lunes, 27 de febrero de 2017

Papa Francisco y la Familia: Anunciar el Evangelio es la misión de cada bautizado.



         
   Ser cristiano y ser misionero es la misma cosa. Anunciar el Evangelio, con la palabra e incluso antes, con la vida, es la finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada miembro suyo.
            En el Evangelio en el que Jesús, antes de presentar, en Nazaret, su discurso programático, nos resume brevemente la actividad evangelizadora. Jesús habló de “evangelizar a los pobres” y de lo que esto significa: Ésta es la misión de Jesús, esta es también la misión de la Iglesia y de cada bautizado en la Iglesia.
            Pero, ¿qué significa evangelizar a los pobres?. Significa acercarse a ellos, servirlos, liberarlos de su opresión, y todo esto en el nombre y con el Espíritu de Cristo, porque es Él el Evangelio de Dios, es Él la Misericordia de Dios, es Él la liberación de Dios. En definitiva, se nos indica que el anuncio misionero mesiánico del Reino de Dios que está en medio de nosotros, se dirige de modo preferencial a los marginados, a los prisioneros, a los oprimidos.
            Probablemente en tiempos de Jesús estas personas no estaban en el centro de la comunidad de fe. Por eso, es importante que cada uno se pregunte: hoy, en nuestras comunidades parroquiales, en las asociaciones, en los movimientos, ¿somos fieles al programa de Jesús?. ¿La evangelización de los pobres, llevarles a ellos el anuncio de la buena noticia, es la prioridad?.
            Atención: no se trata de hacer asistencia social, y mucho menos actividad política. Se trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios, que convierte los corazones, resana las heridas, transforma las relaciones humanas y sociales según la lógica del amor, porque los pobres, en efecto, están en el centro del Evangelio.
            El Evangelio de Lucas (3, 22) nos narra lo que hizo Jesús en la Sinagoga de Nazaret: se trata de una actividad que Él cumple con la potencia del Espíritu Santo: su palabra es original, porque revela el sentido de las Escrituras; es una palabra autoritaria porque manda a los espíritus impuros y estos le obedecen. Y también vemos que Jesús es diferente a los maestros de su tiempo: no ha abierto una escuela para el estudio de la ley, sino que sale a predicar y enseña en todas partes: en las sinagogas, por las calles, en las casas.
Pidamos entonces, entrar también nosotros ahora en la sinagoga de Nazaret, el pueblo donde Jesús creció hasta cerca de los treinta años. Aquello que acontece allí, es un hecho importante que dibuja la misión de Jesús. Él se levanta para leer la Sagrada Escritura. Abre el rollo del profeta Isaías y toma el pasaje en el que está escrito: ‘El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado con la unción y me ha mandado llevar a los pobres la buena noticia’. Y después dice: Hoy se ha cumplido esta Escritura que ustedes han escuchado.

FERNANDO


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