Jesús
es el Camino, la Verdad y la Vida; sin embargo, hay fieles que no viven con
coherencia el Evangelio y terminan convirtiéndose en cristianos vagabundos, o
en “momias espirituales”, porque se quedan parados y no avanzan, no hacen daño,
pero no hacen el bien.
Sí,
Jesús dice a Tomás: Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida, y el que me ha visto a mí, ha visto al Padre.
Jesús
es el camino justo de la vida cristiana, por lo que es importante verificar
constantemente si lo seguimos con coherencia, si hemos perdido la experiencia
de fe, o se nos ha quedado por el camino. Por este camino, hay diversos tipos
de cristianos: ‘cristianos momias’, ‘cristianos vagabundos’, ‘cristianos
testarudos’, ‘cristianos a mitad de camino’.
Las
características de estos cristianos que están confundidos, empiezan por que el
cristiano que ‘no camina’, que parece que estuviera embalsamado. Y un cristiano que no camina, que no hace
camino, es un cristiano no cristiano. No se sabe lo que es. Es un cristiano un
poco ‘paganizado’: está allí, estancado, no va adelante en la vida cristiana,
no hace florecer las Bienaventuranzas en su vida, no hace las obras de
misericordia… Está parado. Perdónenme la palabra, pero es como si fuera una
‘momia’, allí… una ‘momia espiritual’. Y hay cristianos que son ‘momias
espirituales’. Parados, allí. No hacen daño, pero no hacen el bien.
Luego,
también hay cristianos porfiados. Si bien cuando se camina es posible
equivocarse de rumbo, lo peor es la tragedia es ser testarudo y decir: ‘éste es
el camino’. Y no dejar que la voz del Señor nos diga que no lo es, y no dejar
que nos diga: ‘vuelve atrás y toma el camino verdadero’.
Asimismo,
están los cristianos que caminan, pero no saben dónde van. Son errantes en la
vida cristiana, vagabundos. Su vida es un ir dando vueltas, aquí y allá, y así
se pierden la belleza de acercarse a Jesús, al camino de Jesús. Pierden el
camino, porque van dando vueltas, y tantas veces ese vagabundear, los lleva a una
vida sin salida: el vagabundear demasiado se transforma en un laberinto, y
después no saben cómo salir. Han perdido esa llamada de Jesús. Estos cristianos
no tienen brújula para salir, y dan vueltas, buscan.
Hay
otros que en el camino quedan seducidos por una belleza, por algo, y se quedan
a mitad de camino, fascinados por lo que ven, por una idea, una propuesta, un
paisaje… ¡Y se detienen! ¡La vida cristiana no es una fascinación: es una
verdad! ¡Es Jesucristo!.
Ante
esto, os invito a preguntaros: ¿cómo va el camino cristiano que empecé en el
Bautismo? ¿Estancado? ¿Equivocado? ¿Vagabundeando espiritualmente? ¿Me detengo
ante lo que me gusta: mundanidad, vanidad? O… ¿sigo siempre hacia adelante,
haciendo que sean concretas las Bienaventuranzas y las obras de misericordia?.
Recordad
que el camino de Jesús está lleno de consolaciones, de gloria y también de cruz,
pero siempre con la paz en el alma. Os aliento a preguntaros cómo es vuestro
caminar.
Quedémonos
hoy con la pregunta, pero preguntémonos, cinco minutitos… ¿Cómo estoy yo en
este camino cristiano? ¿Estancado, equivocado, dando vueltas, parándome ante
las cosas que me gustan, o en el camino de Jesús: ‘Yo soy el Camino’?
¡Y
pidamos al Espíritu Santo que nos enseñe a caminar bien, siempre! Y, cuando nos
cansemos, un pequeño refresco, y adelante. Pidamos esta gracia. Fernando
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