.

                                                                       Fernando

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