Retiro
Anual, por el P. Miguel de la Mata (I)
Lo
primero que hay que tener presente es que la misericordia es algo activo, que
está hecha de muchos pequeños detalles, de muchas actitudes: misericordia no es
sólo perdonar a alguien: éste es el punto de llegada podríamos decir, pero para
llegar hasta ahí, hay que hacer el camino, en el que hay tiempos de lluvia y
tiempos de sol.
El
mensaje inicial es: Hogar ENS, levántate… acoge en tu corazón la misericordia
activa, … levántate y anda: cada uno a su ritmo, pero anda, … no tengas miedo… no
pierdas la esperanza …anda…levántate … ponte en camino… porque si no… lo que
viene después, sobra.
1ª nube: En
la vida diaria, vendrán las alegrías rodeadas de desastres, vendrán nuevas
conquistas y algunas soledades, cada reto traerá sus miedos, y plantea nuevos
abismos. Es la nube de la Escasez y
heterogeneidad
Hay
una experiencia muy frecuente, como ese fantasma que, aunque uno se encuentre a
gusto, en la experiencia de los grupos, p.e., eclesiales, pero siempre como que
nos falta algo, nos da miedo algo, y lo podríamos expresar así: nos da miedo la
escasez, somos muy pocos, esto no va
para adelante… y la heterogeneidad: además somos tan distintos los que estamos…
Pues
más allá de esa nube, siempre aparece el
sol que nos invita a “arriesgarnos
a”… nos arriesgamos, o esto no funciona: el cristiano siempre ha de asumir
el riesgo, … “apostar”: tenemos que
evitar confundir la verdad de fe, con la verdad estadística; pero estamos siempre
jugando a esto, confundiendo la verdad estadística con la verdad de fe:
ej. estadísticamente podemos decir que
somos muy pocos, …que somos mayores… Esto puede parecer una verdad evidente,
pero desde el punto de vista de la fe, es una absoluta herejía, porque Dios
transforma la realidad con unos poquísimos, eso sí, que creen firmemente lo que
son, en sus posibilidades, y que confían… simplemente.
Arriesgarnos
a que los más jóvenes intenten acoger la memoria viva del Movimiento: porque
los más jóvenes tienen que descubrir la vida del Movimiento, porque tiene unas
posibilidades mayores de lo que nosotros nos damos cuenta. Y los mayores, que
siempre tienen la tentación de pensar que ya lo saben todo, y ya lo han vivido
todo, en la dinámica de seguir creciendo y aprendiendo siempre: aquí nadie ha
aprendido ya todo, nadie ha crecido ni ha aprendido lo suficiente.
El
criterio de estar vivo es: uno deja de crecer, cuando se hace un fanático; el
fanático no es aquel que mata por una ideología, es aquel que no escucha; es
uno que habla, pero no escucha: repite siempre lo mismo y mata por esa idea,
porque no tiene otra, es la única.
Arriesgarnos
a cuidar la relación y la comunicación: en las vidas comunitarias,… en la vida
de Equipos, … hay problemas que nacen sencillamente de una falta de
comunicación, y de un parco y poquísimo ejercicio de la ternura.
No
podemos dar por supuesto el querernos, tenemos que hacer gestos que expresen
ese cariño, gestos que expresen la ternura, y de esto, nunca nos tenemos que
cansar.
Y
finalmente, tenemos que arriesgarnos a ser muy
tajantes con las opciones, sin dorar la píldora a nadie, esto es, decir
claro esto es lo que queremos y esto lo que pretendemos; pero después, tenemos
que ser comprensivos, con los comportamientos, y misericordiosos con aquel que
tenga otro camino,… con el que falla, …con el que no arranca… pero siempre,
tener muy claro detrás de lo que andamos.
2ª nube: Vendrán buenas noticias, pero verás cómo
algo estorba, vendrán algunas luces pero proyectando nuevas sombras a lo que
tenemos, cada mérito traerá vértigos y nuevos destinos.
Es
la nube del vértigo espiritual: en
los cristianos es muy dado, y más en ciertos grupos de iniciados, a
espiritualizarlo todo; y una cosa es leer creyentemente, y hacer miradas de fe de las cosas, y otra,
espiritualizarlas. El espiritualizar, al final, se convierte en una especie de irresponsabilidad.
El
sol que nos ayuda a disipar eso, son algunas opciones importantes:
Partimos de la realidad: si
nuestra realidad es que no damos nada más que para esto, no podemos, o estamos
cansados, o estamos enfermos, o somos mayores, o demasiado jóvenes… pues, desde
ahí construimos, desde ahí somos equipo; y, desde ahí trabajamos, desde ahí
intentamos crecer... juntos, eso sí.
El hecho de que nuestra realidad sea
pobre no nos exime de una responsabilidad que es muy importante; porque a
veces, los cristianos, en nombre de evitar la soberbia o de lo que parece que
es humildad, lo dejamos de hecho, o no nos esforzamos demasiado. Nuestra
realidad tiene siempre buscar la excelencia, es decir, dentro de
nuestras posibilidades explotarlas al
máximo, no pretender más de lo que somos, pero sí lo que tenemos explotarlo,
sacarlo el máximo partido. Eso hace posible, que por dura, difícil o complicada
que sea nuestra realidad, hagamos algo connatural a la vocación cristiana, que
es, recrear la realidad.
El
cristiano no es aquel que hace magia en la realidad, la recrea, porque la vive
serenamente, la afronta realísticamente, y la acaba transformando, no haciendo
revoluciones sino cambiando los corazones de las personas, que es como se
cambia la realidad, es como se recrea la realidad.
Y
además tenemos que, juntos, encontrar el sentido de la normalidad
cotidiana: es el gran desafío de todo el mundo. Hay una especie de hastío de lo
cotidiano: siempre lo mismo… pero y …¿qué lo vamos a hacer?
El
problema no es hacer cosas distintas, el problema es que, lo que hagamos, lo
hagamos con sentido, desde el amor. El problema no es el qué hacemos, sino el
por qué lo hacemos, o desde dónde lo hacemos. Si para uno, su
trabajo es una especie de condena, eso es infumable; pero si uno le encuentra
el sentido a lo que hace, e intenta hacerlo con amor y entregándose a sí mismo
y por convicción de sí mismo, … está recreando la realidad.
3ª nube: En estas
circunstancias, seremos más fuertes, cuando nos dejamos llevar, cuando no
pensamos que lo sabemos todo: allí seremos más fuertes, si nos dejamos
“mojar”. La situación es tan compleja para la vivencia de la fe que hace
siempre muy necesario el reconocer que necesitamos de unos para poder caminar,
y esto forma parte de nuestra experiencia comunitaria, el reconocer que
necesitamos de otros para hacer nuestro camino: todos necesitamos dejarnos llevar.
Y
un auténtico arco iris en la vida de
lluvia y de soles, es el ser acompañados, que todos tenemos esa
necesidad. Esta es la tarea que se asigna a los consiliarios, que no basta ese
acompañamiento, pues lo ideal es que además haya un acompañamiento personal, a
nivel de fe, que nos ayude a ver que estamos profundizando en nuestro camino de
fe.
El
acompañamiento se hace un recurso imprescindible cuando vivimos en la
intemperie; hoy la fe se vive como algo extraño
en muchos de nuestros ambientes: es casi imposible hacerlo en plan
“héroe solitario”.
El
acompañamiento tiene como principio básico algo que, dicho así, puede resultar
fácil, pero no es nada fácil: creo que muchos de nosotros hemos sido educados
en la fe como un proceso de identificación con unos principios: una cosa es que
yo me identifique con unos principios de fe, que me han dicho los que son, y yo
los hago míos; pero eso es un proceso ideológico, no un proceso de fe.
Eso es lo mismo que uno que se hace comunista o fascista, porque le gustan los
principios: no es eso; aquí trabajamos en un
proceso, en el que la persona va construyendo una realización personal
con Dios que conduce a una experiencia eclesial, y eso es un camino, un
camino largo que no acaba nunca, y todo lo que tiene que ver con la fe se vive
desde ahí. Hay una gradualidad de la fe, y paralelamente está la gradualidad de
la exigencia moral: no se puede exigir lo mismo a un niño que a un adulto: el
problema es que muchas veces somos adultos en edad, pero niños en la fe, porque
no hemos avanzado mucho en este proceso: nos hemos quedado en lo aprendido en
la primera comunión.
En
esto del acompañamiento, la formación para los equipistas es un acto de
amor, no es una obligación: es un acto con el que demuestro realmente que
amo a la Iglesia, amo a Dios, amo al Movimiento: ayuda a desmontar un montón de
prejuicios e ilumina la confusión reinante, que es mucha. Tenemos que conocer
muy bien lo que dice la Iglesia sobre temas, lo que dice la Revelación, qué
horizontes se están abriendo… para dar respuestas… pues esto es, dejarse
acompañar.
(continuará)
Fernando
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