A finales del pasado mes de enero, presentamos la realidad de
una crisis de matrimonio. Y concluíamos con unas propuestas de diálogo, invitando
a dar nuestra propuesta de ayuda, en la búsqueda de un actuar cristiano, por
supuesto.
En esta situación de crisis ¿qué
vemos?
Un amigo –al que le damos las gracias- nos dice: “Veo desánimo, falta de ganas, desilusión, tristeza,
agotamiento”. Sí, y muy importante, nos encontramos con un “esposo” con gran madurez, con una
forma de pensar y vivir muy cristiana, muy de hijo de Dios y consecuente en la
respuesta que plantea a la dificultad por la que atraviesa su matrimonio. Pero,
está la otra parte: su “esposa”, que sigue admirando a su marido, pero las
cosas del diario vivir, las encuentra como “estupideces”, se encuentra
“cansada, desanimada” y “ser feliz es un
lujo que no me puedo permitir”, dice. Es una situación difícil ciertamente: por
eso hablan de crisis. Y quieren salir de ella: es lo bueno.
Les hablaríamos, primeramente de lo
positivo que tienen: sus “muchas capacidades”, de ese deseo de salir adelante
con ese “te quiero” que nos dicen, con un necesario tiempo para “respirar
hondo”, serenarse, y coger fuerzas para crecer en su matrimonio, superando ese
problema que ella sigue sufriendo, desde hace
tiempo, de “agachar la cabeza,… y de girar la cabeza con rabia”… parece acertado
acudir a una ayuda técnica quizás. Y siempre, siempre, la oración o diálogo con
el Señor, que es la mejor ayuda que nos vamos a encontrar, porque Él vino,
entre otros motivos no se nos olvide, a ayudar
al pobre y al necesitado …
Hay que seguir, porque, siempre, hay esperanza.
Nos recordaba el Papa Francisco que tengamos siempre la valentía de caminar en presencia del Señor,
con la cruz del Señor.
Es verdad que, nosotros desearíamos que la vida fuera distinta de cómo
se presenta, y que fuera como nosotros la quisiéramos. Pero la vida, en todo su
desarrollo, no depende de nosotros. ¿Quién
no se casa soñando una vida más romántica que realista? Cuando nos casamos, no sabemos lo que nos
espera, porque el futuro siempre es impredecible, y hasta puede que nos
encontremos con situaciones que nos desborden totalmente. ¿Pensó, acaso, San
José lo que le iba a suceder cuando se casó con María? … Jesús ya nos previno: «Lo
que es imposible para los hombres, es posible para Dios». Y
esta verdad, la hemos experimentado en nuestra vida. Claro que no
existe un ser humano que no desee amar y ser amado, aunque luego experimentemos esa
cierta incapacidad
de vivir lo que nuestro corazón desea.
El caminar en esta vida es, a veces, difícil y duro.
Pero todo es superable menos la muerte, -se dice-. Hay que mirar adelante,
ilusionarse de nuevo, buscar la salida. No nos podemos encerrar, aislarnos,
volver la vista atrás. Recurramos a la ayuda, cuando nos vemos necesitados y
por nosotros mismos no acertamos a superarnos. Lo último sería arrojar la
toalla, sentirnos impotentes, o querer escapar a la realidad. El espíritu de
superación y de lucha, de acertar a llevar la cruz de cada día, es lo más
cristiano que hay, y recordemos que, si acudimos a Él, no nos falla nunca,
seguro. Será
su “salida”, su solución, que quizás no coincida con la que nosotros habíamos
pensado, pero… será la acertada ¡seguro!.
Fernando
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