A veces hay sonrisas forzadas. Por las
circunstancias. Porque no te apetece dar explicaciones. Porque parece que todos
los demás se están divirtiendo muchísimo y tú eres el único que notas la lluvia
dentro. Para evitarte preguntas. Ojalá, en esos momentos, encontremos la forma
de quitarnos la máscara que nos protege pero al tiempo nos aleja de los otros.
Ojalá encontremos alguien en quien confiar, y podamos contarle de nuestras
tristezas, y nuestros esfuerzos, y de la falta de claridad de a veces. Porque hay
momentos en que, si no nos mostramos vulnerables, no encontraremos la puerta al
prójimo.
¿A veces tu
sonrisa es una máscara?
Y con Dios, ¿también te pones máscaras?
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