A
veces hay que ver la sonrisa de los cristianos alegres. La de los profetas que,
con su vida, transmiten ternura. La de quienes han estado en el infierno de la
guerra, o del hambre, o del dolor, y han salido, renovados para cantar la
belleza de la vida, y más fuertes aún. En un mundo de demasiadas expresiones
sombrías y ceños fruncidos. O, a la inversa, en un mundo donde algunas sonrisas
son huida y evasión, para no pensar, se hace necesario buscar la fuente de la
alegría verdadera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario