La película “Un Dios prohibido” aborda la actitud de coherencia con su fe que adoptan 51 seminaristas claretianos, que son fusilados no porque hayan hecho nada malo sino por lo que representan.
Con la guerra civil española como marco la película tiene una gran fuerza emocional. Pero sin dejarse llevar por planteamientos simplistas o abusar de la sensiblería y los recursos dramáticos. Sin interés en quien es el verdugo, sino en por qué deciden morir los seminaristas.
Se detiene en el aspecto humano y religioso de las personasque participaron en este hecho histórico: maldades, inhibiciones, debilidades y sinrazón. Pero, también, coraje, apoyo mutuo, fidelidad, generosidad, fe profunda, amor entregado y perdón sincero.
Hay momentos emotivos como su escrito de despedida: “Morimos contentos sin que nadie sienta pesares; rogando a Dios que la sangre que caiga de nuestras heridas no sea sangre vengadora, sino sangre que estimule tu desarrollo y expansión por todo el mundo”.
Los seminaristas no son unos niños ñoños que no se enteran de nada y que van a la muerte porque no tienen otro remedio sino que son unos jóvenes conscientes de lo que está ocurriendo y que tienen sus miedos.
Como contrapunto, para que no resulte una historia de buenos y malos, muestra diferentes rasgos de humanidad en el bando republicano.
Es una película que puede y debe verse desde el corazón. Es la mejor manera de alcanzar cierta empatía por la historia. De sintonizar con el mensaje del perdón por encima de todo.
El valor del testimonio que trasmite no deja indiferente a nadie. Creyentes y no creyentes se sienten interpelados por la espiritualidad de estos seminaristas; por cómo hay gente que, a través del valor de la vida religiosa, encuentra sentido a su existencia; por el camino trascendente del perdón.
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