Un alumno le dice a su Profesor: “lo que me alegra de haber terminado el curso es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de ver su cara aburrida”.
PROFESOR: “¿Cuándo alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes?
ALUMNO: Por supuesto que no
PROFESOR. No quiero aceptar tu regalo de emoción, rabia y rencor. Prefiero regalarme mi serenidad. Tu rabia no me interesa.
ALUMNO: Por supuesto que no
PROFESOR. No quiero aceptar tu regalo de emoción, rabia y rencor. Prefiero regalarme mi serenidad. Tu rabia no me interesa.
¿Moraleja?
Yo no puedo controlar lo que hay en tu corazón, pero de mí depende lo que yo cargo en el mío. La vida nos da la oportunidad de amargarnos o de ser felices.
Cuántas veces hemos aceptado la ofensa ajena y hemos respondido en su mismo idioma. Eres tú quién decide aceptar o no la crítica destructiva, la ofensa y la burla.
La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego.
Cada día tú puedes escoger qué emociones o sentimientos quieres poner dentro de ti. Porque tenemos la opción de amargarnos o de ser felices.
Si mantienes el control de tus emociones y no guardas amargura en tu corazón saldreis ganando tú y los que te rodean.
Todo lo anterior son recomendaciones que emanan de las investigaciones sobre la inteligencia emocional y su aplicación a las relaciones interpersonales. Tan sólo por eso tienes argumentos suficientes para aplicarlas. Si además eres creyente tienes una doble motivación para actuar sin rencor ni amargura y optar por el respeto, la comprensión, el perdón y el amor.
Serás más feliz y harás felices a cuantos te rodean.
Alejandro Córdoba
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