Una familia que no come unida, o que cuando lo hace no dialoga, o está con su televisor o su teléfono, es una familia poco familiar, una familia automática. Es la reflexión del Papa Francisco sobre la convivencia familiar.
Su propuesta es apostar por una Iglesia-familia, en la que se hable, se escuche y se atienda a todos.
Saber convivir es una virtud preciosa. Compartir la comida es una experiencia fundamental. De hecho las fiestas, los aniversarios etc. se hacen en torno a una mesa.
Los cristianos, dice, tenemos una especial vocación a la convivialidad. Jesús no desdeñaba comer con sus amigos. Representaba el Reino de Dios como un banquete alegre. Y fue en el contexto de una cena donde Jesús entregó a los discípulos su testamento espiritual, e instituyó la Eucaristía.
Destaca el Papa el riesgo que corre la sociedad actual de vivir encerrados en nuestros propios muros. Y considera que la convivialidad generada desde la familia y la Eucaristía supone una oportunidad crucial para vencer el encierro y construir puentes de dialogo, acogida, cariño y caridad.
Alejandro Córdoba
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