Hay personas que tienen todo pero carecen de sí mismos. Lo dijo Erich Fromm. Personas que corren buscando sentido a sus vidas. Personas que se agobian anhelando el nuevo coche, casa, vacación….para acabar descubriendo que esas cosas también están vacías. Y siguen corriendo.
Corren para “buscarse la vida”, pero no para vivir. Añaden años a la vida, pero no vida a los años. Gastan más, pero tienen menos. Compran más, pero disfrutan menos. Y sería triste que cuando estén próximos al final de su vida lamenten lo que podrían haber sido y hecho.
¿Dónde está el error?
Dice Séneca que “No es que tengamos poco tiempo, es que hemos perdido mucho…..No es breve la vida, es largo en el hombre el descuido del tiempo. No recibimos una vida breve, sino que la hacemos breve, y no estamos faltos de ella, sino que somos sus despilfarradores”.
El error está en obsesionarse por conquistar el espacio exterior, y olvidarse del interior. Está en olvidar la dimensión trascendente de la vida. Esa que tiene que ver con aspirar a ser más de lo que se es.
La VIDA PLENA, la vida lograda y la vida con sentido se alcanzan cuando tenemos razones para vivir; cuando somos capaces de tirar adelante, por muy adversas que sean las circunstancias. Porque como decía Nietzsche “quien tiene un por qué para vivir es capaz de soportar el cómo”.
Para cambiar el mundo exterior tenemos, también, que cambiar el mundo interior. Ser capaces de conocernos a nosotros mismos e identificar y conocer tanto nuestras fortalezas como nuestras debilidades. Aceptarnos con unas y otras pero sin dormirnos en los laureles.
Conocernos, corregirnos y superarnos. Y, desde ese mundo interior, actuar conscientes de que podemos y debemos ser imán y referente que atrae a lo que está en sintonía con nosotros.
Siempre sumando. Siempre dando un valor añadido. Haciendo nuestra aquel deseo tan gráfico de Teresa de Calcuta “No permitas encontrarte con nadie que no esté más feliz tras haberse encontrado contigo”.
Alejandro Córdoba
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