En la Semana
Santa celebramos cómo Jesús culminó su vida terrena, en la gran ciudad judía de
Jerusalén.
Se inicia con
el Domingo de Ramos, con ese recuerdo corto pero intenso del “HOSANNA”; después de tres años de vida
pública, con sus enseñanzas tan novedosas, tan sublimes, … con sus gestos, sus
signos de divinidad tan evidentes como fueron sus milagros, … el pueblo vive un
especial entusiasmo,… y le aclama… ¡ha hecho tanto bien!... ¡ha hablado tan
sencillo y tan claro del hombre y de Dios…., y ahora, Jesús entra en Jerusalén
de forma singular, a lomos de un humilde pollino; la gente coge sus mantos, los echan encima
del pollino, alfombran el camino de Jesús, cortan ramas de los árboles, y gritan:
«¡Hosanna!, ¡bendito el que viene en el nombre del Señor!». Es un grito de
bendición, un himno de júbilo que expresa la convicción unánime de que, en
Jesús, Dios ha visitado su pueblo y ha llegado por fin el Mesías deseado… ¡el
Salvador!. Eh ahí, pues, un primer sentimiento de la Semana Santa, sentimiento
de alabanza al Señor: es el Domingo de Ramos.
En días
sucesivos, nuestro pueblo, con su devoción popular transmitida desde siglos a
través de los “Pasos”, nos va a presentar diversas escenas o cuadros de Amor
del Señor. Al encontrarnos con los “pasos” en las calles, miremos la escena,
dirijamos nuestra vista a la cara de los personajes, a su expresión, …
fijémonos hacia dónde miran, … y admiremos la escena, lo que el imaginero nos
quiere decir, lo que los cofrades van meditando bajo esos “capirotes” que en el
medievo llevaban los condenados… como Jesús… como expresión de arrepentimiento,
de oración, de penitencia… Un segundo sentimiento, vivencia, de la Semana
Santa.
Las
celebraciones en nuestras iglesias nos llevan al encuentro con Jesús Amor…en los
relatos seguidos de la última Cena con ese quedarse entre nosotros en la
Eucaristía, … la Pasión, …el sermón de las siete Palabras, …la Muerte en la
Cruz…en los brazos de su Madre, … en el Sepulcro, …¡demasiados momentos fuertes
e intensos en tan escaso tiempo!. Es la liturgia de estos días…Tercer
sentimiento, vivencia, meditación, de la Semana Santa. Es un sentimiento
de agradecimiento, porque en esta
Semana Santa el Señor Jesús renueva el don más grande que se puede imaginar,
entregarnos su vida, su cuerpo y su sangre, su amor. Claro está, a un don tan
grande debemos corresponder de modo adecuado, o sea, con el don de nosotros
mismos, de nuestro tiempo, de nuestra oración, de nuestro estar en comunión
profunda de amor con Cristo que sufre,… muere, …
Y último y más
importante momento de reflexión: el de la Resurrección. Sí, Cristo Jesús “resucita
por nosotros”. ¡Aleluya!... Alabanza, gloria y honor a nuestro Señor Jesús: ¡es
la victoria sobre la muerte!... y nuestra gran esperanza,… ¡la más hermosa
realidad!...
Fernando
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