En un programa de fin de año, un canal de televisión en España se dedicó a recorrer el mundo para que un abanico de personas de diferentes culturas expresaran sus deseos para el año nuevo. La inmensa mayoría de las personas entrevistadas coincidían en sus deseos de paz, acabar con las guerras y el hambre en el planeta, la distribución más justa de los recursos, la igualdad entre las personas, la erradicación de la explotación infantil, etc. Entre ellas, un joven de la India sentado en la posición del loto expresaba su deseo de que "todas las personas del mundo descubran que ya son felices". Que la felicidad reside dentro, y no fuera.
Valorar y apreciar todo aquello que tenemos (la práctica de "dar gracias" en muchas religiones) produce una sensación de bienestar curativa. Lejos de potenciar el "conformismo", activa, refuerza la confianza y da fuerzas (físicas y mentales) para la consecución de nuevos logros. | |
El sentimiento de amor que potencia la práctica espiritual (muchas religiones teorizan sobre el amor pero al mismo tiempo ven opuestos, enemistades y la figura del "diablo" en quienes no comulgan con la misma fe) ha demostrado ser la práctica y causa curativa más potente en personas enfermas supuestamente terminales (cáncer, sida, etc.), según el cirujano, especialista en cáncer, Bernie Siegel, el cirujano Miguel Ruiz, el endocrinólogo Deepak Chopra, o las investigaciones de la escritora y sobreviviente del cáncer la doctora Louis Hay, entre otras.
Deepak Chopra recurre al Ayurveda (la ciencia médica de la India) para recordar que la felicidad es en sí misma curativa. Mientras que los seres humanos tendemos a estresarnos y a causar enfermedades en la supuesta búsqueda de la felicidad (a través de un trabajo mejor, más dinero, una casa más confortable o un coche más rápido), podemos tomar el atajo directo hacia un estado de felicidad profunda y agradecimiento por la simple causa de la vida misma.
La felicidad sin ataduras o dependencias externas (el "desapego", según el budismo) produce una sensación liberadora y de enorme poder y control sobre la propia vida y la salud.
Al margen de la práctica religiosa o no, parece inteligente hacer uso de estos estados de conciencia, hábitos de vida sanos y apoyo en la colectividad y, sobre todo, en los propios recursos internos/espirituales para la consecución de una vida más larga, sana y feliz..
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