Y vino la pregunta: ¿Por qué
sonríe esta Virgen del Amparo que custodia la puerta de la Catedral de
Pamplona?
Cuentan que una señora que vivía en las
inmediaciones, cuando por las mañanas iba al mercado, entraba al Claustro de la
Catedral, un precioso claustro, y, subiendo uno o dos escalones, tocaba con su
mano el pie de la Virgen y le decía:
"¡Buenos
días, María Mariaza,
cara de
calabaza!
Quédate con
Dios,
que yo me
voy a la plaza".
Cuentan que a la Virgen aquello le hacía
mucha gracia y que con una amplia sonrisa le decía siempre: "Adiós".
Y así todas las mañanas.
Pero un día fue sorprendida por un
canónigo, quien le recriminó que se dirigiera a la Virgen con tan (para él)
poco respeto y de paso le enseñó una oración litúrgicamente correcta. Al día
siguiente aquella mujer recitó la oración del canónigo, pero la Virgen ni se
inmutó. Otro día más... y nada. Al tercer día, no sin antes asegurarse de que
estaba sola, volvió a su retahíla inicial:
"¡Buenos días, María Mariaza, cara
de calabaza! Quédate con Dios, que yo me voy a la plaza".
Y la Virgen, con la sonrisa más ingenua,
volvió a decirle: "Adiós".
Esa sonrisa es la que luce la Virgen, y
la mujer responsable de la sonrisa está retratada en la piedra, cosa de la que
pocos se percatan. Si te acercas a Pamplona, y visitas su catedral, busca la
piedra, mira la sonrisa, y…….acuérdate de esta……..sencilla y hermosa leyenda.
Fernando
Gracias por recrearnos esta amable leyenda.
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