Por fin, el día 15 de Marzo, llegó el momento de acudir a Villagarcía de Campos, a ese
remanso de paz, donde descansar el cuerpo y el espíritu, apartados del ruido y
el bullicio que a todos nos acompaña habitualmente y dejarnos guiar con sosiego
por el Espíritu.
Ahora, ya tranquilos y reposados,
hacemos un pequeño balance de estos días, sintiendo que el objetivo está
cumplido y bien cumplido y que los frutos se harán presentes en la andadura del
camino.
Nos reunimos en Villagarcía, más de
ochenta personas, equipistas de Palencia y Salamanca, amigos de Valladolid,
Madrid, León y Valladolid y niños, con su correspondiente monitora encargada de
la guardería infantil. Así que felices por el grado de participación
.
El ambiente y la disposición de los
ejercitantes fue el adecuado, guardando el oportuno silencio en los momentos
convenientes y comunicándonos con alegría en otros momentos más relajados,
fundamentalmente en las horas de las comidas.
Nuestro, ya amigo, D. Fernando García Álvaro, sacerdote de Valladolid y Delegado diocesano
de la Pastoral Familiar lo hizo muy bien y muy bonito, desde la cercanía y la
sencillez. Sus charlas tuvieron el tono y la medida justa y la acertada
exposición, para que todos pudiéramos comprender, desde la naturalidad y la
confianza, la importancia de la fe y la oración; de ser cristianos creyentes y
orantes.
Estos días vividos en
Villagarcía no son para contarlos, son para vivirlos en el sitio y en el
momento, pero sin duda dejan huella permanente.
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