Los Ejercicios Espirituales son «una fuerte
experiencia de Dios, suscitada por la
escucha de su Palabra, comprendida y
aceptada en la propia vida, bajo la acción
del Espíritu Santo, que, en clima de
silencio y oración, y con la mediación de
un guía espiritual, da la capacidad de
discernir, con vistas a la purificación del
corazón, el camino que lleva a la
conversión de la vida y al seguimiento de
Cristo para cumplir la propia misión en la
Iglesia y en el mundo»
(JUAN PABLO II, 12 de febrero de 1994)
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