lunes, 30 de abril de 2012

Buenos días

En una pequeña estación de un pueblo, un grupito de muchachos ofrecía a los viajeros pobres cartuchos de uvas. «¡Uvas, uvas! ¡Cincuenta bolívares!». Compré uno con un billete de cien. «¡No tengo cambio» gritó asustado el muchacho vendedor. El tren se mueve. «¡ No tengo cambio!», repitió él con alegría, corriendo junto al tren.
 «¡Ten todo! » le grité. Aquel me miró asombrado, se paró, y gritó de nuevo: «¡No! ¡No!».
 El tren corría ya; él podía quedarse con todo. Pero entonces, he aquí que da una carrera desesperada, alcanza mi ventana, y una vez alcanzada me tira dentro otro cartucho de uvas: «¡Gracias! ¡Ahí tiene la vuelta!». 
Dos buenos ejemplos nos ha ofrecido esta parábola, Señor: el comprador estaba dispuesto a darle al vendedor más de lo que recibía. Y el vendedor no quiso defraudar al comprador. Cuando todas las personas nos portamos bien ¡que hermoso y feliz se vuelve el mundo!. Gracias, Señor, porque hay mucha gente buena. Haz que nos acordemos de los que obran el mal, no para maldecirlos, sino para ayudarles con nuestro ejemplo y nuestra oración.

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