lunes, 13 de febrero de 2017

Papa Francisco y la Familia: Ante el amor de Dios.



El amor de Dios es infinito y no tiene límites. Dios espera a cada persona para abrazarla tal cual es, por muy pecadora que sea.

¿Para qué nos espera?.
Para abrazarnos, nada más. Para decir: ‘Hijo, hija, te amo. He dejado que crucificaran a mi Hijo por ti; este es el precio de mi amor’. Este es el regalo de Amor.
El apóstol San Juan nos habla sobre los dos mandamientos principales de la vida: el amor de Dios y el amor al prójimo. Tengamos  la certeza de que ´el Señor me espera, el Señor quiere que abra la puerta de mi corazón, siempre, y si alguno tuviera el escrúpulo de no sentirse digno del amor de Dios, es mejor, porque Él te espera, así como tú eres, no como te dicen que debes ser.

            Vayan al Señor y digan: ‘Pero tú sabes Señor que te amo’. O si no lo siento, decirlo así: ‘Tú sabes Señor que quisiera amarte, pero soy muy pecador, muy pecadora’. Y Él hará lo mismo que ha hecho con el hijo pródigo quien gastó todo el dinero en los vicios: no te dejará terminar tu discurso, con un abrazo te hará callar: es el abrazo del amor de Dios.

            La palabra “amor” se usa muchas veces y no se sabe, cuando se utiliza, qué significa exactamente: ¿Qué es el amor? A veces pensamos en el amor de las telenovelas, no, ese no parece amor. O , el amor puede parecer entusiasmo por una persona, y después… se apaga.

¿De dónde viene el verdadero amor? Todo el que ama ha sido generado por Dios, porque Dios es amor. Porque Dios ama “primero”, como leemos en el Evangelio de S. Juan cuando narra la multiplicación de los panes y los peces. Ahí  Jesús tiene “compasión” de la gente, algo distinto a “tener pena”. El amor que Jesús tiene para las personas que le rodean, lo lleva a sufrir con ellos, a participar en la vida de la gente.

            Cuando tenemos algo en el corazón y queremos pedir perdón al Señor, es Él el que ya nos espera para darnos el perdón. Eso significa precisamente Misericordia: nosotros sabemos que el Señor nos está esperando, sí, a cada uno de nosotros. 

                                                                                              Fernando

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